jueves, junio 26, 2025
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Antonelli, de Italia a la Fórmula 1 sin frenos 

Por Catalina García

Con tan solo 18 años ya conquistó las pistas y los corazones de los amantes de las carreras. Con una sonrisa que ilumina hasta el último kilómetro del circuito, y un carisma que despierta cariño y deseo por que logre un título mundial, Andrea Kimi Antonelli llegó este año a la Fórmula Uno para quedarse y convertirse en una de las leyendas de esta categoría. 

La pasión por el automovilismo corre en sus venas, su padre, Marco, quien lo acompaña a todos lados, es un expiloto y actual propietario del equipo AKM Motorsport que compite en la Fórmula 4 italiana. Él le enseñó todo lo que sabía sobre el deporte. 

“Cuando era chiquito solía jugar con autitos en el piso de casa. Me acuerdo que armaba mi propia pista, movía los autitos y hasta comentaba la carrera, ‘Y aquí viene Kimi Antonelli, por fuera en la horquilla ¡Toma la delantera! ¡Qué maniobra!’”, contaba el piloto italiano sobre uno de sus primeros recuerdos. 

Su ligadura con los deportes de motor es tan fuerte que es notable en sus resultados a lo largo de su corta carrera. A partir de los siete años que comenzó a competir y alcanzado los 15 ya había salido campeón de Europa cinco veces. 

Su gran destacamento en las categorías inferiores llamó la atención del Team Principal de la escudería Mercedes, Toto Wolff, quien conversó con el padre de Kimi para que formara parte del equipo junior a los 12 años de edad. 

“La manera en la que corría era muy madura considerando su edad y su experiencia”, comenta el francés Gwen Lagrue, quien trabaja en Mercedes y se encarga de fichar a la próxima estrella, respecto al momento en que puso el nombre de Kimi sobre la mesa.

Más allá de que durante los fin de semanas logrará victoria tras victoria, fue una etapa dura para el oriundo de Bolonia, ya que no solo debía sacar buenas notas en el colegio, sino que también viajar y aprender inglés. La presión lo llevó a replantearse si valía la pena, pero cuando notó que era un orgullo para su padre decidió continuar para adelante. “Todo esto no es solo para mi, sino que también es para él. Llevo su legado”.

“Probablemente te estaba pidiendo más de lo que podías dar”, confiesa el progenitor del joven corredor sobre las peleas que mantenían cuando tan solo era un niño encontrando su lugar en el mundo de las competencias internacionales. 

Sin embargo, Marco siempre supo que era especial. “Me di cuenta que tenía algo extra ese día en que, con 10 años, manejó un Lamborghini de carreras conmigo en la pista de Adria. Ahí fue cuando pensé que podría lograr algo bueno en el automovilismo”. 

No obstante, la exigencia dio frutos. Tras pasar por la F4 saltó abruptamente a la F2 en la que finalizó sexto en el campeonato. A pesar de este resultado, Wolff ya había confirmado a la prensa que Antonelli sería uno de los pilotos principales de la escudería alemana en 2025. 

“¿Cómo será trabajar con un piloto joven? La cosa es que no sé. Kimi no tiene su licencia de conducir aún. Por lo tanto, es un tipo diferente de presión porque hay mucha expectativa en un muchacho tan jóven, super talentoso, pero que todavía no fue probado. Ese es mi trabajo, probarlo y asegurarme de que podamos convertirlo en otro campeón del mundo”, se cuestionaba Peter “Bono” Bonnington, ingeniero de Mercedes, acerca de la llegada de Antonelli a la Fórmula Uno. 

El joven piloto fue bien recibido por sus compañeros de parrilla, todos destacan la madurez y frialdad en la pista. Sin embargo, todavía le queda un largo camino por recorrer. “Hay demasiado para aprender y uno no sabe cuánto no sabe, por eso debemos enseñarle un montón”; “Una gran parte de preparar a un piloto es hacerlos sentir cómodos estando incómodos”, destaca Bono quien trabaja de cerca con la futura promesa del automovilismo. 

Pese a las adversidades que se le presentan, Kimi opta por aprender de cada error, utiliza métodos como la manifestación o la visualización para comprender sus fallas y poder mejorar para la próxima carrera. 

“Visualizo un montón, con todo pero mayormente cuando corro. Cometo un error en la carrera y comprometo un poco el resultado, me imagino ‘¿Y si hubiera defendido mejor?’ ‘Si frenara más en el ápex y no volviera para atrás ¿qué podría haber sido?’ También visualizo un poco sobre el futuro. Manifiesto”. 

El éxito es una palabra que identificará la carrera del tercer piloto más joven en haber debutado en La Máxima. Todavía tiene un largo camino por recorrer, pero los expertos se adelantan en asegurar que el futuro del muchacho será igual o más grande de lo que alguna vez fue Senna, ídolo de Kimi Antonelli. 

Paula Badosa, otra vez en el top ten

Por Manuel Izquierdo

La familia de la tenista española Paula Badosa está formada por Josep Badosa, su padre, y su madre Mireia Gibert, de origen gerundense, quienes emigraron para desarrollar sus carreras en el mundo de la moda. Cuando Paula tenía seis años regresaron a Barcelona. Empezó a jugar en el club Playa de Aro. A  los catorce años necesitó un cambio y se trasladó a Valencia, al Tenisval, con José Altur y Pancho Alvariño. Regresó a Barcelona cuando tenía diecisiete años.


La tenista española nació en los Estados Unidos en la ciudad de Nueva York el 15 de noviembre de 1997. Hoy en día está en el puesto de Ranking 10 del mundo de la WTA.

En 2014, con 16 años, fue convocada por Conchita Martínez, capitana del equipo español de Copa Federación. Al año siguiente, se proclamó campeona de Roland Garros Junior, cuatro meses después de hacer su debut como profesional en el circuito WTA en el Masters de Miami, donde alcanzó la tercera ronda. En el año 2017 la tenista española se proclamó campeona  de España, tras derrotar en la final a Carla Suarez en tres sets. En el 2021, tras conseguir su primer título WTA en Belgrado, fue la primera y única tenista española en obtener el título del Indian Wells.

 


En abril del 2022, llegó al puesto número 2 en el Ranking WTA, su mejor ranking hasta la fecha.

Badosa llegó a ser la número 8 del mundo junior en enero de 2015. Hizo su debut en ese circuito con 14 años en octubre de 2012, alcanzando los cuartos de final tras superar la fase previa en la Copa Junior Sánchez Casal en Barcelona. 

