Germán Trucchi
Iñaki Mazza se saca la remera y la revolea al público. Está desaforado. Le cuelgan los auriculares y también los tira. Las clinas ochentosas y enruladas le tocan el cuello desnudo. Iñaki tiene alma de rockstar pero anda en bicicleta y gana medallas de oro. Le muestra al mundo el pecho curtido de cuando se armaba sus propias rampas en Tierra del Fuego.
Agustina Roth hace flamear una bandera argentina y busca a su madre y su hermana que están en el Parque Urbano. Son parte de una multitud que la vio brillar en la pista. La bahiense reafirmó que el título del mundo conseguido en Canadá el año pasado no fue casualidad.
Ya tienen las medallas de oro colgadas y los flashes los siguen por todos lados. Iñaki habla de mente, músculos y espíritu. Son el Ying y el Yang. “Encontramos el equilibrio, nos complementamos”, menciona la Rusita. Iñaki es vegano y pide una comida con carbohidratos y proteínas por las energías gastadas. Agustina quiere hamburguesa, pizza y empanadas.
Van 25 segundos de la última performance de Iñaki. Necesita hacerla perfecta para superar al alemán Evan Brandes. Pedalea hasta una rampa y se queda suspendido en el aire. Agarra con la mano izquierda el manubrio y con la derecha el asiento. Estira las piernas.La gente se hace sentir en el Parque Urbano pero él está con los auriculares puestos. Clic. Clic. Clic. Es la foto de los Juegos. A Iñaki le sobra rock.
Agustina empezó en el BMX como un hobbie. Abandonó el bicicross para concentrarse en la escuela, pero al poco tiempo ya estaba practicando Freestyle en Parque de Mayo, en Bahía Blanca. “Desde el principio vi todo esto y me gustó”, dice la Rusita mientras encoge los hombros ante la pregunta de un periodista. Desde febrero de este año vive en el CENARD. Cuando puede, nombra a Eber Temperan, el entrenador y seleccionador que la llamó para representar al país. “Desde ahí que me lo tomó más profesional”, resalta.
“Somos hippies con bicicleta, unos ramones, aprendiendo a ser atletas de alto rendimiento”, declaró Iñaki después de que clasificaran a las finales por equipo. En la prueba definitoria, Iki salió primero de los varones, relegando al alemán Brandes al segundo puesto. La Rusita salió segunda de las mujeres, atrás de la favorita Lessmann. La sumatoria por equipos dio 25 para ambos países, por lo que compartieron la medalla dorada.
La soltura de Iñaki es arriba de la bicicleta y enfrente de los micrófonos. Habla de un proyecto autogestionado en vivo y lo invita al periodista estrella de los Juegos Olímpicos. “Espero que vengas a cubrirlo”, le dice, riéndose. Según le contó a Infobae, el fueguino tiene un propósito: hacer conocido el BMX Freestyle en todo el país. “La idea es construir un espacio cultural para que se desarrollen distintas actividades como los deportes alternativos. Se llama Yanasus Wasi, que significa amigos y hogar en quichua”. Además, quiere armar una rampa gigante en un tráiler para que sea movible, con el objetivo de recorrer escuelas y enseñar lo relacionado al BMX, el cuerpo humano y la alimentación saludable para el deporte.
Iñaki y Agustina ganaron una medalla de oro. Pero consiguieron algo más: la difusión de un deporte que será olímpico en Tokio 2020 por primera vez de manera oficial. Antes de despedirse, Iki pide por el BMX en América Latina.
En la previa de los Juegos de la Juventud, el canal oficial Buenos Aires 2018 le pidió a Agustina que enumere tres deseos. “Tener plata, que sean siempre vacaciones y ser campeona”, respondió. Ya puede tachar uno.
Crédito: Cómite Olímpico Argentino