En el partido entre Francisco Comesaña y Federico Coria para ver quien se llevaba el trofeo, los entrenadores de cada uno fueron Sebastián Gutiérrez, del lado del marplatense y campeón del torneo, y Andrés Schneiter, en el banco del dos veces finalista. Estos coaches también trabajan con los semifinalistas que quedaron en el camino: Bautista Torres (Guti) y Hugo Dellien (Gringo). En la conferencia de prensa tras el título, el Tiburón habló sobre la importancia del apoyo que recibió por parte de su box y declaró: “Cuando perdí 6-1 el primero, me decía que estaba muy orgulloso de mi. Estuvo ahí empujándome siempre. Yo creo mucho en él y en todo lo que me dice”.
En primera ronda, Coria debutó ante Álvaro Guillen Meza, un ecuatoriano de 21 años. Más allá de la gran cantidad de gente que había para ser un lunes al mediodía, lo que llamaba la atención era que la esquina del argentino estaban dos amigos de él que entrenan a Luciano Ambrogi, un compatriota de 20 años. En el turno anterior, Schneiter y Charly Berlocq habían estado acompañando a Juan “el Topo” Londero, que perdió ante Enzo Couacaud, pero se ausentaron durante el encuentro de Federico. Después de ganar en tres sets, el protagonista explicó lo que pasó: “Con Alvarito compartimos equipo de trabajo, y no me pareció ético que estén de ninguno de los dos lados. Aunque yo sea el de mejor ranking, la decisión la tomamos en conjunto y nos pusimos de acuerdo en que era lo más lógico”. Además, agregó: “Cuando entienda algunas cosas, él seguramente alcance el top 100. Con este grupo de entrenadores le va a ir muy bien”.
Y es que “la Mojarra” tiene motivos para decirlo, ya que con ellos llegó a ser el tenista número 49 del mundo. En varias entrevistas contó que a sus 27 años empezó a asentarse, y a partir de ahí comenzó a ser algo más frecuente estar en los Grand Slam. Con este logro, aparte de competir al máximo nivel, también consiguió un equilibrio económico que le permite organizar el calendario de mejor forma, por lo que también los gastos están más controlados.
Durante el partido definitorio contra Comesaña, en un momento en el que Coria estaba siendo superado, la indicación del Gringo fue clara: “Acá ganamos o ganamos. Si no nos alcanza con el tenis, nos lo llevamos con el físico, o con lo que sea”. Como dijo durante una conferencia de prensa, quizás no sea el más talentoso, pero tanto él como su equipo de trabajo comparten una virtud: luchar hasta el final.
El éxito de Sebastián Gutiérrez como coach se puede ver principalmente en los resultados que consiguió su tocayo y pupilo: Sebastián Báez. A mitad de año, el 24 de junio, alcanzó el mejor ranking de su carrera cuando se posicionó en el puesto 18. También tiene en su academia a Thiago Seyboth Wild, el brasileño de 24 años que está número 80 del mundo. Y aunque Torres, a sus cortos 22 años, esté más lejos en el ranking (286), el nivel tenístico indica que pronto escalará posiciones. Lo particular de este cuarteto de tenistas masculinos (contando a Comesaña) es que ninguno llega a los 25, y todos alcanzaron su mejor nivel con Guti.
En la rama femenina también tienen una joven de 20 años que promete: Solana Sierra. En el último mes, también le dio una alegría a todos sus compañeros tras ganar el W50 de San Miguel de Tucumán y el de Pilar de forma consecutiva. Con los dos títulos en su país, llegó al puesto 141, su mejor posición en el ranking de la WTA.
Un brillo atrapante. Veinte tubos de luz led irradian una sala que brinda vida deportiva al barrio de Villa General Mitre. Seis mesas azules –de 76 centímetros de alto, 2.74 metros de largo y 1.52,5 metros de ancho– decoran un galpón que supo ser una fábrica textil. Los jugadores, concentrados. El sonido de la variedad de paletas golpeando las bolas blancas y naranjas de 40 milímetros de diámetro interrumpe las conversaciones. Zumban los oídos. Los celulares, guardados. Una adicción que se apacigua, otra que abre sus brazos.
Un silencio que inquieta. Una cuadra vacía. Un día gris. Los peatones no abundan. Acertar a la puerta doble hoja de madera es un planteo casi como de búsqueda del tesoro. Amurado en el frente, un cartel redondo y blanco de 30 centímetros, ilustrado con un tren negro en el medio, que funciona como pista principal del hallazgo. Con un crujido digno de película de terror, el portal se abre hacia la inmensidad del Club Estación Ping Pong.
Las enredaderas verdes anuncian la pronta llegada de la primavera y le proporcionan colores seductores al sobrio patio de ingreso, repleto de sillas plegables hechas de hierro y madera que conviven con una plaga de cajones de cerveza vacíos. Elementos que le quitan elegancia a la calidez. La información visual se acrecienta a medida que el recorrido avanza por el extenso e interminable pasillo. Se asemeja a un laberinto y le da suspenso a la inminente llegada. La invitación a pasar es sin prisa, pero sin pausa.
Una puerta de vidrio –que tiene los días contados– choca contra un pasador en forma de ‘L’ y produce un estruendo al abrirla. Las rachas de viento no frenan, son su motor. Los cuerpos vibran, se estremecen las almas que habitan la Estación. Finaliza con la entrada al bar, al hall de espera previo a disputar cada partido, y se entremezcla con un lugar colmado de libros. Un espacio de lectura.