 

12 de junio: la historia detrás del Día del Arquero

Soccer Football - FIFA World Cup Qatar 2022 - Final - Argentina v France - Lusail Stadium, Lusail, Qatar - December 18, 2022 Argentina's Emiliano Martinez saves a shot from France's Randal Kolo Muani REUTERS/Molly Darlington

Por Franco Lewkowicz 

Durante mucho tiempo, en la jerga popular argentina, la frase “el día del arquero” funcionó como un sinónimo de lo inalcanzable, una forma pintoresca de señalar que algo jamás ocurriría. Sin embargo, desde 2011, ese día existe. Y no sólo existe, sino que se resignifica año a año como un verdadero homenaje a quienes ocupan el lugar más ingrato y heroico del campo de juego. Cada 12 de junio se celebra en Argentina el Día del Arquero, y con él, se honra una figura que representa entrega, valentía y soledad.

  La elección de la fecha no es aleatoria. Ese mismo día, hace más de una década, se oficializó la fecha, ya que coincide con el nacimiento de Amadeo Carrizo en 1926, uno de los próceres del arco nacional. Oriundo de Rufino, Santa Fe, Carrizo no sólo fue un arquero excepcional, sino un innovador que transformó el puesto para siempre. Jugó más de dos décadas en River Plate, donde disputó 521 partidos oficiales, y se convirtió en un símbolo de técnica y temple. Fue el primero en animarse a salir del área para cortar jugadas, en jugar con los pies como si fuera un líbero y en entender el rol del arquero no como un simple atajador, sino como un participante activo en la construcción del juego. En una época donde el puesto era casi un castigo, él lo convirtió en una elección. Su estilo marcó a generaciones y lo posicionó como un adelantado a su tiempo. Tanto, que su influencia se percibe incluso hoy.

  La esencia de esa transformación puede verse reflejada en cualquier rincón del país donde una pelota ruede. En una tarde cualquiera, en el corazón del Parque Centenario, un pibe de unos once años, con camiseta sin nombre y guantes un poco gastados por el entrenamiento, se lanza sobre la mezcla de tierra y pasto con una determinación admirable. La pelota va rasante hacia su izquierda, pero él se estira como si sus brazos crecieran en el aire. Ataja. Se reincorpora con la velocidad de un gato y vuelve a pararse firme frente al arco improvisado con dos conos. Un nuevo remate lo obliga a volar hacia el otro palo. Salva otra vez. No hay cámaras ni tribunas, pero sí una voluntad que no conoce tregua. Su cuerpo habla el idioma de los reflejos y su mente vive adelantada, siempre esperando lo inesperado. En su mundo, ese pedazo de césped es como si estuviera en un estadio entero.

  Para quienes se han calzado los guantes profesionalmente, ese fuego interno es fácil de identificar. Hernán “Chispa” Coldeira, hoy con 52 años, lo reconoce en cada chico que entrena. Fue arquero durante toda su carrera, coronada por el histórico ascenso con Arsenal de Sarandí a la Primera División en 2002, y desde hace años trabaja como entrenador de arqueros. Según cuenta, su relación con el puesto no fue inmediata. En sus primeros años como jugador, prefería jugar de delantero. Alternaba entre atacar y atajar, hasta que la falta de oportunidades en ofensiva lo empujó definitivamente hacia el arco. Con el tiempo, encontró ahí un lugar en el que no sólo se sentía cómodo, sino apasionado. De a poco, el gusto se convirtió en amor, y el amor en convicción.

  Coldeira sostiene que la mayor dificultad de ser arquero no reside únicamente en lo técnico, sino en la carga emocional que implica. Al ser el último obstáculo antes del gol rival, el margen de error es mínimo y la exposición, total. Cualquier equivocación se transforma en noticia, y el impacto mental puede ser demoledor. Por eso, afirma que la fortaleza psicológica es tan importante como los reflejos o el posicionamiento. Asegura que hay que estar preparado para equivocarse y, sobre todo, para levantarse inmediatamente después.

  Desde su experiencia como formador, remarca la importancia del acompañamiento humano. Asegura que cuando un arquero atraviesa un mal momento, lo primero que hay que hacer es detectar si hay un problema personal afectando su rendimiento. Y que, una vez detectado, el rol del entrenador no puede limitarse a lo táctico: hay que estar, escuchar, sostener. Apuntalar desde lo emocional es, para él, parte fundamental del proceso.

En los últimos años, celebra con alegria que el puesto haya empezado a recibir el reconocimiento que merece. Considera que ya no es visto como un espacio de descarte o como una función menor, sino como una posición compleja, noble y esencial dentro del equipo. Valora que exista una fecha dedicada exclusivamente a esa figura muchas veces olvidada, y asegura que es un símbolo de que algo ha cambiado para bien.

  Y no duda en afirmar que ese reconocimiento no es gratuito. Se construyó gracias a los enormes arqueros que tuvo el país a lo largo de su historia: desde Carrizo hasta Fillol, de Gatti a Pumpido, de Abbondanzieri a Romero, de Goycochea a Emiliano Martínez. Cada uno dejó una marca, y juntos forjaron una identidad que hoy se mantiene vigente gracias a la calidad y cantidad de arqueros que siguen surgiendo en el fútbol argentino.

  Por eso, el Día del Arquero ya no es una ironía: es una celebración necesaria. Una forma de agradecerle a esos jugadores que están hechos de otra pasta. A los que se ensucian más que nadie. A los que vuelan para salvar sueños que no son suyos. A los que están solos cuando todo el equipo va al frente, y que tienen que estar firmes cuando todos dudan. Porque en un país que admira al que hace goles, también hay lugar para idolatrar al que los impide.

  Hoy, además, hay un nuevo ídolo que reavivó el orgullo del puesto: en cada potrero del país, cuando un chico vuela hacia un palo gritando “¡Dibu!”, no sólo imita una atajada, sino que se abraza al sueño de ser arquero. Martínez no sólo detuvo penales: también devolvió al arco argentino un lugar en la gloria. Y en cada grito infantil, en cada salto con los brazos estirados, se escribe la próxima página de esta historia bajo los tres palos.

  Y es ahí, en ese rincón del campo donde el aire pesa distinto, donde nacen los héroes silenciosos. Los que levantan a su equipo desde lo más atrás del campo de juego. Los que no aparecen en las tapas, pero quedan en la memoria. Los que no piden nada, pero lo dan todo. Los que, cada 12 de junio, tienen al fin su merecido día.

Se despide Goodison Park: el estadio que vio la caída del Rey y su ángel

Por Juan Pablo Lopez

El estadio dejará de ser la casa del fútbol masculino del Everton en la temporada 2025/26. En tiempos de estadios inteligentes, naming rights y butacas corporativas, ese rincón de Liverpool parece una pieza arqueológica. Allí, en su césped curtido por la niebla y el juego inglés, Brasil dejó de ser invencible.

