viernes, mayo 9, 2025
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El fútbol va y viene, La Plata es lo que importa este domingo en el Bosque

Por Malena Mendoza 

Gimnasia y Estudiantes de La Plata se enfrentarán por la fecha 13 del Torneo Apertura el domingo a las 15:30 en el estadio Juan Carmelo Zerrillo. Ambos equipos llegan al encuentro con una racha negativa; Estudiantes viene de dos derrotas consecutivas de local tras perder 2-0 contra Belgrano por la Fecha 12 del torneo y 2-1 contra Universidad de Chile por la fase de grupos de Copa Libertadores. Por su parte, Gimnasia acumula cinco partidos sin ganar, con tres derrotas y dos empates: su último triunfo fue el 23 de febrero cuando le ganó a Atlético Tucumán por 1-0. 

En el local está en duda la participación de Pablo de Blasis, por una contusión en la rodilla izquierda. De todos modos, integra la lista de convocados por el entrenador Diego Flores. En el equipo visitante no jugarán Joaquín Tobio Burgos ni Alexis Castro, ambos por lesiones musculares; Castro en el bíceps del muslo derecho y Tobio Burgos en el recto femoral. El local no contará con Pablo de Blasis tras una contusión en la rodilla izquierda.

En lo que será la edición 189º del clásico platense, el historial favorece al Pincha, que supera con 67 victorias a las 51 del Lobo, mientras que en 70 oportunidades hubo empate. Tres de los últimos cinco enfrentamientos terminaron igualados y los dos restantes con una victoria para cada equipo en condición de local. Estudiantes se llevó los tres puntos luego de ganar 4-1 el último clásico el 28 de julio del año pasado, siendo el primero que ganó de local desde su vuelta a UNO en noviembre de 2019; Gimnasia registra su última victoria el 19 de marzo de 2023, cuando venció 2 a 1 rompió una racha de 13 años sin ganarle a su máximo rival.

El recibimiento de los hinchas y la posibilidad de jugarlo sin público, estaba en duda tras una serie de tres enfrentamientos que ocurrieron entre barras bravas de ambos equipos entre el 25 y el 29 de marzo. En una disputa por el manejo de la seccional local de la UOCRA, los incidentes dejaron al menos nueve heridos, entre ellos Cristian Camilleri, líder de la barra de Gimnasia, 21 fueron los detenidos, dentro de los que se encuentra Iván Tobar, jefe de la barra de Estudiantes. Finalmente, este miércoles llegó la autorización de Aprevide que permite a la hinchada de Gimnasia realizar su recibimiento bajo ciertas restricciones. No habrá reducción del aforo pero quienes tengan derecho de admisión, prohibición de ocurrencia o se hayan visto implicados como partícipes de los incidentes, tendrán la entrada impedida. Tampoco están a la venta las entradas generales, por lo que solo podrán ingresar los socios del Lobo. 

El cuerpo arbitral estará encabezado por Darío Herrera y lo acompañarán Gabriel Chade y Adrián Delbarba como primero y segundo asistente, Fernando Echenique como cuarto árbitro; el VAR contará con José Carreras, que será asistido por Mariana De Almeida. El árbitro del encuentro, ya había dirigido el Clásico en cuatro oportunidades, de las cuales se destaca el 4-4 disputado en el Bosque el 5 de diciembre de 2021. Al finalizar dicho encuentro, tras la remontada de Estudiantes que lo perdía 4-2, las declaraciones de Leandro Díaz y Mariano Andújar generaron polémica. El Loco Díaz, jugador de Estudiantes en ese momento y autor del cuarto gol declaró: “Lo empatamos porque la gente paró de cantar cuando iban 4-2 porque son cagones”; por su parte, el arquero Mariano Andújar sostuvo: “Me hicieron cuatro goles, es la primera vez que mi hijo ve que me hace un gol Gimnasia, mi hijo tiene 11 años”. Los autores de los goles del encuentro habían sido Brahian Alemán a los 44’ y Luis el Pulga Rodríguez a los 31’, 34’ y 60’ para Gimnasia, y Gustavo Del Prete a los 23’, Nicolás Pasquini a los 40’, Fabián Noguera a los 65’ y Díaz a los 79’. De ese partido, tanto Leonardo Morales en Gimnasia como Bautista Kociubinski se mantienen en la plantilla de sus respectivos clubes.

La previa, con los pibes del club

Facundo Di Biasi y Santiago Núñez afirmaron que “no van a negociar el empate”, durante la conferencia de prensa previa a lo que será el clásico platense del próximo domingo.

Facundo Di Biasi, el jugador de Gimnasia que disputará su primer clásico profesional, dijo que aunque no se les están dando los resultados, el equipo genera situaciones y está preparado. “Tengo el apoyo del técnico, también de mis compañeros. Eso es muy importante para mí. Siento un orgullo enorme por estar dentro de la cancha, por mi familia, mis amigos, por mi club”.

 Por su parte, el jugador de Estudiantes Santiago Núñez declaró que, si bien vienen de dos derrotas duras (contra Universidad de Chile por Copa Libertadores y con Belgrano por Liga Profesional), toman el clásico con mucha responsabilidad y sabiendo que es un partido de mayor trascendencia. “Es un partido distinto, personalmente lo vivo de una manera muy especial porque salí del club, Estudiantes es mi segunda casa”. 

 

 

¿En qué piensa Damián Stazzone?

Por Juan Tobías Graib

Espalda, cuádriceps, bilaterales, isquiotibiales. Contra el córner izquierdo y sobre una colchoneta azul, Damián Stazzone elonga separado de sus compañeros, que llevan a cabo esa tarea entre charlas y risas. Pasa de estiramiento en estiramiento sin hablar, pero no deja de atender a algún llamado del preparador físico Marcelo Salusky y acepta los mates que le llegan. 

Falta un día para cerrar la Liga de Futsal contra Atlanta, en la fecha 38. El segundo puesto y, por ende, los play-off, están asegurados. A diferencia de los días de semana, la propuesta de este sábado es menos intensa. La mirada de Stazzone no dice lo mismo. 

Piensa. Medita lo que hará después de esta mañana soleada en el Polideportivo Roberto Pando, casa gloriosa de su San Lorenzo de Almagro. No es una más: hace cinco meses, decidió patear su retiro como jugador para fin de año, cuando entendió que la ‘5’ impregnada en su espalda, a centímetros de su tatuaje de Oktubre, no estaba lista para ser usada por otro jugador. Comprendió que, en plena temporada -y como en las diecinueve anteriores-, su posición de cierre era irremplazable. Lo sigue siendo.

No se ve en Perú. Falta una semana para que dirija a la Selección Argentina Sub-20 en el torneo Sudamericano de Lima. No tendrá la lista de convocados definida hasta el lunes, pero la incertidumbre no le pesa. “Como todo Sudamericano, va a ser muy parejo”, soltó. “Nuestros jugadores juegan en primera y juegan mucho. Quizás, en los torneos anteriores iban chicos que estaban, pero jugaban poquito o recién arrancaban. Eso nos da también la ilusión: saber que tienen mucho roce, mucha competencia, que están acostumbrados a competir en situaciones límite”.

Límites. Junto con una camada histórica de jugadores, Stazzone llevó esa palabra a definiciones impensadas. Con la ‘2’ albiceleste salió en todas las fotos: con la Copa del Mundo de 2016 y la Copa América de 2015, bajo el mando del trascendental Diego Giustozzi; con la Copa América 2022 y la del subcampeonato mundial de 2021, con Matías Lucuix a la cabeza. 

Desde Italia, el pívot y excompañero suyo Leandro Cuzzolino contó lo que le aseguraba Stazzone a esa Selección: “Fue un tipo muy duro en la parte defensiva. Cuando marcaba a los mejores pívots del mundo sabías que iba a defender todo. Entonces, vos te sentías tranquilo porque sabías que atrás tenías dos o tres especialistas que te hacían evitar muchos dolores de cabeza. Por el tipo de juego de él, de anticipar al rival, estábamos tranquilos porque teníamos a uno de los mejores defensores”.

En julio de 2022, Stazzone se cambió los cortos por el buzo: él y Santiago Basile empezaron a coordinar las selecciones juveniles. Para el último Mundial de Uzbekistán de 2024 fue ayudante de campo del joven Lucuix, en la segunda medalla de plata consecutiva.Lo viví peor que cuando era jugador”, confesó mientras esbozaba una mueca. “Sufrí mucho más porque me sentí con mayor impotencia de no poder correr, meter, ni ayudar dentro de la cancha. Y con más tensión, mucha más. Cuando sos jugador, desde la entrada en calor te vas descargando, sintiéndote activo, generando adrenalina y eso para mí es más fácil”.

