Por Valentín Gogorza
1934. Los seleccionados de fútbol se nutren únicamente de jugadores del campeonato local, sin importar su origen. Italia, por ejemplo, goza de la consecuencia de disponer de los argentinos Luis Monti, Raimundo Orsi, Atilio Di María y Enrique Guaita entre sus representantes y logra levantar la Copa del Mundo.
Imaginar, por unos segundos, cómo estarían formados actualmente los conjuntos nacionales si aquella norma no hubiera caducado se torna imposible. Los países europeos, anfitriones de los mecanizados y emocionantes espectáculos ligueros, correrían con ventaja en cuanto a la disponibilidad de futbolistas. La Premier League proveería a Inglaterra de 400 de estos, todos de alto nivel, y serios problemas a su técnico. Alemania, España, Francia, Holanda y Portugal enfrentarían el mismo inconveniente a cambio de deleitarse con las grandes individualidades que militan en sus campeonatos.
Sobre el campo de la imaginación, siempre hay más. China observaría con satisfacción cómo sus representantes de todas partes del mundo vuelven realidad su proyecto deportivo. Sudamérica, a primera vista, saldría damnificado: sin sus materias primas, comercializadas en el viejo continente, debería valerse de los talentos que secan e inundan su geografía.
Ahora, en 2019, si la realidad dictara un cúmulo de distintas percepciones y los combinados participantes de la Copa América se alimentaran únicamente de jugadores que hayan actuado en clubes de su país, la cuestión sería otra.
Conforme a la nueva disposición, las selecciones más relevantes no contarían con futbolistas que son asiduos convocados a las mismas. Brasil, el anfitrión, perdería a quien acostumbraba ser su arquero titular, Ederson Moraes. El guardameta del Manchester City llegó a los 16 años a Portugal, procedente de San Pablo, en el que nunca disputó un encuentro en Primera División.
Asimismo, la más rutilante ausencia sería la de Lionel Messi. El rosarino, que desde niño juega en Barcelona, desampararía al combinado argentino en la competencia subcontinental. Colombia, por su parte, quitaría de su lista a Roger Martínez, ya que el nacido en Cartagena nunca tuvo lugar en el fútbol local cafetero.
Uruguay sufriría dos bajas sensibles, las de Rodrigo Bentancur y Lucas Torreira. El primero, actualmente en la Juventus, inició su carrera en Boca y no logró relacionarse con la Primera División Charrúa. El segundo hizo lo propio en Italia, puesto que debutó en Pescara, pasó a Sampdoria y luego al Arsenal inglés.
Mauricio Isla no podría defender a Chile como lo hizo en los Mundiales de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, porque no jugó en un ningún equipo trasandino. Se desarrolló en Italia, pasó por Udinese y Juventus, luego por Inglaterra y Francia. En la actualidad se desempeña en el Fenerbache turco.
Las realidades de cada selección serían distintas sin estos nombres. Año tras año, las jóvenes promesas duran menos en las ligas de sus países por las tentaciones que ofrece el viejo continente. Menos mal que esto es imaginación y, competencia tras competencia, estos jugadores vuelven a representar a sus selecciones para elevar el nivel del fútbol sudamericano.