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De fracasado a histórico, la historia de Maxi Gagliardo

Por Hernán Meriles

28 de abril de 2019. Suena el silbato de Néstor Pitana que marca el final del partido por el desempate del primer puesto de la B Nacional. Arsenal venció 1-0 a Sarmiento y volvió a la Primera División después de un año. Todo es euforia y festejos, pero hay un jugador de los de Sarandí que disfruta más que el resto: se trata de su capitán y una de las figuras claves en el ascenso, su arquero Maximiliano Gagliardo, que está cumpliendo el sueño de toda su vida, llegar a lo máximo del fútbol argentino.

“Esto es para mi hijo, que le decían que su papá era un fracasado que nunca iba a llegar a la primera división”, declaró, entre lágrimas, Gagliardo en el campo de juego del Florencio Sola, en los instantes posteriores a la finalización del partido. “Esto es para él (su hijo), le demostré que con trabajo, esfuerzo y humildad se puede lograr cualquier cosa. Es el logro más importante de mi carrera”, agregó.

Este día, Tobías, hijo de Maxi, no se lo va a olvidar nunca. No sólo por el logro conseguido por su padre, sino por la enseñanza que le deja. En su carrera, han sido más los momento malos que los buenos. Por eso este ascenso lo disfruta el doble.

“Fracasado es una palabra muy fea. Ninguna persona es fracasada. Fracasado es aquel que no intenta, una vez que lo intentas, dejas de serlo”, suelta, al borde de las lágrimas y desbordado de emoción, el uno del Arse.

Y así fue. No son sólo palabras, es el resumen de la vida futbolística de Gagliardo. Lejos quedó en el tiempo la primera vez que se puso por delante de los tres palos como profesional, allá por 1999 en el arco de Brown de Arrecifes. Desde aquel momento, el nacido en Chivilcoy debió remarla, y mucho. Toda una vida en el ascenso, vistiendo los colores de El Porvenir, Flandria, Platense, Deportivo Morón, un breve paso por Unión San Felipe de Chile, Tristán Suárez, Defensa y Justicia, Flandria, Atlanta, Los Andes , hasta recalar en Arsenal.

Siempre con la frente en alto y sin desesperarse. Como si supiera que algún día el fútbol le iba a recompensar todo este sacrificio. Este trayecto no fue fácil. Y el propio Maxi lo reconoce. Un campo minado en el que llueven las críticas cuando a uno no le salen las cosas. El arquero admitió que tuvo que guardarse la bronca de los comentarios negativos y centrarse en su objetivo. Y en ningún momento, el “fracasado” se despegó de esta filosofía.

Gagliardo aseguró que llegó un punto en que se le hizo difícil sobrellevar esta situación, porque estos comentarios llegaron a oídos de su hijo Tobías, y le generaron mucho dolor a los dos. Pero intentó no desviarse de su objetivo. “Tenía la necesidad y la obligación como padre de demostrarle que lo que uno sueña, se puede lograr”, expresó con bronca, con los dientes un poco apretados, recordando esos duros momentos que le tocó vivir.

El fútbol, deporte muchas veces injusto, esta vez tuvo compasión. Maxi está cumpliendo su sueño de atajar en la élite del fútbol de nuestro país. A sus 36 años, es capitán y una de las figuras del Arse, que ganó sus dos primeros encuentros en el arranque de la Superliga. Como si esto fuera poco, el uno del equipo de Sarandí no recibe un gol por los puntos desde el 30 de marzo, en el triunfo de su equipo por 3 a 1 ante Villa Dálmine por la B Nacional. Desde entonces, acumula 583 minutos con la valla invicta, que se convirtió en la mejor racha del club del Viaducto.

Maximiliano Gagliardo buscará seguir haciendo historia bajo los tres palos. Pero para Tobías, él ya se convirtió en el mejor “fracasado” de la historia.

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