Por Nicolás Rodríguez Ricagno
Asistir a la cancha es de las experiencias más lindas que existen en el mundo, pero en Argentina se vive distinto por el fervor y el apoyo incondicional de los hinchas. Sin embargo, no es lo mismo ir a ver a un equipo de Primera División que a uno del ascenso, y mientras más baja es la categoría, más grande es la diferencia. San Lorenzo, Estudiantes de Buenos Aires y General Lamadrid lo ejemplifican muy bien.
Con el pasar de los años, el aspecto económico del deporte más popular del país fue tomando un rumbo diferente al clásico y se convirtió en un evento de fin de semana para personas con mayor poder adquisitivo. La crisis económica que azota al país desde hace un tiempo influye, pero que una entrada general en la Primera C (cuarta categoría de nuestro fútbol) tenga un valor de $8.800 ejemplifica perfectamente la situación.
Y ese es uno de los eslabones más bajos en lo que a costos de entradas refiere. El precio mínimo de un ticket general de Primera División es de 15.000 pesos, de la Primera Nacional es de $12.000 y de la Primera B Metropolitana es de $9.700. Por su parte, los boletos para jubilados, pensionados, damas y menores tienen un precio más económico.
A esto se le suman los valores de la comida y la bebida. En la cancha de San Lorenzo la hamburguesa simple cuesta $11.500, mientras que en el estadio de Estudiantes de Caseros el combo de una hamburguesa y una gaseosa sale $10.000. Por su parte, en las instalaciones del Club General Lamadrid el precio de los vasos ronda los $1.000.
En consecuencia a estos precios exorbitantes, los puestos de comida y las parrillas a las afueras de las instalaciones del club atraen la atención de quienes hacen la previa al partido en los alrededores ofreciendo una mayor variedad a mitad de precio o menos. También es interesante destacar que mientras más baja es la categoría, más curiosidades hay para resaltar. Por ejemplo, el Pincha de Caseros hace su entrada en calor afuera del estadio, en unas canchas de cemento ubicadas en las inmediaciones y con zapatillas. Solo los arqueros entran en calor en el campo de juego.
Misma característica tiene el Carcelero, que hace movimientos precompetitivos en dos canchas de fútbol 5 que están ubicadas detrás de los arcos y solo los guardametas hacen actividad en la cancha. Otra curiosidad del equipo que participa de la Primera C es que no detiene las actividades del club completo sólo porque juega la Primera. De hecho, cerca de la cancha se disputaba a la vez un partido de infantiles, los cuales vencieron a sus rivales rosarinos por 1-0.
Por otro lado, los operativos policiales son fundamentales para que el día de cancha transcurra con la mayor tranquilidad posible. La distribución de los efectivos y la restricción de paso vehicular por algunas calles se organizan dependiendo de cuán convocante sea el
equipo local. En el caso de San Lorenzo, el estadio Pedro Bidegain el día del partido contra Banfield albergó a unas 35.000 personas, por lo que se destinaron un aproximado de entre 300 y 400 policías y las calles cortadas fueron Av. Varela y Perito Moreno. Los días de clásicos o partidos más convocantes el número de efectivos puede llegar a duplicarse.
En la Primera Nacional es más tranquilo. En el partido contra Racing de Córdoba este sábado se calcularon alrededor de 4.000 personas en el estadio Ciudad de Caseros y hubo aproximadamente 75 policías y solo estaba cortado a una cuadra a la redonda del estadio.
Y si un partido de la Primera Nacional es pacífico, uno de la Primera C lo es aún más. En lo que finalmente fue victoria de Lamadrid sobre Central Córdoba de Rosario se vieron poco más de 30 policías y un casi nulo operativo de seguridad en un partido que reunió a poco más de 1.000 personas.
Ir a la cancha en Argentina es una experiencia única, pero salir de la burbuja que es la Liga Profesional y vivir las diferencias que hay entre cada categoría la embellecen y enamoran al verdadero futbolero que siempre ansía por un fútbol auténtico.
Producción: Lucas Bagalá, Bruno Berrueta, Valentino Majul y Matías Matanzo