Pero no confunde los contextos. Sabe que, cuando le toque pensar en el nombre por nombre, lo hará en uno de los pocos momentos que no tenga a San Lorenzo en su cabeza. Tobías Arce, arquero del ‘Ciclón’ y dirigido por Stazzone en la Argentina Sub-20, se estira a diez metros suyo y cuenta: “En el entrenamiento es un compañero más y en la Selección es el técnico. Está esa diferencia, de saber entender el momento, pero la verdad es que ‘Dami’ es un genio. Siempre tiene las palabras y los consejos justos. Hay DTs que te gritan de todo y no te dejan nada, y él transmite mucha paz a la hora de hablar, de comunicar las cosas y de enseñarte. Creo que tiene un plus, ese tacto que al jugador le llega. Lo que tiene que decir es correcto y pega justo en la tecla. Es algo que me sorprendió mucho”.

Esteban Pizzi, además de ser el preparador físico de las selecciones de futsal, fue testigo de todas las facetas de Stazzone con la celeste y blanca. Lo conoció en su primera convocatoria, en el marco de los Juegos Odesur de 2010, y lo va a acompañar a Perú en busca del Sudamericano. “Damián es lo que a mí me gusta llamar ‘entrenador de partido’, al que nada lo saca del eje en ningún momento”, atestiguó, sobre aquel al que considera un amigo del futsal. “Sobre todo con jóvenes, me parece muy importante porque los jugadores suelen tener estados de emociones muy dispares, a diferencia de un adulto que tiene un poco más de equilibrio y madurez a la hora de tomar decisiones, tanto en cancha como afuera. El chico, producto de la propia juventud, pasa por esa montaña rusa de emociones y me parece que un entrenador de estas características es muy importante.”

Su genio lleva el color azulgrana. Desde que nació el 31 de enero de 1986, Stazzone vive el club como vivió su infancia en Flores -la que él describe como la de un pibe de barrio “al que le iba bien en el colegio, pese a ser quilombero“. Jugaba a la pelota en la calle con sus amigos, hermanos y primos, mientras pasaba los días en San Lorenzo: “Muchas situaciones de ir a vacacionar al camping y de estar en la pileta todo el verano”. Y de ir a la cancha, pero eso nunca lo perdió.

Cuando terminó de jugar al papi fútbol con 13 años, no pensaba en el futsal como una posibilidad remota hasta que Fernando Berón le acercó esa chance. Como no podía ser de otra manera, le sugirió ir a probarse a San Lorenzo. En ese entonces, y hasta que debutó en la primera categoría en 2004, ni los pensamientos más utópicos le hubieran deparado una trayectoria de catorce títulos con el club de sus amores

Pero antes de ser capitán y bandera, fue pibe y escolta. Sentado en la tribuna del ‘Pando’, su director técnico Nicolás Valdez recordó los tiempos en los que eran compañeros de equipo: “Cuando él subió, estaba en un plantel complicado y muy amateur. Me acuerdo de una charla cuando estábamos en Brasil: íbamos a jugar la Libertadores y era su primer torneo internacional. Íbamos caminando… nosotros éramos un bardo. Y me dice ‘Che, gordo -me dice gordo- estoy preocupado. Los veo muy relajados a ustedes’. Y le dije ‘no, ‘Dami’. Nosotros somos así’. Pero esa Copa la terminó jugando. En el 2006, ya estaba entre los dos cuartetos. Y después se fue formando, tuvo gente que lo fue acompañando y lo fue guiando durante todos los años para ser lo que es hoy”.

Pasó el tiempo. Con él, llegaron los cambios: en Boedo, se construyó el Polideportivo Roberto Pando y el futsal dejó de hacer de local abajo de la Platea Sur del Estadio Pedro Bidegain; tuvo dos ciclos en el futsal italiano- con el SS Consilina en 2011 y en CBM Matera para 2021. Conoció a su pareja Micaela. Estudió y se recibió de Licenciado en Comunicación en la Universidad de Quilmes, sin la intención de usarlo como una vía de trabajo.

Conoció el compañerismo y lo llevó con él. Juan ‘Galle’ Rodríguez, excompañero suyo en el ‘Cuervo’ y actual ala en el club América del Sud, analizó esa característica: Todos sabemos que Damián es hincha de San Lorenzo y que las situaciones del club- como la económica- le deben doler incluso más que a los demás. Por ejemplo, yo soy de América y a mí no me gustaría que, el día de mañana, mis compañeros no quieran entrenar porque el club está atrasado. Me dolería. Cuando el grupo estaba en esas situaciones, Damián era el primero que se ponía al frente, que iba a pelear y conseguía cosas. Eso también le da el respeto de los demás porque no es una persona que mira por sí solo. Al contrario, se dejaba él para lo último y ponía al grupo por delante.

Ganó siete ligas de primera división y seis copas nacionales. Tuvo una vista de lujo a la Copa Libertadores de fútbol en 2014, con él y su familia en cancha. Como la primera vez, ganó la Libertadores de Futsal en 2021. Derribó mitos: se la ganó al equipo brasileño Carlos Barbosa, máximo ganador del certamen (4), y fue el único equipo argentino en llevarse ese galardón en la historia. Una vez más, los libros escribieron el apellido Stazzone.

Apiló la colchoneta junto a las demás. Agarró una pechera verde y se puso a jugar un partido improvisado. Detrás de sus compañeros, anticipa a los del otro equipo por el aire y al ras del piso de madera laqueada. No es impasable, pero no deja a pata al resto. Pide la pelota y, con un movimiento, deja a Ulises Silguero solo frente al arco. Tira un lujo y se lo festejan. En ese ambiente casi familiar, de gritos y cargadas, Stazzone parece serio. Quieto. Los años le demostraron que, muchas veces, corre innecesariamente y que sabe cuándo sí y cuándo no. Con 38 años, disfruta de sus últimas andadas a su manera: pensando.

Brisa Ruggeri, una Leona que se cocina a fuego lento

Por Laureano Vergara y Juan Silva

Como su tío abuelo, Oscar, utiliza la seis en la espalda y heredó su pasión por el deporte. Juega en Saint Catherine, club que se salvó del descenso con su ayuda. Además, comparte un emprendimiento de ropa junto a su hermana y planea estudiar Nutrición en el futuro.

Sus sueños le demandan mantener el ritmo firme y constante, similar a un maratonista en competencia. Su cuerpo, rebosante de ánimo e intensidad, expulsa mediante los poros la energía necesaria para cumplir la tarea. El deseo, que trepa desenfrenado por los pies, la posee y empuja a descubrir límites desconocidos. El carácter fuerte, perseverante y tenaz, sumado a la habilidad con el palo y la bocha, contribuyen en Brisa Ruggeri a cumplir objetivos. El 10 de octubre tachó uno de la lista. Tranquila en su casa, mientras tomaba mates, sonó el teléfono. Del otro lado, Fernando Ferrara, entrenador de Las Leonas, confirmó su presencia entre las convocadas a los entrenamientos con el seleccionado mayor para comenzar así un nuevo ciclo luego de París 2024.

No será su primera vez luciendo la camiseta albiceleste sin mangas. La jugadora bonaerense de 21 años ya cuenta con la experiencia defendiéndola en categoría junior, cuando fue parte del plantel subcampeón del mundo a finales de 2023. Este año, cerró con broche de oro la etapa juvenil al consagrarse en la Copa Panamericana, certamen esquivo para Argentina desde 2016. En el torneo disputado en Surrey, Canadá, Ruggeri se dio el lujo de anotar dos goles pese a su puesto de defensora. “Es una locura lograr eso. A veces me pongo a pensar y no lo creo. Representar al país es el sueño que tenía de chica y me llena de felicidad”, dice con entusiasmo. 

“Cuando la vi con Las Leoncitas lloré porque me emocioné mucho. Que aparezca en esa lista me provoca un orgullo enorme. Juego con ella desde muy chiquita; observo el compromiso, la dedicación y el esfuerzo que hace por estar ahí; sin duda se lo merece”, comenta Catalina Fiks, compañera en Saint Catherine’s Moorlands Club. Para dar cuenta del esmero de Ruggeri, Fiks recuerda una anécdota de niñas. Durante el entretiempo de un partido, el entrenador de ambas estaba enojadísimo con el rendimiento. En busca de motivar y despertar a sus jugadoras, dio como ejemplo el estado de Brisa, bañada en sudor por el sacrificio. 

