sábado, noviembre 23, 2024

Almirante Brown, orgullo de pueblo, garra y corazón

Por Lautaro Moyano

“Ya no tenemos lugar para ustedes”, les comunicó el presidente del Club Huracán de San Justo a Juan Carlos Boragno y a sus amigos, ya que preferían contratar a futbolistas más jóvenes de Capital Federal, a los que le iban a pagar un sueldo. Enojados, acudieron al padre de “Tito”, apodo con el que se conocía a Boragno, con la intención de fundar su propio club, y así fue cómo se gestó el club más importante del partido de La Matanza, del que Don Segundo Boragno fue el primer presidente y uno de los fundadores.

Su acta fundacional data del 17 de enero de 1922, cuando nació el Centro Atlético y Recreativo Almirante Brown, que tomó el nombre del desaparecido Atletic Club Almirante Brown de San Justo. Los colores se deben a que el encargado de adquirir la vestimenta para el primer equipo solo consiguió el juego completo de Peñarol de Uruguay, una remera con siete franjas verticales, tres negras y cuatro amarillas, que, con sus variantes a lo largo de sus 102 años de vida, se transformaron en sus colores insignia.

El Club Almirante Brown, nombre con el que se lo conoce en la actualidad, supo transformarse en la institución más popular de La Matanza. Con su sede social en San Justo y su emblemático Estadio Fragata Presidente Sarmiento en Isidro Casanova, la pasión por el Aurinegro traspasó todas las localidades y tiñó de amarillo y negro el partido más grande de la provincia de Buenos Aires. Desde sus inicios, el club, además del fútbol, fue emblema en su rol social: en la década del 50, la sede del club, en la calle Entre Ríos 3255, fue cita de bailes y carnavales. También se acercaban artistas populares de la época, desde Beto Orlando y Billy Bond hasta Pappo Blues y Pescado Rabioso.

Club Almirante Brown - La Matanza - Buenos Aires- Argentina - Orgullo de pueblo

 

Mientras tanto, el primer equipo de fútbol participaba por primera vez de un torneo oficial de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), consagrándose campeón invicto de la tercera división de ascenso en 1956, lo que le permitió jugar en la Primera C. Ya para 1965, el equipo logró el ascenso a la, por entonces, Primera B (actual Primera Nacional) en su viejo estadio en las calles Matheu y Entre Ríos, en San Justo. En el último partido del torneo se enfrentó a Liniers en condición de visitante, que cedió su localía para que el Aurinegro se consagrara en su cancha, la que sería la última vuelta olímpica en ella, ya que las gestiones para obtener las tierras donde hoy se encuentran el estadio Fragata Presidente Sarmiento y su polideportivo ya estaban en marcha.

La primera vez que fui a ver a Brown, fue en la vieja cancha de la calle Matheu, tenía 8 años. Éramos tres o cuatro chicos y nos dejaron entrar sin pagar entrada. Desde ese día me enamoré del club”, recuerda Rubén “Manopla” Fernández, ex líder de barra y uno de los hinchas más emblemáticos. En 1964, parte de la comisión directiva se reunió con el entonces senador radical Raúl Alfonsín, quien fue pieza fundamental para que el Congreso Nacional le otorgara por ley 12 hectáreas al club para construir su predio en Isidro Casanova. Así dejó el gentilicio de ser un club “sanjustino” para pasar a ser “matancero”. En 1968, se colocó la piedra fundamental de lo que sería el Estadio Fragata Presidente Sarmiento, que se inauguró en 1969. Sería un puntapié para el desarrollo de diferentes actividades además del Fútbol, como Tenis y Natación,  en la institución.

La década del 70 fue una época dorada para Almirante Brown. Tuvo un gran crecimiento en su infraestructura y se construyeron las canchas de Tenis y la pileta donde se practicó natación, con baños y vestuarios. Almirante tuvo y tiene muchas disciplinas en su haber, desde las clásicas como básquet, tenis y handball, hasta las más llamativas como el béisbol y el rugby, entre 2017 y 2019. Incluso se colocaron las famosas “H” en la ciudad deportiva, donde pretendía jugar en el Torneo Empresarial de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), ya que al ser un club de fútbol no se le permitía jugar en otra categoría.

Antonio Argento, presidente del club desde 2016 hasta 2018, le dio mucha importancia a las diferentes disciplinas. “Estoy convencido de que es importantísimo que se practiquen todos los deportes, nos faltó desarrollar natación y atletismo”, comenta. Los resultados negativos del primer equipo de fútbol, que militaba en la Primera B Metropolitana, le valieron decenas de críticas. Argento justifica el mal momento con la escasez de ingresos.“Nos salvamos del descenso con muy pocos recursos, y no podés aspirar a contratar jugadores”, refiriéndose  a la temporada 2018 , cuando El Mirasol estuvo al borde de descender de la B Metropolitana a la Primera C.

