jueves, noviembre 21, 2024

Belocopitt: del fracaso en Ferro al éxito en Monteros

Por Matías Cavallero

En el año 2003, Tucumán se erigía ante uno de los hitos deportivos más grandes de la historia de la provincia. Una pequeña ciudad, de apenas 23.000 habitantes, disfrutó de históricos como Waldo Kantor y Hugo Conte disputando cada pelota como si fuera la última. No fue magia: Monteros logró su primer subcampeonato en la temporada 2003/04 y, en la posterior edición, se quedó con el trofeo. El equipo de vóley recibió, en aquella oportuna gesta, una colaboración indispensable.

El empresario Claudio Belocopitt, actual accionista del canal América TV, llevó a Swiss Medical a ampliar su rango de conocimiento más allá de la medicina privada. Sin embargo, meses antes, sufrió la mayor de las desavenencias; su incursión en un Ferro Carril Oeste quebrado y en licitación quedó trunca. Y él, involucrado en una causa judicial que aún deja cicatrices en Caballito. A 17 años, lo cuenta en primera persona para El Equipo.

Contador público e hincha fanático de Estudiantes de La Plata, uno de los treinta hombres más ricos de la Argentina –poseedor de una riqueza que alcanza los US$ 440 millones, según  Forbes- piensa, traga y comienza: “Soy fanático del deporte desde chico. Inicialmente nosotros buscábamos una licencia para entrar al vóley por insistencia de Marcelo (Tinelli), mi amigo personal. Lo primero fue intentar ver si podíamos hacerlo con Ferro. Sinceramente, no estábamos muy interiorizados en aquella realidad del club”.

Tras convertirse en una institución modelo en los años 80 –cerca de 40.000 socios, dos campeonatos Nacionales de fútbol, tres en básquet, títulos en vóley y otras disciplinas-, el Verdolaga había quebrado en 2002 tras desmanejos dirigenciales y un contexto socioeconómico complejo. La decisión de la justicia, a través del decreto del exmagistrado Rodolfo Herrera, llevó a un Órgano Fiduciario a comandar los destinos y las arcas del club. El equipo profesional de fútbol quedó a cargo de Gerenciar S.A., de Gustavo Mascardi. Todas las otras actividades, incluyendo lo social, habían sido entregadas a Swiss Medical Sports; aquel contrato siquiera llegaría a firmarse.

“Parecía interesante generar una sinergia entre salud y deporte, hubiera sido un gran proyecto. Podríamos haber puesto a Ferro a la altura de los mejores clubes en Argentina. El club tiene una ubicación geográfica fantástica. De todos modos, solo presentamos un bosquejo. Cuando nos presentamos para la licitación, yo vi venir lo que iba a pasar. Acerqué el proyecto y dije que lo haríamos solo si los hinchas estaban de acuerdo. Me decían que no había ni agua caliente. Empezaron a poner objeciones que creo que no son”, afirma el empresario, aún enojado por las expresiones de algunos fanáticos, a quienes cataloga de “grupo político”.

Belocopitt no tarda en ofrecer detalles: “Algunos se oponían a cualquier cosa; decían que nuestra participación era perjudicial para el club. Hasta un socio – Eduardo Sreider, ex vocal, en una entrevista con Página 12- comentó que yo iba a echar gente. Un absurdo. Hay que mirar los estudios como empresario: he tenido quince empresas y nunca despedí a nadie. Hubiese contratado más empleados. Nunca se iba a hacer un negocio porque en las actividades no hay para sacar, hay para poner. La gente siempre mira la parte mala de la historia, los que protestaban no tenían que pagar los sueldos de nadie. Yo ya me resigné, es un caso paradigmático de lo que son las cosas en Argentina. La gente siempre dice que ‘de alguna manera nos van a cagar’. Nuestro único beneficio iba a ser el del marketing deportivo”.

Consultado por el rol de Pablo Herman, vicepresidente de Swiss Medical, que formaba parte de la Comisión Directiva de Boca durante la gestión de Mauricio Macri al frente del Xeneize, responde: “No sé si él estaba en 2003 allá, pero tenía un rol pasivo. No entiendo por qué su participación en Ferro hubiera sido un conflicto de intereses. No veo que para invertir en gimnasios, piletas y canchas tuviese que estar afuera de todo”. Sin embargo, la relación entre Belocopitt y Ferro no acabó allí; los jerarcas de la empresa de medicina debieron ir a juicio oral como “colaboradores indispensables” del juez Herrera, de quien se supo, a través de una cámara oculta del programa “Telenoche” en el año 2004, que quería licitar el estadio para construir un shopping.

“Quedamos todos vinculados en esa causa espantosa. Es un récord absoluto; no pisé el club, no recibí nada porque la transacción no se hizo, y tenía cero conocimiento con Herrera, que después estuvo ligado al negocio de la tierra. Para que seamos colaboradores deberíamos haber recibido un beneficio, y eso no pasó. Después, el rol del juez con respecto a otras actividades es otra cosa, por eso él sigue en juicio y a nosotros nos sobreseyeron. Estoy muy arrepentido, aprendí que no me meto más en lugares donde los que están del otro lado no tienen nada que perder”, expresa el empresario, dolido y ofuscado. Una década y media después, la herida sigue abierta.

Sin embargo, la experiencia en el vóley con Monteros lo levantó de las cenizas deportivas: “Allá alquilamos la licencia dos años y fue hermoso. Vivimos una emoción enorme. Un equipo tucumano ganó un título profesional por primera vez en la historia”.

Hoy, su preocupación radica en el porvenir del fútbol argentino: “Ojalá nos demos cuenta que todo puede ser un desastre antes que un orgullo. Los clubes están fundidos, los dirigentes no responden por las consecuencias. Los campeonatos no le importan a nadie. No hace falta ser genio para ver cómo está esto; a nivel selección, flojito, perdemos la condición de potencia. Hay que mirar lo que está pasando en otros países”.

Para el empresario, la solución pasa por la inyección de capitales privados en las instituciones sin fines de lucro: “Es imprescindible que pase porque el derrumbe es abrumador. Todos estos cambios son complejos y requieren máximo consenso. No ha funcionado hasta el momento porque cuando vos tenés una mayoría que quiere que las cosas no cambien, es muy difícil. Si sacás a los grandes, el resto están todos complicados”.

Belocopitt no descarta sumarse a otro proyecto en el futuro. Una eventual llegada de las sociedades anónimas deportivas (SAD) podría impulsarlo a dar el gran salto hacia el fútbol. Los antecedentes de gerenciamientos –Belgrano, Racing, Quilmes- no fueron positivos. Y en Avellaneda 1240, los socios dieron su veredicto definitivo: las puertas están cerradas.

 

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