El amor al hockey no lo heredó de su familia. Lo descubrió a los cuatro años en el country donde vivía. Todos los fines de semana acudía junto a sus amigas a las actividades que se organizaban dentro del barrio, entre las que se encontraba este deporte. Enseguida quedó hechizada por el juego; el palo era su vara y el control que ejercía sobre la bocha era magia, que rápidamente fue detectada por su entrenadora. Ella le sugirió a Marina, su madre, buscarle un club adecuado para desarrollar sus habilidades. Como no tenía mucha idea, priorizó uno del Torneo Metropolitano que estuviera en la A y se ubicara por la zona. “Santa Cata” fue la única opción.

“Es inteligente y muy buena físicamente. Siempre está parada en la posición correcta para recuperar y hacer los relevos. Jugar al lado de Brisa es fácil porque se encarga de hacer el ‘trabajo sucio’. Su mentalidad es positiva y el carácter fuerte; a veces eso es bueno y otras no tanto”, opina Justina Strauss, compañera en el equipo con sede en Tortuguitas.

Fiks agrega: “Es muy alegre y una gran amiga. Por ahí su defecto es la impaciencia; se enoja fácilmente”. En cuanto a las cualidades, destaca la velocidad, producto de largas zancadas que le permiten sacar ventaja en los enfrentamientos uno contra uno. Además, resalta la visión y sabiduría para reconocer los momentos donde es necesario atacar o defender. 

—¿Cuándo te diste cuenta que querías dedicarte al deporte?

—No hubo un instante donde me detuve a pensar una decisión. Desde que arranqué nunca más frené. Mientras crecía noté que la prioridad del hockey era cada vez mayor en mi vida. Se volvió profesional para mí porque es a lo que me ocupé después de terminar el colegio. 

Su rutina cambia constantemente durante el año, aunque el foco siempre está puesto en su pasión. Actualmente, con el cierre de temporada, sus mañanas las transcurre entrenando. Los lunes, martes y jueves a la tarde practica junto al plantel y el resto de las jornadas descansa. En su tiempo libre, disfruta de la compañía familiar, los mates y juntadas con amigas.

“Siempre pasa tiempo conmigo. Hacemos todo juntas y nos encanta. Está muy presente cuando alguien de su entorno tiene que hacer algo o afrontar un problema; sabés que vas a contar con ella. Es empática, se pone mucho en el lugar del otro”, comenta Sol acerca de su hermana.

La frontalidad rige su persona. Si siente la necesidad, le resulta imposible encerrar en el baúl sus pensamientos. Cuando las ganas surgen, brotan de su boca palabras decididas y audaces. Según Sol, esto lo aprendió con el tiempo. La postura firme y madura que se ve en la cancha también se traslada al día a día. 

Su rostro, ovalado, aunque con facciones definidas, posee una sonrisa amplia y cautivadora. El cabello, ahora apenas sobrepasando sus hombros, lo lleva castaño a excepción de los centímetros finales y de los dos mechones ubicados justo encima de su frente, que se mantienen rubios. Este semblante no oculta, aunque tampoco sugiere, el carácter tranquilo, pero fuerte que la propia Brisa se adjudica. Es una simple precuela que la gente ve antes de conocerla. 

—¿Considerás que tiene algún defecto?

—Sobre “Bri” —como su hermana la apoda— diría que es la más caprichosa en casa. Lo mejoró, tengo que admitir. Cuando quiere algo es dura. También es autoexigente; si se propone objetivos, es estricta consigo misma.

Brisa consiente: “Fui madurando la parte mental. Me exijo bastante, pero de chica lo hacía más y no me permitía fallar en nada. En todos los aspectos, no solo en el deporte. Me di cuenta de que la vida es así; a veces das tu máximo y los resultados no llegan. Ahora tengo la mente fría y clara para entender esas situaciones. Me puede afectar, aunque entendí que no soy la peor del mundo si no salen las cosas; lo mismo a la inversa”. 

—¿Trabajás la parte mental con profesionales?

—La verdad es que no. Igual siento que es muy importante. Si no estás bien de la cabeza, es difícil que las cosas funcionen. En hockey te enfrentás constantemente a circunstancias donde es necesario ser fuerte porque las derrotas y desilusiones son normales y cotidianas. A veces precisás del acompañamiento de tu familia o amigos.

Para ello cuenta con Sol. Ambas viven juntas en un departamento. Como los siameses, pasan los días pegadas la una a la otra. “Disfruto todo con ‘Bri’. Lo único que no compartimos es el deporte. Cualquier cosa que hagamos, desde las más simples, como tomar mate y charlar, ya me parece un planazo. En ocasiones nos peleamos porque somos distintas. Por ejemplo, ella es demasiado ordenada y yo no soy tan así. Una vez, antes de salir, Brisa buscaba un top y no lo encontraba. Me decía que me lo había quedado o que se lo había prestado a una amiga. Yo estaba segura de que no, así que fui hasta su cuarto, que siempre la jodo con que parece un showroom por el millón de tops que hay. Le agarré todos los que tenía acomodados milimétricamente por color más o menos y los tiré a la escalera. Se puso a llorar porque es muy dramática. Nuestras amigas se quedaron quietas y calladas. A los 10 minutos ya salíamos juntas al boliche. Por ahí discutimos, pero enseguida se nos pasa”, cuenta Sol entre risas.

Pese a compartir cada segundo, les faltaba algo que fuera suyo. Una noche, mientras tomaban té, la lámpara se encendió y surgió la idea de montar un emprendimiento sobre la fascinación de ambas: la ropa. “Este año llegó la oportunidad y sin dudarlo fuimos hacia adelante. El nombre —Cretas— surgió ese mismo día y nos encantó”, afirma Brisa. Jeans, chalecos, shorts, buzos, camperas y demás prendas son productos que llevan la impronta de las hermanas y están a la venta tanto en su página web como en un showroom en Recoleta.

La familia es la piedra angular en su vida. “Nos divertimos mucho cuando estamos juntos, todos por igual. ‘Bri’ se encarga de cocinar. Hace recetas fit y nuestro rol es degustarlas”, revela su hermana.

—¿Cuáles son las comidas que más disfrutás hacer?

—A Sol le cocino siempre, por eso suelo hacer cosas del día a día. Me encantan las tartas. Voy jugando con el relleno, depende de lo que tenga ganas. Dulces también, aunque trato que sean sanos. Me entretiene un montón. Pienso en empezar a estudiar Nutrición o un curso relacionado el año que viene.

Ella es la pequeña de sus dos hermanos: Sol y Franco. Cristian, el papá, formó parte de planteles en San Lorenzo y Almagro —a finales de los 90—. Su carrera futbolística acabó rápido, pero siguió cerca de las canchas. Fue auxiliar de Fernando Ortiz en Sportivo Luqueño y Sol de América —ambos de Paraguay—, club donde también ocupó el puesto de Gerente Deportivo en 2021. Como ayudante técnico, sus últimos equipos fueron Boca Unidos junto a Raúl Estévez y, recientemente, Monterrey con Ortiz.

Fuera del hockey, el fútbol es lo que Brisa más disfruta ver. Especialmente si se trata de alentar a Franco, que juega en Maschwitz Club, equipo amateur integrante de la Asociación Intercountry de Fútbol.

—¿Qué ídolos tenés en el deporte?

—En hockey hay varias personas. En general, a quien miro de cerquita es a Oscar —Ruggeri—. Lo admiro dentro y fuera de la cancha. Otro podría ser Edgardo Moravec, que es amigo de la familia. Lo considero un ejemplo a seguir. Ambos se entrenan y exigen incesantemente. Sorprende; después de lo que lograron como futbolistas, hoy siendo grandes, dejan todo por la actividad física. Continúan con el mismo pensamiento de cuando eran chicos. Mi tío abuelo, por ejemplo, juega un partido con amigos igual a la final del mundo.

“Mora” Moravec fue arquero profesional en la década del 80, luego de formarse en las inferiores de Vélez. En el país jugó para Argentino de Quilmes —junto a Juan Ramón Verón y Ricardo Zielinski—, Racing y All Boys, entre otros clubes. Además, experimentó el fútbol boliviano, chileno y austriaco. En el First Vienna FC compartió equipo con el “Matador” Kempes. Desde que acabó su carrera, se dedica al amateurismo en Maschwitz Club y defiende el mismo arco que el “Cabezón” Ruggeri.

Brisa utiliza el número 6 en la espalda como su referente. Comenta que charla seguido con su tío abuelo, quien siempre la acompaña, apoya y desea lo mejor. El consejo que le repite es “dar todo por lo que haga, el 110 por ciento, y disfrutar”. Orgullo y privilegio son las palabras que elige para describir el sentimiento de tenerlo en la familia.

