jueves, marzo 28, 2024

21 de agosto: el día que busca trascender en la historia del fútbol femenino

Por Morena Beltrán

Año 1971. En Bolivia, el militar Hugo Banzer Suárez asume la presidencia, luego de darle un golpe de estado al presidente Juan José Torres Gonzales. Guerra de Vietnam: Australia y Nueva Zelanda deciden retirar sus tropas. John McCarthy, padre de la inteligencia artificial, obtenía el Premio Turing. Johan Cruyff ganaba su primer Balón de Oro. Fallecía, a los 64 años, Rosa Wernicke, escritora, poeta, dramaturga y periodista argentina. El poeta chileno Pablo Neruda era galardonado con el Premio Nobel. Y ahí en Argentina, mientras el mandatario de facto Alejandro Agustín Lanusse proponía el Gran Acuerdo Nacional, un grupo de mujeres se cosía camisetas, se calzaba los botines y desafiaba al statu quo de la época.

Se trata de las pioneras del fútbol femenino del país, quienes se juntaron unos pesos como pudieron y partieron rumbo a México para competir en el Mundial de Fútbol, el segundo organizado en la historia de la disciplina. En aquella competencia, frente a más de 100.000 personas en el Estadio Azteca, Argentina derrotó categóricamente por 4 a 1 a Inglaterra. Una gambeta de Grillo o un remate de Elba Selva (autora de los cuatro goles). Un manotazo de Julio Elías Musimessi o una salida de puños de Marta Soler. El heroísmo omitido por un deporte androcentrista.

A 47 años de la hazaña, una legisladora de Nuevo Encuentro, Andrea Conde, presentó un proyecto para que aquel 21 de agosto se inmortalice en el tiempo, para que se le dé punto de partida a una historia de equidad, para que se transforme en el día de la futbolista. “Buscamos considerar este día para que quede en la memoria de la historia del fútbol, porque así como estamos hoy, la historia parece que la escribieron sólo los hombres. Así como el 14 de mayo se celebra el día del futbolista en homenaje al gol de Ernesto Grillo frente a Inglaterra en 1953. Nosotras también tenemos historia, nuestras heroínas”, senaló a minutouno.comMónica Santino, ex jugadora de All Boys y fundadora de La Nuestra.

Estas mujeres, que dieron batalla para poder jugar a la pelota y ser felices en la cancha, pero que sufrieron mucho para poder hacerlo, prendieron la mecha de un cambio cultural que parece inapagable. Y… ¿Para qué tanto esfuerzo? ¿Tantos sacrificios? ¿Para sufrir situaciones denigrantes? No. Para que todas estas mujeres y muchísimas más puedan sentirse orgullosas de tirar un caño o gritar un gol. Para que, pase lo que pase, sepan que, como pioneras, nada fue en vano. Que ellas abrieron el camino y que ya no hay manera de que cese la lucha por lo que a uno le pertenece: el derecho a la libertad e igualdad. Que, aunque hoy el profesionalismo y el reconocimiento siga estando lejos en el horizonte, está un poco más cerca que décadas atrás. Y, sobre todo, para que madres, abuelas o tías, como Mónica Santino o Elba Selva, puedan decirles a los hijos de sus hijos que no hay nada, absolutamente nada, imposible para una mujer. Para que se sientan heroínas porque, como decía Roberto Gómez Bolaños: “El heroísmo no consiste en carecer de miedos, sino en superarlos. El que, consciente de esas deficiencias, se enfrenta al problema, ese es un héroe. Y los héroes pierden, muchas veces, esa es otra de sus características. Pero después sus ideas triunfan”.

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