La Brasil de Pelé era una obra de arte, una coreografía armada entre el barro y el sol. Venía de ganar dos Copas del Mundo con Pelé, el Rey, acompañado de Garrincha, ese ángel cojo que jugaba como si escuchara música que nadie más oía. Juntos, nunca perdieron, y en Goodison, jugaron su último partido como dupla, ya que el icono del Botafogo dejó la selección luego de 11 años, dando su último paso internacional en la isla europea.

El Mundial de Inglaterra fue áspero desde el inicio. A Brasil lo recibieron con advertencias insólitas de la FA, como por ejemplo que “el café podría ser considerado una sustancia estimulante”. La respuesta brasileña, volvió con tono cómico: “El té de ustedes tiene más cafeína”. La preparación, empezaba a ser un desmadre.

Pasaron por cinco ciudades en Brasil antes de viajar. Convocaron a 49 jugadores. Se entrenaban en cuatro equipos distintos, y se colaron nombres por error: llevaron al Ditão del Flamengo en vez del de Corinthians. Feola, que había sido el técnico en el 58’, no encontraba el equipo y para colmo cambiaron al preparador físico a último momento por uno especializado en judo. Djalma Dias, excluido, acusó públicamente a la Confederación de convocar al veterano Bellini —capitán en 1958, ya con 36 años— “por saudosismo” y que la razón de su convocatoria recayó en su buen pasado más que en su presente. 

En la lista definitiva había solo dos futbolistas de fuera del eje Río-São Paulo: Alcindo, del Grêmio, y Tostão, del Cruzeiro. La centralización irritaba, pero Brasil no parecía tener tiempo para discutir su federalismo futbolero. Además, el propio Alcindo se lesionó el tobillo en mayo ante el Bangu, lo enyesaron por dos semanas, pero igual lo llevaron. Feola, el técnico, lo quería como titular en el debut. “Estaba demasiado bien”, decía al Jornal dos Sports. Todo eso, antes de siquiera pisar Inglaterra.

Brasil debutó con una victoria por 2 a 0 frente a Bulgaria en Goodison Park. Los goles fueron de pelota parada: uno de Pelé y otro de Garrincha. Pero más allá del resultado, fue un partido violento, cargado de golpes bajos. Los búlgaros no se achicaron ante el bicampeón y fueron al cuerpo desde el primer minuto. Pelé recibió patadas por todos lados y terminó maltrecho, sin poder jugar el siguiente partido. A pesar del triunfo, la sensación era rara: el jogo bonito había ganado, sí, pero a un precio altísimo.

Ese era el marco en la previa de la segunda fecha: sin Pelé, lesionado tras los golpes sufridos ante Bulgaria, Brasil salió a enfrentar a Hungría en el estadio de los Toffees con un equipo remendado y un ánimo desconcertado. El resultado fue el principio del fin: derrota por 3 a 1, en un partido en el que la selección húngara mostró una precisión táctica y física que desnudó las falencias de un Brasil que ya no era el de 1958 ni el de 1962. Fue también el fin de una racha que sigue vigente al día de hoy: trece partidos invictos en Mundiales. La defensa parecía lenta, el mediocampo sin ideas y Garrincha, que aún tenía chispazos de magia, ya no era ese ángel imbatible, sufrió su única derrota con la selección, en su partido número 50, el último. 

En los pasillos del estadio, hubo silencio, resignación y rabia. Dicen que en el vestuario se escuchaban las gotas de la ducha mal cerrada. Garrincha solo repitió en voz baja: “Así no”. Nadie habló. Solo se oían las vendas despegándose de la piel.  La derrota dolió, pero no terminó de hacer sonar la alarma. Aún quedaba una última bala.

Feola hizo nueve cambios, entre ellos, Garrincha al banco. Pelé volvió, todavía maltrecho, y los esperaba una Portugal que tenía a Eusebio y un mediocampo con cuchillos que cazó al 10 de Brasil con violencia. El árbitro inglés George McCabe no vio, no quiso ver, y provocó que el Rey siguiera jugando lesionado. Sin cambios, sin protección, otra vez la derrota fue 3-1. João Morais golpeó sin piedad, McCabe, no lo amonestó, provocando que el brasileño terminase sin poder caminar, fuera del campo, sin cambios disponibles. Fue su única derrota en Copas del Mundo en 14 partidos, y la eliminación más prematura de un campeón defensor desde Italia en 1950. Pelé, años después, lo resumió con amargura: “Pensé que para mí se habían terminado los Mundiales. El fútbol ya no era fútbol; era violencia. Yo no quería terminar inválido, ni dejar inválido a nadie. Pero no haber jugado en 1970 habría sido un error imperdonable”.

A la vuelta, los hinchas brasileños que habían viajado improvisaron una batucada lenta y cantaron “Tristeza, por favor vá embora”. Una escena impensada solo cuatro años antes, cuando Garrincha volaba sobre el césped como un ángel y Pelé era, sin discusión, el rey.

Goodison no celebró ese día. No era su fiesta, pero fue testigo de la caída de un héroe, la de su ángel y el fin de esa ilusión de que el talento siempre puede más que la fuerza. Por eso el campo de juego deja marcas, siendo una de ellas ese derrumbe. A veces, un estadio no se hace mítico por los goles que celebra, sino por las caídas que presencia, y ese mes de julio, en Goodison Park, la pelota dejó de bailar, El rey fue cazado, El ángel dejó de iluminar y el mundo del fútbol entendió que ni siquiera los más grandes son eternos.

 

Al-Ahly, el ignoto gigante que se medirá ante Messi en el debut del Mundial de Clubes

El trofeo en las pirámides de Giza durante su gira mundial

Por Francisco Gentile

El Inter Miami de Lionel Messi abrirá el “Super” Mundial de Clubes ante el Al-Ahly, en un choque que levantó sospecha en la previa por la baja venta de entradas, pero que tendrá al mejor de la historia enfrentando por primera vez a un coloso del fútbol mundial.

La disputa por ser “el más grande” atraviesa a gran parte de las instituciones deportivas del planeta, que en mayor o menor medida, buscan sobreponerse de forma global, regional, nacional o barrial. Algunos, como Boca, se jactan de jamás haber pisado la segunda división y de ser el más ganador internacionalmente de su confederación. En tanto, River puede argumentar una superioridad de campeonatos locales y haber ganado una final continental a su máximo rival. Sin lugar a dudas, un equipo que nuclee estos hitos y además sea indiscutiblemente el más popular, con un historial positivo ante todos los clubes de su país, sería uno de los cuadros más grandes del globo, y ese es el caso del Al-Ahly. 

Su triunfo en la Copa África-Asia-Pacífico de la FIFA 2024.