La nueva Leona goza de su presente sin dar lugar al desenfoque. Con los objetivos claros, se embarca en un viaje que parece apenas comenzar. Los últimos meses en Saint Catherine fueron turbulentos porque el club batalló por no descender del Torneo Metropolitano A. En la última fecha —9 de noviembre—, enfrentó a Quilmes en busca de la permanencia. Cuando más la necesitaban, Brisa no titubeó y ayudó con dos goles a ganar 4 a 1. “Sufrimos bastante, así que nos unimos entre todas y la gente alentó desde afuera. Por suerte se terminó y mantuvimos la categoría”, comenta con alivio.

—¿Qué sueños te gustaría cumplir?

—En lo deportivo, disputar unos playoffs con “Santa Cata”. Vivirlo en la cancha sería una locura. A nivel selección, lo máximo son los Juegos Olímpicos. Después, quiero disfrutar momentos de la vida y me encantaría formar una familia en el futuro.

Con el horizonte claro, esta Brisa no es suave y, más que un leve viento, parece un torbellino dispuesto a todo por saciar sus deseos.

No existe lo que no se ve

Por Maria Eva Pietrantuono

Debe suceder antes del olvido. 

Antes que el recuerdo se fragmente al punto de diluirse entre los dedos, cual granos en un reloj de arena, los pueblos recurren a una diversidad de mecanismos para preservar lo que alguna vez fue. Las sociedades —fruto de su historia, de tradiciones y costumbres— preservan su identidad con ejercicios de memoria activa: las calles-apellido, el arte y los monumentos, ubicados a su vez en plazas que tienen un nombre propio al que conmemorar.

No existe lo que no se ve.  Quizás pueda leerse en libros y en manuales de estilo, pero no produce el mismo efecto. En Argentina, abundan los homenajes.  Próceres  y episodios de la guerra independentista,  personalidades de la política y fechas-hito de la biografía nacional. Todos inmortalizados en esculturas discretas o monumentales —como la jura de la bandera en Rosario—; en avenidas que trazan el esqueleto de las ciudades; en escuelas, hospitales y sus Rivadavia, Belgrano y Sáenz Peña. De la Quiaca a Ushuaia, con escala en todos lados. 

Aunque el deseo de resguardar lo que supuso trascender supera lo político y decanta en otros ámbitos de impacto social. Uno de ellos es el fútbol, un fenómeno del deporte que lleva poco tiempo en cancha en comparación a los estados modernos, lo que permite distinguir dos salvedades: en cuanto a su modo de perpetuidad, honran pasiones en vida, y en cuanto a su extensión, están confinados a la jurisdicción del club. 

Al comienzo, el reconocimiento atemporal destacó los logros dirigenciales. La conmemoración conjunta se plantó en infraestructura. Estadios esgrimidos en diversos epicentros de filosofía futbolera, nombrados tras los líderes que gestionaron su realización, los hacedores del lugar: el Alberto J. Armando de Boca en el homónimo barrio, como así el José Amalfitani de Vélez en Liniers. De igual modo, con el tiempo se expandieron las fronteras. Hoy son jugadores o entrenadores los que también titulan el campo sagrado: el Mario Alberto Kempes en Córdoba, el Coloso Marcelo Bielsa de Newell’s en Santa Fe, el Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini de Independiente en Avellaneda. 

Los futbolistas derribaron la barrera de la política institucional y asumieron un rol en la creación del sentido identitario colectivo. Algunos —los más pocos— alcanzaron a romper los límites del club e imprimieron su huella en núcleos de interés e influencia masivos: el monumento a Emiliano Dibu Martínez en Mar del Plata, el predio Lionel Andrés Messi de la AFA en Ezeiza, y  el tradicional Camino de Cintura, rebautizado como Diego Armando Maradona a pocos kilómetros de su Villa Fiorito natal. Los últimos, no casualmente, emblemas de la Selección Argentina. Figuras que encarnaron los rasgos del ser nacional.

La llama que el viento no apaga

Por María Eva Pietrantuono

El arte de la glorificación del jugador de fútbol fue la cuestión que Eduardo Galeano desglosó en El ídolo, cuento incluido en su libro El Fútbol a Sol y Sombra

El talento innato es el puntapié inicial en su descripción. Para él, serán venerados aquellos que hayan nacido con la sabiduría, con el don en sus pies, plantado allí por la suerte, el azar, por magia o el destino. Alude a los distintos, cuya síntesis máxima se materializó en Messi, en Maradona, en Pelé. Sin embargo, existen terrenales admirados, quienes no encarnan como característica principal la calidad sobrehumana, pero la suplantan con actitud o trabajo: los Palermo, los Ponzio de un equipo, que logran inspirar a multitudes sin la perfecta habilidad y se ganan el respeto de la gente igual. 

Galeano detalla además el contexto en el que el ídolo nace: en cuna de paja y choza de lata, patea antes de caminar. Lo repite hasta que el sol se oculta y el balón no se distingue. Este futbolista constituye para él una especie de rey entre los hombres, un Mesías entre jugadores. Su única fortuna es la pelota pegada a sus pies. Pero, si cultiva sus días, sus noches, su vida en el juego, ¿de qué prescindirá, ya sea por elección u obligación? ¿Qué otras cosas dejará de hacer? Cuando el atardecer cae sobre los humildes barrios y la oscuridad no deja ver, el potencial ídolo –descalzo– se abre camino a toques con la intuición divina que le fue entregada, el fútbol. 

Su brillo es tal que lo excede; ilumina a los asteroides que escoltan su corrida y hace del juego un espectáculo de estelas que se encienden y apagan a su alrededor. Son sus compañeros de equipo los que mejoran por el talento que él despliega en la cancha. Galeano sostiene que –por un rato– esos personajes secundarios vivencian protagonismo. No serán distintos, pero todo ídolo precisa del grupo para adquirir su cualidad celestial. 

Sin embargo, el autor no predice que dicha luz se perpetúe en la eternidad. Vaticina la opacidad de su imagen, la conversión de seguidores en detractores que no dudarán en apagarlo por completo. Dicho esto, una diferenciación en cuanto al culto al futbolista. Existen jugadores muy queridos, a quienes las críticas acaban por alcanzar en la carrera contra el tiempo; y están los héroes, los que pueden tropezar pero no caer. Porque la hinchada siempre tendrá mayor respeto por su figura. Por el ídolo que fue y aún es. 

Miguel Aladro: “Hay un monstruo que nunca va a saber que es un genio del tenis porque no tiene acceso”

Por María Eva Pietrantuono

Miguel Aladro sostiene en sus manos una foto de esa tarde. La destaca entre las cientas que vivió en el predio de Banfield como coordinador de tenis del club; una de las mejores en el sinfín de historias que tiene para contar.

En ella, las sonrisas inmortalizadas de los chicos de Redondel —una Escuela de Educación Especial de Lomas de Zamora— que alzan raquetas plásticas en lo que son sus primeras pisadas sobre el polvo de ladrillo. Se ve también a Miguel, solo que una quincena de años atrás, cuando su pelo no estaba aún tan teñido por el tiempo ni su piel tan dibujada por el sol. 

—Era verano y había terminado de dar clases. Fui a las piletas para refrescarme y ahí los vi. Me llamó tanto la atención cómo disfrutaban en el agua que me acerqué al profesor para invitarlos a una clínica de tenis en las canchas del club. Estuvieron encantados con la idea y vinieron. La felicidad que tenían… cómo disfrutaron el jugar, cada uno como podía, aún con sus limitaciones.

 El profesor observa la imagen entre algunas otras que repasa como un mazo de cartas. Las comparte con sus alumnos después de otra práctica de martes. Está parado en la misma cancha pero mejor mantenida. Espera a arrancar la clase de la escuelita, mientras los enanos y las enanas trotan por el perímetro del fleje.

—El último día que los chicos de Redondel vinieron al predio me invitaron al cierre que hacían. Cuando llegué, me tenían preparado un regalo. Me construyeron un banquito ellos mismos en el taller de carpintería de la escuela.

El recuerdo guarda un lugar especial tanto en la geografía del living de su casa como en su memoria.

 

CLUB ATLÉTICO BANFIELD

Es poco probable que alguien que pise el Campo de Deportes del Club Atlético Banfield no conozca a Miguel Ángel Aladro. Aún sin saberlo.

