jueves, abril 25, 2024

Caitlyn Jenner: el terror de ser quien soy

Por Sofía Di Carlo

En junio de 2015, a los 65 años, Caitlyn Jenner, ex atleta olímpica y actual ícono transgénero, le mostró al mundo su verdadera identidad en una tapa de la revista Vanity Fair. Una verdad que padeció e intentó ocultar en soledad durante años. A partir de 2015 comenzó a contar el largo proceso que vivió durante su vida cuando era Bruce Jenner.

Bruce Jenner nació en Nueva York el 28 de octubre de 1949. A los diez años comenzó a sentir una gran contradicción y confusión respecto a su identidad de género. A esto se le llama disforia de género. “Siempre tuve problemas de identidad, pero sin ellos no hubiera logrado lo que logré”, expresa Jenner en el documental de Netflix Al descubierto: Caitlyn Jenner, donde cuenta en primera persona su carrera como atleta olímpico y su vida personal.

Caitlyn cuenta que cuando era Bruce no fue un buen estudiante. Pero que a los diez años comenzó a destacarse en los deportes. Era bueno en todas las disciplinas. Sus padres lo apoyaban en cada competición y sabían que su hijo podría llegar a ser un deportista de alto rendimiento. Pese a los conflictos de identidad que atravesaba, también recuerda su infancia con alegría, pero enfatiza que siempre tuvo una gran contradicción -que nadie sabía- con respecto a su género y lamenta que su padre (quien falleció en 2000) no haya podido compartir con ella su transición.

En aquellos años, Jenner se enfocó en el deporte e intentó demostrarse a sí mismo que podía ser feliz siendo Bruce. En 1972 llegó a los Juegos Olímpicos de Múnich, donde pasó casi desapercibido porque quedó en el puesto 11º. Ahí conoció al mejor atleta de aquel momento y ganador de la medalla de oro en el decatlón, Nikolai Avilov. En el instante en que Jenner vio a Avilov subir al podio sintió un gran impacto en su vida y fue la imagen viva de todo lo que quería lograr en su carrera como atleta.

Cuando volvió a su casa en California, donde vivía con Chrystie, su novia de la universidad y actual esposa, sólo pensaba en una cosa: conseguir la medalla de oro en el decatlón de los próximos Juegos Olímpicos, que serían en Montreal en 1976. “Es una oportunidad de ponerme a prueba, demostrar mi masculinidad, mostrarle al mundo que soy un ser humano que vale la pena”, pensó en aquel momento. Bruce no quería darle lugar a las dudas que seguían latentes en su interior y cada vez sentía más miedo de ser quien realmente sentía que era.

A partir de 1972 y hasta 1976 su vida fue simple: se levantaba muy temprano, entrenaba de seis a ocho horas por día los siete días de la semana y trabajaba como agente de seguros. No tenía entrenador, así que solo contaba con la compañía de su perra Bertha y su esposa Chrystie. Durante los fines de semana viajaba para competir en encuentros de atletismo con deportistas del mundo. Estaba obsesionado con sacar lo mejor de sí mismo y con los Juegos de Montreal. Sólo pensaba en sus metas deportivas, mientras escapaba e intentaba “callar” a Caitlyn.

En una entrevista meses antes de los Juegos Olímpicos, dijo: “La única forma de competir y ganar es dedicarse por completo. Sólo me importan los Juegos y sacrificaré lo que sea necesario”. Era su única oportunidad porque no iba a volver a prepararse de esa manera: había dado su 100% a nivel físico, mental, emocional y estaba resignando muchas cosas -hasta a sí misma- para ganar la medalla de oro.

El decatlón es una disciplina muy compleja. Consiste en dos días de cinco pruebas cada día. El primer día se disputan los 100 metros, salto de longitud, lanzamiento de peso, salto de altura y 400 metros; el segundo, 110 metros con vallas, lanzamiento de disco, salto con garrocha, lanzamiento de jabalina y los 1500 metros. Bruce Jenner ya era reconocido en el mundo. Llegó como favorito a Montreal y sabía que iba a tener que competir contra Avilov, su ídolo y máximo rival. No se trataba solamente de la medalla de oro: también quería batir el récord mundial y obtener más de 8600 puntos porque nadie lo había logrado antes en la historia olímpica.

“Los Juegos Olímpicos fueron una gran distracción de lo que yo era, me dio miedo porque ahora tenía que lidiar conmigo mismo”, contó Caitlyn en el documental sobre su vida. Bruce lo había conseguido: ganó la medalla de oro, batió el récord olímpico y mundial con un tiempo de 4:12:61 y logró 8618 puntos. En el podio, mientras recibía su medalla, asegura que sentía pánico y que supo con total certeza que nunca más volvería a competir. Con sólo 26 años se convirtió en un héroe nacional. Sin embargo, decidió dejar el deporte y se dedicó a dar charlas motivacionales, actuación y publicitar su imagen.

“Hoy estamos avanzando muy rápido y los avances sirven mucho para que todos y todas puedan tomar la decisión de transicionar lo antes posible y poder hacer lo que les guste. Ahora podemos unificar nuestras identidades con el deporte, así la identidad y el deporte que uno elige pueden ir de la mano”, expresa Anna Scappini respecto a la historia de Caitlyn y la actualidad del deporte en Argentina. Scappini es paraguaya y vive en Argentina. En 2021 se convirtió en la primera atleta trans en ganar en la prueba de 3000 metros organizada por la Federación Atlética Metropolitana en el Parque Olímpico de Buenos Aires. Scappini, de 32 años, dice que Caitlyn es un ícono deportivo y su historia sirve de ejemplo para hacer valer los derechos de las nuevas generaciones.

Bruce Jenner se casó tres veces y tuvo seis hijos, dos con cada una de sus ex esposas, y además ayudó en la crianza de los cuatro hijos del matrimonio anterior a su última esposa. Jenner dijo que siempre disfrutó de su rol como padre y que su miedo recurrente es perder el vínculo con sus hijos e hijas. Hoy Caitlyn busca dedicarse a la política, en un intento de convertirse en la primera mujer transgénero estadounidense en acceder a un cargo político en California. Se describe a sí misma como conservadora, pero liberal en los aspectos sociales.

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