domingo, noviembre 24, 2024

La vuelta a casa

Por Francisco Lezaun López

Seúl, capital de Corea del Sur, fue la ciudad elegida para celebrar, del 6 al 10 de octubre, el centenario del Festival Deportivo Nacional de Corea (전국체전). En este evento participaron más de 30.000 deportistas provenientes de 17 regiones y ciudades del país asiático, sumados a los 18 equipos de residentes en el extranjero.

La magnitud del Festival se ve reflejada en los 69 estadios que estuvieron preparados para albergar a los jóvenes durante 7 días, la presencia en la inauguración del Presidente del país, Moon Jae-In, y del alcalde de la ciudad, Park Won-Soo, y las más de 20.000 personas observando el desfile de los atletas en el estadio de apertura.

Este evento tiene 100 años de historia. Todo comenzó el 13 de junio de 1920, con un partido de béisbol entre surcoreanos como forma de protesta ante la ocupación de su territorio por parte de los japoneses, y hoy en día cuenta con más 40 disciplinas diferentes. La Argentina estuvo presente en deportes como el fútbol, golf, tenis, bádminton, janggi (ajedrez coreano), entre otros, con la participación de jugadores amateurs, ya que el profesionalismo no está permitido en esta competencia.

Matías Yoo, estudiante de administración de empresas en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y con padres nacidos en Corea y emigrados cuando eran chicos, fue uno de los futbolistas elegidos para representar a la comunidad coreana con residencia en Argentina, siendo así su primera participación. Su llegada a la Selección se dio tras la poca importancia que tuvo este año la liga coreana de fútbol que se juega anualmente en Buenos Aires. En consecuencia, el comité organizativo decidió juntar a todos los jugadores de los tres mejores equipos, y de ahí elegir a los que representarían a la albiceleste en estos Juegos Nacionales.

La emoción por estar en casa se hacía sentir en sus palabras: “Corea tiene muchísimos servicios, alucinás de la cantidad de cosas que tiene. La gente es mucho más evolucionada y nuestra tecnología no le llega ni a los talones a la de ellos”. Y entre risas contó: “Cuando caminábamos por la calle, la gente reconocía que éramos extranjeros y nos preguntaban de dónde veníamos. ‘Argentina’ le decíamos, a lo que respondían con cara de no saber de lo que estábamos hablando. Había que explicarles que estábamos abajo de Brasil”.

La ilusión era lo que más prevalecía en este grupo de chicos con un promedio de 21 años. Tres años antes, la Selección Nacional había salido campeona en este mismo torneo, y ahora, el objetivo seguía siendo el mismo. “Veníamos bastante motivados porque, hablando futbolísticamente, teníamos un mejor equipo que el de los que habían ganado en el 2016”, cuenta Matías.

El torneo se dividió en grupos de 4 países, en los que los ganadores se enfrentaban ante los perdedores, por lo que a cada equipo le quedó un partido sin disputar, debido al poco tiempo de duración de la competencia. El primer desafío que tuvieron por delante fue nada más ni nada menos que ante el último campeón, Australia. Un duro rival para medirse en el partido del debut, pero eso no les quitó las ganas de jugar y de correr por defender los colores celeste y blanco. Luego, la realidad les dio un fuerte golpe en la cara con una aplastante derrota por 4-1. “Jugaban a 1 ó 2 toques por toda la cancha. Creo que nunca me habían pegado tanto un baile en mi vida y se notaba una gran diferencia con nosotros, que jugábamos por hobbie”.

“El día después del partido vino uno de Australia a hablarnos y le preguntamos cómo sabía español, a lo que nos respondió que estuvo viviendo en España porque entrenaba en el Levante hasta que lo dejaron libre”, cuenta Matías, tratando de explicar la magnitud del nivel que tenían algunos países con jugadores que trataron de ser profesionales pero que no llegaron.

La falta de experiencia hizo que la derrota por la segunda fecha ante Indonesia, subcampeón el año pasado (cayó ante Australia 3-2), fuera mucho más dolorosa de lo imaginado. El partido iba con resultado favorable para los argentinos por 1-0, pero terminó 1-3 abajo. “Fuimos superiores durante todo el partido, pero ellos supieron aprovechar bien las oportunidades. Cuando íbamos perdiendo 1-2 tuvimos una muy clara de gol. Fue durísimo que no haya entrado”.

A pesar de no haber conseguido el objetivo propuesto, la experiencia de jugar contra equipos de gran nivel y el saber que dieron lo mejor por defender los colores argentinos durante estos días de competencia y meses de preparación, los hace irse con la cabeza bien en alto.

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