lunes, julio 7, 2025
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Brisa Puig, la dupla ganadora del pibe Colapinto

Por Nicolás Martini

“Vos trata de no irte de la pista, yo me encargo de todo”, fueron las palabras de un adolescente Franco Colapinto a Brisa Puig antes de la victoria en la exhibición de Karting de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. La dupla integrada por la corredora oriunda de Granadero Baigorria y el actual piloto de Fórmula 1 finalizó con el mejor tiempo de la exhibición y subieron a lo más alto del podio con sus trajes ignífugos azules, opacados por los coloridos cascos que llevaban y sus trofeos a modo de distinción en una jornada histórica para el automovilismo. 

Seis años después aquel momento continúa plasmado en la memoria de Brisa como una experiencia única, quien había sido invitada a formar parte de los juegos de forma sorpresiva tres días antes de la cita olímpica en la que participaron doce pilotos: seis varones y seis mujeres. Las duplas fueron seleccionadas por sorteo y a Brisa le tocó con Colapinto, quien era muy diferente en aquellos tiempos según contó ella a través de una entrevista por videollamada: “Era un chico serio y muy tímido. Ahora se está dando mucho más con la gente”. 

Durante la exhibición Colapinto quedó en el primer lugar del masculino, mientras que Puig ocupó el tercero del femenino, en la sumatoria de tiempos finalizaron en el primer lugar y ganaron la competencia. Luego se encontraron en una reunión a la que el piloto asistió con las valijas preparadas para irse a Europa a continuar compitiendo. Después de los juegos mantuvieron contacto a través de las redes, pero con el paso del tiempo se fue diluyendo hasta la actualidad, que los encuentra en diferentes situaciones. Brisa intentó comunicarse con él a través de las redes sociales cuando trabajaba como productora de un estudio de televisión, pero no tuvo respuesta y soltó entre risas: “Ey che, ¿no te acordás de mí?”.

Brisa está orgullosa de los logros de Colapinto, aunque se encuentra alejada momentáneamente del automovilismo, la gran pasión que le transmitió su padrastro y que inició deportivamente a los nueve años. Por cuestiones económicas decidió detener su carrera en el deporte motor: “El gasto era muy elevado, yo no tenía sponsors y nos costaba remontar durante el mes. Teníamos una peña donde colaboraban para que yo corriera”. 

Brisa sigue compitiendo sobre ruedas, pero en el patinaje, disciplina que había comenzado a practicar en Córdoba a los dos años por influencia de su madre y continuó cuando volvió a Santa Fe hasta que se introdujo en el automovilismo. Luego de 9 años enfocada en su carrera como piloto y en su trabajo, retornó a la disciplina: “Yo lo veía como un hobbie. Mi profesora me anotó para competir a las dos semanas y gané, después fui al provincial, al regional y el 15 de octubre voy al nacional en Misiones”.  

A pesar de los buenos resultados en el patinaje, Brisa desea volver a ponerse frente al volante: “Mi corazoncito va más para el automovilismo que el patinaje”. La joven de 22 años ya compitió en TA 1600, Fórmula 4 y Karting, categoría que más le gusta y a la que planea volver en el próximo año: “La adrenalina del Karting es única, no la igualas con el auto, ni con nada. Mi objetivo para el año que viene es disputar un torneo regional o las IAME Series a la par con la práctica del patín”.

 

Luis Velasco, Presidente de la Federación Argentina de Yachting: “Con acciones mayores podríamos estar en Los Ángeles 2028 peleando por más medallas”

Por Laureano Vergara, Juan Graib, Lautaro García Dietze, Valentín Köstler, Gianfranco Gomes

Luis Fernando Velasco es el Presidente de la Federación Argentina de Yachting desde 2015 y, luego de casi una década de mandato, su dirigencia ha continuado por el exitoso camino olímpico que ha tomado el deporte desde Atlanta 1996. Atravesado el bache de Tokio 2021 donde no se consiguieron medallas, la vela deportiva volvió a obtener una presea en París —esta vez de plata— de la mano de Mateo Majdalani y Eugenia Bosco en la categoría Nacra 17. 

En una entrevista para El Equipo, Velasco se expresó sobre la fórmula que llevó a la vela a ser la disciplina donde Argentina consiguió más triunfos en Juegos Olímpicos desde hace 30 años. También comentó las políticas que se llevan a cabo para disminuir el gran salto que deben dar los juveniles hacia el olimpismo, el aprovechamiento de las distintas canchas de regatas del país y las nuevas iniciativas de cara a Los Ángeles 2028. Finalmente, mencionó las dificultades que atraviesa la Federación en materia económica debido a la crisis nacional. 

—¿A qué le debés el éxito obtenido por Argentina en vela en los últimos 30 años?

—Hay varios elementos; uno es la gran tradición náutica de nuestro país, que está fortalecida y tiene una base de iniciación en los clubes distribuidos en todo el territorio nacional. Eso genera algo que otros no tienen directamente, y sin ello es prácticamente una carrera solitaria. Las condiciones de navegabilidad en Argentina permiten que tengamos regatas durante todo el año. Estas dos cosas, los clubes y las condiciones climáticas, generan un circuito de regatas competitivo que les permite a todos nuestros deportistas tener un crecimiento importante. El tercer elemento es la regata en flota. Para eso tenemos un circuito muy competitivo a nivel infantil y juvenil, pero para el ámbito Panamericano y Olímpico, salvo en alguna clase como el ILCA —Laser—, los regatistas tienen que ir afuera para lograr ese roce internacional.

Velasco agregó: “Hay que sumarle los resultados ya obtenidos; esto quiere decir que ya hay un ‘know how’ de cómo hacerlo. Eso está en los cuerpos técnicos de Argentina. Con una gran base, más ese ‘know how’, hay una posibilidad efectiva de lograr los resultados”.

—¿La Federación Argentina de Yachting también aporta sus profesionales a los equipos olímpicos locales como lo hacen las grandes potencias?

—Ocurre parcialmente. Lo que más nos falta completar a nosotros es el salto al nivel olímpico. Trabajamos con el ENARD —Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo— y tenemos bastante apoyo; no quizás el que pueden tener las potencias, pero es razonable. El gran bache es cómo hacer que un chico de 17 años que logró un alto rendimiento en los mundiales juveniles, llegue al nivel olímpico que tienen los mayores. Si bien hay apoyo para entrenadores, la plata nunca alcanza y siempre hay que generar más. Pero está claro que con algunas acciones mayores podríamos estar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, no solo defendiendo la medalla que logramos en París 2024, sino también peleando por obtener más. 

