Por Juan Barandiarán
En el antiguo centro de la ciudad de Mercedes, rodeada de boliches, una confitería, un almacén de ramos generales y otros comercios, se encontraba una botica con un mostrador de madera de diez metros de largo para atender a los clientes y cientos de botellas con medicamentos en altas repisas de pino vidriadas. Fue en la trastienda de esta botica donde empezó la historia del Club Mercedes 147 años atrás.
El 12 de mayo de 1875, se fundó la primera comisión directiva que tuvo como presidente al doctor Manuel Lanchenhein, un abogado y luego magistrado de los tribunales de Mercedes. Alrededor de 150 personas de las familias más tradicionales participaron de la reunión que concluyó en la creación del club más añejo de la Argentina en actividad.
La sede ubicada en las calles 29 y 20 contaba con una sala amplia de esparcimiento, donde todos los días y después de almorzar o cenar, se jugaba al dominó, mahjong y juegos de naipes. En la planta baja y con un importante zaguán de entrada, se encontraba un amplio local, amueblado, con una mesa central de diarios y revistas, una sala de sesiones de la comisión directiva, una biblioteca y, sobre la calle 20, una o dos mesas de billar con cantina y baños.
Pasaron 60 años para que la institución, dedicada a actividades sociales y culturales, con los famosos bailes de salón, reuniones y cenas formales, se fusionara con el Club Deportivo y diera lugar al actual Club Social Mercedes, con nuevas disciplinas como fútbol, esgrima y tenis.
Luego de 146 años de historia y tres carpetas presentadas a la AFA, la institución mercedina logró el tan ansiado ingreso a la Primera D del fútbol argentino el 21 de abril de 2022 y desplazó a Gimnasia y Esgrima La Plata como el club más viejo en la asociación.
“La llegada del Club Mercedes a la D fue producto de una ilusión de algunos, que con los años se transformó en un proyecto. Después de mucho tiempo y del trabajo de varios presidentes y dirigentes, ese proyecto se materializó a raíz de importantes gestiones de Eduardo De Pedro y Santiago Révora”, dice su vicepresidente, Domingo De Paola.
El ministro del Interior de la Nación, Wado de Pedro, no fue el único que tuvo un rol importante en el ingreso del club a la Primera D: Mariano Elizondo, exdirector de la Liga Profesional, también hizo fuerza para que el sueño se haga realidad. Tanto Wado como Elizondo nacieron en Mercedes y tuvieron la oportunidad de jugar en las inferiores del club. Elizondo, incluso, debutó en Primera.
La sede deportiva se encuentra en la calle 60 y Héroes de Malvinas, con su entrada principal en la esquina, bordeada con una pared de ladrillos de un metro de alto pintados de blanco y negro, y una gran reja blanca que se abre para los socios y personas que van a practicar los distintos deportes. En la puerta siempre se encuentra Julio Grassi, el reconocido portero del club hace más de diez años, en una garita, controlando quién entra y quién sale mientras levanta la barrera de madera para permitir el ingreso de los vehículos. Suele estar acompañado de Armando Lucero, el casero, que trabaja para la institución hace más de 15 años y se acerca para charlar con Julio mientras le ceba unos mates.
Lo primero que se ve al entrar al predio es un amplio estacionamiento al aire libre para autos, motos y bicicletas, seguido por una senda de asfalto y una hilera de árboles que conducen a la cantina del club, rodeada por una pileta de dimensiones olímpicas, una cancha de básquet y un SUM con numerosas parrillas que se llenan de distintos tipos de carne los sábados por la mañana. Detrás, se encuentran las cinco canchas de tenis de polvo de ladrillo, con sus dos tribunas hechas con tablones de madera, y a su izquierda, una cancha de pádel, que la separa del campo alambrado en el que los más chicos juegan al fútbol los fines de semana. Al fondo está la cancha de once, donde la Tercera disputa sus partidos con el sueño de ser citados para el primer equipo, y dos más pequeñas que se usan para los entrenamientos.