Sobreviene a las fosas nasales un tibio olor a humedad. En una esquina, la biblioteca expone dos muebles gigantes que desbordan de libros. Las colecciones están casi completas. A su derecha, estanterías que presentan discos y CD ‘s donde figuran las sinfonías de Ludwig van Beethoven. Junto con ellos, dos radios y un DVD, que atraen a la calma. De fondo, por los parlantes, el oído se agudiza con una fina música clásica.
El espacio techado carece de ventanas y el revoque en las paredes es casi nulo. El oxígeno también escasea y las telas de araña proliferan en las vigas. El humo del cigarrillo es el aromatizante de las pausas. Los jugadores y espectadores transitan el interior en los tiempos muertos. Observan mientras advierten el reloj y el horario. Inhalan y exhalan. Similar a un laboratorio, se cultiva el dióxido de carbono.
Una parada segura en una estación infalible. Las firmas de los protagonistas en el vidrio que apunta a los encuentros, imperdibles, junto con el grafiti al fondo que es una marca registrada. El tren, impecable. El ping-pong es la terminal. El barrio les agradece a Iván y a Liliana, la pareja que impulsó un proyecto de ida y vuelta, así como van y vuelven las pelotas blancas y naranjas por sobre las mesas azules.
Iván Matías Eidelson es, junto a Liliana Cucut, uno de los dueños de Estación Ping Pong, un espacio ubicado en Villa del Parque y dedicado al disfrute y aprendizaje del tenis de mesa. El club está inscrito tanto en la Federación Nacional de Tenis de Mesa como en el Circuito TMT (Tenis de Mesa para Todos), creado para los más de 2000 jugadores amateurs que compiten en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
Hace algunos años Iván se dedicaba a la producción audiovisual, más específicamente a la fotografía. Y si bien ha dejado de ser su profesión, aún lo mantiene como hobbie, ya que lo apasiona como el primer día. De hecho, todos los retratos que pueden verse al visitar la Estación son de su autoría. Además, dedicó una parte de su vida a entrenarse y a participar en competencias de Tenis de Mesa, aun cuando en ese momento era visto como un juego y no como un deporte.
Cuando todavía se dedicaba a sacar fotos de manera independiente, comenzó a entrenarse en el Club AG de Villa Martelli, luego en el TopMINC de Caballito y finalmente en el Club Alvear de Parque Avellaneda, uno de los más reconocidos del país en cuanto a resultados. Sin embargo, su trayectoria como jugador empezó más tarde de lo recomendado (se cree que para poder dedicarse al tenis de mesa lo ideal es iniciar alrededor de los ocho años), y no logró tener un desempeño destacado.
De esta manera es que profundizó en la disciplina pero desde otro lado, pensando proyectos más cercanos a un costado dirigencial o de gestor. Así es que surge la Estación Ping Pong, que si bien no rechaza a quienes llegan en búsqueda del alto rendimiento, está enfocada en la iniciación deportiva y en los principiantes. Debido a su transformación y haber demostrado capacidades para el rol, es convocado por la Federación de Tenis de Mesa para dirigir el Circuito TMT, organizarlo y ocuparse de su administración.
-¿Cuál es el enfoque del club y qué busca de cara a un futuro?
-Somos un club federado, así que todos los jugadores que nos representan acceden a todo el calendario de competencias oficiales, de modo que desde acá podrían llegar, por ejemplo, a un Juego Olímpico o a una Copa del Mundo. Sin embargo, el enfoque está en que la gente que le gusta jugar tome contacto y lo logre visualizar y experimentar como una actividad deportiva más que como un juego. Aquellos que tienen un poco de nivel, pueden competir desde séptima a segunda división.
-¿Cómo funciona el sistema en cuanto a los horarios de las canchas y los entrenamientos?
-Acá damos clases y entrenamientos para todos los niveles y edades, entonces cada uno tiene la posibilidad de elegir si prefiere participar de los horarios grupales o individuales. También existe la posibilidad de asignar un profesor para que se dedique exclusivamente a un jugador. Además contamos con momentos de juego recreativo, se puede alquilar una mesa o participar de la modalidad de juego libre, en la que participa gente que no se conoce y entre todos integran un grupo.
-¿Qué es lo más lejos que llegó un jugador representando al club?
-Acá hemos tenido jugadores de División de Honor, mayoritariamente veteranos. Son jugadores que ya vinieron formados, algunos llegaron a la máxima categoría del circuito federado, que arranca en séptima. La División de Honor la suelen jugar los 25 o 30 mejores jugadores argentinos de Capital Federal y Gran Buenos Aires, o sea que estarán entre los 50 o 100 mejores del país. Y tal vez ese ranking hoy está un poco debilitado porque hay muchos jugadores que no están activos o están, por suerte, jugando afuera y haciendo experiencias en el exterior.
-Si un jugador formado acá compite contra los mejores del mundo, ¿qué pasaría?
-Existe mucha diferencia. Para que te hagas una idea, el representante argentino en los Juegos Olímpicos compitió contra el quince del mundo y perdió por bastante. Es difícil porque los chicos que entrenan en el seleccionado practican entre sí, tal vez con algún entrenador experimentado, pero no tienen el nivel de sparrings acorde a lo que necesitan para ponerse a tono internacionalmente. Por eso es que a los 16 o 17 años quienes muestran condiciones ya intentan emigrar a Europa.
