Por Joaquín Méndez
Un viejo conocido de la Isla Maciel le devolvió la alegría al hincha de San Telmo en la última temporada, a base de juego y en constante ataque, pudo generar la ilusión del ascenso a la B Nacional. Ilusión que se acabó por el momento, ya que tras superar 2 a 1 a All Boys en condición de local, perdió en los 180 minutos por la derrota en Floresta hace dos semanas 3 a 1.
Lisa sacude sus brazos, sus anteojos se aferran a la cavidad entre sus orejas y su cabeza. Da indicaciones, ordena con sus gritos a los centrales, Germán Niz y Frontini, que no descuiden su marca. Lanza su brazo derecho hacia el cielo y en dirección frontal, como un general a sus tropas, comanda el ataque, Lucas Arce y Lucas Carrizo, deben atacar las bandas. Sus dirigidos deben doblegar a su rival.
La verticalidad y la lateralización rápida fueron las claves del planteo del candombero para llegar a jugar el reducido. Sus goles, también. Convirtieron 30 goles en 22 partidos desde la llegada del entrenador. Antes, en casi la misma cantidad de partidos, habían concretado tan sólo 15 goles. Lisa le dio felicidad.
Damián Toledo fue el encargado de dominar la mitad de la cancha en los partidos, un cacique que manejaba los hilos conductores del juego. Buen primer pase y gran lector de jugadas, ya que cortaba los contragolpes de All Boys, cuando San Telmo perdía la pelota en tres cuartos de cancha. Y si no estaba él, aparecía Pablo Frontini, con pasado en primera división, recuperó su nivel y otorgó jerarquía a la defensa, disputando los cierres mano a mano con los delanteros, además, le sumó durante el torneo buena salida desde abajo, junto a Leandro Hertel, que no presenció la última final tras su expulsión en Floresta, cuando iniciaba el partido.
¿Por qué decimos que Lisa le dio alegría y felicidad a la Isla Maciel? Justamente por su elección o su convicción de cómo se juega a la pelota. Se lo argumento. En el mediocampo junto a Toledo, jugaron David Zarco, Nicolás Igartúa y Ezequiel D’Angelo. Zarco e Igartúa, sus interiores, no utilizó carrileros o ese jugador polifuncional, que ataca un poco y defiende un poco, apostó por el toque y la movilidad libre del mediocampo, asegurarla siempre a un compañero. D´Angelo, le dio cariño a la redonda, la amasó, la acompañó en cada giro sobre el césped y fue el nexo, al pivoteo de Guido Dal Casón y a la velocidad de Lucas Kun Farías.
Con este sistema, San Telmo remontó y estuvo a un gol de forzar los penales frente a All Boys, que consiguió el ascenso a la segunda categoría del fútbol argentino, tras aguantar el asedio futbolístico del conjunto local. Su llave, fue Cristián Sánchez que en un contragolpe sentenció el resultado, elevando el balón por encima del arquero Marcos Jara.
Entre los años 96 y 99, Lisa jugó en San Telmo como delantero. Allí disputó 53 partidos con la camiseta azul y celeste, e hizo que la pelota impacte en la red en 20 ocasiones, con un promedio de 0,38 por partido. En aquellas épocas, dibujó sonrisas en los rostros de la gente del barrio.
¿El concepto de ganar en algo, solo es aplicable si se obtiene un victoria o un resultado? ¿Acaso no hay otras formas de ganar, que no sean superar al que tenemos en frente? Me permito discutirle eso, hoy el candombero ganó más de lo que perdió. A sus 49 años, eso Lisa lo sabe. Lo sabe y la dirección en la que miran sus pupilas, también. Está a punto de dar una entrevista para el canal que transmitió el partido. Se peina su escaso pelo hacia el costado. Sus ojos se inundan, las lágrimas caen por sus mejillas, el canto aturde el momento, la hinchada no para de alentar. El partido terminó hace unos minutos. “Me emociono”, dice el técnico. Repito. Lisa lo sabe y sabe que con el juego de su equipo, le acaba de devolver el alma y la alegría, a todo el pueblo candombero. ¿Acaso eso no es ganar en la vida que nos impone el resultado por encima de todo o casi todo? No creo que lo atormente eso, mientras la Isla Maciel baile y festeje, a pura fiesta y carnaval, con el toque del equipo de Lisa.