Por Manuel Losada
Gustavo Bartelt fue la sensación del Torneo Clausura 1998 con la camiseta de Lanús, cuando marcó 13 goles en tan solo 18 encuentros y ganó popularidad. Ese fue el campeonato trampolín para que La Roma desembolsara 7 millones de dólares para su contratación. Tras varios problemas extra futbolísticos, entre ellos el de un pasaporte falso que lo dejó sin jugar por dos años, su paso por el Viejo Continente no tuvo el éxito esperado, retirándose en 2011 con un total de 223 partidos y 43 goles en toda su carrera. Actualmente, distanciado del fútbol, ejerce su otra pasión: los autos, teniendo su propio taller instalado en el garaje de su casa, donde desarma modelos clásicos y los restaura.
-¿Por qué te decantaste por el fútbol?
-Lo elegí porque a todos nos gusta jugar a la pelota desde chiquito y me di cuenta que en todos los campeonatos que me anotaba siempre resaltaba, era el goleador o salíamos campeones, entonces si me iba tan bien sabía que era porque tenía talento.
-¿Pensaste en abandonar el fútbol cuando te dejaron libre de Vélez?
-No estaba molesto, porque tampoco es que me maté por ganarme un puesto para seguir en el club, aunque profesionalmente siempre hice las cosas bien. A veces hay que dar un poquito más y la verdad que a los 18 años no estaba totalmente enfocado en el fútbol, más allá de las condiciones naturales que tenía. Me faltaba tener un poquito más claras las cosas. Fui a buscar el pase, estudié dos años ciencias económicas y ahí me di cuenta que extrañaba el fútbol y me metí de lleno. Empecé a entrenar solo, totalmente enfocado en eso.
-¿Te arrepentiste en algún momento?
-Nunca, siempre soñé con ser futbolista y para mí es lo más lindo que hay.
-¿Cómo surgió lo de All Boys, alguien te lo recomendó?
-Mi papá tenía un conocido que me consiguió la prueba, justo venía de recuperarme de la rotura de los ligamentos cruzados, me dijeron que tenía un mes para prepararme y entrené triple turno todos los días y quedé.
-Vos siempre dijiste que soñabas jugar en River y gritar un gol con toda la gente: ¿Alguna vez soñaste con meterle vos un gol a River?
-No, y encima le metí dos, uno siempre sueña con cosas posibles, pero eso era algo imposible para mí, yo siempre agradecí jugar en la Primera de All Boys, ir de suplente, con toda la gente de fondo alentando, ya lo que vino después fue extra, yo estaba satisfecho con ir al banco.
-¿Qué pasó en ese Lanús que anduvieron tan bien las cosas?
-Ya tenía una base ese equipo, llegué a un equipo armado, bastante ofensivo, un estilo que favorecía mucho mi juego hizo que explotara tanto. En otro estilo de juego soy un jugador de tres puntos, en ese esquema puedo ser un jugador de nueve puntos.
-De ahí en 1998 te vas a La Roma, ¿qué pensas que salió mal?
-En Roma, al contrario de lo que piensa toda la gente, futbolísticamente me fue bien, me convenía más que acá incluso. En el fútbol europeo te dan la pelota más rápido y la idea era que la pelota llegue lo más rápido posible al delantero, a mi todo eso me convenía más. Lo que tuve que haber aprendido era el tema de la táctica, en Argentina recién ahora se más hincapié y ellos lo implementaban 20 años atrás. La táctica era la base del partido, acá la base era la individualidad. Ortega, Tevez, Aimar, era dársela a ellos y que ganen los partidos solos.
Antes, un técnico me decía ´entrá y hacé lo que sabes´, no me decía cosas que me podían beneficiar en el partido y en Europa eso sí estaba a mano. Pero me tocó el técnico más estructurado de todos. Zdenek Zeman, uno de los primeros que empezó con los esquemas y yo a eso no me quise adaptar, porque no me gustaba que me posicionen de pivot y que haga solamente de pivot, porque mis cualidades eran correr, encarar en velocidad y hacer la diferencia. No quería que haga eso, yo sí quería hacer eso y no me ponía porque no encajaba en su sistema de juego, por más que yo era más rápido que los otros, más habilidoso y metía más goles. En la pretemporada salí goleador, pero si no me adaptaba a su sistema no me quería usar. Como era chico, yo quería salirme con la mía, tampoco tenía algún referente que me ayude porque no sabía hablar italiano. Por eso, yo también me echo la culpa por no haber escuchado lo que me querían enseñar, quizá hubo jugadores que tenían peores condiciones que yo, pero tenían un poco más acomodada las ideas y sus prioridades y les fue mejor. El principal problema fue mental más que futbolístico.
-¿Qué diferencias había en ese entonces entre el fútbol italiano y el argentino?
-Antes la táctica, la dinámica, hoy el físico. No la manera de correr, siguen teniendo otra dinámica, otros conceptos. Hoy lo que veo es que equipos como River pueden resolver eso, hacer 15 pases seguidos, cuidar la pelota. Fijate que ahora los arqueros quieren jugar con los pies, hace cinco años ni se hablaba de esto, acá se empezó a usar mucho la palabra transición y en Italia se decía hace 25 años. El tema de la nutrición, los GPS y eso se usaba desde que estaba yo allá.
-¿Las estadísticas ayudan, el Big Data por ejemplo?