—¿Qué políticas se llevan a cabo para reducir la brecha en la gran deserción que se da en el deporte cuando los chicos tienen que comenzar a estudiar?

—Principalmente hay un tema de compromiso. El proyecto de Mateo y Eugenia es un plan iniciado a 8 años. Hoy en la Argentina, y más a los chicos, les cuesta porque se vive mucho el momento y cuesta empezar un camino que el resultado va a ser dentro de 8 años. Hace unas semanas hicimos un asado informal con los juveniles y con Cecilia Carranza —medalla de oro en Río 2016 junto a Santiago Lange—, Mateo Majdalani, Klaus Lange —regatista en Río 2016 e hijo de Santiago— y había algunos entrenadores más. La charla con ellos era un poquito esto, hay que tener paciencia; no empezás una carrera y ya vas a ganar el mundial. 

El presidente de la Federación advirtió que en repetidas ocasiones se invierte para que los regatistas tengan la posibilidad de correr afuera, pero en los primeros años debería haber preponderancia en adquirir mucho nivel local, además de tener el físico, el peso y la musculatura necesaria para poder manejar bien los barcos. Luego llega el momento de competir en el exterior. “Hay que diseñar con mucha frialdad, paciencia y tener en cuenta que ese salto no es uno rápido. Los chicos vienen acostumbrados a que tienen 12, 13 años y de golpe tienen 14 y son los primeros de Optimist; saltan a la Clase 420 y en dos años ya son competitivos. No, no, esto es un paso mayor. Hay que planificar y fijarse un objetivo a largo plazo”, dijo Velasco. 

—¿Cómo aprovecha la Federación la posibilidad de tener distintos campos de regatas en el país?

—Hay una cantidad de espejos de agua aptos para la navegación que nos permite a nosotros tener una cultura interesante de cómo adaptarse a distintas canchas de regatas. Pasás de río al Mediterráneo, de ahí al Atlántico y ahora a una gran bahía en Los Ángeles; todas con características diferentes. En eso tenemos una ventaja. El Río de la Plata es muy amigable, pero también estamos trabajando para desarrollar la vela en Ushuaia, aunque ahí tenemos que focalizar en determinados meses la actividad. Es buenísimo que los chicos salgan del río y tengan la posibilidad de ir a Mar del Plata, a Potrerillos, a Bariloche o a Puerto Madryn, donde hay un campo chato excelente. Argentina cuenta con la capacidad de replicar canchas similares a las que ocurren en el mundo.

—¿Se busca que Argentina forme parte del circuito de clases olímpicas?

—El campeonato más importante en el país a nivel de representación internacional es Semana de Buenos Aires. Hay un problema con las clases olímpicas, y es que en la región hay muy pocas de esas tripulaciones, entonces es muy difícil que fuera de Europa haya circuitos de estas clases que no sean el ILCA o el IQ FOIL —Windsurf—. Son las dos que pueden ser más numerosas en el mundo. Nacra 17 no es y no va a serlo. El 49er —hombres— y el 49er FX —mujeres— tampoco van a ser muy numerosos mundialmente, solo en Europa. Es una realidad que no vamos a poder cambiar. 

Aun así, Argentina fue capaz de organizar mundiales en categorías como 470 y 49er en la previa a Río 2016. Este año, en enero, Mar del Plata fue la sede del Mundial de ILCA y también lo será en diciembre en la clase Optimist. “Hacer estos campeonatos es muy costoso y se requiere de un compromiso muy importante por parte de los clubes. Existen ciertas situaciones que complican la realización, pero, pese a eso, nosotros hicimos el primer sudamericano juvenil multiclases. Hay que trabajar mucho para que crezcan nuestros países vecinos. De hecho, con Brasil estamos juntándonos para hacer un programa de entrenamiento en conjunto para hacer desarrollar la región”, reveló Velasco. 

—¿Cómo lidia la Federación con las crisis económicas que sufre el país?

—Con el ENARD trabajamos codo a codo y más allá de que siempre falta plata, hemos podido ejecutar el presupuesto. Con un montón de problemas, porque cuando uno quiere girar plata al exterior, los bancos no te giran la plata; hemos tenido que pagar algunas cosas usando plata que el Comité Olímpico Argentino tiene afuera porque sino era imposible; hemos tenido que inscribir equipos juveniles de vela en Brasil con los propios deportistas llevando los dólares. Tuvimos inconvenientes de que quedaban facturas pendientes, pero afortunadamente afuera nos comprenden y saben que tenemos una palabra; aunque a veces demoremos, cumplimos. Hasta hace unos días nos quedó una factura que estaba la plata y no la podíamos transferir para pagar la sede de entrenamiento de Marsella en los Juegos Olímpicos. Lo logramos, pero estuvimos más o menos 90 días sin poder hacer la transferencia. Ahora, el éxito que tuvieron Mateo y Eugenia estuvo acompañado de un soporte económico de la compra de un barco, de velas y todo esto se fue ejecutando desde la Federación y el ENARD.

—¿Hubo un cambio en el apoyo económico desde los resultados obtenidos por la vela desde hace 30 años?

—Obviamente. Tenemos un comité técnico donde hay varios consagrados que estuvieron en épocas anteriores y nos dicen que la capacidad económica que tenemos ahora es muy superior. Si se hace un análisis de los resultados en medallas olímpicas, no ha sido muy bueno el desarrollo del país, pero la Vela termina siendo una excepción. El trabajo en conjunto con el Comité Olímpico, el ENARD y la Federación ha logrado una importante financiación. Siempre discutimos y tratamos de aumentar el presupuesto que nos da el ENARD, aunque después, al momento de aplicarlo, somos exigentes con nosotros mismos. Nos fijamos exigencias en cómo distribuirlo de acuerdo a las posibilidades efectivas de obtener resultados.

En tiempos complejos, las ayudas económicas aplicadas se dan por motivos claros a un objetivo, ya sea ganar una medalla, obtener un diploma o sumar experiencia de cara al próximo Juego Olímpico. “No hay que gastar fondos para ir a pasear. Las delegaciones están compuestas exclusivamente por deportistas, técnicos y preparadores físicos. La dirigencia no viaja a eventos, salvo en reuniones internacionales donde sea necesario votar”, afirmó el presidente.

—Antes contaste que se busca hacer crecer la región en conjunto. ¿Qué planes hay para eso?