El predio del club del Sur —ubicado sobre Camino de Cintura y Zuviría— sólo está a unos cientos de metros de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y a varios menos del cartel de Carrefour, que se alza sobre el mismo costado de la Ruta Provincial 4. Una media de 2.000  deportistas entran y salen de él a diario. Cerca de 100 de ellos juegan al tenis, aunque la gran mayoría habrá cruzado caminos al menos una vez con el auto del profesor. 

Suele ser el primer vehículo en el estacionamiento cualquier día de la semana. La imagen es la misma desde enero del 2000, cuando Aladro se volvió el coordinador del tenis de Banfield. La citroneta 3CV América, modelo 1987, con retratos de caballos y el rostro de Gardel pintados en las puertas, fileteada con banderas argentinas, ramos de flores y con un collie de nombre Scotty sobre su capó; siempre estacionada al lado del rojo del ladrillo. 

Todo el que ingresa al campo banfileño —de 25 hectáreas de extensión— ve primero el escudo verde y blanco; segundo, el Citroën de Miguel.  

Sólo había cinco canchas en el predio de Luis Guillón cuando tomó las riendas de la actividad: cuatro de ladrillo y una de césped, que era única en su tipo tanto en el sur del conurbano como en CABA– hoy ya enterrada bajo un alfombrado de caucho. Casi 25 años después, son ocho las canchas de tenis —todas de polvo— y la mitad de ellas fueron financiadas por el propio deporte, como así lo explica Aladro.

—El club participa de la Copa Amistad desde que se fundó en 1997. La juegan 40 clubes de Zona Sur y parte de Capital. Cada vez que toca organizarla, queda un ingreso de dinero para el club encargado. En 2001 se instalaron las luces nuevas, en 2005 hicimos las dos canchas de atrás y en 2011 las dos de adelante. Así que esas cuatro las conseguimos con recursos genuinos de la actividad.

Los oasis de arcilla colorada reposan entre múltiples sintéticos de caucho, sobre los que rueda la N° 5. Esa del poder gravitatorio. La que atrae a argentinos de todas las edades y géneros en el país de Messi y Maradona. También está la superficie azul de agua, por la que desfilan bochas de plástico duro y palos cazadores goles y victorias como Leonas y Leones. 

Más el fútbol que el hockey, pero dos disciplinas de equipo que concentran la mayor cantidad de deportistas en Banfield. Cientos de chicos y chicas encandilados por el grito de gol y los abrazos de gloria compartida, por las selecciones nacionales que ganan popularidad y generan admiración con su éxito. 

Desde 2016 Aladro también tiene un papel en la Asociación Argentina de Tenis (AAT). Es el representante de Zona Sur y La Plata en el departamento de menores. Junto a sus pares del Oeste, Norte y Capital, colaboran en el armado de torneos y del calendario de la categoría. Miguel tiene un contacto a pequeña y a gran escala con el deporte al que gira en torno su vida, por lo que identifica los desafíos que enfrenta el mismo al captar nuevos jugadores. 

Hoy nos encontramos con varias contras —se corrige— siempre nos encontramos con varias contras. La primera que tenemos con respecto a varios deportes es que no hay inserción escolar. Por ejemplo el hockey, la nena que viene lo hace por las amigas con las que juega en el colegio, lo mismo el vóley, el fútbol… 

—¿Nunca se tuvo la intención de probarlo?

—En algún momento la asociación intentó implementar un plan escolar a través de los profesores de educación física. Tenían que hacer una capacitación y se debía proveer los elementos. Pero no había quien controlara eso, como tampoco seguridad de que las técnicas que se enseñaran fueran las correctas. Por donde lo miraras era muy complejo. Siempre se intentó, fue y vino, pero nunca se hizo. Una vez presenté un proyecto para Tenis en las plazas, debe estar en algún lugar de la municipalidad. Estaba bueno porque podés encontrar chicos que por su condición económica o por falta de contacto no saben ni qué es el tenis, ni les interesa o no pueden. De pronto tenés un talento escondido acá en el barrio 9 de abril o en Fiorito y es un monstruo que nunca va a saber que es un genio del tenis ¿Por qué? Porque no tiene acceso. 

—¿Qué es lo que achica esa puerta hacia el mundo del tenis?

—Hoy volvió a ser de alguna manera caro. No es para cualquiera poder pagar un club, comprar una raqueta, un par de zapatillas… Se hace mucho esfuerzo, se trabaja, se trata de planificar y de llevarlo adonde se pueda, pero cuesta. Y hoy apareció otro tema más que es el fútbol, sobre todo el fútbol femenino. Banfield es un club donde nadie puede entender cómo tenemos 14 o 15 chicas que jueguen al tenis porque cuesta mucho armar equipos así. Con el masculino pasa lo mismo. El mundial de fútbol fue una bendición para Argentina pero a nosotros como deporte nos pegó porque hay muchos chicos que quieren ser Messi, quieren ser Di María y no quieren ser Cerúndolo. 

El tenis compite con más obstáculos y precisa de más desde hace años, pero a veces los aficionados y amantes del juego son quienes contagian la pasión por el mismo, los Aladro de cada lugar.  

El quiebre en la historia del propio Miguel lo hizo un simple pintor de un taller industrial, un silencioso maestro de la raqueta que deslumbraba sin ser un tenista de renombre. 

Pero primero hay que hablar de Canale.

CANALE

La vida de Miguel siempre gravitó en torno al club y al deporte. Aunque no siempre fue en Banfield ni siempre fue el tenis. 

Su primer hogar fuera de casa fue Canale, una fábrica de envases de lata que funcionaba en un predio de más de seis hectáreas en Llavallol. Hoy, la industria continúa, aunque con otro nombre: la Cooperativa de Trabajo Metalúrgica Llavallol (COTRAMEL), fábrica recuperada por sus empleados tras el cierre en 2018. 

Miguel explica que alguna vez también fue su club de barrio. Suspira que “no existe más”. 

La última vez que Miguel pisó Canale fue el 1° de marzo de 1992, cuando llegó a la puerta para dar clases —como desde hace tiempo acostumbraba— y le negaron la entrada; cuando lo dejaron pasar solo para llevarse su canasto y sus raquetas. Cuando la empresa fue vendida a Socma, parte del grupo Macri. Cuando Canale continuó solo como fábrica y dejó de ser club. 

Miguel vuelve a cruzar la barrera y entra al predio 32 años después, el 19 de julio de 2024. Camina la calle principal hasta el final, donde el asfalto se vuelve césped y el pastizal le cosquillea las rodillas. Allí permanecen la pileta y su trampolín, ese por el que pegó incontables saltos bajo el sol de muchos veranos. Y las canchas de tenis, sepultadas bajo el pasto y el olvido, indistinguibles a los ojos de cualquiera, menos los suyos. Aladro pasa el alambrado y se aventura hasta el centro, donde el bebedero y los palos que sostenían las redes resisten el paso del tiempo. Aguantan lo suficiente para recordarle lo que supieron ser.

 —Eran espectaculares. Las mantenían de maravilla.

Miguel sabía que se iba a encontrar con una realidad distinta a la que una vez fue, pero eso no es lo que más le sorprendió. “El silencio”, exclama al irse, ese era el mayor contraste con aquel campo que —décadas atrás— respiró vida

—Era la época que tu papá o tu mamá te hacían socio e ibas a pasar el verano a la pileta. Jugué al fútbol, al voley. Aparte de hacer natación, salíamos de la pileta y jugábamos a todo lo que se podía. 

—¿Y cómo encontraste el tenis?

—Estaban las dos canchas y un grupo de veteranos que iba los sábados y los miércoles. Gente que trabajaba en el club, que jugaban muy bien. Y a mi me empezó a gustar porque veía la técnica depurada que tenían, cómo armaban la jugada y me parecía un deporte técnicamente completo. Aprendí sus horarios, memoricé cuándo salían de trabajar y se iban a jugar ese partido, la hora en que venía la gente que jugaba bien al tenis. Entonces iba, me sentaba y miraba, miraba y miraba. Y de tanto mirar me apasioné. 

Tenía nueve años cuando consiguió una raqueta de tenis prestada y empezó. Deseaba poner en práctica todas esas destrezas grabadas a fuego en sus ojos. Pero, para foguearse en el deporte de la pelota flúor, necesitaba de alguien más. Así, Miguel conoció a su “eterno amigo”, el mejor compañero del tenista: el frontón.

—Los días de semana cuando iba a la pileta me pasaba horas. Mientras los otros se iban a jugar a la pelota yo me iba con la raqueta al frontón. Traté de “copiar”  lo que veía, sobre todo a un hombre grande que se llamaba Carlos Airoldi, un jefe de pintura en los talleres de Canale. Tenía una técnica exquisita, era un libro de tenis. 