A pesar de ello, en un mundo que constantemente ignoró al continente africano, no se suele tomar dimensión del tamaño colosal del conjunto egipcio, que cuenta en sus vitrinas con 107 torneos locales entre ligas, copas y supercopas y 26 internacionales, de las que destacan 12 Champions League africanas. Números que demuestran que “El Nacional” (cómo se traduce su nombre) no solo está preparado, sino que es un más que digno designado para dar apertura al certamen de clubes más globalizado de todos los tiempos.

Fue fundado en 1907, cuando el país faraónico estaba bajó ocupación británica y los deportes eran exclusivos para la clase alta y extranjera, que en su mayoría provenían de Italia, Grecia y Reino Unido, en este contexto, un grupo de jóvenes de El Cairo crean dos años antes el “Club para Estudiantes de Secundaria”, donde se juntaban discutir el rumbo de la nación y las decisiones políticas de ese entonces, sin intenciones atléticas, pero con un fuerte sentimiento nacionalista al ser los primeros que permitieron la libre asociación del pueblo egipcio.

Esta estrecha relación con las clases bajas se mantiene hasta día de hoy y les valió el sobrenombre de ser “el equipo de la gente”, con fuerte actividad en causas sociales, como el apoyo a Palestina, razón por la cual es normal ver banderas de dicho territorio siempre que juegan los Rojos, no solamente en las gradas, sino también portadas por los jugadores.

Hussein El Shahat y Akram Tawfik flameando la bandera palestina.

Otra acción que los movilizó y marcó fue la Primavera Árabe de 2012, en ese marco visitaron en Puerto Saíd al Al-Masry, abiertamente defensores del ex dictador Hosni Mubarak. Una vez consumado el encuentro, los locales descendieron al campo de juego y emboscaron al plantel rival con piedras, cuchillos y bengalas, con complicidad de la policía, avanzando también sobre la hinchada de Al-Ahly y dejando un saldo de 74 muertos y más de 500 heridos en lo que fue la mayor tragedia en la historia del deporte africano y terminó con la disolución temporal de la federación.

El 74, número que se convirtió en emblema tras la tragedia.

Su biografía tampoco se entiende sin Zamalek, con quien mantiene (según The Guardian) el clásico más violento del mundo por las riñas que suelen verse en las tribunas. Lo único que comparten es el sentimiento cairota y el uso del Estadio Nacional de El Cairo, en el resto están en las antípodas, su némesis fue fundado por británicos y es asociado a la clase alta. Los dueños del duopolio del fútbol egipcio (se reparten 59 de las 66 ediciones de liga) se vieron enfrentados en la final de la Liga de Campeones de África en 2020, duelo que se quedaría Al-Ahly por 2 a 1.

Bandera de Anubis con el color característico en un duelo con Zamalek.

En la tierra de momias y esfinges, su aporte al máximo proyecto de FIFA para el presente año es el “Orgullo Nacional”, el cual no piensa decepcionar.

 

El héroe o el villano de la historia sin un punto medio: Día del Arquero

Por Nicolás Costa

El 12 de junio no es un día más. En 2011, por iniciativa del Senado de nuestra Nación, se celebra “El Día del Arquero” en honor a Amadeo Carrizo, el histórico portero que tuvo River Plate. Desde su debut en el fútbol, “Tarzán” marcó el inicio de una leyenda que iba a revolucionar para siempre este deporte. Con su estilo para atajar arriesgado, gaucho e innovador dejó una huella inolvidable en el “Millonario” y en la historia del fútbol mundial. Con tan solo 19 años debutó en la Primera de River Plate, y fue un amor que duró 24 años más. Un enamorado de su querida “La Banda”. Siempre se desvivió por dejar la vida en la cancha y que la gente lo disfrutara como si fuera el último día de su vida, sin saber que, más adelante, iba a ser amado eternamente por todos sus hinchas.

La única particularidad es que, a nivel mundial, se celebra el 14 de abril en homenaje al colombiano Miguel Calero. El portero tenía el récord de mayor cantidad de partidos jugados en toda la historia, con 945 encuentros, y luego de su fallecimiento se eligió el día de su cumpleaños para que esta conmemoración sea posible.

El 12 de junio no es un día más. En 2011, por iniciativa del Senado de nuestra Nación, se celebra “El Día del Arquero” en honor a Amadeo Carrizo, el histórico portero que tuvo River Plate. Desde su debut en el fútbol, “Tarzán” marcó el inicio de una leyenda que iba a revolucionar para siempre este deporte. Con su estilo para atajar arriesgado, gaucho e innovador dejó una huella inolvidable en el “Millonario” y en la historia del fútbol mundial. Con tan solo 19 años debutó en la Primera de River Plate, y fue un amor que duró 24 años más. Un enamorado de su querida “La Banda”. Siempre se desvivió por dejar la vida en la cancha y que la gente lo disfrutara como si fuera el último día, sin saber que, más adelante, iba a ser amado eternamente por todos sus hinchas.

¿Cuántas veces escuchamos “Va a pasar el Día del Arquero”? Se solía repetir para demostrar lo poco probable de que sucediera algo. Pero con el paso del tiempo, esta frase posee muy poco sentido, porque el Día del Arquero tiene su reconocimiento tanto a nivel internacional como en Argentina. De hecho, es en honor a un gran nombre de la historia del fútbol argentino, y se tomó la decisión de identificar en una fecha distinta a la que se celebra en el resto del mundo.

Ser arquero, a veces, es un puesto ingrato. Atrás tuyo no tenés a nadie para defenderte; cuando te das vuelta, solo está la red. Si tu jugador se equivoca, en la mayoría de los casos un compañero lo puede solucionar o “arreglar”. Pero si la falla es del portero, hay que ir a buscar la pelota dentro del arco. Por más que hayas tenido un día espectacular y brillante, si se cometió un error, todos recordarán esa jugada. El “1” puede jugar con el pie, salir del área y cortar un centro. Dentro de todo, es el jugador de campo que más libertad obtiene dentro de la cancha. La locura linda de ser el dueño del arco, de ser único en un deporte grupal, de poder jugar la pelota con cualquier parte del cuerpo a diferencia de sus otros compañeros hace que los guardametas sean personajes especiales.

El nacido en Rufino, Santa Fe, no sólo fue reconocido por su longevidad en el fútbol, sino también por su estilo, rompiendo con lo común en esa época: saliendo del área para jugar con la defensa, achicando al rival. Algo muy revolucionario en el deporte. Una técnica que hoy en día estamos acostumbrados a ver y pasa desapercibida, pero que en esos tiempos era inimaginable y “poco” estética. Amadeo fue el primer arquero en tirarse con los pies hacia adelante a los delanteros y sacarles el balón como si fuese una golosina. No solo eso, sino que también fue el primero en iniciar contraataques con saques desde el arco.