-La Estación abre en 2019 y comenzando el 2020 se decreta la pandemia por covid-19, ¿Qué medidas tomaron?
-Nuestro club cerró y cumplió a rajatabla lo que indicaba el gobierno independientemente de que estemos de acuerdo o no. Era entendible que la gente no podía venir a practicar, nosotros somos un caso especial porque abarcamos únicamente una disciplina, la actividad del club se basa en un solo deporte. Cumplimos y nos aferramos a la ley, pero a la vez desde un principio sabíamos que teníamos que volver cuanto antes, porque era una necesidad tanto para nosotros como para la gente que venía a entrenarse.
-¿Cómo se prepararon para volver a abrir el lugar?
-Nos teníamos que preparar para hacerlo bien, entonces organizamos una mesa de trabajo. Inventamos protocolos y la burbuja cuando todavía no estaba normalizada, aunque seguro en el paralelo ya estaba inventada. Entonces del techo se bajaron 4 cortinas de plástico que generaban 5 perímetros distintos de juego. Durante un mes los deportistas se reunían a practicar siempre con la misma persona, las cortinas estaban separadas cada dos metros, por lo que en teoría se reducían los contactos estrechos únicamente a tu compañero de entrenamiento.
-¿Qué protocolos tomaron?
-Organizamos una mesa de trabajo con otros clubes, otros entrenadores, pero sobre todo profesionales de la salud, psicólogos, deportólogos, epidemiólogos, infectólogos y construimos uno de los primeros protocolos deportivos que hubo acá. Estaba bastante desarrollado, no solamente con el comportamiento y la circulación de la gente sino con las normas de limpieza y los procedimientos. Un documento casi científico, incluso tuvo el aval de los profesionales que participaron y en el club se practicó con cierta normalidad.
-Por último, ¿las firmas en la ventana y los trofeos en la repisa de qué son?
-Están acá porque los jugadores sienten al espacio como una casa, ellos traen las copas y las donan para que queden acá. Las firmas son de los torneos que organizamos nosotros, es parte de la ceremonia de premiación, se entregan trofeos, medallas y culmina con las firmas de la ventana. Es algo que los jugadores vienen a buscar, un sello distintivo del circuito de tenis de mesa para todos, algo icónico y deseado.
Luis Suárez cruzó a Marcelo Bielsa tras su retiro de la Selección de Uruguay y destapó una interna más caliente que el mate que toman los locales en la Rambla.
“Es una falta de respeto absoluto”, fue la sentencia de Suárez. El “Pistolero” quemó todas las balas del cartucho contra “el Loco”, y denunció que la situación “en la que se vive” en el complejo de entrenamiento uruguayo es “triste”.
Suárez reveló que “muchos jugadores hicieron una reunión para pedirle al entrenador que por lo menos les dijera buen día”, ya que “ni saludaba”, exponiendo una crisis grave entre el plantel y el cuerpo técnico.
Y la frutilla del postre fue la indicación de no saludar a los fanáticos que acompañaron al equipo durante la Copa América 2024, orden que el actual delantero del Inter Miami se animó a incumplir.
Las declaraciones de Suárez, que resonaron desde Colonia hasta Rivera, tuvieron un gran apoyo de compañeros actuales y anteriores de la Selección.
Uno de ellos fue Diego Godín, quien afirmó que el exatacante del Barcelona fue simplemente “un vocero” de varios compañeros que “no la están pasando bien”, aunque negó que las declaraciones tengan “intención de bombear a un técnico”.
Otro de los que salió a respaldar al “Pistolero” fue el volante de Real Madrid, Federico Valverde, que declaró que “no hay que desmentir nada” y que es necesario “hablarlo con el equipo” pero sostuvo que Bielsa y el cuerpo técnico “deben seguir para adelante”.
Pero no todas fueron buenas para Suárez, ya que Mayra Jakimczuk, kinesióloga del equipo femenino de Nacional de Montevideo, cruzó al delantero porque, según ella, en su última etapa en el “Bolso”, los empleados “tenían la orden” de “no pedirle fotos ni mirarlo a los ojos”.
José Luis Chilavert, en cambio, de histórica mano pesada para declarar, apuntó contra Bielsa, a quién acusó de “creerse más importante que los jugadores” y de usar “palabras muy ofensivas” cuando los resultados eran negativos. “A un compañero lo trató de cobarde. Yo le dije: ‘Acá no hay ningún cobarde. Este plantel ganó todo y usted no ha ganado nada’. Ahí empezó el lío y en ese momento me separó”, detalló el exarquero paraguayo.
En estas horas, múltiples medios del país vecino hablan de que el ciclo de Bielsa pende de un hilo, y que incluso podría ver su final después de la próxima doble fecha de Eliminatorias, donde el “Charrúa” se verá las caras el viernes con Perú (de visitante) y recibirá a Ecuador el martes en el estadio Centenario.
Las versiones de Suárez sorprenden, no solo por el positivo historial de opiniones que dejaron varios jugadores entrenados por Bielsa, sino por las mismas declaraciones del “Loco” sobre el delantero algunos días atrás: “El paso de Luis Suárez cuando yo lo dirigí fue impecable. Un caballero, un tipo muy generoso que demostró que no pensaba en si mismo sino en el equipo”.
Y sus comentarios no solo fueron sobre su personalidad, sino que señaló que el ex Liverpool, “como los grandes centrodelanteros”, “no patea al arco, patea a un lugar del arco”, destacando su capacidad goleadora.
