“Una particular energía irradia Ezequiel Lavezzi, una energía que contagia e ilumina a su equipo y a sus hinchas”. Esas fueron las palabras de Víctor Hugo Morales para con el número 22 de la Selección Argentina, en su programa Ídolos por el Mundo, por DeporTV. Y es que el “Pocho” es el jugador más carismático y descontracturante del conjunto dirigido por Alejandro Sabella, desde despertar de un cachetazo al masajista hasta tirarle agua al propio entrenador en la cara.
El delantero que milita en el Paris Saint-Germain tuvo una infancia complicada. Su padre lo abandonó a los 2 años de edad y en su casa a veces no alcanzaba para comer. Su hermano Diego, diez años mayor, fue su figura paterna y lo apoyó siempre, incluso cuando quiso dejar el fútbol, pero lo hizo trabajar de electricista junto a él porque no lo quería ver con malas juntas. Los logros futbolísticos del exjugador de Estudiantes de Buenos Aires, San Lorenzo y el Nápoli fueron los que le permitieron comprarle una casa a su madre y conseguir que ella deje de trabajar, entre otras cosas, cuando durante toda su infancia y adolescencia habían vivido con lo básico.
Pero más allá del hombre que pudo mejorar la vida de su familia y la suya también, hay un jugador que es la principal fuente de risas y eliminación del estrés en la concentración del plantel argentino. El oriundo de Villa Gobernador Gálvez, Rosario, nunca está nervioso, ni siquiera antes de entrar a la cancha, y trata de transmitirle lo mismo al resto, como en el partido frente a Nigeria, cuando antes de ingresar en reemplazo de Sergio Agüero el entrenador le daba indicaciones y él le tiró agua en la cara. “Lo vi un poquito nervioso, quería que se calmara”, contó, entre risas, después del partido.
El “Pocho” juega de día y de noche. No bien terminó el primer partido frente a Bosnia-Herzegovina, la selección emprendió su regreso a Belo Horizonte en micro y, durante el viaje, Lavezzi le dio un cachetazo al masajista de la selección Marcelo D’Andrea quien, con enojo, le dijo “¡pará, boludo!”, pero el 22 lo único que hizo fue reírse y pegarle de nuevo.
Su broma más reciente es la del blooper de Sabella en el que, tras un fallo de Gonzalo Higuaín frente a Bélgica, se fue para atrás y se cayó como desmayado en los brazos de uno de sus ayudantes. El hombre del PSG no perdió tiempo en el entrenamiento del día siguiente para cargarlo recreando el momento, y todo el plantel se rió de su imitación.
Su humor, de todas formas, no es nada nuevo para los que lo conocen, se remonta a su época de jugador de San Lorenzo cuando para festejar un gol le sacó el casco a un bombero. Y sigue haciendo de las suyas en Francia: Le agarró la nariz a Zlatan Ibrahimovic mientras hablaba con Thiago Motta, tacleó a un camarógrafo luego de un partido, ¡le revolvió el pelo al mismísimo presidente de la Federación Francesa de Fútbol las dos veces que fue campeón! (aunque el hombre se lo tomó con mucho humor) y, de postre, cuando les habló a los hinchas franceses en los festejos, no pudo completar una frase en ese idioma y terminó con un “la con… de su madre”, frase que despertó la carcajada de su compañero argentino, Javier Pastore.
Incluso luego de que la selección regresara de Brasil el delantero seguía haciendo de las suyas. El plantel fue visitado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que felicitó a los jugadores e hizo hablar a varios, pero cuando llamó a Lavezzi, el “Pocho” no quería hablar, la jefa de estado insistió con un “vení, dale que sos el sex symbol, no te vas a achicar ahora”y al 22, por lo bajo, se le escapó un “dejame de hinchar los huevos…”, aunque después aceptó ir y hablar. Sabella le ofreció una botella de agua y le dijo: “tomá, ¿querés tirarme agua?”. Y fue, esta vez, el DT quien descontracturó al jugador.