Por Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru
La revancha de la promoción que Gimnasia y Esgrima La Plata le ganó a Atlético Rafaela en 2009 será recordada para siempre por todos los hinchas triperos. El Lobo, que estaba con nueve hombres cuando el descenso parecía un hecho consumado, alcanzó los tres goles que necesitaba para mantener la categoría.
La ida la había ganado Rafaela como local por 3-0 con tres goles de Aldo Visconti. Sin embargo, el plantel de Gimnasia se tenía mucha confianza: “Tanto en lo personal como en lo grupal, estábamos muy comprometidos con la situación. Los hinchas tienen un muy fuerte sentido de pertenencia, por eso no podíamos entregarnos tan fácilmente. En la primera práctica luego del partido hicimos una reunión entre todo el cuerpo técnico y jugadores y nos propusimos dar vuelta la historia”, cuenta Gastón Sessa, arquero de aquel equipo.
El 12 de julio fue el partido de vuelta en el Bosque, donde Rafaela contó con las situaciones más claras en la parte inicial. A los tres minutos, Álvaro Ormeño salvó sobre la línea a Gimnasia, algo que hubiera sido imposible de remontar. Desde el arranque, el conjunto platense fue puro nerviosismo. El primer tiempo terminó sin goles.
Leonardo Madelón, director técnico del Lobo en ese entonces, cuenta: “En el entretiempo, cuando entraron los jugadores hablé de lo importante que era el equipo por sobre las individualidades y que cualquiera tenía que estar preparado de acuerdo a la necesidad del resultado. Así que podía salir la figura más grande o el más histórico, con tal de beneficiar al equipo”.
En el segundo tiempo, el fantasma del descenso le pasaba de cerca a Gimnasia. El equipo estaba muy impreciso y el gol no llegaba. “Solamente en un segundo del partido –recuerda Sebastián Chirola Romero- se me cruzó la imagen de que no podíamos darlo vuelta. Pero la borré rápidamente, porque lo que nos había llevado a ese momento fue siempre creer y no había que bajar los brazos”.
El equipo de Marcelo Fuentes defendía sin sobresaltos. Los centrales, siempre de frente, rechazaban cada pelota sin problemas. Además, La Crema jugaba a ensuciar el encuentro y a aprovechar cada momento para detener el juego. El partido se puso muy áspero y llegó a su punto más caliente. A los 12 minutos, Esteban González -de Gimnasia- y Esteban Gil -de Rafaela-, por excederse verbalmente, fueron expulsados por el árbitro Javier Collado.
“Pelear el descenso no es fácil. Jugás sabiendo que tenés que ganar casi todos los partidos porque si no los números no alcanzan, tenés que encontrar el equilibrio justo para que tu rendimiento sea lo más óptimo posible en este tipo de momentos. Era un grupo de jugadores con mucho recorrido, mucha experiencia y eso fue clave”, afirma Romero.
Madelón movió el banco y se jugó las últimas fichas. Ingresaron Roberto Sosa por Messera y Franco Niell por Maldonado. El Pampa y el petiso cambiaron el partido. Iban 27 minutos, llegó un centro, Sosa la bajó en el área y el uruguayo Diego Alonso puso el 1-0 y la fe intacta para el Lobo. En ese momento, el miedo invadió a los visitantes.
Gimnasia fue en busca de los dos goles que lo salvaran del infierno. Pero los minutos pasaban y la salvación parecía una utopía, sobre todo cuando a los 40 minutos el Pampa Sosa se hizo expulsar.
Con nueve hombres, Gimnasia logró el segundo gol. Iban 44 minutos, centro pasado, no calculó bien Darío Capogrosso, arquero visitante, y Niell, de cabeza, puso el 2-0. El árbitro adicionó seis minutos y la ilusión ya era realidad en el Bosque.
El reloj ahora marcaba 46 minutos, jugada idéntica desde la izquierda, centro al segundo palo y por atrás de todos apareció Niell para tirarse en palomita y estampar el 3-0. Impresionante. Explosión y locura en las tribunas.
“Del momento del tercer gol – cuenta Marcela Cornejo, socia vitalicia del Lobo – no recuerdo absolutamente nada, solo gente abrazándose y llorando, un momento inolvidable”. “Después del tercer gol, me di con mi hijo el abrazo más lindo y emotivo de toda la vida. Todos emocionados, fue único”, relata Julio Fidanza, otro simpatizante tripero.
No hubo tiempo para más. Collado marcó el final y todo el Bosque fue una fiesta. Sessa cuenta: “Habíamos hecho un excelente campeonato y así y todo teníamos que jugar una promoción. Se dio el primer encuentro con tres goles abajo y la situación estaba muy difícil. La verdad que haber podido dar vuelta ese partido siendo hincha del club hizo que la satisfacción fuera doble”.
“Al final del encuentro –revela Madelón- cuando terminó y ganamos, conocí quizás el máximo placer en lo que es la vida deportiva, te sentís Dios en el buen sentido. A los jugadores les dije que recibieron el premio por todas las adversidades que habían pasado durante mucho tiempo y por el amor que sentían por la institución”.
Fue una tarde épica para Gimnasia. Ese cabezazo de Niell, cuando ya no había tiempo para nada, quedó marcado para siempre. Una vez más quedó demostrado que la esperanza es lo último que se pierde.