Por Román Pedersen
Itagüí, del Valle de Aburrá, es reconocida como la “ciudad industrial de Colombia” por la cantidad de fábricas y por sus pobladores, los cuales son trabajadores y humildes. Además, en su bandera aparecen los colores amarillo, verde y rojo; y todos estos representan las riquezas morales, honor, alegría y, sobre todo, la esperanza y constancia. Así, estas palabras son eje en la vida de Kevin Castaño, quien en 2020 debutó como profesional y en tan solo cuatro años ya juega en Europa y es pilar de la renovación de Néstor Lorenzo.
Nacido el 29 de septiembre de 2000 y criado en el barrio La Cruz, ese que sufrió varias amenazas de desalojo por invadir el terreno del antiguo basurero, Castaño desde siempre tuvo consigo una pelota. A los cuatro años pateó su primer balón con su papá y nunca más se separó de él. “Jugué fútbol desde chico. El proceso ha sido muy lindo, pero también muy difícil por las dificultades y los sacrificios que uno debe hacer al venir de un barrio humilde”, fue lo que afirmó luego de ser convocado a la Selección Colombia por primera vez.
Este amor tan tempranero por el deporte surgió por su padre, Richard Castaño, quién con 12 años lo llevó a las inferiores del club Águilas Doradas, lugar en el cual él era entrenador de las divisiones inferiores. Allí hicieron todas las juveniles juntos, pero sus caminos se separaron en la Sub-20. Sin embargo, la relación futbolística venía de mucho antes.
La historia inició en el Pony Fútbol, un torneo creado para el fútbol amateur y en el que Castaño hijo jugaba de delantero; aunque, ante un medio nacional, aseguró que no era lo suyo: “En vez de hacer goles me gustaba más dar el pase final. Además tenía agresividad a la hora de marcar, por eso mi papá me retrocedió y desde la Sub-13 que soy volante mixto”. Ya con el diario del lunes, se puede ver que la decisión fue más que acertada. Con tan solo 15 años fue promovido a la Sub-20, luego con 18 pasó al primer equipo, para en 2020, con 20 vueltas al sol, tener la posibilidad de debutar profesionalmente. Fue el 29 de octubre, ante Leones y por la Copa Colombia. Entró al minuto 78 por Mateo Puerta. Desde allí, nunca más salió y no paró hasta ser capitán. En total, con el Nido de Grandes Soñadores disputó 82 encuentros, entre Liga, Copa y Sudamericana, y convirtió dos goles.
El sueño se hizo más grande cuando le tocó la posibilidad de vestir, por primera vez, la camiseta de su país. Ocurrió el 28 de enero de 2023, de la mano de Néstor Lorenzo y contra Corea del Sur. Fue de arranque, anticipando que ese lugar era para él. Jugó casi toda la jornada, recién fue sustituido por Nelson Palacio al minuto 90. Además, por si fuera poco, en ese partido pudo cumplir otro sueño personal: jugar con James Rodríguez. “Es un orgullo y una motivación muy grande. Es un referente del fútbol mundial. Cada día voy a estar puesto a aprender de él, aprender de su forma de jugar, de ser profesional. Espero vivir esa experiencia al máximo”, fue lo que declaró Kevin respecto a su ídolo.
Luego de aquella primera impresión a nivel mundial, varios clubes posaron sus ojos en él, aunque finalmente ganó la puja el Cruz Azul, de México. Llegó a Los Cementeros en julio del mismo año, por un monto de cuatro millones de dólares. Así, se convirtió en la venta más cara en la historia de Águilas Doradas. Sin embargo, el futbolista formado en El Nido estuvo solo una temporada en tierras mexicanas, pues en 2024 volvió a batir un récord: fue traspasado al Krasnodar de Rusia por siete millones y medio y se posicionó como la segunda salida más costosa de la institución celeste, solamente superado por el argentino Iván Marcone y su paso a Boca en 2019, por un monto de ocho millones.
Con el club ruso lleva 10 partidos jugados a nivel local y es fundamental en el 11 inicial, ya que con sus características le brinda orden al equipo. En la presente liga tiene un 62% de oportunidades de gol creadas, un 90% de pases correctos y un 27% de duelos aéreos ganados. A su vez, en la presente Copa América disputó 47 minutos, repartidos en tres encuentros: Paraguay, Costa Rica, por la fase de grupos, y las semifinales ante Uruguay.
Con tan solo 23 años su carrera subió como la espuma y no parece que vaya a bajar. De ser delantero y hacer goles pasó a crearlos y ayudar a sus compañeros en facetas defensivas, siempre con mucho honor, actitud y alegría, los principales valores éticos de su ciudad. Kevin Castaño, el pilar de la renovación colombiana de Néstor Lorenzo.