Por Tomás Deraiopian
“Dar un paso hacia atrás para después avanzar”, una forma de valorar el camino y aprender de los malos momentos para auto fortalecerse.
Metro noventa, ojos marrones y una barba que lo caracteriza, Gastón Suso tiene 32 años y es oriundo de Arrufó, una comuna dentro del departamento de San Cristóbal en la provincia de Santa Fe. Una contextura física lo identifica como deportista, y una forma de ver la vida lo arraiga a su calidad de ser humano.
Un lugar donde la familia y la amistad son los valores que se enseñan, eso es Arrufó y así lo describe Suso quien no olvida sus raíces. Ubicada en el cruce de la ruta nacional 34 y la ruta provincial 39, es una localidad atravesada por las vías del tren y que cuenta con 2190 habitantes. Una comunidad pequeña pero unida por una misma pasión, el fútbol.
Nostalgia, orgullo y emoción es lo que siente Gastón al recordar ese niño que jugó desde chico y debutó en la Primera del Club Unión Deportiva Arrufo con tan solo 13 años, Tuvo la posibilidad de disfrutarlo y de vivir un sueño que para aquel entonces reflejaba cierta utopía. “Las posibilidades eran pocas”, así lo manifiesta hoy, aunque nunca imaginó que su proceso iba a tener cambios tan bruscos.
Hay que remontarse hasta 2012 para ver el primer gran salto de su carrera. 880 kilómetros alejado de Arrufó, en el Estadio Bicentenario de San Juan hacía su debut en Atlético Rafaela en una derrota 3-0 ante San Lorenzo. Sin embargo, en “La Crema” no tuvo la posibilidad de progresar por lo que pasó a jugar en Gimnasia y Tiro de Salta que militaba en el Federal A; lo que sería, valga la redundancia, su segundo salto.
La imposibilidad de sumar minutos diariamente y la alta competencia lo llevó a dar ese retroceso en lo futbolístico pero positivo en lo personal. La soledad y el vivir semana a semana por un lado y el adentrarse en el mundo del fútbol, por el otro, dos opuestos que se complementaron para que adquiera una gran madurez a pesar de la corta edad.
Saber valorar y trabajar para ser mejor día a día, dos conceptos que definen su personalidad. Sacrificio para mantenerse en forma físicamente y mentalidad de luchador para sortear las dificultades y llevar adelante una profesión que tiene altibajos constantes.
Así se autopercibe, y es por eso que el aprendizaje toma una gran importancia y es su larga trayectoria en el Ascenso lo que lo avala. De pasar por Mitre (Santiago del Estero), Estudiantes de Caseros, Godoy Cruz a dar el salto a Primera en Arsenal de Sarandí y Platense con casi 30 años. Un esfuerzo enorme que refleja el amor por ser futbolista, que va más allá de lo económico y donde la pasión juega un papel importante.
Al fin y al cabo, “estamos siempre detrás de una pelota”. Su vida transcurre a través de diferentes escenas en movimiento, un recorrido por diferentes provincias hasta llegar a Buenos Aires. Realidades diversas donde los tiempos y las distancias son otras, lo que muestra lo absurdo de vivir en la capital argentina para aquellos nacidos en el interior del país.
Auténtico como pocos y manteniendo siempre su esencia son las claves del éxito que lo llevaron a ser quien es al día de hoy. El apego a la familia y el apoyo de esta a la hora de cumplir su sueño, siempre acompañando y nunca desde la exigencia; fundamental para desarrollar su carrera por sus propios carriles.
De ir a entrenar en el Ford Fiesta de su viejo y pasar las tardes de sábado en el club Arrufo a jugar en estadios colmados como la Bombonera y el Monumental, y disputar copas internacionales. Papá de Bautista y Valentina y un apasionado por su oficio; el 19 de octubre de 2021 presenció el nacimiento de su hijo, con la particularidad que al día siguiente tenía partido. Faltar a entrenar e ir a jugar al día siguiente sin concentrar para luego volver a la clínica con su esposa Nora, una clara muestra de compromiso.
De reflexionar en cómo sobresalir, a ser dirigido por entrenadores como Sergio Rondina y Omar De Felippe con los que pudo explotar sus cualidades técnicas. “Nadie me regaló nada”, autosuperación que lo lleva a ser un ejemplo a seguir para sus admiradores, especialmente los arrufeños.
Homenajeado por su pueblo, esta es la historia de Gastón Suso: un hombre que tiene una manera particular de ver la vida y que a pesar de vivir en una sociedad exitista, conceptualiza al deporte como aquel en donde el trabajo va más allá del resultado y el enfoque se da en el camino.