—Soy Vicepresidente de la Federación Panamericana de Vela. Trabajo mucho en lo que es la integración. Nuestro continente está muy bien integrado en el Optimist, pero empieza a fallar cuando pasa al 420 y al 29ers. También hay categorías regionales como el Snipe, el Sunfish y el Lightning, que salvo el Snipe, no se compiten en la Argentina, pero ponemos representantes porque nos interesa ser primeros en los medalleros de los continentales. Son categorías que tienen apoyos muy limitados: para obtener la plaza e ir a algún evento. Lo que se le puede criticar a World Sailing —Federación Internacional de Vela—, es que varias veces las clases que se terminan eligiendo para los JJOO, no son universales. Creo que en la cantidad de categorías olímpicas tendría que haber un equilibrio entre universales y desarrollos técnicos —barcos que muestran la implementación de tecnología—.

Para que la disciplina siga siendo olímpica, debe cumplir ciertos requisitos del Comité Olímpico Internacional y por eso se terminan tomando decisiones que afectan a la economía de los países menos desarrollados. “El ciclo pasado se cambió a carbono toda la arboladura de los 49er y FX. Todo el equipamiento que teníamos ya no sirve. También se modificaron los sistemas de timones de Nacra 17 y cada uno vale 4500 dólares. Para tener un Nacra 17 competitivo —que para una campaña necesitás dos— vas a requerir mínimamente 35000 o 40000 dólares. Hay una falla en la política de World Sailing que a veces solo mira a Europa y países asiáticos que manejan presupuestos millonarios y no miran el resto del mundo, donde tener competitivo un 49er, un Nacra y un 470 al mismo tiempo, desde el punto de vista económico, resulta imposible”, afirmó Velasco.

—¿Se han planteado reducir la cantidad de clases a las que se apoya?

—Intentamos sostener todas las categorías, pero muchas veces surgen las dudas de si seguir haciéndolo. Podemos usar recursos para todos o apuntalar a las que sabemos que hay chances de obtener resultados. Son decisiones que se van tomando. La inversión más fuerte en este ciclo fue claramente al Nacra 17 porque sabíamos las capacidades y las posibilidades.  En una segunda línea, teníamos un FX con muy buenas condiciones, pero se lesionó Cecilia Carranza; entonces esa categoría no logró la plaza.

—¿Qué resultados obtuvo la iniciativa de tener una base logística en Valencia para los Juegos de Tokio 2021 y París 2024? 

—En esa base tenemos todo el equipamiento del equipo olímpico en Europa, y nos hizo bajar muchísimo los costos de traslado y lugar. Fue muy positivo, de hecho coincidió con el lugar donde vivía Mateo Majdalani. Además, esto sirve para resguardar el material de los deportistas futuros.

—¿Buscarán hacer lo mismo para Los Ángeles 2028?

—Sí, estamos tratando de armar una base en conjunto con Brasil para que los dos equipos puedan ir a conocer la cancha bastante tiempo antes. Aunque claramente todo esto es poner más presupuesto.

El día que Bonavena hizo temblar a Joe Frazier 

Por Emilse Torres

Ringo sube lentamente por los estrechos escalones del club Huracán, con la familiaridad de quien ha recorrido ese trayecto incontables veces. Cada paso resuena en el silencio polvoriento del lugar, y las luces mortecinas apenas iluminan las grietas de las paredes. Se agacha con destreza, casi con elegancia, esquivando los techos bajos con la misma habilidad que tiene para hablar y muy similar a la que despliega sobre el ring. Antes de abrir la puerta, apaga su cigarrillo con un gesto mecánico, y en ese instante comienza a tararear una de las canciones que solía entonar en el Teatro Astral junto a Zulma Faiad.

Aquel club ya estaba marcado desde el 4 de septiembre de 1965, cuando el público sentado en las gradas bramaba el cántico: “Somos del barrio, del barrio de La Quema; somos del barrio de Ringo Bonavena”. Era más que un grito de aliento; era el eco de un orgullo barrial que se elevaba junto con cada golpe lanzado. En el quinto asalto, el inesperado desenlace llegó cuando Gregorio Peralta, campeón argentino de la máxima categoría, cayó sobre la lona del Luna Park. La multitud, conteniendo el aliento por un segundo eterno, estalló en un rugido ensordecedor. Bonavena, con su guante aún suspendido en el aire, se erigía como héroe argentino indiscutido.

Teddy Brenner, promotor del Madison Square Garden, vio el 23 de junio de 1966 al púgil de apellido italiano y estatura mítica enfrentarse al canadiense George Chuvalo, quien por entonces era el número uno en el ranking mundial, y decidió ofrecerle una pelea contra un joven originario de los pantanos de Carolina del Sur. Juan Carlos Tito Lectoure, el tercero de los cinco hijos de Juan Bautista y Celina, promotor de boxeo, conocía bien al púgil y le dijo a Ringo: “Si tenés la suerte de voltearlo a Joe Frazier, definí”. Lectoure era el único que lo había visto caer y levantarse en tres combates durante los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, y luego consagrarse con la medalla dorada, a pesar de sufrir una lesión en el pulgar de la mano izquierda. “Es un pegador temible y veloz, con un gran poder de recuperación”, le advirtió a Bonavena, quien, orgulloso, aceptó el combate.

“Llevate un colchón que te voy a dormir”, fue lo primero que le dijo Ringo al ver a Joe Frazier. Siempre tenía una frase lista, afilada, como si las conferencias previas a sus peleas fueran una extensión de los tablones que solía pisar en los teatros, donde su lengua era tan rápida como sus puños. En cada combate, Ringo no solo peleaba en el ring, sino también en el terreno de la labia, usando el humor y la provocación para vender sus peleas. Con Frazier no fue la excepción. Las risas y las bromas eran la forma de quitarle dramatismo a lo que venía: una batalla brutal en la que ningún chiste podía suavizar los golpes. Mientras sus rivales se tomaban todo con la seriedad de la guerra, él lo hacía con la soltura de quien entiende que la vida, al final, es una especie de tragicomedia donde hay que saber cuándo reír y cuándo golpear.

El hambre de gloria los reunía a ambos en ese ring. “Smokin’ Joe” se ganaba la vida como carnicero y, tiempo después, como portero de una iglesia bautista. Por su parte, “Titi” –como lo apodaba su mamá, doña Dominga-, ya con una hija en camino, tuvo que profesionalizarse y viajar a Estados Unidos, donde las oportunidades eran mayores y las bolsas mucho más significativas. Ambos llegaban al cuadrilátero cargando no solo sus guantes, sino las esperanzas de sus familias y el peso de su pasado.