La novela parece apenas estar empezando y las opiniones seguirán surgiendo con el pasar de los días, en una polémica que podría sufrir un nuevo estallido en los próximos días, cuando el plantel uruguayo se reúna para la fecha de Eliminatorias, que podría definir el destino de Bielsa.
El marplatense dio vuelta a un primer set en contra y venció al rosarino Federico Coria 2-1 en la final para consagrarse campeón del ATP Challenger de Buenos Aires 2024.
Francisco Comesaña se coronó campeón del YPF Buenos Aires Challenger 2024 luego de ganar 2 a 1 (1-6, 7-6 y 6-4) al rosarino Federico Coria en el Vilas Racket Club en polvo de ladrillo, tras 2 horas y 48 minutos de buen tenis.
La victoria ubicó al marplatense de vuelta en el Top 100 del Ranking ATP justo en el día de su cumpleaños número 24 (inició el torneo 104° y ahora subirá al 94°). En su camino a la gloria, el “Tiburón de Mar del Plata” venció en primera ronda a Gonzalo Bueno en sets corridos; en octavos eliminó al kazajo Dmitri Popkó, también por 2 a 0. Su siguiente victoria se produjo ante uno de los favoritos, Juan Pablo Varillas, por 2 a 1. Con el mismo resultado que en cuartos, triunfó en semifinales ante el tenista boliviano de 31 años y tercer preclasificado, Hugo Dellien, lo que lo ubicó en el duelo decisivo ante su compatriota.
Por su parte, Coria ganó en su debut frente al ecuatoriano Álvaro Guillén Meza 2-1; en octavos venció sin ceder sets por 2 a 0 al paranaense Gonzalo Villanueva, y en cuartos ganó 2 a 0 al brasileño Gustavo Heide. Se clasificó a la final venciendo 2-0 a la sorpresa del torneo, Juan Bautista Torres, con una gran demostración de tenis de parte de “La Mojarra”. Con la derrota, el rosarino baja al puesto 98 del ranking.
Prensa ATP Challenger @ChallengerBA.
El encuentro comenzó con una tendencia a que el favorito a quedarse con el trofeo lograse su objetivo. Coria mostró seguridad en los golpes desde el fondo de la cancha, mientras que Comesaña no lograba lastimar con su derecha ni acercarse a la red para poder ser más agresivo. Por eso, el primer set tuvo un claro protagonista, 6 a 1 a favor del rosarino. “En el primer set estaba muy duro de piernas. Quizás la cabeza no quería luchar un poco más, pero desde el segundo me propuse luchar hasta la última pelota, empujar con todo lo que tenía, y por ahí me quedaba una reserva de físico”, declaró Comesaña posterior al encuentro.
El segundo parcial fue mucho más parejo, los nervios del primer set desaparecieron y el marplatense dio batalla hasta el tiebreak, donde salvó dos match points en contra y consiguió el 9 a 7 para definir todo en el tercer set. “Estoy muy contento. Tenía que darme este premio de luchar hasta la última pelota después de estar dos match points abajo. El partido estaba difícil. Yo estaba muy nervioso, no tenía las mejores sensaciones. Era creer un poco en mí. Siento que es merecido este regalo después de luchar toda la semana”, destacó el marplatense en un contexto difícil porque la jornada contó con bastante viento, siempre una dificultad para competir en el tenis.
Ya en el momento decisivo del partido, Coria sintió el cansancio del trajín de los cuatro partidos anteriores a la final y tuvo que detener el encuentro para recibir asistencia médica por un calambre en el cuádriceps derecho. Por eso, el joven de 24 años propuso un juego con puntos largos, aprovechando las falencias físicas de su rival y así lograr el 6-4 a favor, otorgándole su primer título en Argentina y el sexto en su carrera profesional.
Con la consagración, Comesaña se llevó además 75 puntos, que le permitirán trepar diez escalones en el ranking y volver al Top 100. Aparecerá 94° en la próxima actualización, más cerca de la 87° posición que ocupó durante una semana en mayo y que es su mejor ubicación.
Ese salto, que buscará mejorar la próxima semana en el Challenger de Villa María (Córdoba), es importante pensando en sus chances de asegurarse un lugar en el cuadro principal del Australian Open, el primer Grand Slam de 2025. Aunque él no piensa en resultados y se enfoca en ir día a día. “No tengo objetivos de ranking, siento que estoy mejorando día tras día y me quedo con eso. Me enfoco en ir partido a partido y dar lo máximo que pueda”, cerró el campeón.
El 5 de octubre de 1974 Carlos Monzón defendió contra el australiano Anthony Mundine su título de peso mediano por última vez en Argentina. Con un Luna Park rebalsado, el santafesino marcó una era del boxeo argentino. De los cinturones pasó al cine, y de la fama a la cárcel. A los 50 años de aquella pelea se lo recuerda como el ídolo popular y el femicida que supo ser.
