Sin ideas que determinaron una preocupante falta de juego, Argentina le ganó por 1 a 0 a Irán y ya se encuentra en octavos de final de Brasil. Todo, por la aparición del mejor jugador del mundo. Todo, gracias a Lionel Messi, quien se despachó con un golazo sobre el final del partido al abrir su pie izquierdo para vencer la resistencia de Haghighi. Los de Sabella volvieron a jugar mal, incluso hasta peor que con Bosnia, y les costó un horror crear opciones de gol ante un conjunto iraní que se replegó bien atrás y que, con algunos contraataques que paralizaron el corazón de más de uno, terminó haciendo de Sergio Romero una de las figuras del partido.
No fue nada sencilla esta misión para Argentina. Desde el comienzo se mostró falto de ideas ante una férrea y amontonada defensa iraní. En el primer tiempo, a la albiceleste le costó crear juego asociado y tuvo un Messi desconectado, bien similar al de la Copa América que se disputó en nuestro país. Pese a todo, llegó en varias oportunidades al área defendida por Haghighi, artífice de dos grandes atajadas a Higuaín y Agüero.
En el complemento, Irán fue el que propuso en el arranque con contras rápidas y certeras de parte de Reza y Dejagah, que hicieron lucirse a Sergio Romero. El arquero argentino volvió a callar las críticas en torno a su titularidad con dos magníficas atajadas que salvaron a Argentina. Más tarde, los ingresos de Palacio y Lavezzi por Higuaín y Agüero, respectivamente, poco cambiaron al seleccionado que siguió denotando una falta de carácter.
Sin embargo, Argentina tenía para jugar una carta más. Y solamente porque el capitán es un tal Messi, sino era imposible intentar quedarse con la victoria. En la última apareció él con su típica jugadita de derecha a izquierda. Con un simple quiebre de cadera desparramó a su marca y luego fue todo magia. E incertidumbre. Porque parecía que la pelota no llegaba nunca al arco. Además, el gran partido de Haghighi hacía creer que hoy no le íbamos a hacer un gol ni por casualidad. Pero él siempre puede. Por algo es el mejor del mundo. Otra vez, lo gritó con todo. Otra vez, el pie izquierdo de Messi nos hizo festejar, después de padecer.