Nahuel Gala @NahueGala
Triángulo: figura imaginaria formada por tres vértices o tres elementos que tienen una relación. En este caso, los tres elementos están conformados por tres futbolistas y su relación es detener el avance y la oportunidad de generar desequilibrio por parte de Lionel Messi. Frente a Islandia, Birkir Bjarnason, Emil Hallfredsson y un intervalo entre Aron Gunnarsson con Gylfi Sigurdsson construyeron la cárcel en la que se vieron afectadas la participación y el despliegue del número 10 de Argentina en el debut en el Spartak Stadium de Moscú que concluyó 1 a 1. En Nizhny Novgorod, con Croacia como rival, se planteó un partido diferente. Del 4-2-3-1 contra los escandinavos al 3-4-3 en el choque con balcánicos. Los dirigidos por Zlatko Dalic fabricaron una jaula perfecta para una pulga rabiosa. Ivan Rakitic –volante de creación del Barcelona–, Luka Modric y Marcelo Brozovic se encargaron de contrarrestar las acciones ofensivas de Messi. Cada vez que el rosarino recibía, estaba obligado a descargar. No tenía trayecto, recorrido ni profundidad.
En el partido inaugural malogró un tiro desde los doce pasos a los 19 minutos del segundo tiempo. “Lo decidí en el momento, quise pegarle fuerte a ese palo, me salió a media altura, y el arquero justo fue para ese lado”, afirmó. ¿Cómo es que un experimentado como él, con su talento y su talla, es traicionado por sus propios pensamientos? El objetivo era claro, bien esquinado. Pero, lamentablemente, fue detenido por Halldórsson. Hasta el mejor puede errar, después de todo, es humano. En la capital rusa se lo notó muy entusiasmado con el arco, siempre encarando y buscando que alguien le pivotee. En cuanto a lo emocional, se lo notó muy enfadado. Claramente errar un penal genera mucha incertidumbre, pesimismo y enojo, pero estas cualidades ya estaban presentes en él ni bien comenzó el Mundial. Parece que estuviera en una misión de rescate o abatido por lo que dicen los medios masivos.
Apenas finalizó el encuentro, descargó toda su bronca en una Telstar18 que se encontraba cerca. Fusiló el balón como le hubiera gustado fusilar a los islandeses con una conversión, sin dudas. Pero era de esperarse que intentaran frenarlo de esa manera. Si se revisa el partido que jugó, será muy notorio el ímpetu que tuvo para salir adelante pero que era imposible por cómo se pararon los escandinavos: “Me siento responsable de no habernos podido llevar los tres puntos, porque no tengo dudas de que con el penal hubiese cambiado todo”.
Con Croacia pasó lo mismo. Más tirado sobre la derecha, le tocó la marca de Brozovic, volante del Inter de Milán, que lo asfixió sin piedad. Con la ayuda de Rakitic y Modric, continuaron cargando las baterías del enfado que Messi está llenando desde que arrancó la Copa del Mundo. La goleada histórica de los croatas desató la rabia de un rosarino, que al trastabillar con Strinic, le reboleó la pierna de un manotazo ahogado en síntomas de la frialdad del escenario en donde estaba parado el partido. Caían por dos goles y los revulsivos llegaron al instante. Paulo Dybala, Gonzalo Higuaín y Cristian Pavón fueron cartas talentosas pero insuficientes para congeniar con el astro del Barcelona que, a fin de cuentas, fue totalmente encarcelado por una defensa, o mejor dicho un mediocampo, que lo único que le permitió fue descargar, descargar y descargar. Con el tercer tanto en contra, Lionel se tapó el rostro como si no quisiera seguir viendo lo que sucedía ante sus ojos.
Los triángulos lo sofocaron. Su cabeza gacha es una manifestación de que no está consiguiendo lo que vino a buscar. El trofeo dorado es su máximo objetivo y todavía no logró convertir ningún tanto, a pesar de que le quedan 90 minutos para revertir cualquier historia posible y esperar que Islandia no derrote a Croacia. “No sos culpable de nada”, firmó Diego Armando Maradona para el cumpleaños número 31 de Messi. Contra Nigeria podría ser su último partido en la historia de los Mundiales. Suena espantoso, sí. Pero es una realidad. Todos los flashes están puestos en él, la presión lo intimida. Nada está dicho, todo puede pasar. Pero si algo es cierto es que cuando las papas quemaban en Quito y la eliminación estaba al caer, apareció un pequeño gran héroe que se disfrazó de gigante y que acabó con la inquietud y la desesperación albiceleste. La respuesta que no tuvo frente a esos triángulos asfixiantes buscará estar presente y cambiar la historia en el cierre del Grupo D.