viernes, noviembre 22, 2024

¿Quién viste mejor a los campeones de América?

Joaquín Grasso

Desde sus inicios y hasta la actualidad, las empresas de indumentaria deportiva han ido en creciente evolución y penetrado en numerosos deportes en el mundo. Uno de los focos principales para estas multinacionales es el fútbol, pasión de multitudes.

Reconocidas marcas deportivas estadounidenses y europeas arribaron a América Latina a finales de los ’70 y comenzaron a confeccionar los conjuntos de importantes equipos de la región. Por aquel entonces, aquellas populares instituciones participaban en la Copa Libertadores, el torneo anual de clubes más importante de Sudamérica. Atrás quedaron las sobrias y modestas camisetas, relegadas por cambios de diseño, predominio de colores estridentes y una innumerable cantidad de publicidades sobre el largo y ancho de la tela.

La década del ’80 será recordada por la supremacía Adidas. La empresa alemana de las tres tiras obtuvo cinco de las diez ediciones de la Copa: con Flamengo de Brasil en 1981, patrocinando a Peñarol en 1982, con Gremio en 1983, acompañando a Argentinos Juniors en 1985 y a River Plate al año siguiente. Las competiciones restantes fueron conseguidas por Topper, Le Coq Sportif y Textil Paraná. La primera triunfó con Independiente en 1984 y con los elencos charrúas de Peñarol en 1987 y Nacional en 1988. Por su parte, la compañía francesa vistió a Atlético Nacional de Colombia en su glorioso 1989 y TP, a Olimpia en 1990.

En el siguiente decenio, Adidas, que solo festejó títulos continentales con Colo Colo de Chile en 1991 y River Plate en 1996, le cedió el protagonismo a Penalty. La paulista alzó la Libertadores en tres ocasiones, abasteciendo a clubes brasileños: bicampeonato con San Pablo en 1992 y 1993, y la coronación con Gremio en 1995. Los demás premios se adjudican a la ya inexistente marca carioca Rhummel, que ostenta los campeonatos con Cruzeiro en 1997 y Palmeiras en 1999; a la inglesa Umbro, que equipó a Vélez Sarsfield en 1994; a la italiana Kappa, que se coronó con el Vasco Da Gama de Brasil en 1998 y a la estadounidense Nike, con Boca en 2000.

El preludio del siglo XXI marcó un relevante dominio de esa marca. Ésta obtuvo junto a Boca Juniors las Libertadores de 2001, 2003 y 2007. En 2004, la desconocida empresa colombiana FSS ganó su primer trofeo continental con el equipo cafetero de Once Caldas. Asimismo, Topper nuevamente volvió a gritar campeón; vistiendo a Olimpia de Paraguay en 2002, al San Pablo en 2005 y siendo el proveedor de indumentaria de Estudiantes de La Plata en 2009. En 2008, reapareció en escena Umbro con el título de Liga de Quito de Ecuador; y a la lista de vencedores se le sumó otra marca norteamericana: Reebok conquistó América junto a Inter de Porto Alegre en la edición 2006 y 2010.

La estrella obtenida por Santos de Brasil en 2011 constituyó otro galardón para Umbro. También, entraron en la historia la marca brasileña Lupo, con la consagración de Atlético Mineiro en 2013, y la italiana Lotto, que vistió al San Lorenzo campeón en 2014.

En el último lustro, el duelo Nike-Adidas fue ínfimamente favorable a la empresa de la mal llamada pipa –es una V que representa las alas de la diosa griega Niké y la victoria-. Los logros de Corinthians de Brasil en 2012 y de Atlético Nacional en 2016 disminuyeron la brecha dominante impuesta desde hace más de 30 años por los alemanes, que solo tuvieron como carta principal el éxito de River Plate en 2015.

Aun así, la teutona sigue siendo la más ganadora de este torneo con nueve ediciones. Además, en la pasada edición 2017, Umbro volvió a laurearse junto a Gremio y expandió aún más su vitrina, que ya ostenta cuatro premios continentales.

Las compañías están dispuestas a pagar y fabricar la vestimenta de los clubes con tal de ser las ilustres protagonistas de turno. El nombre de la marca ubicado en un lugar visible de la indumentaria genera innumerables impactos publicitarios. Igualmente, poco importa si los espectadores no logran visualizar el logo en pleno partido. Horas después, éste se verá en las portadas de los diarios, en la televisión, y en cualquier espacio en el que se opine de fútbol.

Sin embargo, una de las más poderosas fuentes de difusión la producen los propios hinchas, quienes, temporada tras temporada, pagan una abultada suma de dinero para adquirir la camiseta del club de sus amores y exhibirla vayan donde vayan, en cualquier parte del mundo.

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