Su elasticidad y postura activa que mostraba para su puesto le valieron el apodo de “Tarzán” en sus primeros años en el fútbol. Pero tiempo después, la inmensidad de su figura fue encerrada en la mención de su nombre de pila como marca registrada: Amadeo. El tan querido arquero “Millonario” tuvo un gran declive y quedó marcado en el “Desastre de Suecia”, en aquella eliminación de la Copa del Mundo de 1958, sufriendo una goleada histórica 6 a 1 contra Checoslovaquia. Seis años después tuvo su revancha y ganó su único título con el combinado albiceleste: la Copa de las Naciones en Brasil. En ella, Argentina venció al seleccionado local que contaba con Pelé, y Carrizo le atajó un penal a Gerson en un recordado partido que se jugó en el Pacaembú de San Pablo.

Qué raro ver arqueros hoy que no usen guantes para atajar. Es más, ningún arquero ataja sin guantes hoy en día. Pero raro era, en los tiempos pasados, ver porteros que se pusieran estos mismos cuando estaban en el arco. Amadeo Carrizo fue el primer golero argentino en usar guantes, algo que al principio se consideró muy excéntrico. Una particularidad es que Lev Yashin, guardameta de Rusia, fue el primer guardameta en utilizarlos y le regaló los mismos a “Tarzán” en el único encuentro en que se enfrentaron. Carrizo rompió lo “normal” el 4 de diciembre de 1954, en un viaje con la selección argentina para enfrentar a Italia en un amistoso, en el que ganó la “Azzurra” por 2 a 0 en el Estadio Olímpico de Roma.

No todos los arqueros nacen para estar en el arco. Algunos empiezan a jugar con el deseo de ser defensores, mediocampistas o delanteros. La vida misma y el tiempo los van llevando y formando a futuro para ver cómo rinde su desempeño a máximo esplendor. Está el caso del mismo Martín Palermo, que de chico siempre quiso ser arquero, pero como son las vueltas de la vida terminó siendo el máximo goleador de la historia de Boca Juniors. No solo eso, sino que fue uno de los mayores ídolos y referentes del club de la Ribera. Amadeo Carrizo, que empezó su carrera como delantero. Nadie sabe lo que te puede deparar el destino. Ni el mismísimo Carrizo se imaginaba que iba a revolucionar la forma de atajar.

Ezequiel Borsotti, que hizo sus inferiores en el Club Atlético Fénix, pasó por varios equipos del ascenso argentino y hoy en día se desempeña como arquero titular del Club Atlético Lugano, en la Primera C. “Cuando empecé a jugar al fútbol de chiquito, nunca imaginé que iba a ser arquero. Yo jugaba de delantero en el baby fútbol, pero con el pasar de los años se te va abriendo la cabeza y probé estar en el arco. Me acuerdo que fue una sensación rara para mí, pero me gustó, y ahora no me arrepiento de nada. Estoy muy feliz con mi decisión de atajar”, declaró Borsotti.

El cerebro de los arqueros es capaz de juntar o fusionar señales de diferentes sentidos más rápido. “Los arqueros no se cansan, ni tocan la pelota, solo están parados en el arco”, se suele escuchar. Pero son muy determinantes en los encuentros, tanto para bien como para mal. Su responsabilidad es infinita para definir partidos, pero su puesto es muy emocional y mental. Por eso, cuando se pierde, en vez de buscar razones, se busca un culpable. Si el árbitro pasa desapercibido, el arquero tiene todos los números para ser el primero de esta lista. Es el que entrena separado, el que se viste distinto, el especial, como se dice en los planteles a modo de chiste. Si se equivoca, queda más expuesto que cualquiera que falle en otro sector de la cancha. Después de él, solo está el arco. Le tocará ser el “meme”, el video que circula hasta el cansancio por las redes sociales, la cara de la derrota. Pero convive con esto y sabe que es parte del contrato. Estas posibles consecuencias, propias del oficio, hacen que la cabeza del arquero juegue un rol fundamental en su rendimiento. Muchos psicólogos deportivos coinciden en que es el puesto más difícil, donde la cuestión se complica ante la falta de confianza y actitud, aunque también influyen las cuestiones físicas y técnicas.

Fernando Vergara: formador de exportación

Por Santiago Peñoñori Gaona

El Club Deportivo O’Higgins de Chile atraviesa un proceso de venta que amenaza contra el trabajo de orfebrería realizado por el departamento de Fútbol Joven del cuadro rancagüino desde hace 16 años, cuando Fernando Vergara llegó al club. A pesar de eso, el jefe técnico  —equivalente al cargo de coordinador en Argentina— se tomó unos minutos para charlar con nosotros y contarnos su visión acerca de la formación de futbolistas profesionales y los desafíos a los que se enfrenta a diario.

-¿Cómo es tu historia en O’Higgins y cuál es tu rol hoy?

-Fue y sigue siendo mi primera experiencia en el fútbol profesional. Actualmente, soy el jefe técnico con mayor antigüedad en un mismo club en Chile. Vi pasar a más de 20 entrenadores en primera. Antes de llegar, nunca había trabajado a este nivel en Argentina. Llegué con Jorge Sampaoli en 2008, cuando él dirigía en O’Higgins. Nos conocimos porque yo era el “profe” de Los Molinos, una localidad santafesina que está cerca de Casilda, su ciudad natal. Mi rol tiene que ver con algo que siempre me gustó: acompañar procesos.

El argentino oriundo de Ramallo —localidad en la que fue declarado “Ciudadano Destacado” en 2023— tuvo una carrera corta como futbolista profesional: solo jugó en Central Córdoba de Rosario un par de temporadas. Más allá de eso, él siempre lo vivió como si estuviera “jugando en el Barcelona”. Profesor de educación física, novelista, cuentista, director técnico, poeta y hasta actor, Feno construye una mirada holística de la formación a partir de sus múltiples experiencias.

-¿Qué vínculo tenés con la literatura? 

-Me gusta leer y escribir desde que soy chico, en parte por mi mamá. Antes me reservaba dos horas por semana para componer, ahora he aflojado un poco. Siempre fue una herramienta para relacionarme con episodios lindos y feos de mi vida. La revista El Gráfico, la Lúpin, la historieta de Condorito y la de Patoruzú son los primeros recuerdos que se me vienen a la cabeza.

-¿Cómo la relacionás con tu trabajo?

-Se relaciona sola. Siempre utilicé historias, cuentos y referencias para charlas técnicas. Por ejemplo, una vez, en el marco del concurso “El fútbol también se lee”, que organizó el Ministerio de Cultura de Chile y dio lugar a un libro de cuentos que se entregaba en los estadios, aprovechamos desde el club para subirnos a la movida. Invitamos al equipo organizador a nuestro centro de entrenamiento, hablamos de la importancia de la lectura, del desarrollo de otros intereses e hicimos entrega de los libros.

¿Tenés alguna actividad fija que forme parte de la agenda y que vincule estos mundos?

