Por Lucas Espósito
“Hace tiempo de Fritz Walter”, en Alemania este término se utiliza habitualmente cuando el clima presenta precipitaciones. A alguien que no conoce la frase, instantáneamente le surge la pregunta ¿Por qué? La respuesta es la apasionante historia de Fritz Walter, jugador histórico del FC Kaiserslautern, prisionero en la Segunda Guerra Mundial y capitán de la Selección alemana campeona del Mundial de fútbol de Suiza en 1954.
Desde que empezó a jugar en las divisiones inferiores hasta su retiro, Walter fue fiel al equipo de su ciudad natal, el FC Kaiserslautern, donde creció y consagró una carrera futbolística de 22 años, en la que anotó 357 goles en 364 partidos y consiguió 2 títulos (1951 y 1953).
Su gran capacidad y talento hicieron que Josef “Sepp” Herberger, por ese entonces entrenador de la Selección alemana, lo convocara a un amistoso contra Rumania en 1940. En su debut, los germanos ganaron 9-3 y Walter anotó 3 goles.
Entre 1942-1945 fue reclutado por la Wehrmacht -fuerzas armadas unificadas de Alemania- para combatir en la Segunda Guerra Mundial, que tuvo millones de víctimas fatales y culminó en 1945 con la caída de la Alemania Nazi. “La guerra me robó los mejores años”, expresaría en sus memorias.
Durante sus 3 años en el ejército, Walter tuvo no participó en combate, pero no todo fue color de rosa. En esa etapa contrajo malaria, por lo que no le agradaba jugar bajo el sol, sino que prefería hacerlo bajo un clima lluvioso, porque los soldados realizaban partidos de fútbol entre ellos.
Todo iría empeorando en 1945, cuando fue capturado junto con miles de soldados alemanes por el Ejército Rojo, que emprendía la ofensiva para conquistar Berlín. El destino de los detenidos eran los campos de concentración soviéticos. Walter pudo evitar el traslado a ellos gracias a que, en una parada que realizó el tren que transportaba a los prisioneros, un guardia húngaro lo reconoció y quitó el nombre de Walter de la lista de reclusos. A finales de 1945, luego del final de la guerra, pudo regresar a su ciudad natal y continuar con su carrera futbolística, lo que sería el primer milagro de su vida.
En 1954 llegaría su gran desafío como futbolista. La Copa del Mundo se realizaba en Europa luego de 16 años. Suiza fue la sede elegida para albergar la quinta edición del campeonato más importante de fútbol, por ser terreno neutral durante la guerra. La gran favorita al título era la Selección húngara, los “magiares mágicos”, que había conseguido la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952 y que presentaba jugadores de la talla de Czibor, Puskás, Kocsis, entre otros. Alemania por su parte, que venía de recuperarse de la fuerte crisis económica por causa de la guerra, contaba con Walter como capitán y figura, pero sin un gran equipo. En la primera fase ambos equipos se enfrentaron, los dos habían ganado el primer partido, y los húngaros dejaron en claro su dominio al ganar por 8 a 3.
Los alemanes tuvieron que ganarle 7 a 2 a Turquía en un desempate para pasar de ronda. Hungría y Alemania llegaron sin problemas a la final y ambos buscaban su primer título Mundial. La final se disputó en Berna y el clima en el estadio era lluvioso. “Caía una lluvia torrencial y parece que en esas condiciones siempre hacía buenos partidos”, recuerda Walter en una entrevista con Vanguardia. En apenas 8 minutos de juego los húngaros ganaban 2-0, pero Alemania logró empatar el partido en el primer tiempo. Con un gol de Helmut Rahn a pocos minutos del final los alemanes lograron dar vuelta el partido y se consagraron campeones por primera vez en su historia. “El milagro de Berna” es el nombre con el que quedó inmortalizada la hazaña de los alemanes.
Walter jugaría por última vez con la camiseta de Alemania en las semifinales del Mundial de Suecia en 1958, la cual los alemanes perdieron ante el local por 3 a 1. El capitán se retiraría con 33 goles en 61 partidos y el orgullo de saber que había liderado el primer plantel alemán campeón de un Mundial.
Dejó el fútbol en 1959 con la camiseta del Kaiserslautern. Su gran apego y dedicación al club fueron los motivos por los cuales en 1985 la directiva determinó renombrar al estadio con el nombre de Fritz Walter.
Por su gran empeño en la Selección alemana, la Federación Alemana de Fútbol decidió entregarle el logro de capitán honorífico, que también poseen Uwe Seeler, Franz Beckenbauer, Lothar Matthäus y Jürgen Klinsmann.
“Si logro convertir el próximo viernes se lo dedicare a Fritz, él siempre me ha apoyado en mi carrera”, declaraba Miroslav Klose, jugador formado en el Kaiserslautern y máximo goleador de la historia de los Mundiales, luego de enterarse de la trágica noticia. El de 17 de junio de 2002, mientras se desarrollaba la Copa del Mundo de Corea y Japón, Fritz Walter fallecía en su casa en Kaiserslautern. Cuatro días después, la Selección alemana se enfrentaba a Estados Unidos por los cuartos de final y los jugadores homenajearon al primer capitán campeón de un Mundial.