Por Thomas Martínez
El coronavirus llegó para cambiar el mundo. Miles de millones de personas están en aislamiento social alrededor del planeta. El deporte y sus actores principales no quedaron exentos a esta alteración en la vida cotidiana. Las federaciones y asociaciones se vieron obligadas a tomar medidas acorde al contexto. Con errores y aciertos resolvieron cuestiones que en algunos casos fueron corrigiendo sobre la marcha.
Los deportistas sufren las consecuencias en su estado físico y en la práctica de su actividad. Es habitual ver videos en las redes sociales de ellos entrenando. El espectador se inmiscuyó en su vida íntima, por lo que se visibilizaron las diferencias entre los deportistas de elite, quienes tienen hasta un gimnasio en sus hogares, y aquellos que carecen de material para realizar su entrenamiento. Está claro que al volver a la actividad no todos estarán en igualdad de condiciones. Las boxeadoras argentinas son un caso más de esta situación.
Soledad Matthysse, campeona peso pluma de la FAB y excampeona mundial AMB y CMB, revela que en lo deportivo se vio afectada: “El entrenamiento se divide en dos etapas. Por la mañana, la física, y a la tarde, la técnica. Para el segundo turno no tengo muchos elementos para seguir la rutina, pero una se la rebusca”.
Matthyse, aparte de boxeadora, es portera de una escuela primaria en su provincia natal (Chubut), trabajo por el que recibe un sueldo que la ayuda a sostenerse. Además, cuenta con una beca del municipio en el que vive. Por su parte, no sufre notablemente su economía, pese a que las boxeadoras cobran por pelea realizada. Asegura que desde la Federación Argentina de Boxeo (FAB) nadie se contactó con ella para ver si necesitaba algo: “Como no estamos asociados con ningún promotor es mucho más difícil. Así lo creo yo, que cuando era campeona mundial me ayudaban con elementos de vez en cuando”.
También, la campeona argentina Iara Altamirano cuenta que hace más de un año vive con su pareja, Jeremías Ponce, campeón mundial IBO, y que juntos solventan los gastos generales. Al igual que a Matthysse, desde la FAB nadie se le acercó para ayudarla y opina que de ser así no estaría mal.
Prueba de la diferencia que hay entre distintos deportistas es Érica La Pantera Farías, excampeona mundial CMB, quien tiene otros ingresos como el de directora de una escuela de San Fernando y el de su barbería, que en este momento se encuentra inactivo. “Mis representantes están pendientes de mis necesidades y no perdí contacto con ellos. La verdad que no me faltan elementos. Calculo que con lo que está pasando hay muchas que no deben contar con materiales y sería una buena idea que las puedan ayudar. Lo veo bien desde ese punto. Sería bueno ayudar a chicas que lo necesiten”, manifiesta Farías.
El virus desnudó nuevas necesidades que trascienden los géneros. La incertidumbre de la continuidad del aislamiento social provoca la dificultad del desempeño en las actividades de los deportistas que tienen menos recursos. La pasión por lo que realizan es lo que los mueve a resolver estas adversidades que, al fin y al cabo, afectan su ingreso económico y, en un futuro, se verán reflejadas en la competencia.