-Actividad concreta todos los años, no. Pero cuando identifico a alguno de los chicos que va por ese lado, me acerco, intento ayudarlo, le sugiero libros. Por ejemplo, había un jugador que le gustaba tocar el ukelele y un día organizamos para que haga una presentación en el vestuario con todos sus compañeros. Estuvo muy lindo.

-¿Qué lecturas les sugerís?

Hernán Rivera Letelier es muy bueno, me cago de risa. Tiene un lenguaje muy procaz e historias para todos. Además de eso, me encanta la poesía. Me amigué con ella acá en Chile. Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Nicanor Parra y los poetas mapuches, Elicura Chihuailaf, Jaime Luis Huenún y Leonel Lienlaf; te vuelan la cabeza.

El autor de Movete que vas a entrar y La Revancha en Sánchez, dos libros de cuentos deliciosos para conocer cómo se vive el fútbol en las pequeñas ciudades del mal llamado “interior”, también es letrista: homenajeó a Tomás Felipe “Trinche” Carlovich, a Ricardo Enrique “Bocha” Bochini, a Diego Armando Maradona y a Ernesto Grillo. Hugo Reina, quienjunto a su banda, Huitral,le puso música a sus líneas, lo contactó por Facebook al leer sus poesías semanales. Hoy, Fernando se encuentra alejado de las redes.

-¿Qué podés decirme de las redes sociales y la formación de los futbolistas?

-Es una herramienta peligrosa. Un tema de suma actualidad que atraviesa todo el proceso formativo. Por ahora, todo lo que hemos hecho ha sido intuitivamente. Dentro del club tenemos un área de Comunicación y hay un jefe que nos brinda capacitaciones. Si tengo que hacer una autocrítica, creo que debe haber un plan anual en relación a eso, con intervenciones concretas que vinculen a los jugadores, a los padres y a los técnicos. 

Valentín Cáceres, una de las nuevas caras del levantamiento de pesas argentino

Por Ramiro Garcete

Valentín Cáceres, uno de los convocados por la Selección Argentina Sub 20 de levantamiento de pesas de cara al Panamericano Juvenil que se realiza en Cuba, contó sus vivencias en el Cenard, cómo se enteró que estaba en la lista y su amor por vestir la camiseta del combinado nacional.

-¿Cómo fue el proceso de selección para llegar a esta concentración en el Cenard?

-El proceso de selección para la concentración viene desde el año pasado, después de finalizar las competencias, se armó un ranking general con los mejores totales de los atletas, eso  se dividió en edades y se tomaron a los primeros siete de la Sub 17 y lo mismo se hizo con la Sub 20 y nos metieron a todos en una misma lista para ver quiénes podían asistir y quién no para la lista oficial, por suerte no hubo ninguna baja y pudimos ir los 14.

-¿Qué representa para vos vestir los colores de la Selección Argentina por primera vez?

-Llegar a la concentración fue un paso muy grande en mi carrera deportiva, mi sueño desde chico siempre fue representar a la selección en un torneo internacional y creo que esto es un gran paso, sé que todavía falta mucho trabajo pero no está tan lejos como yo creía al principio.

-¿Cómo te recibieron los entrenadores y compañeros en la concentración?

-A mis compañeros y a los entrenadores ya los conocía, y pasa lo mismo entre todos porque no es un deporte muy convocante, somos pocos y nos conocemos mucho, la verdad que el trato fue de lo mejor, soy amigo de varios y con los entrenadores tengo una gran relación, entonces más que una relación de entrenador y atleta, era algo más de amigos, y lo mismo con los demás participantes de la concentración. Era un gran ambiente, nos llevamos muy bien entre todos, nos ayudamos, siempre estábamos muy atentos a la necesidad del otro, y en general fue muy divertido, la pasamos muy bien.

-¿Cuál es el objetivo principal de esta concentración en Buenos Aires?

-El objetivo de la concentración era tener un primer avistamiento de lo que viene siendo el año de todos los que seríamos candidatos a conformar las selecciones A y B de Argentina para este 2025, reunirnos a todos, ver en qué condiciones estamos, cómo entrenamos, cómo nos alimentamos, qué tipo de dolencias o qué  tratamiento estamos llevando, básicamente era una revisión para tenernos vistos a todos y que conozcamos con quiénes vamos a compartir las competencias del año.

-¿Cómo se vive el día a día en el CENARD?

-El día a día es más exigente y estar con ese ambiente le da un plus a tu rendimiento, sube inevitablemente, no había distracciones y a mayor exigencia mayor rendimiento.

-¿Cómo eran las rutinas?

-Nuestra rutina era levantarnos temprano, tipo siete de la mañana para ya a las ocho estar desayunando, a eso de las nueve teníamos nuestro primer turno de entrenamiento hasta las 11 y ya después podíamos ir a descansar. A las 12.30 almorzabamos, volvíamos a tener otro tiempo libre y ya de 16 a 17 teníamos nuestro segundo turno de entrenamiento, de ahí en más quedabamos libres hasta las 21, que cenábamos y nos íbamos a dormir.

-¿Qué aspectos se evalúan?

-No había aspectos a evaluar tan marcados porque no fue una concentración que tuviese un objetivo tan competitivo. Al ser en medio de la pretemporada nadie estaba a su 100% como para competir directamente, eran semanas pesadas y algunos estaban con algunas dolencias. Pero algo que sí querían ver era el comportamiento tanto individual como en grupo, nivel de entrenamiento, la constancia, cuál era la disciplina con la alimentación y con el sueño, actitudes frente compañeros y entrenador, nuestras relaciones con los propios. No era todo tan técnico en lo que es el deporte en sí, sino en las vivencias con los demás.

-¿Tuviste contacto con atletas mayores durante la concentración?

-Durante la concentración tuve poco contacto con atletas mayores porque al ser para juveniles éramos todos menores de Sub 20, lo que sí hubo algunos de pesas que entrenan en el Cenard que habitualmente pasaban cada tanto a visitar a ver como iban los entrenamientos y se quedaban a mirar, después yendo a otras disciplinas estuvimos con la Peque Paretto que nos atendió porque es médica en el Cenard y vimos a la selección de hockey y de vóley que estaban concentrando.

-¿Cómo se llevan entre todos los chicos que fueron citados?

-Entre los chicos nos llevamos de diez, somos todos muy amigos, fue muy divertido y muy gracioso compartir tiempo juntos.

-¿Qué te sentiste al recibir la convocatoria?

-No te voy a mentir estaba muy feliz, encima fue medio raro porque yo la recibí un día que estaba trabajando en el gimnasio, mi entrenador me pidió por mensaje un par de datos míos como mi DNI y otras cosas, yo la verdad que no entendía muy bien para qué, le pregunté y no me sabía responder y al rato me mandó que era para la selección, no fue formal pero era el aviso que necesitaba, empecé a saltar en el gimnasio enfrente de mis alumnos pero porque no daba más de la felicidad.