A pesar de sus grandes instalaciones, el equipo hace de local en la D en la Liga Mercedina, el estadio de la ciudad ubicado a 200 metros del predio y separado por el parque municipal de 54 hectáreas atravesado por el Río Luján. Amo y señor de su liga, Mercedes ganó 19 títulos, jugó dos veces el torneo Federal C, y también alcanzó el Argentino B. Hoy se encuentra en la Primera D y a tan solo tres ascensos del sueño máximo de jugar en la Primera División del fútbol argentino, a pesar de que, al ser este su primer año en la categoría, el equipo no cuenta con la posibilidad de ascender en 2022.
Luego de ser goleado en el debut cómo visitante por 4-1 ante Muñiz, llegó el momento de jugar ante su gente en la nueva categoría el 14 de mayo, y la ciudad se lo hizo notar. La previa se vivió de manera intensa. El público comenzó a acercarse al estadio de la Liga Mercedina dos horas antes del partido. Nadie se quería perder un momento tan histórico para el club. Las banderas y los bombos ya se hacían presentes junto a los hinchas en las puertas del estadio, que tiene capacidad para unas 6.000 personas, acompañados de alguna cerveza y los típicos sándwiches que se venden en las inmediaciones de la cancha. A diez minutos de comenzar el partido, las tribunas estaban casi colmadas. La cabecera detrás del arco que da al parque estaba repleta, al igual que la popular ubicada a su izquierda. Tan solo quedaban algunos lugares en la platea y en el sector visitante, donde había apenas unas 80 personas.
En el primer tiempo, el equipo mercedino dominó el juego, pero no logró generar chances de gol ante Deportivo Paraguayo, equipo que supo ser campeón de la categoría y ya lleva 52 temporadas en la D. En el segundo tiempo, llegó el gol de los visitantes, aunque no cambió el ánimo de la gente local que siguió con el aliento brindado durante el partido y comenzó a desplegar los famosos trapos con algunas leyendas como: “Barrilete cósmico a qué planeta te fuiste”, con la cara de Diego Maradona, o “Los Palometas”, en alusión al viejo apodo de la institución.
A poco del final, y cuando parecía que se avecinaba la segunda derrota consecutiva, se produjo un choque de cabezas en el que Elías Lieve, el autor del único tanto hasta ese momento, se llevó la peor parte y debió ser retirado en ambulancia, por lo que su equipo se vio obligado a seguir con diez jugadores, ya que había agotado las cinco variantes.
Con el ímpetu y el aliento de su gente, Mercedes, dirigido por Walter Díaz, volvió a ser protagonista y consiguió un penal sobre el cierre del partido. El encargado de patear fue Ignacio Rodríguez, de apenas 18 años y surgido de las inferiores, por lo que el arquero rival intentó desconcentrarlo con las típicas artimañas: “Patea bien eeeh, no te cagues que te lo atajo”. Pero el remate salió seco y cruzado, mientras que el arquero se tiró al lado contrario y se desató la euforia de todo el estadio, un grito de gol con 147 años de historia. Minutos más tarde, el árbitro del partido hizo sonar el pitazo final para que Mercedes sumara su primer punto en la categoría y comenzara con los festejos que perduraron durante toda la noche.
A pesar del entusiasmo que se desató en la ciudad, tanto los dirigentes como los jugadores y el cuerpo técnico, siguen con los objetivos claros y los pies sobre la tierra. “Obvio que el sueño del ascenso existe, quizás es un poco apresurado pensar en eso, pero uno se compromete y trabaja para seguir creciendo. El objetivo este año es buscar consolidarse en la categoría, ganar minutos y experiencia. Para la ciudad sería enorme, daría más trabajos y para los chicos la posibilidad de intentar una carrera como futbolista estando cerca de su casa”, dice Juan Pedro Gatti uno de los referentes del plantel que juega en el club desde los cuatro años.
Pasó casi un siglo y medio desde aquella reunión de 150 personas en la trastienda de una pequeña botica en el centro de la ciudad de Mercedes. Hoy, con cuatro sedes, un campo de deportes, más de 2000 socios y el apoyo de toda una comunidad, el Club Mercedes puede decir con orgullo que es el club más viejo de todo el fútbol argentino.