La noche del sábado 5 de octubre de 1974, en la manzana de la Avenida Corrientes, Bouchard, Av. Madero y Lavalle se escribió un nuevo párrafo en la historia del boxeo argentino. Una multitud esperaba el combate que iba a disputarse sobre el ring del Luna Park. En una esquina del cuadrilátero, Carlos Monzón, defendía por décima vez su título mundial de los medianos de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). En diagonal, el australiano Anthony Mundine buscaba quitarle el cinturón. La campana sonó y el visitante no dudó en dar el primer manotazo, los primeros tres minutos se mantuvo firme. En el segundo round, Monzón empezó a demostrar por qué era el campeón desde hacía cuatro años. La pelea siguió a buen ritmo, los dos revolearon y aguantaron las trompadas que llegaban a destino. En el séptimo, solo entraron las del argentino y al minuto se sentenció el final. Un cross derecho y un uppercut con la zurda directo a la mandíbula dejaron a Mundine sentado, apoyándose con su brazo derecho en la lona y sin poder levantarse durante el conteo. Monzón había defendido por tercera y última vez su cinturón mundial en Argentina.
Para ese entonces, el campeón ya era una celebridad en el país, dos meses antes se había estrenado “La Mary”, película que había protagonizado junto a Susana Giménez. En la mitad de su carrera deportiva, el mundo del espectáculo aparecía en su vida. Pero sus raíces estaban muy alejadas a esa realidad que empezó a tener a mediados de los 70’. Había nacido en la ciudad de San Javier, Santa Fe, el 7 de agosto de 1942. Fue uno más de los tantos hijos de una familia de pocos recursos. Casa de chapa y madera y un piso de tierra que ensuciaba sus pies descalzos. Tenía rasgos guaraníes, aunque se desconoce su descendencia, y un pelo liso y oscuro que tomaba una forma de casco sobre su cabeza. Los ojos achinados acompañaban esa nariz, que durante los años iba a aplastarse producto de alguna piña. A sus 8 años se mudó con su familia a la Ciudad de Santa Fe, al barrio de Barranquitas Oeste, cerca del estadio 15 de Abril. Estudió hasta tercer grado de la escuela primaria cuando dejó para trabajar. Hizo varios cambios y pasó de lustrador a canillita, y también sodero.
La primera vez que llegó a Buenos Aires fue en 1963, cinco meses después de su debut profesional. Monzón, con siete peleas y 6 victorias, enfrentó a Andrés Cejas, en el Luna Park, a quien derrotó por nocaut en cuatro rounds. La bolsa para ese entonces fue de un valor nunca antes visto por el santafesino: 15 mil pesos. Un mes después, el mítico estadio también fue testigo de su primera derrota. En 10 rounds perdió por puntos frente al platense Antonio Aguilar. Tres años después llegó el día de su campeonato, en Avenida Madero 470, se midió por el tíitulo mediano de la Federación Argentina de Boxeo (FAB) contra el defensor Jorge Fernández, apodado el “Torito de Pompeya”. La pelea llegó hasta el final, y en 12 rounds Monzón se consagró campeón argentino por decisión unánime. Fue el quiebre de su carrera, la ganancia: 300 mil pesos que le sirvieron para comprometerse de lleno en el deporte. Un año después se repitió el rival y el escenario. Esta vez, el boxeador de 25 años, le arrebató el título sudamericano de peso medio.
En 1970 sus puños, envueltos de vendas y cubiertos por guantes, lo llevaron a lo más alto del boxeo. Una serie de tres peleas de abril a septiembre, en Buenos Aires, lo prepararon para viajar a Europa por el título mundial de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). El promotor Tito Lectoure había cerrado el encuentro frente al italiano Nino Benvenuti con el manager Bruno Amaduzzi y el promotor Rodolfo Sabatini en una pizzería sobre Avenida Corrientes. Los italianos buscaban un boxeador frágil, “que no esté a la altura” de un título mundial. El promotor argentino advirtió que ese pibe callado de metro ochenta y uno y 72 kilos, “si te engancha te lastima o te noquea”. Antes de su partida, noqueó, en un Luna a medio llenar al panameño Candy Rosa. Su llegada a Italia pasó desapercibida, igual a ese Carlos de 17 años que le había pegado a una bolsa por primera vez en el Club Unión de Santa Fe.
Antes de la pelea por el cinturón mundial, el campeón argentino estaba confiado y declaró que para Benvenuti también iba a ser peligroso porque él pegaba “con las dos manos”. Antes de la pelea, Roberto Paladino, su médico, lo infiltró por los dolores que sentía en los huesos de sus puños a causa de su raquitismo. Esa noche del 7 de noviembre de 1970, en el doceavo round, el defensor de la corona, acorralado en una esquina, cayó después de dos trompadas, un jab de zurda y un cruzado con la diestra. Argentina volvía a tener campeón mundial, el primero de los medianos. Hasta entonces solo se habían consagrado tres: Pascual Pérez obtuvo el primero en 1954 (AMB – peso mosca), Horacio Accavallo ganó los dos cinturones mosca (AMB-CMB) en 1966 y en 1968 Nicolino Locche fue campeón de peso superligero (AMB).
El título lo defendió en 14 oportunidades, tres veces en el país. En 1972 Buenos Aires fue testigo de la segunda velada de Monzón como campeón mundial. Emilie Griffith, quien ya había obtenido el título años antes, llegó a la Argentina con las ansias intactas. En el desarrollo del combate, el estadounidense mostró personalidad. El argentino lo pasaba en altura por una cabeza, pero los golpes de Griffith llegaron igual, con jabs direccionados a la cabeza y ganchos que entraron de lleno en el abdomen. Horas antes, el entrenador argentino Amílcar Brusa le explicó la estrategia: “Los primeros seis rounds dejalo venir. Vamos a trabajar la izquierda desde lejos y la derecha para el contragolpe. Nada de ir a cambiar golpes, ni meterse en media o corta distancia”. Similar a la táctica que había planteado frente al italiano en el 70’. Pero Griffith iba a costarle más trabajo, después de aguantar 14 rounds, el nacido en las Islas Vírgenes, encerrado, recibió una ráfaga de trompadas argentinas y desde su rincón tiraron la toalla.