—¿Alguna vez jugaste con ellos?

—Cuando llevaba un tiempo practicando, la gente del club me empezó a invitar. Tanto fue así que, cuando cumplí 18 y ya andaba bien para ellos, me inventaron un recibo de sueldo ficticio para que pudiera jugar un torneo. Era una liga de la Asociación Interempresarial de Tenis de la República Argentina (AITRA). Participaban las grandes compañías del país y muchas hacían lo mismo, captaban jugadores. Pero hay una cosa que me quedó muy patente. Un día Carlos, este señor que tenía 60 años en ese momento, me preguntó: “¿Me hacés el favor de jugar conmigo?”. Ese hombre al que tanto admiraba me pidió jugar con él, ahí di la vuelta.

Miguel narra el asombro cuando, años después, se lo cruzó a Carlos un domingo en el predio de Banfield. Quien había sido un espejo para el niño que una vez fue, frecuentaba las canchas del club en el que es coordinador de la actividad. La admiración y el agradecimiento nunca se esfumaron. “¿Me hacés el honor de jugar conmigo?”, le pedía Miguel al señor Airoldi cada vez que podía, hasta el día que el hombre de la técnica impecable pegó el último drive y colgó la raqueta, al cumplir 80. “Ese cumpleaños se lo festejamos en este mismo salón”, recuerda Miguel, mientras toma su café con leche en el buffet El Banfileño. 

Pero cuando Canale todavía era un club, Aladro también tuvo la oportunidad de cumplir otro sueño: enseñar. Siempre supo que quería hacerlo. Lo único que tuvo que descubrir fue qué. 

—Empecé a estudiar Ingeniería Rural acá enfrente al predio de Banfield, en la Facultad de Lomas. Yo pensaba en la carrera universitaria para ser docente. Quería ser profesor de colegio. Todo el mundo me decía: “Qué mejor que hacer ingeniería. Sos ingeniero y a la vez podes dar clases”. El problema es que yo no quería ser ingeniero. 

—¿Y cómo te diste cuenta?

—Estaba en el tercer o cuarto año de facultad cuando la dejé, en 1983. Entonces me dediqué a full al profesorado de tenis en el Instituto Wimbledon de Olivos, que era una institución oficial con un maestro de los maestros, un hombre grande que era el director, José María Díaz. Él me ofreció trabajo y, mientras estudié, fui profe en una escuelita en Marcos Paz hasta 1985.

Luego vinieron el Club Casablanca en Lomas, Paraíso Tenis, y La Quinta en Adrogué. Las paradas que hizo antes de llegar a la estación actual, el Club Atlético Banfield, donde está hace 24 años. 

MIGUEL

Como muchos domingos, Miguel está en el predio desde temprano. Llegó a las 8.00 de la mañana para arrancar con otra fecha del interclubes, no sin antes pasar por la estación de servicio para el café con leche y la habitual lectura del diario. La temperatura ronda unos 12°C, lejos del gusto ideal de Aladro: “Ya falta menos para el verano y que no baje de los 35°C. Dame el calor toda la vida”. 

Ya es casi mediodía y el profesor espera por el cierre del último partido en marcha. En cancha está Agustina —una de sus alumnas insignia, que fue campeona de los Juegos Bonaerenses— y se enfrenta a una rival de Racing. Aladro cuenta que después va a disfrutar de otra de sus pasiones, el automovilismo; ansía ver la repetición de las carreras del día en Fórmula 1 y Turismo Carretera.

Miguel está parado al lado de su Citroneta. La contempla bajo los altos árboles del campo de deportes. 

—Me quedó por mi papá. Era artista plástico y la tenía desde siempre. Cuando él falleció, lo primero que pensé fue venderla porque sentía: “Era el auto de mi viejo”. Dos veces lo publiqué y dos veces vinieron a comprármelo. Pero cuando vinieron se me cerró una cosa acá —se agarra la garganta— y dije: “¿Qué pensará mi viejo si la vendo, no?”. Porque me estaría desprendiendo de una parte suya. Él la fileteó, él la hizo toda, qué se yo… Y las dos veces me arrepentí, ya casi vendida.  Después me enteré que había un club del Citroën de Lomas y me empecé a enganchar con los encuentros. Son unas salidas espectaculares porque vamos en caravanas de 20, 30, 40 autos. Ahí dije: “No, no la vendo más”. Yo soy divorciado y no tengo hijos, pero tengo un ahijado que está esperando que me pase algo para quedársela —cuenta entre risas—. Me dice: “Cuidate porque esa va para mí”. El auto será para él porque no la voy a vender nunca.

Horacio Aníbal Aladro era filetero, un artista de Llavallol con un especial gusto por los retratos. Era el papá de Miguel. El talento lo llevó a Horacio a ser el encargado del mantenimiento del tren presidencial de Perón en los talleres de Remedios de Escalada. En esos años, llegó a deslumbrar a la misma Eva con una pintura que le habían encargado hacerle como obsequio. 

—Cuando vio el retrato pidió conocer a quien lo había pintado y era mi viejo. Ella le dijo al jefe de los talleres: “El lunes crea la categoría de pintura artística porque este hombre no puede cobrar como un pintor de brocha gorda. Lo que hace este señor, lo hace un artista”. Mi papá nunca fue peronista. Era socialista. Pero le crearon una categoría que le permitió jubilarse con un buen sueldo porque le subieron el piso. Mi viejo siempre recordaba cómo, de la nada, Eva dijo: “Bueno, si no existe me la crea”, y se la tuvieron que crear. 

Horacio pintó mucho, entre otras cosas la citroneta. Pero una obra en especial fue responsable directa de que Miguel haya nacido. 

—Mis viejos vivían en casas enfrentadas en Lanús. Él era medio picaflor y por eso mi abuelo, el papá de mi mamá, lo quería lejos. Pero un día mi viejo tocó la puerta y le dijo: ‘Tengo esto para vos’. Era un retrato de mi mamá, Amelia. Cuando ella lo vio se murió de amor. 

Miguel posa su mirada sobre el capó, donde la imagen del perro acapara casi todo el espacio.

—Scotty era nuestro Collie. Era mío pero se lo quedó mi papá cuando me mudé. Estaba todo el día en la puerta con él, en la plaza… Cuando el perro falleció fue lo primero que pintó mi viejo en el capó, no a mí. Obviamente, quería más al perro que a mí —empieza a reír—,  ninguna duda. 

Los domingos son movidos en el predio de Banfield. Entre el fútbol, el hockey masculino y el tenis, el estacionamiento es un hormiguero de autos. La citroneta siempre destaca. 

En eso pasa un nene de unos diez años que salía del club. Una mujer mayor —quizás su abuela— le dice: “¡Mirá! ¿Viste ese auto?”. El chico se voltea y sus ojos estallan de asombro. Le preguntan a Miguel si pueden sacar una foto. La toman y siguen su camino. 

Congreso: represión, jubilados en la mirada de Carmen Arias, Presidenta de Madres de la Plaza de Mayo

Por Conrado Maguna Martorell

Mucha tropa riendo en las calles, con sus muecas rotas cromadas, y por las carreteras valladas escuchás caer tus lagrimas”. Así comienza Nuestro Amo Juega al Esclavo, una de las armas letales de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota a la hora de confrontar el orden político represor. Una canción que a pesar de haberse estrenado en 1989, volvió a sonar en épocas de menemismo, corralitos, Kosteki y Santillán, reformas como la del 2017, y en la actualidad.

En estos tiempos la situación que atraviesan jubilados y jubiladas parece colocar automáticamente en el reproductor el disco “¡Bang-Bang! Estás liquidado”, en el cual está incluido el tema.

Los reclamos de las personas que están o merodean la tercera edad pisaron a fondo y llegaron al traumado pavimento de Entre Ríos y Av. Rivadavia que tantas cosas ha visto: los $279.000 de los haberes mínimos llevan a quienes lo cobran a movilizarse a la Plaza del Congreso todos los miércoles, aunque esta manifestación viene desde hace años.

Frente a ellos, la policía federal y gendarmería llevan a cabo sometimientos encargados por un protocolo. 

Carmen Arias, actual presidenta de Madres de Plaza de Mayo y jubilada, camina desde el fondo hacia el pasillo principal de la casa de la organización, con su baja estatura, su amabilidad, predisposición, y mostrando y tocando con orgullo un collar del pañuelo más famoso y justo del mundo. Una vez sentada en una módica silla de madera, aseguró que les están haciendo la vida imposible a los jubilados y que no puede ser que alguien que aportó toda su vida perciba económicamente una cantidad de dinero tan baja.