Durante el primer round, Joe se posicionó mejor en el pleito, buscando siempre dominar el centro del ring, pero la astucia del argentino lo llevó a conectar muchas más manos, sorprendiendo al público que enloquecía con cada cross del zurdo. Toda la pelea se desarrolló a corta distancia. Frazier utilizó su clásico estilo de centro bajo: se agachaba, encorvaba su cuerpo y luego salía por arriba, lanzando sus golpes con fuerza, impulsándose desde las piernas y girando con sus caderas para generar mayor potencia. Bonavena no llegó al combate en una condición física ideal y ya arrastraba dos peleas perdidas. 

Durante el segundo round, utilizando la misma técnica, Ringo logró derribar a Frazier en dos ocasiones con su mano menos potente. Sin embargo, Frazier, tal como le había advertido Tito Lectoure a Ringo, se levantó en ambas oportunidades. Aunque Ringo había estado cerca de liquidar la pelea en ese mismo round, no pudo conseguirlo. Una caída más hubiera significado la victoria en la pelea más importante de su vida. A pesar de no haber logrado el nocaut, Ringo se ganó el respeto de todos los que presenciaron aquella noche su entrega y determinación al luchar como nunca antes lo había hecho.

El legado de Ringo Bonavena en Huracán: una historia de boxeo y pasión

Por Emilse Torres

En el gimnasio del Club Atlético Huracán, se respira una historia única, tejida por los hilos del deporte y la leyenda de un hombre que trascendió el boxeo argentino: Oscar Ringo Bonavena. En la actualidad, ese lugar está lleno de jóvenes promesas que, al igual que Ringo alguna vez, comienzan a forjar su camino entre guantes y sudor. Giuliano Canonigo, uno de los púgiles del club, lo resume en una frase cargada de admiración: “Este gimnasio es de él”.  Refiriéndose al espíritu del boxeador que aún parece recorrer cada rincón.

Carolina Ferrari, una joven boxeadora, no puede evitar emocionarse al recordar que pisa el mismo suelo que alguna vez pisó Ringo: “Me genera algo muy lindo porque es historia; él entrenó acá al igual que nosotros”. Para Carolina y muchos otros, cada entrenamiento es más que una rutina física: es una forma de conectar con el legado de Bonavena, de formar parte de una tradición que excede el deporte y toca la fibra más profunda del corazón de Huracán.

Federico Grandone es un boxeador profesional del club y comparte el mismo sentimiento: “A nosotros nos genera orgullo representar a Bonavena a través de Huracán”. En estas palabras resuena el eco de una pasión que une generaciones de deportistas bajo el mismo techo.

El actual director técnico, Juan Gómez, conoce ese orgullo desde muy joven. Con tan solo 16 años, comenzó como alumno en el gimnasio del club. Poco a poco, fue puliendo sus habilidades, pero también aprendió a ser parte de una comunidad que no solo le enseñaba a boxear, sino a vivir el deporte con el compromiso y la entrega que lo caracteriza. Bajo la tutela de Oscar Trotta, quien falleció en 2020, y del Cata, que aún continúa como profesor, Juan forjó su carrera hasta llegar a ocupar el puesto de director técnico.

Bajo la dirección de Gómez y su equipo técnico compuesto por Pablo Rodríguez, Cata, Nicolás Lafuente, Hernán Casasola y Nicolás Rebequi, el gimnasio de Huracán sigue siendo una cuna de boxeadores talentosos. Entre ellos, destacan figuras como Uriel Ríos, Franco Rodríguez, Miguel Molina, Dylan Canteros, Leandro Álvarez, Joaquín Vía y Santiago Borrajo, quienes compiten en exhibiciones y torneos federados, manteniendo viva la llama del boxeo en el club.

Bonavena y Huracán, un amor que empezó en el trampolín de la pileta de San Lorenzo

La historia comienza de manera casi anecdótica. A los 12 años, Bonavena era socio del Club San Lorenzo de Almagro, donde practicaba natación y levantamiento de pesas. Sin embargo, su pasión por las bromas le terminó jugando en contra. Durante una de sus visitas a la piscina, decidió pararse en el trampolín y orinar hacia las piletas, un gesto que le costó caro: el club le revocó su carnet de socio.

Por una cuestión de cercanía geográfica, Ringo decidió cambiar de club y comenzó a frecuentar Huracán. Lo que empezó como una elección práctica se transformó rápidamente en una conexión emocional. Con el tiempo, no solo se convirtió en un ferviente hincha del Globo, sino que también asistía a los partidos de fútbol, como uno más en la hinchada. Incluso después de enfrentarse al mítico Muhammad Ali en 1970, Bonavena no dejó de lado su amor por Huracán. En 1973, durante la dirección técnica de César Luis Menotti, el equipo de fútbol de Huracán era una sensación, y Ringo no se perdía ningún partido, alentando desde las tribunas.

Su vínculo con el club fue más allá del deporte. Ringo supo ganarse el cariño de los hinchas cuando se involucró en la compra del talentoso futbolista Daniel Alberto Willington, un gesto que lo consolidó como un ícono entre la gente de Huracán.

La memoria de Ringo Bonavena está presente de manera tangible en el estadio Tomás Adolfo Ducó. El 5 de mayo de 2019, una de las dos estatuas en su honor fue descubierta, un reconocimiento más que merecido para alguien que dejó una huella imborrable en el club. Pero no es la única imagen de Bonavena en el estadio. En una de las plateas, se erige una figura del boxeador en un tamaño exagerado, donde parece mirar hacia la hinchada y hacer una mueca de desafío, tal como lo hizo durante una conferencia de prensa con Muhammad Ali.

Esta escultura captura la esencia de Bonavena: irreverente, desafiante, pero siempre carismático. Para quienes lo conocieron, y para aquellos que solo oyeron sus historias, Ringo sigue siendo un símbolo de lucha, perseverancia y, sobre todo, de amor incondicional por Huracán.

El gimnasio de Huracán sigue vivo, lleno de jóvenes que sueñan con seguir los pasos de Ringo Bonavena. Cada golpe al saco, cada paso en el cuadrilátero, es un homenaje al hombre que alguna vez llevó el nombre del club a lo más alto del mundo del boxeo.

Todos los que entrenan en este mítico espacio saben que están escribiendo sus propias historias, pero también son conscientes de que Ringo siempre será parte de ellas. El boxeo, no es solo una cuestión de puños, es una cuestión de corazón. Y en Huracán, el corazón sigue latiendo fuerte, con cada golpe resonando en el legado de Ringo Bonavena, el eterno hincha del Globo.