En noviembre de 1972 visitó el Luna Park el oriundo de Filadelfia Bennie Briscoe. Los primeros minutos Monzón iba a mantener la línea de siempre. Tranquilo y a la espera, sus brazos largos le permitieron jugar con la larga distancia. Los constantes jabs debilitaron lentamente a quien lo estaba enfrentando. No obstante, Briscoe aguantó los 15 rounds. Al finalizar el octavo quedaron los dos sobre la esquina del argentino, la campana sonó y tiró un manotazo de más. Desde las tribunas se soltó algún silbido, Monzón lo miró y mostró una sonrisa irónica. En el noveno el visitante se plantó y sus trompadas fueron más precisas. Un derechazo cruzado, que entró de lleno en la dentadura del local, lo dejaron contra las cuerdas. Rápidamente salió del apuró y se mantuvo hasta el final. El título mundial se quedó en Argentina por decisión unánime.
Monzón en su última defensa contra Valdez.
El boxeo a Monzón le salvó la vida. El deporte fue el único espacio en el que aprendió sobre disciplina, también donde controlaba su violencia. Con su entrenador tuvo una relación distinta a las cotidianas, lo que le ordenaba, el campeón lo cumplía. Hasta en sus últimos días en la cárcel respetó, “no fumar enfrente de su Brusa”. Su respeto lo demostró también arriba del ring. Todos sus combates los encaró bajo sus órdenes, con la mente fría y las piñas precisas. Aquel 5 de octubre de 1974, nadie supo que era el último espectáculo con el cinturón mundial del santafesino en el país. Si las calles porteñas hablaran, tal vez, nos contarían varias historias de ese pueblo que esa noche copó las tribunas del Luna. El 30 de julio de 1977 retuvo por última vez el título y se retiró con una victoria por decisión frente al colombiano Rodrigo Valdez en Mónaco. Con un récord de 87 victorias (56 por nocaut), 9 empates, 3 derrotas y 1 sin decisión. Su reinado duró siete años (1970-1977) y defendió 14 veces el título mundial.
La vida de Carlos Monzón siguió por el mundo del cine, la noche, el alcohol y la fama. Su figura en los medios creció, así como sus amistades en ese universo. El boxeador de San Javier había sobrepasado lo deportivo. Sus rutinas luego del retiro se vieron interrumpidas a principios de 1988 cuando mató a su pareja Alicia Muñiz en Mar del Plata. El gran campeón se había convertido en femicida.
En 1995 falleció, a los 52 años, en un accidente sobre la Ruta Provincial N° 1, a la altura del paraje Los Cerrillos, durante una salida transitoria mientras cumplía una condena de 11 años. El Renault 19 que manejaba golpeó con la banquina, descarriló y dio siete vueltas. En el accidente murió también Jerónimo Mottura, de 63 años. Se determinó que el conductor tenía alcohol en sangre y manejaba a una velocidad mayor a la permitida. A 50 años de su última defensa del título mundial en el país, Monzón es recordado tanto por ser uno de los mejores boxeadores argentinos de la historia como por su final violento que lo llevó a terminar su vida en la cárcel.
El fútbol de los campeones del mundo vuela con una sola ala. A raíz del asesinato de Javier Gerez a manos de la policía bonaerense, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y la Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (Aprevide) tomaron la decisión de prohibir el ingreso de las dos parcialidades a los estadios el 11 de junio de 2013, un día después de los incidentes en La Plata tras el encuentro entre Estudiantes y Lanús que concluyeron con la muerte del simpatizante granate.
Es por eso que el 6 de octubre de 2013, en el Monumental sólo flamearon banderas rojiblancas. El River de Ramón Díaz y el Boca de Carlos Bianchi, con el condimento especial de la vuelta de Juan Román Riquelme tras su primer retiro, se vieron las caras frente a 65.000 fanáticos millonarios. Un partido cerrado que se definió en una jugada que coronó Emmanuel Gigliotti y los jugadores de Boca festejaron solos al final del partido, una imagen que nos acostumbramos ver con el paso del tiempo.
A partir de ahí, la discusión de los visitantes estuvo en boca de todos los poderes políticos de la Argentina a lo largo de los años. Claudio Tapia, por entonces flamante presidente de la AFA, confirmó la vuelta de los visitantes tras el Mundial de Rusia de 2018. “Es importante la vuelta de los visitantes en el fútbol argentino y poder garantizar la seguridad al hincha para que vaya a la cancha con la familia”, declaraba el ex dirigente de Barracas. No se cumplió.
Mauricio Macri, mientras se desempeñaba como presidente de la Nación, se proclamó a favor de la inclusión de los visitantes en la final de la Copa Libertadores de 2018 entre River y Boca; pedido que fue ignorado por la AFA y los presidentes de ambos clubes, Rodolfo D’Onofrio y Daniel Angelici.
En la actualidad, los únicos que piden fervorosamente la reinserción de los visitantes son los hinchas. En 2016, una encuesta realizada a mil simpatizantes en barrios porteños arrojó un 76% de apoyo a la vuelta de las dos hinchadas. En los últimos años han sido muy pocos los partidos que se jugaron con público de ambos equipos, los encuentros por Copa Argentina o alguna copa internacional, y si bien muchos dirigentes piden por el regreso de los visitantes, puertas adentro las opiniones cambian.