El contexto empeoró el domingo 23 de marzo, cuando se dio por vencida la moratoria previsional que permitía el pago posterior de aportes para quienes estuvieron en “negro” a manos de su empleador. “No te jubilas más, es desastroso y no se como la gente pudo votar esto”, afirmó la luchadora por los derechos humanos.

El paisaje en el cual la estatua de la República le da la espalda al palacio legal se encuentra obstruido por una enorme cordón de vallas producto del operativo a cargo de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien ordena mediante las fuerzas municipales y nacionales una despiadada represión hacia los adultos mayores.

Arias expone que semejante actitud es una vergüenza mundial: “¿Cómo van a gasear a personas mayores y después menores? Yo no quiero que hayan tiros porque siempre los muertos los ponemos nosotros pero quisiera que este gobierno se vaya”.

Es en la violencia institucional cuando se dan una de las peores postales, en este caso con ancianos y ancianas, e incluso niños, con las vías respiratorias y la visibilidad infectadas de gases lacrimógenos, o aturdidos por los golpes con el “palito abollador de ideas” diría Quino. 

Una semana posterior a la feroz opresión del 5 de marzo, punto de inflexión en la causa, la imagen que regalaron la Avenida de Mayo e Hipólito Yrigoyen parecía entonar el estribillo de Juguetes Perdidos, cantado por el Indio Solari, que consta de “banderas en tu corazón”. La conciencia social hizo que camisetas de River, Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo, Chacarita, Rosario Central y muchos clubes más salieran a defender a los abuelos del pueblo, algo que la entrevistada agradece, calificando de bárbaro el accionar. No corrió con la misma suerte la Confederación General del Trabajo, a quien Carmen le critica que “debería haber salido hace mucho, no esperar a que todo esté como está”. Ella no oculta su deseo de que los sindicatos aparezcan y tengan voz.

Ese mismo día, los puntos de conglomeración no se dieron solo en las narices de la carta magna, sino en diversos puntos del país o de la propia Ciudad de Buenos Aires. La espontaneidad y reacción de una parte del pueblo inundó la noche porteña de la siempre despierta Av. Corrientes, con distintos cacerolazos que gestaron una larga caminata en la cual se iban sumando subgrupos populares para desembocar finalmente en la Casa Rosada.

Algo de esto menciona Carmen afirmando que “tenemos que salir a la calle desde Ushuaia a La Quiaca, pero sin violencia, y demostrarle al gobierno que el pueblo tiene fuerza. La única manera es esa”.

La novedad de la mencionada eliminación del Plan de Pago de Deuda Previsional obliga a quienes se beneficiaban de dicho programa a cobrar la Pensión Universal al Adulto Mayor, que hoy es de $223.200. A la actual conductora de las Madres le toca vivir de cerca esta complejidad, y admitió conocer gente desesperada por no tener la posibilidad de jubilarse y que el PUAM, debido a la inflación, no solucionará el problema.

El haber mínimo obtendrá un aumento del 2, 4 por ciento, lo que lo ascenderá a $285.000, una cifra que sigue sin dar calma en este paradigma. Está claro que dada la coyuntura actual, los miércoles seguirán siendo noticia por el pedido de un mayor incremento, el recuerdo permanente a Norma Pla, y por “formidables guerreros en jeeps”.

 

La butaca sin corona de Mercedes

Por Amilcar Díaz 

Esta es la temporada número 18 en la que Mercedes tiene participación como escudería (estuvo en otras, pero solamente aportando motores), y en todos sus campeonatos estuvo representado por al menos un campeón del mundo:

1954-1955: Juan Manuel Fangio – Previo campeón mundial en 1951.

2010-2012: Michael Schumacher – Previo campeón mundial en 1994/1955/2000-2004.

2013-2024: Lewis Hamilton – Previo campeón mundial en 2008.

El asiento principal de la escudería siempre estuvo representado por alguno de los tres máximos ganadores de la historia de la Fórmula 1: Fangio (5), Schumacher (7) y Hamilton (7), pero las tres desvinculaciones fueron por motivos completamente diferentes.

En 1955, un accidente fatal en las 24 horas de Le Mans, producido por un auto de Mercedes, hizo que este se retirara de todas sus competencias automovilísticas. 

Schumacher anunció su segundo retiro de la Fórmula 1 en 2012, luego de que había retornado a la misma en 2010.

Hamilton, en cambio, decidió dejar la escudería con la que logró seis campeonatos mundiales como piloto, y anunciar su traspaso a Ferrari, teniendo la posibilidad y la intención de ganar su octavo título y convertirse en el único piloto en lograrlo.

Esta decisión se debe a que Mercedes, luego de ganar 8 campeonatos mundiales de constructores (2014-2021), fue decayendo gradualmente en el rendimiento con sus autos frente a los de sus principales rivales (Red Bull, Mclaren y Ferrari), obteniendo el cuarto puesto en el 2024 por debajo de ellos.

Frédéric Vasseur, director del equipo de Ferrari y principal responsable de generar el acuerdo con Hamilton para su traspaso, sacó chapa por la decisión de Lewis: “Tuvo que tomar una decisión: ‘¿Dónde tengo la mayor posibilidad de ganar el campeonato mundial en 2025, 2026, 2027?’ Y respondió: ‘Ferrari'”. De esta manera, dejó en claro además que el contrato con el británico siete veces campeón del mundo es de por lo menos tres años.

La decisión sorprendió a la gente de Mercedes, en especial a su director de equipo, “Toto” Wolff, quien sigue sin caer: “No podía creerlo, mi piloto, después de 12 años en el equipo, dijo que se iba a Ferrari. Lo que me tomó por sorpresa fue el momento. ¿Por qué haría esto ahora?”. La decisión del traspaso fue anunciada previo al inicio de la temporada de 2024.

Wolff, tras varias semanas sin tomar una decisión, en las que inclusive mantuvo conversaciones con Max y Jos Verstappen acerca del futuro del piloto neerlandés, decidió que su piloto principal para la temporada 2025 sería George Russell, luego de que este se consagró en el Gran Premio de Bélgica, donde ganó al elegir una estrategia a una sola parada, a pesar de que el equipo quiso enviarlo a boxes dos veces. Luego de esto, el director de Mercedes respaldó al británico: “Confío bastante en George y en que tiene la madurez y la velocidad para ser el piloto principal el próximo año”.

Con Russell como piloto principal, y marcando otro hito en la historia Mercedes, Toto confirmó a Andrea Kimi Antonelli como su segundo piloto para la temporada 2025, siendo la primera vez que Mercedes coloca en uno de sus asientos a un piloto rookie (novato), y al ser consultado sobre su incorporación, Wolff la justificó: “Es muy raro ver a chicos que ganan básicamente todo en lo que participan, y en la Fórmula 1, estos se han convertido en grandes campeones. Del estilo de Verstappen, Michael Schumacher, Ayrton Senna. Creo que Kimi tiene el mismo potencial”.

Cabe destacar que Wolff, al elogiar a Antonelli, no se refirió a Hamilton como uno de los “grandes campeones”.

Amato, el goleador que se puso la camiseta de la Memoria

Por Julieta Silva Idiart

Mientras miles de decanos se llenaban la boca con el grito del gol de Mauro Amato, la remera que el delantero llevaba debajo de su camiseta exclamaba algo que, con el pasar de los años, dejaría en segundo plano a lo futbolístico: “¡Aguanten las madres!”.

Ese partido por el Campeonato de Primera B Nacional 1999 en el que Atlético Tucumán derrotó por 3 a 1 a Godoy Cruz tal vez pase inadvertido en la memoria de sus hinchas, sin embargo, el festejo del tanto que marcó esa noche el 10 de los de 25 de Mayo y Chile pretendía que en la memoria de la gente se grabe el lema que escondían los bastones celestes y blancos, el cual pedía, al igual que las mujeres que perdieron a sus hijos durante la última dictadura cívico-militar, por la verdad y la justicia.

Con la misma sonrisa que acompaña la calidez de sus abrazos y la amabilidad que lo caracteriza, Amato cuenta que lo que impulsó estas celebraciones fue la literatura.

-“Nunca Más” cambió tu manera de pensar, ¿qué libro le recomendarías a quien quiera empezar a informarse sobre esta causa?

-No tengo tanto conocimiento de un iniciador, pero yo siento que debe ser un libro que te conecte. Creo que los libros te encuentran a vos en el momento en el que los tenes que leer.

-¿Y cómo te encontró a vos este libro?

-Estaba en la biblioteca de casa, pero no sé cómo llegó ahí. Me agarró en el medio de Tucumán, en el momento justo, es como que todo el universo me unió a ese contexto, a (Antonio) Bussi y a todo lo que se generó.