-¿Tus alumnos fueron los primeros en enterarse?

-Sí, al momento se dieron cuenta que algo pasaba porque tenía una sonrisa de oreja a oreja y me empezaron a felicitar, fue un lindo día pero ya desde ahí cambié la mentalidad, tenía que poner en todos los entrenamientos un poco más de lo que venía poniendo. Fueron un par de semanas en las que me levanté muy animado y motivado.

-¿Tenés algún referente en el levantamiento de pesas, ya sea nacional o internacional?

-Sí, a nivel nacional tengo a un compañero mío, se llama Ramiro Palumbo, es Sub 17, entrenamos juntos y es un gran amigo que encima es muy bueno en el deporte, le pone mucha onda y a nivel internacional lo tengo muy visto a un atleta bulgaro, se llama Karlos Nasar, tiene 21 años y ya es campeón olímpico siendo también poseedor de todos los récords mundiales de su categoría y una más arriba, es una bestia y para mí el mejor del mundo.

-El año pasado competiste nacionalmente en Bariloche y terminaste en el cuarto puesto. ¿Qué objetivos te pones para el próximo encuentro nacional y cómo te estás preparando?

-Para el nacional ya arrancó mi preparación, ya en el primer torneo del año hice la marca para acceder.. Mi objetivo actual es llegar al podio, estoy en condiciones de pelear un segundo puesto como mínimo pero tengo que mejorar no sólo mis marcas sino también mi confianza, tengo que seguir compitiendo.

Dentro de lo desconocido

Por Valentín Strumberger 

Mateo Rodriguez, jugador de Waterpolo Avellaneda e integrante de la selección uruguaya de waterpolo, nos comparte su camino hacia el waterpolo y cómo este deporte, que comenzó como una simple curiosidad, se convirtió en una pasión que lo llevó a representar a un seleccionado.  El waterpolista reveló cómo la dedicación, la perseverancia y el trabajo en equipo son claves en su carrera a pesar de su corta edad.

Mateo comentó que empezó a practicar este deporte ya que amigos suyos jugaban al waterpolo, y él iba a intercambiar figuritas del mundial. Admitió que le llamó la atención la combinación de habilidades técnicas y la necesidad de estar en constante movimiento ya que es un deporte que exige mucho físicamente, pero también mentalmente.

EL polista acuático resaltó el sacrificio y desafío que representó adaptarse al deporte en el agua debido a que nunca había practicado ningún ejercicio de este estilo. “ Fue un desafío, ya que no conocía a nadie  pero el equipo me recibió muy bien, y con el tiempo fui mejorando mis habilidades y adaptándome al estilo de juego.”

El jugador expresó que las personas que lo incursionaron  en este deporte y los que más lo apoyaron, exceptuado a su familia, fueron  sus  entrenadores Lebian y Meliani, expresando gratitud hacia ellos dijo: “El club es como una segunda casa. Pasamos muchas horas ahí. No solo entrenamos; compartimos, aprendemos, nos apoyamos. Se forman vínculos muy fuertes.”. El waterpolo en Argentina  enfrenta muchas dificultades: escasez de recursos, poco reconocimiento mediático y falta de infraestructura pero eso no le evita a los jugadores disfrutar y compartir este deporte con amigos y compañeros.

Uno de los momentos más emotivos de la entrevista llega cuando Mateo habla de su convocatoria a la selección uruguaya. “Fue una sorpresa total. Yo no lo esperaba. Un día me llamaron, me dijeron que estaban siguiendo mi desempeño y que querían contar conmigo. Fue un orgullo enorme, para mí y para todos los que me ayudaron a llegar hasta ahí.” expresó mateo. “Yo estaba feliz pero mi papá estaba como loco, porque es el país de él y lo ama” agregó.

Ese reconocimiento no llegó por casualidad. Mateo entrena todos los días, combina el deporte con sus estudios, y se esfuerza por superarse constantemente. “No es fácil, pero vale la pena. El waterpolo me enseñó a ser disciplinado, a manejar la frustración, a trabajar por objetivos a largo plazo. Son cosas que también aplico en mi vida fuera del agua.”

Más allá de los logros deportivos, Mateo valora profundamente el impacto que el deporte tuvo en su crecimiento personal. “Antes era más tímido, más inseguro. El waterpolo me dio confianza, me hizo encontrar un lugar donde me siento fuerte, donde puedo expresarme. Y eso no tiene precio.”

Hoy, con varios torneos en su haber, una presencia consolidada en su equipo y la experiencia de haber vestido los colores del país, Mateo Rodríguez se perfila como una de las jóvenes promesas del waterpolo uruguayo. Pero no se olvida de sus raíces. “Todo empezó con un álbum de figuritas. A veces pienso en eso y me doy cuenta de lo impredecible que puede ser la vida. Lo importante es estar abierto a lo nuevo y a lo distinto.”

Esa visión es la que intenta transmitir también a los chicos que recién empiezan. Desde su rol como jugador experimentado, muchas veces acompaña a las categorías más jóvenes en entrenamientos y competencias. “Me gusta ayudar. Recuerdo cuando yo estaba empezando y lo perdido que me sentía. Si puedo hacer que otro se sienta más seguro o motivado, ya es un montón.”

La entrevista con Mateo Rodríguez no solo nos acerca a la experiencia de un deportista, sino también a los valores que el deporte puede inculcar: compromiso, humildad, esfuerzo, respeto. A través de su testimonio, vemos cómo un encuentro fortuito con un deporte desconocido puede cambiar el rumbo de una vida.

En un país donde los deportes menos mediáticos luchan por sobrevivir, historias como la de Mateo merecen ser contadas. Porque detrás de cada pase, cada brazada, cada gol, hay horas de entrenamiento, sacrificios personales, sueños colectivos. Hay también una comunidad que sostiene, que cree, que resiste.

Y sobre todo, hay pasión. La misma que empujó a ese chico que fue un día al club solo para cambiar figuritas, y que hoy, con una pelota en la mano y el agua como escenario, sigue soñando a lo grande.

La entrevista también es una oportunidad para visibilizar un deporte poco conocido, pero con una comunidad muy activa en Argentina. Mateo aprovechó el espacio para invitar a los jóvenes a acercarse, dijo que a veces pensamos que solo existen el fútbol o el básquet. Pero hay muchos deportes que esperan ser descubiertos. “Yo les diría que se animen, que prueben. Capaz encuentran algo que los apasiona, como me pasó a mí.” agregó

El waterpolo es un deporte poco común debido a factores que limitan su difusión y por consiguiente su popularidad. Uno de dichos factores es la alta complejidad física y técnica. Este deporte exige una gran resistencia física, ya que los jugadores deben nadar constantemente, mantenerse a flote (sin tocar el fondo) y realizar esfuerzos explosivos, todo en un entorno acuático. Esta dificultad lo hace poco accesible para el público general y para quienes buscan deportes más fáciles de practicar.