Los recuerdos de un partido histórico de Los Pumas

Por Agustín Paratcha

Argentina venció por primera vez a Sudáfrica en el Rugby Championship en 2015 como visitante en Durban y fue un punto de inflexión para que la selección siguiera progresando. Marcelo Bosch, quien arrancó de titular, y el entrenador Daniel Hourcade hablaron con El Equipo y recordaron cómo vivieron el partido histórico y especial por la presencia también de los históricos Pumas del 65, quienes vencieron a los Springboks en Johannesburgo.

Marcelo Bosch, hoy comentarista y analista deportivo, comentó cómo fue la preparación, destacó el juego que transmitía Daniel Hourcade al plantel y resaltó lo especial que fue el partido.

– ¿Qué te acordás de la jugada? ¿Qué sentiste al convertir el primer try del partido al minuto de juego?

– Habíamos practicado en la semana la jugada que derivó en el try, ya que el último jugador de Sudáfrica, en la cola del line, iba rápido como interno de número 10. Lo habíamos visto en un análisis de video. Una de las jugadas que podíamos lanzar de line up era hacer un “tapping” al número 12 para dar un pase plano interno a Juan Imhoff, quien era el wing izquierdo. Agarró el espacio, empezó a correr, me anticipé a la jugada y me acerqué junto a él para darle un soporte. Corrí una línea, le di un escape a Imhoff cuando le había salido el full back y tomé la pelota para anotar el try.

– ¿Qué pensás de aquel equipo compuesto por jugadores como Juan Imhoff, Agustín Creevy y Juan Martín Hernández, que fueron determinantes para anotar tres tries en 30 minutos ante Sudáfrica en Durban?

– Era un plantel que empezaba a consolidarse en el 2015 porque había muchos chicos que habían iniciado en el seleccionado el año anterior. Se juntaron jóvenes que le daban una enorme inyección de energía al equipo con algunos jugadores con más experiencia. El equipo se ensambló bien y alcanzó en aquel partido, previo al Mundial disputado en Inglaterra, un buen de rendimiento.

Además, el grupo encontró cierta confianza en el juego del exentrenador Daniel Hourcade, quien imponía ser más ofensivo, mantener la posesión de la pelota y nos sentíamos más cómodos al adaptarnos a su manera de jugar.

 – ¿Cuál fue la clave para quedarse con el partido? ¿Los penales en el primer tiempo? ¿Por qué decidiste patear un penal desde la mitad de la cancha?

 – Era una buena opción de penales de larga distancia y el penal surgió de un scrum en el cierre del primer tiempo. Decidí patear de mitad de cancha porque estaba confiado. Le dije a Agustín Creevy que podía hacerme cargo. Sirvió mucho haber anotado para estirar la diferencia. Fuimos muy clínicos en marcar puntos cuando se nos daba la oportunidad, como el primer try o los tres de Juan Imhoff. Otra clave fue alternar el juego con el pie. Nos costaba mucho salir de nuestro campo. Además, tuvimos solidez defensiva.

– ¿Qué tan especial fue el partido? ¿Qué análisis hacés nueve años después?

– Es un recuerdo no sólo especial por haberle ganado a Sudáfrica en su país, sino por la semana: fueron Los Pumas del 65 de gira, compartimos una cena en el hotel y nos sentíamos preparados para el partido por los entrenamientos. Fue un encuentro único, que lo recuerdo por el gran juego colectivo y porque fue mi primero como padre. Me había ido de Buenos Aires a la gira de Sudáfrica y dejé a mis hijos, que habían nacido días atrás y que todavía estaban en la clínica. Tuve muchas emociones encontradas.

Daniel Hourcade, exentrenador de Los Pumas, comentó cómo vivió el partido desde la cabina y qué tan confiado estaban tanto él como el grupo para encarar el Mundial de Rugby 2015 en Inglaterra.

 – Los primeros 60 minutos fueron superiores. Sin embargo, Sudáfrica anotó varios puntos seguidos en la última media hora. ¿Sentiste que se escapaba el partido?

– El primer tiempo fue brillante por la solidez del equipo. La reacción de Sudáfrica era lógica, era una selección superior en algunas facetas de juego. Nosotros teníamos que tratar de salir rápido del mal momento y no frustrarnos. Recuerdo que teníamos una preparación técnica, física y mental para aguantarlos, y sabía que el equipo podía sostener el partido.

– ¿Qué te acordás del post partido?

– Los jugadores y el staff fueron a la zona donde estaban Los Pumas del 65, que disfrutaron como si hubieran jugado el partido. Fue un momento muy emotivo y especial por el cariño mutuo, y hubo muchos abrazos.

– ¿Qué tan ilusionado estabas para el Mundial de Inglaterra con este grupo en 2015?

– El equipo estaba confiado, pero éramos conscientes de que enfrente había selecciones de gran nivel. Francia, por más que no hizo un buen Mundial (cayó ante Nueva Zelanda), estaba muy bien. Había que estar atentos a Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica e Irlanda. Argentina, previo al Mundial, demostraba que podía ganarle a cualquiera.

Las Leonas: 24 años de rugidos olímpicos 

Por Bruno Toscano y Santiago Bussetti

El 29 de septiembre del 2000, en Sidney, Las Leonas ganaron la primera medalla en la historia del hockey argentino. Desde esos Juegos Olímpicos, la selección nacional formó parte de todos los podios, salvo en Río 2016, e inició un ciclo que logró seis preseas: tres de plata (Sidney 2000, Londres 2012 y Tokio 2020) y tres de bronce (Atenas 2004, Pekín 2008 y París 2024).

La selección argentina de hockey sobre césped, con Sergio “Cachito” Vigil al mando, inició la fase inicial de los Juegos Olímpicos con dos victorias, frente Corea del Sur y Gran Bretaña, seguidas de dos derrotas, contra Australia y España.

Obligada a ganar todos los partidos restantes de la segunda fase para conquistar una medalla, la selección nacional venció 3 a 1 a Holanda en un partido en el que las jugadoras argentinas utilizaron por primera vez unas camisetas con una leona bordada, lo que le dio origen a su distintivo apodo. 

Una joven Luciana Aimar y la goleadora Vanina Oneto, con actuaciones excepcionales, lideraron una hazaña que hasta ese Juego Olímpico parecía imposible. Vencieron a China y aplastaron 7 a 1 a Nueva Zelanda para asegurarse, con la ayuda de otros resultados, el boleto a la final en la que esperaba el cuco del momento, Australia. 

