Juan Pablo Manera
El racismo y la discriminación son una de las principales características del ser humano promedio desde el comienzo de su existencia. Los hombres y las mujeres, los blancos y los morochos, la clase alta y la clase baja. El hábito discriminatorio es algo que siempre estuvo presente en el ADN de la especie. Sin embargo, también existen personas que van en contra de esos pensamientos, y ese tipo de gente es la que debe ser reconocida y valorada. En este caso, estamos hablando de una jugadora de fútbol, una “protesta ambulante”, tal como se autodefinió. Ella es Megan Rapinoe, capitana del seleccionado femenino de los Estados Unidos de América. Una futbolista de 33 años, con una amplia trayectoria en el mundo de la esférica, que ganó varios trofeos y medallas tanto a nivel clubes como a nivel internacional, pero que sus mayores logros no los consiguió dentro de una cancha, sino fuera de ella.
El punto de inflexión en su vida se dio en el 2012, cuando reveló, en diálogo con la revista Out, su lesbianismo. Desde aquel momento, Rapinoe se manifiesta con gran orgullo cada vez que alguna pregunta roza el tema. Aprovecha el lado mediático del deporte que practica para concientizar a las masas sobre la marginación y las injusticias sociales, como lo hará en la Copa del Mundo que se disputa en Francia. “Probablemente nunca más me pondré la mano sobre el corazón. Probablemente nunca más cantaré el Himno Nacional de nuevo”, declaró hace pocos días. El motivo de ello, para la atacante del Seattle Reign, es el presidente de su país, Donald Trump. Lo considera “sexista”, “misógino” y “racista”.
No es la primera vez que utilizará al deporte para manifestarse. En 2016, la oriunda de California se arrodilló mientras sonaba el Himno en la previa de un partido frente a Holanda, en solidaridad con el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, quien efectuó el mismo acto en modo de “protesta silenciosa” contra la violencia racial y la opresión a las minorías. Esta forma de reclamo atrajo gran cantidad de críticas, más negativas que positivas. “Supongo que, por el hecho de ser mujer y homosexual, siento una mayor empatía con respecto a las personas que no se encuentran en una posición dominante”, expresó Pinoe tras las diversas opiniones. También, el pasado 8 de marzo, realizó junto a todo el plantel femenino de Estados Unidos una denuncia al Tribunal de Los Ángeles contra su Federación, recriminando la disparidad de salarios en contraste con sus pares masculinos.
Por otro lado, la ex Lyon participa en numerosas asociaciones que velan por la no discriminación y la igualdad de derechos. Una de ellas es Athlete Ally, un grupo de defensa sin fines de lucro que se enfoca en hacer más inclusivas a las comunidades atléticas, además de abogar por la igualdad LGBTIQ. Asimismo, contribuye con las organizaciones Gay, Lesbian and Straight Education Network –entidad educativa- y Common Goal, una corporación a la que todos los deportistas asociados donan el 1% de su salario, dinero que es destinado a entidades de alto impacto que aprovechan el poder del fútbol para promover el fin de la pobreza, combatir la desigualdad y detener el cambio climático, entre otros objetivos.
Como se mencionó en un principio, los mayores logros de Megan Rapinoe no se concentran solamente dentro del verde césped con la pelota como eje, sino también fuera. Delantera en el fútbol, defensora en la vida.