-Es un decir bastante futbolero el del “aguante”

-Si, es una combinación de fútbol y de derechos humanos. Tiene un montón de aristas el aguante. Era mi forma de expresarme y eso me impulsó a que cada vez que hacía un gol decir algo, hacer tomar conciencia a la gente y de causar algo que impactara.

-¿Hubo hinchas que se acercaron a vos para expresarte que estaban de acuerdo o en desacuerdo con tu festejo?

-No, no hubo nada (y mientras recordaba esto, se borró del rostro de Mauro la expresión alegre que lleva a todos lados). El hincha estaba más contento por el gol que por el mensaje. En la provincia había tensión, era como una tensa calma, es lo que yo sentí en el año y medio que estuve.

-¿Esto puede haber tenido que ver con que la prensa no publicó la foto?

-Totalmente, la tapó y no hubo comentarios, es como que Tucumán estaba muda. La foto sale porque mi ex mujer era fotógrafa y pudo ver la luz en una nota que me hicieron tiempo después, cuando ya no estaba en ese club. Por eso esta movida de la remera fue tomando trascendencia a través de los años, no se pudo mostrar ni bien la saqué. 

-¿Qué generó en el vestuario la celebración? ¿Te preguntaban tus compañeros por lo que significaba?

-No, no se interesaban. Para mí no es algo raro mostrar una remera, ahora es muy común, el tema estaba en lo que decía el mensaje y a partir de eso un dirigente me dijo que tenga cuidado con las cosas que mostraba, quiso parar esos festejos y las cosas que expresaba. Ahí es donde uno es rebelde y va por más. Después hice una en conmemoración a Jose Luis Cabezas, o sea que seguía tirando mensajes que eran potentes para la reacción de la gente, eso quería lograr, que tengan conciencia social.

-Tenías 24 años cuando jugabas en Atlético y te revelabas en tu entorno. La gente suele asociar la rebeldía a la juventud, pero pasaron los años y tu esencia no cambió, ¿por qué esto es así? ¿Tiene que ver con el entorno?

-El rebelde va a ser siempre rebelde. Ahora, me fuí construyendo a través de la literatura, eso formó a un Mauro con más conciencia social y más sensible a lo que pasaba en el afuera. Mi entorno era mudo, ciego y no escuchaba.

-Entonces tu entorno terminaron siendo los libros.

-Exactamente, ¿por qué tengo que pensar de una determinada manera si tengo un pensamiento propio?. Fue también cuando comencé a hacer terapia, por algo futbolístico, que se me partió la cabeza para ver las cosas de otra manera. Yo tenía inseguridad dentro de la cancha y buscaba saber el por qué, a partir de ahí encontré todo un mundo.

-Hoy está menos estigmatizada, pero en el contexto del año 99, ¿estaba mal vista?

-En el fútbol me veían como un raro, pero yo hacía terapia porque descubrí que me hacía bien. En ese momento lo busqué de manera particular, no había un psicólogo en el club.

-Cuando La Renga estuvo en Tucumán, Chizzo te dio una remera de la banda. ¿El rock acompañó a las ideas que vos estabas forjando en ese momento?

-Totalmente, fue un hermoso encuentro. Me fui del hotel donde estábamos concentrando con Atlético con una remera del club así que la intercambié por una de él. Era la del álbum Despedazado Por Mil Partes, le dije que fue este el disco que me vinculó hacia la banda ya que me siento totalmente identificado, esa charla tuvimos, de todas las cosas que hacen a la libertad, de encontrar lo que vos querés hacer y tus sueños, fue alucinante.

-Volvés a jugar a Tucumán, hacés un gol, te levantás la camiseta y tenes una remera con un lema, ¿qué dice?

-Algo de los jubilados, aguanten los jubilados tal vez es muy trillado, pero sería en referencia a ellos.

A casi 26 años de los goles que celebró Amato en el norte del país, el delantero llega a la conclusión de que el objetivo de las leyendas que llevaba debajo de su uniforme se sigue cumpliendo a medida que pasa el tiempo.

-Mirá hasta dónde llegó. Los 24 de marzo de cada año siempre hay notas, mantienen viva a la memoria y a la remera de los pañuelos blancos.

 

Clubes con Memoria, por la Verdad y la Justicia

Por Conrado Maguna Martorell

A 49 años de la última dictadura cívico militar en Argentina llevada a cabo mediante un plan sistemático de represión, persecución y de terrorismo de Estado con múltiples, comprobados y juzgados delitos de lesa humanidad, es una obligación recuperar el rol que han tenido los clubes en más de cuatro décadas de democracia ininterrumpida a la hora de imponer la memoria como puente a conocer una historia con tal de no volver a repetirla. Este comportamiento de parte de las instituciones deportivas cobra mayor importancia en tiempos donde no solo las ideas negacionistas amenazan con hacerse de legitimidad, aprobación y ostentar una hegemonía, sino también las intenciones de separar a los clubes del espectro político hacen lo propio.  Suena irónico e hipócrita que esos refugios que se fundaron gracias a obreros, trabajadores de talleres ferroviarios, políticas migratorias, pibes que jugaban en la calle con el tranvía porteño en la nuca, que forman parte de la vida social argentina hace más de 120 años, que están intrínsecas en el ADN popular, rescatan chicos de la marginalidad, ayudan a la familia de un integrante de las inferiores, organizan una olla popular o se pone manos a la obra ante una catástrofe natural, no tenga relación con el orden político y las sendas de un país.

 Todo club es político, ya sea por su origen, por su historia, su esencia, quienes lo conforman, si se introdujo o no en aspectos de índole oficial nacionalmente hablando, y si lo hizo que consecuencias tuvo, que dice el voto popular del barrio donde pertenece, quienes fueron y son sus socios, por mencionar algunos aspectos.

Destacar y quedarse con esto último, la masa societaria: el motor de nuestros clubes, el sustento económico mensual más allá de alguna extraordinaria venta de activos, el dar amor y constancia en busca de la pasión.  

Cientos de los 30.000 desaparecidos durante 1976 y 1983 eran parte de decenas de clubes argentinos, quienes ante lo ocurrido en aquellos fatídicos 7 años también se vieron perjudicados al perder aportantes en calidad de socios, por lo que la restitución de ellos a los padrones no significa solo un homenaje o un reconocimiento, sino también recuperar a alguien más que hacía a las instituciones.

Ejemplo de ello son clubes como Banfield y Racing: en 2019 el Taladro mediante la campaña #Los11deMemoria restituyó 11 carnets de socios desaparecidos, a través de un acto en el estadio Florencio Sola en el que participaron Abuelas de Plaza de Mayo como Delia Giovanola, Taty Almeida y Norita Cortiñas; en 2022, la Academia inmortalizó entre las puertas 19 y 21 del Cilindro de Avellaneda un cartel con la leyenda “El 22 de febrero de 1977 la dictadura cívico militar fusiló a 4 hombres y 2 mujeres en las inmediaciones de este estadio, sus cuerpos aún no han sido identificados. ´Presentes ahora y siempre¨”. Con respecto a éste último caso, el 22 de marzo se realizó un acto conmemorativo para las víctimas de aquella jornada.

Por lo contrario pero en vías de reclamar Memoria, Verdad y Justicia, River Plate tomó la decisión en 1997 de expulsar como socios honorarios a los represores Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, quienes habían obtenido dicha condición en 1978 y que en 1983 fueron condenados por “bestias de aquel infierno”.

No dejar de olvidar a una de las mayores pérdidas que sufrió el fútbol argentino por la función social de los clubes: el Gasómetro, expropiado en 1979 a un San Lorenzo que dos años atrás había recibido a las Madres de Plaza de Mayo en una de sus primeras apariciones públicas. Los terrenos volvieron a pertenecer al Ciclón el 1 de julio de 2019.

Estas iniciativas se trasladan a las calles. Es menester destacar la invitación a reflexionar y movilizar en este día por parte de las instituciones deportivas mediante el uso efectivo de las redes sociales. Cada vez es más común ver en los 24 de marzo presentes a comisiones de derechos humanos representando a los distintos escudos que saltan al campo de juego los fines de semana.

Son ellos, los clubes; es ella, la pelota, quienes así como le deben al pueblo su existencia, salieron a defenderlo y resguardarlo en tiempos de amateurismo marrón, tablones, gobiernos de factos, guerra, corralitos, e intentan hacerlo en los corrientes, porque entienden que, citando a León Gieco, todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia, y que como pueblo hay que dejarla vivir libre como el viento.