jueves, noviembre 21, 2024

Rusia y Croacia, entre la resistencia de Tito y la jerarquía del básquetbol yugoslavo

Joaquín Arias

Ningún líder comunista se supo tan ícono de la resistencia contra la Unión Soviética como Josip Broz. Durante los 27 años que presidió Yugoslavia, desde 1953 hasta su muerte en 1980, Tito fue testigo próximo del poder de la URSS, que llegó a tener influencia en más de la sexta parte del territorio universal. Sin embargo, él no cedió.

Rompió relaciones con Moscú en 1948 y, pese a que el Ejército Rojo soviético era la cara del control en Europa Oriental, su Yugoslavia no formó parte de la Cortina de Hierro. De hecho, fue fundador del Movimiento de Países No Alineados, que lo tuvo como Secretario General entre septiembre de 1961 y octubre de 1964. Tito había nacido en 1892 en Kumrovec, una pequeña localidad en el oeste de Croacia.

En 1990, Argentina fue la sede del último Mundial de Básquetbol en el que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas compitió como una nación unificada. En la final de aquel certamen se encontró con Yugoslavia, en un partido en el que una bandera croata marcaría el epílogo de la amistad entre Drazen Petrovic y Vlade Divac, dos de las figuras balcánicas junto con Toni Kukoc. El desarrollo y el resultado fueron los previstos en el Luna Park: la selección azul cumplió con el favoritismo y se valió de la mayor riqueza individual para ser más incisivo, voraz y ganar por 92 a 75.

Es mesurado imaginar que la tónica del último encuentro de los cuartos de final de la Copa del Mundo que protagonizarán Rusia y Croacia, el sábado desde las 15 (hora Argentina) en el Estadio Fisht de Sochi, se podrá nutrir de la historia que ató a ambos países y que, en consecuencia, el carácter resistente del equipo anfitrión se pueda asemejar mucho al del croata Tito, mientras que el dominio albirrojo pueda llegar a ser el que ya dispuso su viejo yocon una pelota naranja en el ´90.

La calidad individual de Croacia –invicta- es superior. Luka ModricIvan Rakitic y un sorprendente Ante Rebic son las evidencias más elocuentes. Además, apuesta más al control de la pelota que el conjunto de Stanislav Cherchesov, más directo y dependiente del metro 94 y 89 kilos de Artiom Dzyuba, su centrodelantero.

Los números ratifican el mayor protagonismo croata: concretó 1.593 pases contra 1.028 del conjunto local (en octavos de final, ante España, solo tuvo el 25% de la posesión) y, además, encara más y mejor -43 gambetas con el 66,2% de efectividad contra 30 rusas con el 58,8%.

Es Rusia 2018 y la lógica no está alineada a este Mundial. Por eso, no debería asombrar si Rusia no encarna a Tito ni Croacia a aquella exselección yugoslava de básquetbol.

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