Por Luca Palmas
Un hombre de ojos celestes, bigote tipo brassens y en la segunda etapa de una calvicie inevitable, brindó un discurso en francés. Las palabras, pronunciadas por el decano León Binet y dirigidas al endocrinólogo uruguayo Juan César Mussio Fournier, crearon un silencio sepulcral en la sala de La Sorbona de París. El escenario iluminado, la atención prestada por los diplomáticos y las estatuillas, saturaron los pensamientos del abogado argentino Rafael Bielsa. Los sudamericanos fueron galardonados como Doctores Honoris Causa en la universidad francesa. El Río de La Plata obtuvo una aclamación durante aquella ocasión. La misma invita a enlazarla con una conferencia de prensa de la Asociación Uruguaya de Fútbol en el Estadio Centenario.
Marcelo se sentó de cara a la multitud de periodistas presentes. Los aplausos eran nítidos en la sala de prensa de la cancha ubicada en Montevideo. Marcelo preparaba el anuncio oficial junto a Ignacio Alonso, presidente de la AUF. Desde Uruguay y Argentina aguardaban sus declaraciones con ansias. La charla duró una hora. Alonso confirmó lo esperado: Bielsa era el nuevo entrenador de la selección uruguaya.
Marcelo Bielsa es el loco. El rosarino que supo cambiar la filosofía del fútbol argentino. Asumió como director técnico de la Celeste a los 67 años, a la misma edad que su abuelo Rafael era premiado junto al uruguayo Mussio Fournier en Francia. Las universidades, el deporte y la cultura rioplatense unirán a la familia Bielsa en épocas diferentes.
Un aula de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires permaneció en silencio durante alguna jornada de 1912. Los estudiantes prestaron atención a la clase de derecho romano del profesor Carlos Ibarguren. Tal vez no todos estuvieron concentrados. Uno de aquellos alumnos sí lo hizo. Sentado en primera fila, el joven sonrió y asintió a la explicación del maestro. Su nombre era Rafael Bielsa. Fue uno de los discípulos de Ibarguren hasta recibirse como abogado en 1917.
El presidente Roque Sáenz Peña eligió a Ibarguren para que fuera Ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación en 1913. Una de las medidas de Ibarguren en el cargo fue referida al deporte. Era salteño y estaba cansado de que el campeonato del fútbol argentino contuviera únicamente a equipos porteños. De esta manera, donó un trofeo a la Argentine Football Association –antecesora de la AFA- para que se creara una competencia federal en el país. La Copa Dr. Carlos Ibarguren consistió en una final entre el campeón de la Liga de Buenos Aires y el de la Rosarina (en 1942, comenzó a enfrentar al vencedor del torneo de Primera División contra los ganadores de las ligas regionales) y se disputó hasta 1958.
Rafael Bielsa y Mussio Fournier eran licenciados en carreras distintas, pero tenían detalles en común. La distinción recibida en La Sorbona fue un alivio para ambos en 1956. Mussio Fournier había perdido el Premio Nobel de Medicina seis años antes de aquella celebración en París. Bielsa había sido jubilado de oficio como catedrático en la materia Derecho Administrativo de la UBA luego de tres décadas en el puesto.
1952. Perón llevaba seis años como Presidente de la Nación Argentina. Bielsa fue apartado del cargo docente debido al examen reprobado de un diputado oficialista. Retornaría a su Santa Fé natal después del despido. Su familia lo esperaba allí: los hijos Rafael Pedro, Marcial Rafael y Ana María; la esposa, María Luisa Schierano. El Golpe de Estado de la Revolución Libertadora llegaría tres años más tarde. Marcelo, el nieto de Rafael, también.
Marcelo dirigió al primer equipo de su carrera en 1982. El bloqueo laboral a su abuelo en la UBA había sucedido 30 años atrás. Marcelo armó una selección de jugadores representantes de la misma universidad. Tenía 27 años. Era profesor de educación física y estaba a punto de terminar el curso de director técnico, luego de un corto trayecto como futbolista, con pasos por Newell ‘s Old Boys e Instituto. Viajó desde Rosario para conducir al equipo amateur en las canchas de lo que a finales de los sesenta comenzó a ser conocido como Ciudad Universitaria.
La relación entre abuelo y nieto está bifurcada en tres tópicos: el Río de la Plata, el fútbol y las universidades. Una delicadeza rioplatense presente otra vez: Rafael transcurrió gran parte de su vida en una casona de la calle Montevideo, en Rosario. La abogacía y la universidad de nuevo: una plaza en homenaje al doctor Vélez Sarsfield, creador del Código Civil, se creó enfrente del hogar de Rafael. El fútbol, repetido sin parar: Rafael coincidió y fue galardonado en simultáneo con el médico Mussio Fournier un siglo antes de la llegada de su nieto Marcelo al seleccionado uruguayo.
Ilustración: Augusto Papasidero