La infraestructura limitada también representa un problema para el polo acuático. A diferencia de deportes como el fútbol o el básquet, que se pueden jugar en casi cualquier lugar, el waterpolo requiere una piscina específica con medidas reglamentarias y cierta profundidad. Esta necesidad de infraestructura especializada reduce la cantidad de lugares donde se puede practicar.

El waterpolo tiene relevancia en países específicos como Hungría, Serbia, Croacia, Italia o España, pero en la mayoría del mundo es prácticamente desconocido. Esta falta de globalización limita su crecimiento y popularidad. La Selección Argentina de waterpolo es un país poco reconocido en el mundo acuático, esto se refleja en la poca cobertura de los medios masivos de comunicación. Sin visibilidad en televisión, redes sociales o periódicos, es difícil que nuevos aficionados se interesen por el deporte.

Emma Knobl, una Leona que nació en Lomas

Por Felipe Trotta

Emma Knobl comenzó a jugar al hockey casi de casualidad. Su historia con este deporte no fue planeada desde un principio, sino que fue el resultado de circunstancias familiares y de una conexión que fue creciendo poco a poco hasta convertirse en una verdadera pasión. Según contó, su llegada al club Lomas Athletic fue a través de su hermano, quien ya formaba parte del mismo, aunque en otra disciplina. De este modo, desde muy pequeña estuvo vinculada a ese entorno deportivo y social que ofrece el centro deportivo, un lugar que con el tiempo se volvió fundamental en su vida.

Cuando Emma tenía apenas seis años, sus padres decidieron inscribirla en la escuelita de hockey que ofrecía Lomas Athletic. Fue una decisión que cambió su vida, ya que desde ese momento nunca se alejó del deporte. Más allá de la práctica física y el entrenamiento, para Knobl “Arenales 663” es mucho más que un espacio deportivo; lo describe como su segunda casa, un lugar donde creció, se formó y creó lazos que aún hoy mantiene. Allí conoció a sus mejores amigas, y encontró un canal para expresar y canalizar su energía desde muy pequeña. Para la defensora del Tricolor, el club representa un hogar, un refugio donde siempre se sintió acompañada y motivada a seguir adelante.

Durante toda su formación como jugadora, hubo dos personas que dejaron una marca especial en ella, dos referentes que fueron claves en su desarrollo tanto dentro como fuera de la cancha: Alejandra Gulla y Agustina Duarte. Emma destacó que ambas la acompañaron desde sus primeros años en el club, brindándole guía, apoyo y enseñanzas que marcaron un antes y un después en su carrera. Estas dos figuras no solo aportaron desde lo técnico y táctico, sino que también fueron un sostén emocional y un ejemplo a seguir. La Campeona del sudamericano con Las Leoncitas sostiene que Alejandra y Agustina siempre tendrán un lugar muy importante en su corazón, y que sin su influencia, probablemente su camino en el hockey no hubiera sido el mismo.

El debut en Primera División llegó cuando tenía casi 17 años, un momento que recuerda con mucho cariño y emoción. Ese día fue, para ella, la concreción de un sueño largamente acariciado al poder compartir cancha con las jugadoras que había admirado desde niña, como Agustina Albertario o Milagros Forcherio aquellas que veía como referentes dentro del club y del hockey nacional. Knobl considera que haber llegado tanto a la Primera de Lomas Athletic como a la Selección mayor es el resultado directo del esfuerzo constante, la disciplina y la dedicación que le puso al deporte desde sus primeros años. Más allá de la parte física y técnica. También destaca el aprendizaje en valores, como la constancia, el trabajo en equipo y la resiliencia, que fueron parte fundamental en su desarrollo como persona y deportista.

Emma se sumó al plantel de Las Leonas en diciembre del año pasado, una convocatoria que para ella significó un paso enorme en su carrera. Tuvo su debut internacional nada menos que ante Alemania, durante un encuentro de la Pro League que se disputó ese mismo mes. En relación a su experiencia con la Selección Mayor, Knobl confesó que al principio le costó adaptarse desde lo hockístico, principalmente por el ritmo vertiginoso de juego y las características individuales de cada compañera. Sin embargo, subrayó que el grupo humano dentro del equipo es excelente, y que se sintió bien recibida desde el inicio, lo que facilitó enormemente su integración. Aseguró que mantiene una buena relación con todas las jugadoras y que el clima dentro del plantel es muy positivo, un factor que según ella, ha sido clave para que pueda adaptarse y aportar rápidamente.

De cara a las próximas fechas de la Pro League, donde Argentina jugará contra España el 7 y 8 de junio en Valencia y contra Inglaterra el 14 y 15 en Londres, la número 29 de Las Leonas afirmó que ve al equipo en un muy buen momento. Contó que han estado entrenando mucho durante los últimos meses, poniendo especial foco en varios detalles técnicos y tácticos que esperan reflejar en el rendimiento durante los partidos. La jugadora mostró confianza en que ese trabajo constante dará resultados y destacó la motivación del grupo para seguir creciendo y enfrentarse a estos importantes compromisos con la máxima concentración.

Más allá de su presente deportivo, Emma dejó en claro que no vive exclusivamente del hockey y que valora enormemente el respaldo que recibe de su familia quienes siempre la apoyaron y realizaron un enorme esfuerzo para que pudiera dedicarse al deporte que ama sin descuidar otros aspectos de su vida. Actualmente, estudia Economía Empresarial en la Universidad Nacional de Lanús, una carrera que la apasiona y que considera fundamental para su desarrollo integral. Valoró especialmente el programa de “doble carrera” que ofrece la universidad, el cual le permite compatibilizar sus estudios con el alto rendimiento deportivo, algo que considera vital para poder construir un futuro sólido tanto dentro como fuera de la cancha.

En cuanto a sus planes a futuro, Knobl expresó su deseo de seguir creciendo no solo como jugadora sino también como persona, fortaleciendo su juego y aportando lo mejor en cada entrenamiento y competencia, tanto en su club como en la selección nacional. En lo inmediato, su objetivo es continuar disfrutando con sus amigas y compañeras en Lomas, dejando al club en lo más alto y aportando a su historia. Además, confesó que sueña con disputar un Juego Olímpico, una meta que para ella representa el máximo anhelo deportivo. Más adelante, también le gustaría tener la experiencia de jugar en el exterior, sumergirse en otros ambientes y culturas deportivas que le permitan seguir desarrollándose y aprendiendo.