-El problema de las estadísticas es que el fútbol es un deporte que no respeta ninguna estadística, en cualquier otro deporte no es así, puede ayudarte de algo, pero el fútbol tiene algo que escapa de cualquier estadística. En cualquier otro deporte te pueden servir para tener una idea, acá puede pasar cualquier cosa, pico mal, te expulsaron a uno, el árbitro se equivocó, lo lindo del fútbol es que siempre pasa algo, nunca es todo estructurado, los partidos hay que jugarlos, capaz que en dos minutos perdés el partido.
-En Europa tuviste el problema de la falsificación del pasaporte: ¿Fue el momento más duro de tu carrera?
-Sí, porque yo no sabía nada de lo que estaba pasando, a mí el pasaporte me lo había dado el club y después te vas enterando de todas las cosas que hicieron y no es fácil para una persona de 25 años manejar todo eso. Solo me encargaba de jugar y que te digan que podes ir preso te asusta, no sabes qué está pasando.
-Después de esos dos años suspendido, volves a All Boys y logran el ascenso, ¿fue un desahogo personal eso?
-Volver a All Boys me hizo feliz devuelta, estaba con amigos, con gente que quería que volviera, los disfruté mucho y fue un lindo retiro para mi carrera, después pudimos ascender a Primera, me retiré ahí, con la gente ovacionándome. Después como entrenador ascendimos otra vez, mi historia con All Boys es hermosa, llega un momento que decis: ´qué más voy a vivir con este club´.
-En 2019, con Pablo Solchaga deciden arrancar como dupla de entrenadores, ¿pensabas que podían ascender o que era más una etapa de transición?
-Siempre quise ser técnico, hice el curso mientras estaba jugando, Pablo vino y me convenció, el club estaba muy mal, desorganizado, me gustó la idea, era All Boys y había que darle una mano. Agarramos la Reserva primero y me encantó la experiencia y cuando vimos la oportunidad de tener el plantel de Primera fue hermoso, siempre les agradecí al plantel, fue una experiencia inolvidable y con el ascenso fue realmente un final feliz. Uno como técnico sufre, tiene la impotencia de que no puede hacer nada, yo quería saltar a cabecear en todas.
-Ves mucho fútbol hoy en día, ¿hay algún jugador con el que te sientas identificado? Que vos lo veas jugar y digas, este juega muy parecido a mí.
-Yo tengo una posición rara que es media punta. No es nueve, no es extremo, hay muy pocos que jueguen en esa posición, puede ser Julián Alvarez, ambos rapiditos, le pega bien, no juega de 9 que en un 4-3-3 no sabes dónde ponerlo, la diferencia con Julián Alvarez es que yo soy un poco más alto, pero somos bastantes parecidos.
-¿Cuál fue el momento futbolístico que más disfrutaste?
-Cuando estuve en Lanús, de ahí tengo muy lindos recuerdos, jugar en la Primera división del fútbol argentino era un sueño, con la gente en la cancha, jugar contra ídolos míos que hace tres años los miraba por la tele, fue algo realmente emocionante.
-En 2011 jugás tu último partido como profesional, ¿cómo es el retiro para un futbolista?
-Te puedo decir que pasa rápido y te puedo decir que lo disfrute en todos lados. Me quedaron muchas anécdotas, amigos, partidos, cuando me retiré, lo agradecí pero no quería seguir más, hay otras etapas de la vida que aparecen. Uno tiene hijos y la verdad que mis hijos me llenaron mucho, ellos me cambiaron la manera de ver las cosas. Eso sí, la pelota me pica por al lado y le quiero pegar.
-¿De dónde viene esa pasión por los autos?
-De chiquito me gustaban los autos. Por eso los restauro, ando y corro. En tiempos de futbolista me había comprado un Camaro, pero todos los días iba a entrenar en colectivo porque no podía pagar la nafta.
-¿Hace cuánto los armas y desarmas?
-Empecé con el Falcon de mi viejo, después me compré un Fiat 128 y siempre lo tuve como hobby, cada vez iba aprendiendo un poco más, ya tenía cuatro, cinco autos y se fue convirtiendo en una pasión, pero pasa que al tener muchos, uno a veces no los disfruta, entonces algunos los restauraba y los vendía y estos que tengo ahora van a ser los últimos. De los que estoy armando ahora, seguro me voy a quedar con el Pontiak 66.
-¿Cómo es el proceso de restauración?
-Si los compras original, los tenés que desarmar todo, pintarlo y si está bien de motor, lo armas devuelta, lo cromas, pero las cubiertas se las tenés que cambiar igual. Esas cosas van todas nuevas y si lo querés armar customizado, la mayoría de las veces queda solo la cáscara del auto, la mecánica que tiene no va, el motor, caja, diferencial y freno es todo nuevo, por afuera vos los ves y está igual, pero por adentro queda más modernizado.
-¿Dónde aprendiste?
-Mirando, leía los manuales o iba a algún taller y me quedaba mirando, también uno aprende con la experiencia, vos podes saber mucho en la teoría pero la práctica es lo más importante.
-¿Trabajas muchas horas por día?
-Los autos míos, cuando tengo ganas, pero hay algunos que los dejo en otro taller que tengo que ir cuando me llaman.
-¿Cuánto se tarda por auto?
-Varía mucho, pero más o menos tardas entre uno a tres años, cuando compras un auto del que se hicieron pocos es difícil conseguir las partes, entonces necesitas una usada, que la tenés que ir a buscar y siempre es en el exterior. En un auto más común es mucho más fácil conseguir las piezas, por eso es mejor comprar un auto que esté completo, pero aunque venga entero, siempre tenés que cambiar un montón de cosas.
Ilustración: Augusto Papasidero