Boca, River, Talleres, Newell´s y Central son los principales equipos en contra de la idea. Sus respectivos estadios tienen la totalidad de abonados, por ende esta decisión dejaría a socios que ya pagaron su lugar afuera de algún partido. “Si hoy le decís a Boca, River, Independiente, Racing y a todos los grandes que vamos a volver al público visitante te dicen magoya”, declaró en marzo de este año el exministro de Seguridad de Buenos Aires, Sergio Berni.
Ya son 29 los superclásicos que no contaron con las dos hinchadas presentes en el Monumental o en la Bombonera. El partido más significativo de nuestro fútbol tiene un solo color y el horizonte parece auspiciar la continuidad de esta tendencia. Mientras tanto, la pelota sigue rodando y los debates se alejan más y más del folclore argentino.
Once años, cuatro gobiernos, decenas de dirigentes que solo defienden sus propios intereses y ni un solo responsable: el show debe continuar y el grueso de los hinchas seguirá pagando los platos rotos de unos pocos.
Matías Mariotto se convirtió en el Presidente más joven en la historia de Banfield y de toda la Primera División argentina en la actualidad, con tan solo 26 años. Su padre supo ser vicepresidente del Taladro, Gabriel Mariotto, en una gestión repleta de polémicas y procesado por fraude al Estado, según la Justicia Argentina. Ahora, el “hijo de” busca construir un nuevo legado en el club de sus amores.
Fue una elección con récord de participación, votaron 5600 socios, superando los 4000 de 2021. Matias Mariotto logró imponerse frente al oficialismo encabezado por Gabriel D´angelo, quien no pudo darle continuidad a sus 12 años de gestión. El líder de la lista opositora, Unidad Primero Banfield, ganó con el 53.60% de los votos, en contraposición a los 46.40% obtenidos por Equipo Grande. ¿Cómo un joven de 26 años rompió con una hegemonía de más de una década? A pesar de haber llegado a la final de la Copa Maradona 2021 y la remodelación del Florencio Sola, los malos resultados y estar siempre al acecho del descenso pesaron más en el voto del hincha. Además, otro factor fundamental en el quiebre entre Spinosa y los socios fue la administración deficiente de las finanzas del club, las malas incorporaciones y la desaparición del dinero que ingresó por ventas millonarias como las de Giuliano Galoppo, Agustín Urzi y Martín Payero, entre otros.
El nuevo mandatario estudió Gestión Deportiva en la UADE y siempre estuvo vinculado al mundo Banfield, no solo por su padre. Fue Community Manager de Walter Erviti, ídolo del club, en el 2015. Su experiencia más reciente fue como Gerente General del equipo chileno Unión La Calera.
La nueva Comisión Directiva asumirá este jueves 10 de octubre junto a Mauricio Bonafina y Lucienne Escande, quienes acompañarán a Mariotto como vicepresidente primero y vicepresidenta segunda respectivamente. Además, por la poca diferencia que hubo, habrá una minoría de la agrupación derrotada en la nueva comisión directiva.
Su apellido ya formó parte de la historia dirigencial de la institución: Gabriel Mariotto fue vicepresidente del club en la gestión de Eduardo Spinosa, entre 2015 y 2016. Su renuncia fue a través de un inesperado tweet que sorprendió a gran parte de la dirigencia, aunque desde ciertos sectores era previsible por el desgaste de la relación entre ambos.
Mariotto padre fue vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires desde 2011 al 2015, junto con Daniel Scioli. En el 2016 fue citado a indagatoria por una supuesta defraudación con los fondos que brindaba el Estado a los clubes por los partidos que se transmitían por la TV Pública y, por esta razón, actualmente se encuentra procesado y embargado por la Justicia.
Tras conocer los resultados, el flamante Presidente del Taladro se mostró emocionado y en sus primeras declaraciones ante la prensa expresó con lágrimas de felicidad: “Hicimos historia, la mayor cantidad de votos en la historia de Banfield. No le mentimos a la gente en la campaña, no lo vamos a hacer como gestión”. Con una mirada hacia el futuro, enfatizó la importancia de dejar de lado los personalismos en la gestión, señalando que este triunfo es el reflejo del deseo de los socios por una nueva representatividad. Mariotto plantea, como parte de sus propuestas, la necesidad de recuperar la tesorería del club y mejorar la comunicación con los socios. Además, se hará foco en el desarrollo de las divisiones inferiores y en establecer un perfil claro para el fútbol profesional que impulse la competitividad y la mejora en el equipo.
Eduardo Spinosa, quién presidió al Taladro en tres etapas (2012-2015, 2015-2018 y 2021-2024), escribió en una historia de Instagram luego del desarrollo de la elección: “Felicitaciones a toda la familia banfileña por la gran jornada democrática. Y especialmente felicitaciones al nuevo presidente, Matías Mariotto, y a toda la nueva Comisión Directiva. También a Gabriel D’Angelo y su lista. El socio eligió en las urnas y ahora todos a trabajar por nuestro querido club”.
Juan Bianchi, presidente de Flandria.