Maximiliano Levy asumió como presidente y contrató a Blas Armando Giunta como director técnico en 2018 y, juntos, salvaron al equipo del descenso. Desde la llegada de Levy, Almirante Brown ascendió a la Primera Nacional en 2020, jugó semifinales para ascender a la Liga Profesional en 2022 y participó en la histórica final de 2023 ante Independiente Rivadavia de Mendoza, en el estadio Mario Kempes de Córdoba, donde movilizó casi 25 mil hinchas desde toda Matanza.

Sin embargo, la actual dirigencia dejó relegada muchas disciplinas deportivas, como el básquet, patín, taekwondo y handball, las que se practicaban en la sede social, antes de que parte de sus instalaciones fueran cedidas a la firma SportClub, lo que  generó descontento en muchos socios e hinchas y provocó que en el lugar sólo quedaran oficinas administrativas, un local de venta de indumentaria, artículos varios ligados al club y el buffet. La comisión directiva argumentó que la decisión de concesionar una parte de la sede social,  se debía a que las restricciones por la cuarentena había dejado sin ingresos al club, incluso una baja considerable de socios, y que de esta manera, cediendo las instalaciones, generarían un ingreso fijo mensual que incluso sería superior a lo que se recaudaba por las actividades.

Además, la idea era trasladar las disciplinas a la ciudad deportiva , con la construcción de un microestadio multipropósito, aunque fue postergado por falta de financiamiento. Descartada la posibilidad de construir un microestadio, se dio lugar al plan de terminar la tribuna lateral y aprovechar el espacio debajo de ella para volver a darle lugar a los deportes relegados, pero quedó solo en eso: un proyecto.

Una de las actividades que hoy tiene relevancia es el hockey femenino, que en 2021 cambió por completo el césped sintético de su cancha, reinaugurada con la presencia de La Leona Agustina Gorzelany invitada por el presidente de Almirante Brown Maximiliano Levy a participar del evento. Ese mismo año ascendió de categoría y hoy milita en la división “E”. Rafael Ramírez, coordinador de hockey, sostiene que Almirante Brown es un club de fútbol. Sin embargo, los jugadores de cualquier disciplina que se pongan la camiseta de Brown, representan al club.

El hockey es amateur en Argentina; está prohibido que cobren un sueldo. Lo que sí tenemos en el club son cinco chicas becadas a las que se les dificulta en lo económico y no pagan la cuota de la actividad”, agrega Ramírez. Respecto al sueldo de los cuerpos técnicos confiesa que son muy bajos, incluso el de los clubes de primera como Santa Bárbara o San Fernando. Por este motivo, cuenta que en Brown las jugadoras se entrenan por la tarde, ya que por la mañana los entrenadores trabajan, en su mayoría, en gimnasios, algunos ejercen la docencia o en emprendimientos personales, que es su principal fuente de ingresos.

Otra de las actividades que subsisten es el tenis, que cuenta con dos canchas en la ciudad deportiva, inauguradas en 1972, con la gestión de Amadeo Debattisti, presidente de la subcomisión de tenis y miembro de la comisión directiva en más de una oportunidad. “Al final de la década del 70 ya contábamos con iluminación artificial. Esto nos permitió organizar torneos nocturnos, que acercaron a tenistas profesionales y amateurs. Sin duda, esas jornadas fueron fundamentales para el crecimiento de la actividad”, afirma Debattisti.

A pesar de que el fútbol es la actividad de la que el club vive, los jugadores de las divisiones inferiores muchas veces requieren del esfuerzo de sus familias para que puedan seguir entrenando. Enzo Cardozo, futbolista de la Primera División, recuerda: “En inferiores teníamos que pagar todo nosotros, botines, cuota, ropa, y salía del bolsillo de mis viejos. Esto fue así hasta que pude debutar en Primera”. A pesar de ello, agrega: “Almirante es mi casa, el club que durante mucho tiempo me brindó todas las herramientas para que pueda lograr todos mis objetivos”.

Hoy Almirante volvió a su esencia: que sea un club de familia. Hace 20 años no era así, las diferencias entre las facciones de la barra les trajo consecuencias que no le permitieron cumplir su sueño de jugar en la máxima categoría del fútbol argentino, como el torneo de Primera Nacional de 2008, en el cual arrancó con una sanción de una quita de 18 puntos por tirar un petardo al lado del arquero Walter “Cubito” Cáceres, de Estudiantes de Buenos Aires, en la final por el ascenso a la Primera Nacional que se jugó en el Cilindro de Avellaneda. La sanción condenó a Almirante, una vez más, al descenso. En un torneo que, si no fuera por la sanción, hubiese jugado la Promoción para ascender a la máxima categoría.

El fútbol de luto: murió un hincha de Almirante Brown en una pelea de la  barra

La actual comisión directiva comandada por Levy se propuso terminar con las diferencias en las distintas facciones de la barra brava y hoy conviven todas juntas en una misma tribuna, cantan las mismas canciones y están en paz. Gracias a ello, tanto niños como mujeres se acercan cada fin de semana al Fragata Presidente Sarmiento a alentar al equipo de su barrio. Así como dice su himno la “Marcha Mirasol” que distingue a la institución: Almirante Brown es “orgullo de pueblo, garra y corazón”.

Más notas