Las Leonas fueron derrotadas 3 a 1 por las locales, que se hicieron aún más fuertes con el apoyo de su gente. “Fuimos a buscar una medalla. La final la jugamos confiadas de que podíamos ganar, pero sabíamos que eran superiores”, rememora Anabel Gambero, integrante de Las Leonas en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, a El Equipo.

La obtención de la medalla de plata marcó un antes y después para el hockey sobre césped en Argentina, que pasó de tener una audiencia escasa a volverse una sensación nacional. A partir de aquellos Juegos, muchos jóvenes se volcaron al hockey e hizo que el deporte creciera en todo el país.

Las décadas pasaron y aquellas Leonas se retiraron de la selección. Nuevas generaciones con el mismo hambre de gloria ocuparon sus puestos, lo que llevó a la Argentina a ser candidata en cada competición que disputó, como sucedió en los Juegos Olímpicos de París 2024. “Las jugadoras más chicas me llamaron mucho la atención. Tuvieron un torneo excelente y no ví que se pusieran nerviosas en los momentos decisivos. Argentina tuvo la mala suerte de que no se le dieron los cruces y le tocó jugar prácticamente una final frente a Países Bajos que nos dejó afuera del partido por la medalla de oro o de plata, es algo que puede pasar”, lamenta Gambero.

En los Juegos Olímpicos de París 2024, Las Leonas tuvieron un certamen impecable, pero el empate de Australia sobre el final del partido, con gol de Mariah Williams, hizo que quedaran segundas en su grupo y tengan que enfrentarse a Países Bajos en la semifinal del torneo. Las jugadoras neerlandesas mostraron su supremacía y ganaron 3 a 0 sin mayores complicaciones, por lo que Las Leonas tuvieron que conformarse con pelear el tercer puesto contra Bélgica. El empate 2 a 2 en tiempo regular estiró la definición del partido a penales australianos, en los que las jóvenes Lara Casas, Zoe Díaz y Sofía Cairó destacaron para darle una nueva medalla de bronce a la Argentina.

Algunos cambios reglamentarios hicieron que el hockey hoy sea más vistoso. De estilos de juegos colectivos, como los vistos en Sidney donde era primordial la conexión de pases, a unos más individualistas y físicos. Lara Casas, delantera debutante y medallista con Las Leonas en los Juegos Olímpicos de París 2024, explica la importancia de los entrenamientos: “El hockey en la actualidad es más rápido que antes, es fundamental la preparación física dada la exigencia que demanda el hockey”.

Los deportes amateurs y menos visualizados en países con constantes crisis económicas, como Argentina, tienen complicaciones para solventar los gastos que producen sus prácticas, a diferencia de lo que sucede en Europa donde son muchas las selecciones que hace años están en un alto nivel y profesionalizaron las competencias. “Países Bajos tiene un recorrido mucho mayor al nuestro. Desde chicas juegan en canchas de agua y los clubes entrenan a un mismo sistema en todos los procesos. Están mucho más avanzadas que nosotras”, asegura Casas.

Un camino que comenzó hace 24 años e implicó un sacrificio enorme por parte de cada jugadora que integró los diversos planteles de Las Leonas. Una selección que no parece saciar sus ganas de querer ganar algo más: un legado que el plantel de Sidney 2000 le transmitió a la perfección a sus generaciones sucesoras.

La sangre de Ángel Labruna era roja y blanca

Por Tomás Cilley

El día que estés obsesionado con ganarle a Boca, recién ahí vas a poder lucir con orgullo la camiseta de River” –  Ángel Amadeo Labruna

Ángel Amadeo Labruna es River y River es Labruna. Es el máximo goleador de la historia del club con 317 goles en 541 partidos, nadie hizo más goles que él en superclásicos, con 16. Lideró a La Máquina en la década del 40, fue uno de los primeros anti-Boca y jugó el Mundial de 1958 en Suecia. En su etapa como director técnico, logró sacar campeón al Millonario después de una sequía de 18 años.

Nació el 28 de septiembre de 1918 en Buenos Aires. Esa misma fecha, en 2003, se decretó como el Día del Hincha de River en su honor. Su padre era relojero y quería que su hijo siguiera su legado, pero tenía otras pasiones. El básquet y el fútbol permitieron que el Feo ya pudiera tener puesta la banda roja que atravesó su corazón desde chiquito. El talento para ambos deportes lo portaba, pero no podía elegir los dos. 

En 1937, Angelito jugaba amistosos con la primera, y dos años después, debutó de manera oficial. Su sueldo era de 25 pesos por encuentro disputado. Eran otros tiempos. No le costó nada la adaptación. En su primer campeonato, hizo siete tantos, entre ellos uno a Boca. También impregnaba en su juego la filosofía del club.

Durante la década del 40 en River se formó un equipo ofensivo y ganador. Fue apodado “La Máquina”. Tuvo grandes jugadores que funcionaron muy bien a lo largo de los años, como Juan Carlos Muñoz, José Manuel “Charro” Moreno, Adolfo Pedernera y Amadeo Carrizo. Se entendían todos de memoria. Era un juego intenso que provocaba miedo en los rivales, todas sus piezas eran importantes. En 1947, volvió al club Alfredo Di Stéfano. La Saeta Rubia trazaba diagonales con su rapidez y Labruna definía con calidad. Esa dupla fue de las mejores de la historia del deporte.

Desde 1941 hasta 1947, el Millonario conquistó 10 títulos: cuatro de Primera División, tres Copas Aldao, dos Copas Ibarguren y una Copa Escobar. La impronta de este equipo fue mundial. Tanto el Real Madrid que ganó las primeras 5 Champions de la historia como el Barcelona de Guardiola se influenciaron en uno de los mejores equipos del siglo XX. 

La caída

En 1958, Labruna disputó el Mundial de Suecia, aunque ya parecía un ex jugador. Argentina tuvo un papel más que lamentable y sufrió su peor derrota en la Copa del Mundo, tras perder por 6-1 contra Checoslovaquia. El Viejo estaba semi-retirado, por lo que al año siguiente se vio obligado a irse del club de sus amores. Le dolió mucho. Tanto que él mismo llegó a confesar que se había querido pegar un tiro.

Antes de retirarse, disputó un puñado de partidos en Rangers de Chile, Rampla de Uruguay y Platense. Su próximo objetivo, ya no como jugador, era volver a convertirse en leyenda, pero como director técnico. Por supuesto que seguía y acompañaba la campaña de River, y cada vez que podía, preguntaba cuánto había salido. 