No es el único antecedente reciente en el fútbol argentino, en este caso en la Primera B, la tercera categoría de AFA, hay dos protagonistas que actualmente presiden un club. En primera instancia, Juan Bianchi que, con 25 años, fue elegido en Flandria en 2021. Sus inicios en el Canario se encontraban relacionados como jugador de las inferiores, pero luego el destino lo llevaría a desempeñarse como jefe de prensa del mismo. Hoy en día, Bianchi se encuentra a cargo del club en la búsqueda del tan ansiado ascenso.
Javier Méndez Cartier, al frente de Excursionistas desde 2017.
Como segundo ejemplo, aparece el nombre de Javier Méndez Cartier, quién hoy encabeza la comisión directiva de Excursionistas desde 2017, cuando asumió con 26 años. Arrancó como vocal suplente oficialista y se puso al frente del club cuando quien era el Presidente en ese entonces, Javier Sayegh, renunció a su puesto luego de descender a la Primera C. Actualmente el Villero está séptimo en puestos de reducido.
El Xeneize recibirá a el Bicho desde las 21 en una nueva fecha de La Liga Profesional del Fútbol Argentino en La Bombonera.
Boca Juniors recibirá a Argentinos hoy a las 21 por la fecha 17 de La liga Profesional del Fútbol Argentino en el estadio Alberto José Armando. El conjunto azul y oro lleva ventaja en el historial con 68 partidos ganados, 40 empates y 34 triunfos para los de Paternal.
Aunque se ve como un partido más, ambas instituciones tienen diferentes cuestiones que las vinculan: jugadores, técnicos e historias traumáticas.
Una de las conexiones entre estos clubes son los deportistas que vistieron ambas camisetas.
El primero fue Diego Armando Maradona, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. El nacido en Villa Fiorito debutó oficialmente en Argentinos el 20 de octubre de 1976, donde marcó un total de 116 tantos en 166 encuentros. Ya en el año 1981 Pelusa llegaría al equipo de la ribera donde terminaría debutando el 22 de febrero contra Talleres en La Bombonera. En ese partido el “10” anotó dos goles de penal.
Otro gran jugador que pasó por ambos equipos fue el ahora presidente de Boca, Juan Roman Riquelme. Se formó en las inferiores del Bicho, pero su debut lo hizo el 10 de noviembre de 1996 con la camiseta Xeneize.
Se terminó convirtiendo en uno de los máximos ídolos de la historia del club,donde marcó un total de 90 tantos en 388 encuentros, en el cuales ganó tres Libertadores y una Intercontinental, entre otros títulos.
Luego de una carrera en Europa y su vuelta a Boca en el año 2007, Román terminó su trayectoria en Argentinos, club que lo vio crecer.
No solo los jugadores se conectan a estos clubes. También existe una historia muy trágica, ya que el 19 de septiembre del año 2015 se verían las caras en el estadio Diego Armando Maradona por una nueva fecha del fútbol argentino, pero en una disputa de balón se dio una de las peores lesiones de la historia de nuestro país.
Ezequiel Ham, jugador de ese momento en Argentinos, recibió una fuerte entrada en su tobillo derecho de Carlos Tevez que le causaría una fractura de tibia y peroné.
Esto lo dejó un año y medio fuera de las canchas, hasta que en el año 2017 recibió el alta para volver a jugar pero no logró recuperar su lugar en el conjunto de La Paternal.
Sin chances en el Bicho, migró al FC Gifu de Japón donde estuvo dos años. Luego decidió volver a la Argentina para jugar para Santamarina de Tandil. Tras dos temporadas en el Aurinegro, llegó a Olimpo de Bahía Blanca en el año 2020. Ya en el 2022 fue traspasado a Independiente Rivadavia de Mendoza donde juega actualmente y en el último torneo logró el ascenso a la Liga Profesional con La Lepra.
El volante nunca acusó de mala fe al Apache, aunque sí lo hizo uno de sus hermanos.
Tevez decidió ir a visitarlo al hospital luego de su operación y se tomaron una foto.
La Selección Argentina cayó por 2 a 1 ante Brasil en la final del Mundial de Futsal 2024, disputado en Uzbekistán. Los dirigidos por Matías Lucuix perdieron su segunda final mundial consecutiva, la pasada en 2021 ante Portugal, y el conjunto brasileño sumó su sexto título mundial en la historia del deporte.
En un primer tiempo de mucho ida y vuelta, con goles de Ferrao y Rafa, la Verdeamarela logró imponerse en el marcador y manejar los tiempos del partido. Willian, el arquero estrella de Brasil, empezaba a convertirse en la figura del partido con atajadas formidables y seguridad bajo los tres palos.
Arribando al final de la primera parte, llegó la polémica revisión de VAR por una posible expulsión a Pito, el número 10 de Brasil, tras un planchazo en la rodilla a Angel Claudino. El árbitro no concedió el pedido del cuerpo técnico argentino y ambos siguieron con los cinco jugadores en cancha.
En el segundo tiempo, Argentina fue quien dominó. A los 14 minutos, Lucuix decidió poner a Luciano Gauna como arquero jugador para poder sumar un hombre más al ataque albiceleste, que no estaba siendo efectivo. Tras un rápido ataque argentino, el arquero brasileño, y figura del encuentro, dio un rebote que quedó en pies de Matías Rosa, quien suplantó el rol del Chino Gauna, terminó empujando la pelota a la red y descontó a favor de la Selección Argentina.
De esta manera, los dirigidos por Lucuix cerraron un torneo y la etapa de una generación de jugadores que se colgaron otra medalla en su último mundial, dejando un legado de tres finales consecutivas y el primer título del mundo para el futsal argentino.