Por Fernando Bajo
El 5 de julio de 2016 fue el día en el que se acentuaron los problemas que atravesaba, no solo la Selección argentina, sino también la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Gerardo Martino dejaba la conducción técnica del conjunto nacional nueve días después de perder la final de la Copa América. Sin embargo, aquella derrota, la cual muchos tildaron de fracaso y hoy sin dudas desearían que la Selección al menos llegue a esa instancia, no fue lo que determinó la decisión del entrenador rosarino.
La negativa de los clubes argentinos de ceder jugadores para la participación en los Juegos Olímpicos (JJOO) de Río 2016 colmó la paciencia de Martino: “Está claro que en algunos aspectos no he podido. No pude con el tema de Selecciones juveniles ni siquiera con los JJOO. Ahí me enteraba por los medios la disposición que los diferentes presidentes de clubes tenían respecto a la cesión de futbolistas, entonces se iban sumando diferentes cuestiones y llega un punto en que es muy difícil dar marcha atrás. Uno piensa si no está poniendo en juego la dignidad, un poco por ahí pasó la cuestión”, explicó meses después en declaraciones a ESPN.
Antes de su renuncia, Martino tuvo que postergar una semana el inicio de los entrenamientos del equipo que competiría en los Juegos Olímpicos debido a la falta de futbolistas para las prácticas. Como si fuera poco, la AFA transitaba problemas económicos y hasta los cheques que le entregó al cuerpo técnico como forma de pago fueron rechazados.
A fines de 2015, Daniel Angelici, el presidente de Boca, fue anunciado como Secretario General de la máxima entidad del fútbol argentino, y el 16 de junio de 2016 confirmó: “Boca no va a ceder a (Cristian) Pavón. Martino ya lo sabe: tenemos un compromiso más importante”. Después de esas declaraciones, cuando El Tata ya había renunciado, el delantero estuvo en la lista de los convocados como suplente. El futbolista Xeneize que sí disputó aquellos juegos fue Lisandro Magallán.
Boca no fue el único que en un principio se negó a ceder a sus jugadores. Rodolfo D’Onofrio, primer mandatario de River y que hasta junio de ese año fue vicepresidente primero del Comité Ejecutivo de AFA, pidió que no sea convocado Augusto Batalla. Y Pablo Moyano, directivo de Independiente, manifestó que el club no daría a Emiliano Rigoni, Martín Benítez y Víctor Cuesta. Éste último finalmente jugó.
¿Por qué un dirigente que estuvo con un cargo en AFA después prioriza al club que preside por sobre la Selección? ¿Son los clubes más importantes que jugar en el equipo nacional? ¿Quién determina esos mandatos?
Desde el 26 de julio hasta el 11 de agosto se desarrollarán los Juegos Panamericanos y, Fernando Batista, entrenador del seleccionado sub-23 argentino tiene los mismos problemas que llevaron a Martino a renunciar. Boca no cederá ni a Nicolás Capaldo ni a Alexis Mac Allister. San Lorenzo tampoco le permitirá asistir a Fabricio Coloccini y aquí surge otra contraposición. Matías Lammens, presidente del club de Boedo, asumió como tesorero de AFA el mismo día que Angelici lo hizo en el cargo ya mencionado. Además, tampoco Javier Mascherano podrá jugar el torneo debido a que su equipo, Hebei Fortune de China, no lo concederá, pero en ese caso es un club extranjero y ningún dirigente de allí fue directivo de la entidad del fútbol argentino.
Más allá de que la mayoría de los directivos de los equipos locales se excusan con que no brindan los jugadores solicitados porque tienen que disputar la Copa Libertadores, ¿es eso suficiente? ¿Por qué la FIFA debe obligar a las instituciones a ceder a los futbolistas a su selección, que además es lo que la mayoría de éstos tiene como objetivo deportivo?
En cambio, en Newell’s, luego de pedidos del protagonista, sí permitieron que Maximiliano Rodríguez represente a la selección en Lima. Aunque luego de eso tuvo que salir a dar explicaciones: “Si me tengo que ir son 3 partidos, la gente tiene que tomar consciencia. Si tomo la decisión es porque quiero ir a la Selección”.
Es curioso que a Lionel Messi, que asistió a los Juegos de Pekín 2008 luego de plantearle su deseo a los directivos españoles, sea a quién más se lo critique -hasta quizás sin razón, como sucedió en el último amistoso de Argentina antes de la Copa América frente a Marruecos- por priorizar a su club, el Barcelona, antes que la Albiceleste.
No es difícil de entender el presente de la Selección argentina si se piensa en el camino que se recorrió todos estos años y en el rechazo de los clubes a la Selección argentina. Pese a esto, el actual Director de Selecciones Nacionales, César Luis Menotti, tiene como objetivo armar un combinado local en el que los futbolistas que se desempeñan en el país puedan entrenar reiteradas veces. Con el prontuario de los clubes, ésta medida, a priori, será difícil, pero quizás se pueda lograr porque en el fútbol argentino todo pasa.