En 1969 sufrió la peor desgracia de su vida. Su hijo, Ángel Daniel, falleció a causa de leucemia con apenas 18 años. Un duelo que tuvo que soportar tanto él, su esposa Ana y su otro hijo Omar. 

 

El famoso Ángel que volvió a Núñez para ser campeón

Labruna fue toda su vida elegante, desde su bigote clásico y su juego. En el Metropolitano de 1975, el club llevaba 18 años sin campeonar, lo que significaba la peor racha de su historia. Pero apareció el Ángel, en su tercera etapa como entrenador. Llevaba una corbata roja y blanca, que ya forma parte de la historia de River. Hay pocas personas que son dignas de portar y llevar con orgullo. No se trata de una simple cábala. Cuando Juan José López la tiró por la ventana de un colectivo, el director técnico obligó a retroceder el bondi y ordenó a todo el plantel que la busque. Finalmente, la encontraron. También, Labruna dirigió a Talleres, rival de River de hoy a las 18:15, y sacó campeón a Rosario Central. 

“¿Cómo voy a odiar a Boca si siempre me dio de comer?”. Labruna la pasaba bien cada vez que pisaba la Bombonera. Logró salir campeón en 1942, fue aplaudido por la hinchada rival y cuando entraba vestido de traje se tapaba la nariz. Diversos historiadores afirman que él inventó el folclore del superclásico.  

No pudo ver a River levantar la Copa Libertadores, una cuenta que le quedó pendiente. Desde el  19 de septiembre de 1983 alienta en la Cuarta Bandeja del Monumental. Es el responsable de que hoy River sea como lo conocemos. Es emblema. Marcelo Gallardo, actual técnico del Millonario y el más ganador de la historia de la institución, lo homenajea en ocasiones puntuales al ponerse la corbata. “A Angelito no se le puede igualar. Es imposible, fue el mejor de todos y sigue siendo, y va a ser”, sostiene Ramón Díaz, quien también se ganó ser parte de la historia grande del club de Núñez.

Los riesgos latentes en el deporte

Por Joaquín Basile

En los últimos años varios deportistas sufrieron problemas cardíacos, entre los más conocidos, Sergio Agüero, Christian Eriksen y, el más reciente, Juan Izquierdo. En estos tiempos aparenta ser algo más común de ver, sin embargo, según la MSD (Merck Sharp & Dohme), estudios indican que entre uno y tres de cada 100 mil deportistas jóvenes sanos sufren de arritmia (ritmo cardíaco anómalo) de forma súbita que ocasiona su muerte repentina durante la práctica del ejercicio. Los varones se ven hasta diez veces más afectados que las mujeres.

Para esto, hay que saber a qué se denomina muerte súbita. Lucas Angiono, cardiólogo, dice que es una muerte inesperada y asintomática, que ocurre en la primera hora una vez presentados los síntomas o en el contexto deportivo va a ser aquella muerte que se produzca en la práctica o hasta las 24hs posteriores de haberla realizado.

El doctor Angiono, explicó las distintas muertes súbitas de origen cardiovascular: “Se pueden dividir en aquellas que tienen que ver con alguna alteración estructural del corazón, que en ese caso son los pacientes que tienen enfermedades en las válvulas del corazón o tienen determinadas miopatías o alteraciones congénitas de la salida de los vasos coronarios o aquellas que son arrítmicas, que tienen que ver mas que nada con alteraciones en los canales específicos del miocardio que favorecen al desarrollo de arritmias”. 

Entre muchos casos que sufrieron deportistas argentinos, se encuentra el caso sin respuesta de Martín Gaitán, un ex puma que a sus 29 años sufrió un caso cardiovascular que, hasta el momento, no tiene una respuesta clara. Aquel episodio lo retiró del deporte que tanto amaba y le costó su participación en el mundial de rugby de 2007.

A pesar de que el impacto fue fuerte, Gatián elige ver el lado bueno: “Creo que fue positivo básicamente porque ese tipo de situaciones o accidentes terminan en personas fallecidas entonces a partir de ese momento todo dolor estaba en un segundo plano, el no ir al mundial, el no volver a jugar al rugby perdió importancia, siempre fui muy consciente de poder seguir con vida y, prácticamente, sin secuelas” . 

Algunos deportistas no comunican las alertas que su cuerpo les hace previo a estos problemas del corazón. La mayoría de la gente que muere por infartos no es porque sean insalvables, sino porque no advierten o hacen caso omiso a los síntomas. 

Ante esto, el ex puma opinó: “Yo creo que esta bueno, no solo para deportistas sino la vida en general, estar atento a las alertas, cuando algo le duele, se le duerme el brazo o tiene esos dolores o cierto malestar en la espalda, pecho, comunicar bien que siente de esos dolores y también saber qué hacer si uno siente estos dolores así entender si le esta pasando o no”.

La difusión de hacerse electrocardiogramas, pruebas de esfuerzo, ecografía y los estudios pertinentes, colaboran a que ciertos casos puedan ser previstos y ayudados en la medida que sea necesaria. El doctor Angiono comentó: “Se recomienda a todo paciente que va a iniciar una actividad competitiva o deportiva recreativa, tener una evaluación cardiológica precompetitiva. Uno nunca aconseja el dejar el deporte porque siempre es mucho más importante el beneficio que trae el hacerlo que el riesgo que conlleva”.

Por último, Gaitán que fue un deportista de élite y que estuvo cerca de la muerte, luego de ese episodio que le cambió la vida, remarca la importancia de los controles cardíacos: “Esa toma de conciencia puede ayudar a salvar vidas”.

 

Luciano Gauna, el más joven de la selección de futsal en Uzbekistán                  

Por Agustín Paratcha

El futsal es un deporte que requiere habilidad. Se juega en una cancha chica donde los movimientos y la toma de decisiones deben ser de manera instantánea. Pero además, cuenta con un detalle no menor: inteligencia táctica. Luciano Gauna complementaba estas dos características en el club de su barrio Social Lynch, ubicado en San Martín, provincia de Buenos Aires cuando dejó de jugar fútbol once. Federico Orga, quien lo formó y conoció de cerca su personalidad en la cancha, se desempeña como entrenador de la institución.

