Por Alfonsina Avellaneda
La Selección Argentina vivió su consagración mundialista en Qatar 2022, y el recuerdo de los partidos en los estadios que formaron parte de su histórica campaña permanece en la memoria de millones de hinchas. Sin embargo, más allá de la gloria deportiva, los estadios que fueron escenario de estas batallas se encuentran ahora en una fase incierta de su existencia. A casi dos años del torneo, el futuro de estos templos de fútbol es una mezcla de mantenimiento, transformación y promesas de reestructuración, mientras el país anfitrión busca dejar una huella duradera tras el evento deportivo.
En la fase de grupos, Argentina disputó su primer partido en el imponente Estadio Icónico Lusail, donde la selección cayó sorpresivamente ante Arabia Saudita. A pesar de ese tropiezo, el estadio, con una capacidad cercana a los 90 mil espectadores, acogió momentos decisivos, como la victoria ante México. Con su estructura moderna y ubicada a solo 16 kilómetros de Doha, Lusail no solo fue el lugar del primer encuentro argentino, sino también el escenario donde Messi y compañía sellaron la gloria al vencer a Croacia en semifinales. El futuro de Lusail es clave para el legado de la Copa del Mundo; hoy, con la ciudad a medio desarrollar, el estadio aún mantiene su perfil de lujo, pero la falta de actividad en la zona circundante deja en duda la sostenibilidad a largo plazo. Las tiendas y restaurantes en el Boulevard Lusail permanecen vacíos, con una ocupación hotelera que apenas supera el 40%. A pesar de los esfuerzos para convertir la zona en un polo turístico, aún está por verse si la ciudad y su estadio cumplirán con la promesa de ser un centro de atracción permanente.
El Estadio 974, otro de los escenarios que vio a la Argentina derrotar a Polonia, destaca por su diseño único, construido a base de contenedores de transporte. Pensado para ser desmontado tras el Mundial, su futuro es incierto. Aunque la idea inicial era enviarlo a África como parte de una ayuda para mejorar infraestructuras deportivas, hoy sigue en pie, con múltiples ofertas sobre la mesa. No obstante, aún no se ha tomado una decisión sobre su destino. Este estadio, que albergó algunos de los partidos más llamativos del torneo, continúa siendo un símbolo de innovación, siendo el primer estadio “transportable” de la historia. A pesar de la incertidumbre, el estadio podría permanecer en uso para otros eventos, ya que Qatar sigue buscando maximizar el uso de sus infraestructuras deportivas en los años venideros, incluyendo la Copa Asia 2024.
Por otro lado, el Estadio Ahmad bin Ali, que fue el lugar de la victoria argentina sobre Australia en octavos de final, se enfrenta a un destino más claro. Con capacidad para 40 mil personas, el estadio albergará futuros partidos de la liga nacional qatarí y competiciones regionales. Sin embargo, su capacidad se reducirá a la mitad para adaptarse a las nuevas necesidades locales. Algo similar ocurrirá con el Estadio Al Janoub, que, aunque sigue siendo una pieza clave en la infraestructura deportiva del país, verá disminuida su capacidad a medida que se acomode a nuevas funciones.
Si bien los estadios fueron concebidos como centros deportivos de última generación, el legado que dejarán tras el Mundial aún está en construcción. En algunos casos, se ha prometido que serán transformados en centros comunitarios, con hoteles, centros comerciales y hasta hospitales deportivos. El Estadio Al Bayt, conocido por su diseño inspirado en las tiendas beduinas, se destinará a un hospital de medicina deportiva, mientras que el Lusail y el Al Bayt fueron usados para eventos internacionales como la Copa Asia 2023 y otros torneos regionales.
Así es como hoy los estadios de Qatar se encuentran en una etapa de transición que va más allá de lo deportivo. Si bien la organización sostiene que estos recintos serán útiles para eventos futuros y contribuirán al desarrollo del fútbol en la región, las dudas sobre su viabilidad económica y su integración al tejido social de Qatar persisten. Mientras tanto, los ecos de los partidos que consagraron a Argentina como campeona del mundo se desvanecen lentamente, dando paso a una nueva etapa para las infraestructuras de uno de los mundiales más controvertidos de la historia.