Gauna era un chico de 13 años de contextura delgada, de los más bajitos en la cancha y habilidoso con ambas piernas. Lo apodaban “Luchi”. No pasaba desapercibido en un principio. Entrenaba en un gimnasio de techo muy alto y en un piso de baldosa callado, sin transmitir muchas palabras. Tranquilo y de perfil bajo. Tenía un gran talento, pero entendía el juego, según Fernando Casas, dirigente del Lynch.

Luciano Gauna, en un principio, no solía prestar mucha atención a lo táctico por una cuestión de edad porque el jugador con calidad suele ser vago. Sin embargo, empezó a enamorarse del deporte. “Luchi”, una vez que le agarró el gustito al futsal, era el primero que levantaba la voz o se acercaba a su profesor Federico para hablar del esquema. Se adaptaba de acuerdo a las circunstancias del juego. Él, en caso de que el partido requería de jugar a dos toques o gambetear, lo hacía.

“Ví un millón de pibes con su edad que son talentosos. Todos los vemos en los clubes de barrio, pero hay muy pocos que se centran en el deporte y se comprometen desde lo táctico. Hacía jugar mejor al resto de sus compañeros. Lo distinguía de los demás. Es una diferencia que noto de un jugador habilidoso que juega para él”, contaba Federico Orga a “El Equipo” en cuanto al compromiso del pequeño Gauna, quien estuvo en la categoría de menores y cadetes en el club.

Orga jamás olvidará el llamado de atención que Luciano le hizo a uno de sus compañeros en una de final de Copa de Campeones entre Social Lynch y Estudiantil Porteño. Siempre fue educado y transmitía poco desde lo gestual. “Me duele la rodilla”, expresaba uno de sus compañeros. “Jugá igual”, le contestaba para animarlo. Daba orden si tenía que decir algo. Fue algo raro en él, pero de a poco se convirtió en un referente. Se transformó, desde lo futbolístico, en un líder positivo tanto con la pelota como en el vestuario. 

Su gran rendimiento despertó el interés de Pinocho, que lo llamó para que juegue en la primera. “Andá, tenés que crecer porque es una oportunidad única. El técnico por algo se fijó directamente en vos“, le mencionó Orga a Luciano, quien dejaba la institución a los 17 años.

El Social Lynch es un espacio familiar para Luciano. Lo ayudaron con los estudios en un verano porque se había llevado muchas materias para que pudiera rendir bien. También le dieron una mano con el pasaporte en su viaje a España en su traspaso al Peñíscola, equipo donde juega en la actualidad. Además, desayunaba con sus amigos en el club para luego ir a clases. Un chico que vivía la vida de barrio. Se estableció una linda unión entre el jugador y el club.

“Luchi”, agradecido siempre, no olvidó nunca sus raíces y volvió hace poco de Europa al club. Se sentó a mirar una práctica de los chicos en un rinconcito. Orga, quien manejaba el entrenamiento, ensayaba una jugada, pero no salía como planeaba. Eduardo Casas, hoy dirigente del Lynch, contó que Gauna se paró delante de su exprofesor y le dijo: “Acá tenés que tener un zurdo Fede”. Se acordó de su liderazgo que le habían inculcado. 

El caso Gauna es un ejemplo más de la importancia que cumplen en nuestra sociedad los clubes de barrio, permitiendo el desarrollo social y deportivo de los chicos. Así, la formación y el crecimiento en su equipo fue un punto de inflexión para que hoy, con 23 años, defienda los colores de la selección Argentina en el Mundial de Uzbekistán.  

Manu Ginóbili, el debut profesional de la leyenda

Por Bruno Toscano

Un 29 de septiembre, pero de 1995, un joven de 18 años oriundo de Bahía Blanca llamado Emanuel David Ginóbili, más conocido como Manu, debutó en la Liga Nacional de Básquetbol con Andino de La Rioja en un partido de visitante frente a Peñarol de Mar del Plata en el Estadio Polideportivo Islas Malvinas.

Tras dar sus primeros pasos en Bahiense del Norte, Manu, el menor de tres hermanos basquetbolistas, fue reclutado para formar parte del plantel de Andino, equipo que ya contaba con múltiples jugadores de renombre como Gabriel Riofrío, Daniel Farabello, Hernán “Pancho” Jasen, entre otros. “Fue uno de los equipos con más talento y experiencia que he dirigido. Deleitaban al público”, recuerda Oscar “Huevo” Sánchez, entrenador de Andino en 1995, a El Equipo.

¡Dale Sepo, entrá!”, le gritó Sánchez a Manu, quien lo confundió con Sebastián, uno de sus hermanos. Ingresó con el número seis en la espalda e hizo su debut profesional en la máxima categoría del básquetbol argentino. Trece minutos le bastaron para anotar nueve puntos, con tres triples en siete intentos. “Ese cuerpito no decía mucho, pero la rompió. No pasó desapercibido para nada”, afirma Sánchez. 

Lo que escaseaba desde lo físico, abundaba en lo mental. Sánchez sostiene que la personalidad de Manu fue la clave detrás de todo lo que logró a lo largo de su carrera: “Era un jugador valiente. A pesar de ser propenso a que le peguen en cada penetración, nunca dejó de atacar el aro”. 

No sé si Ginóbili está para la Liga”, prejuzgó Rubén “El Ruso” Muñoz, comentarista del partido frente a Peñarol, luego de unos pocos minutos del bahiense en cancha. La observación era lógica: era muy delgado y no tenía experiencia, pero mejoró y fue nombrado el mejor debutante de la Liga Nacional cuando finalizó la temporada.

Tras un año en el equipo riojano, Manu tomó la decisión de volver a su ciudad natal para jugar en Estudiantes hasta 1998, antes de irse a Europa. El destino elegido fue Italia, primero el Viola Reggio Calabria y luego el Kinder Bologna. Meses más tarde fue seleccionado por los San Antonio Spurs con el puesto 57 del draft de 1999 de la National Basketball Association (NBA), aunque recién se unió al equipo estadounidense en el 2002. Dieciséis temporadas seguidas y cuatro anillos (2003, 2005, 2007 y 2014) con los Spurs lo convirtieron en un basquetbolista histórico de la franquicia texana. 

Se retiró el 27 de agosto de 2018, a sus 41 años, tras conquistar hazañas que al debutar nunca hubiera imaginado. Ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 e integra el salón de la fama del básquet en Springfield. “Lo que hizo Manu Ginóbili es imposible que se vuelva a repetir”, asegura Sánchez. Se convirtió en el mejor basquetbolista argentino de la historia, para el asombro de quienes lo siguen desde sus inicios en Andino, un día como hoy hace 29 años.