jueves, noviembre 21, 2024

Argentina, buscar para encontrarse

Por Pedro Di Fabio Rocca y Santiago De Ciancio

El reloj indica que se cumplieron los 90 minutos reglamentarios y también los cuatro que adicionó el iraní Alireza Faghani. Argentina intenta el milagro del empate que estire la agonía. A los tropezones y sin mucha claridad, tiene una última posibilidad. Ángel Di María tira un bochazo sin destino certero, el Kun Agüero pivotea para Maxi Meza, que tira un centro perfecto. Fideo, que había ido hasta el área, puntea la pelota, pero no lo suficiente como para que se dirija al arco. La jugada termina en saque de meta. Atrás, Federico Fazio se lamenta porque entraba con mucha comodidad para cabecear.

Así terminaba el ciclo de Jorge Sampaoli al frente de la Selección Argentina. Es un buen resumen de cómo fue: caótico y con nostalgia de lo que pudo haber sido. El caos no es desorden sino la ausencia del orden, a la vez que también es la posibilidad de fundar uno nuevo. Lionel Scaloni y su cuerpo técnico supieron aprovechar esta oportunidad para instalar una nueva lógica y una nueva manera de trabajar en las selecciones nacionales. Dentro de ese nuevo orden tiene lugar el Departamento de Scouting de la AFA, liderado por Juan Martín Tassi.

La idea nació a partir de una realidad: la cantidad de argentinos o descendientes que viven en el exterior. Pero como con la intención solamente no alcanza, la capacitación de quienes llevan esto adelante y la tecnología jugaron un rol clave. La posibilidad del seguimiento a distancia y la comunicación cotidiana e inmediata hacen posible que los jugadores se sientan (y realmente sea así) contenidos, acompañados y apuntalados.

El Departamento de Scouting trabaja en conjunto con los entrenadores de las selecciones juveniles y manejan una misma línea a la hora de interactuar con los jugadores. El hincapié que se hace en los valores denota una visión integral que se tiene de los futbolistas, a los que se evalúa y acompaña en sus planos físicos, técnicos, tácticos y psicológicos. Antes que deportistas de alto rendimiento, son personas.

Desde el subcampeonato logrado en el Mundial de Brasil 2014 a la eliminación en Rusia 2018 pasaron demasiadas cosas para un solo ciclo mundialista. Fueron tres directores técnicos; tres presidentes de la AFA luego de la muerte Julio Humberto Grondona, quien estuvo 35 años digitando todo desde el sillón de Viamonte (o en su estación de servicio en Crucecita); una elección entre 75 votantes que salió 38-38; dos derrotas en finales de Copa América; una delegación armada a los ponchazos para competir en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Parecía, por primera vez, que sentarse en el banco de Argentina no era lo más tentador para un director técnico. Rumores, sondeos, rechazos, incertidumbre.

Fue sorpresiva la designación interina de Lionel Scaloni al frente de la selección mayor. No estaba en el radar de nadie, venía de ser parte del cuerpo técnico (analista de rivales) de Jorge Sampaoli y no tenía experiencia al frente de planteles superiores. Entre Rusia y el primer partido contra Guatemala, Scaloni (junto con Pablo Aimar) había estado a cargo de la selección Sub-20 con la que ganó el torneo de L’Alcudia.

Scaloni tenía la tarea, convicción y necesidad de llevar adelante el recambio generacional. El plantel que viajó al campeonato del mundo en Rusia tenía 29,1 años de promedio -el más alto en la historia argentina- y varios de los jugadores habían anunciado su retiro del conjunto nacional. Se cambió el enfoque cortoplacista que corría detrás de los resultados y la inmediatez por un proyecto que se pueda sostener en el tiempo y que sus frutos sean constantes como resultado de la planificación.

“Es favorable que (los jugadores) puedan interiorizarse en nuestro proyecto, nuestras formas, los valores que inculcamos, la cultura del esfuerzo sin dejar el juego de lado y el sentido de pertenencia intrínseco a nuestros seleccionados nacionales”, afirmó Bernardo Romeo, director de selecciones juveniles.

La experiencia más cercana, al menos desde el espíritu del proyecto, fue la selección del interior que ideó Cesar Luis Menotti. El Flaco creó un equipo con jugadores de clubes no afiliados a AFA. Para eso tenía colaboradores que le enviaban informes desde las provincias, donde se evaluaban las aptitudes técnicas, tácticas y mentales a partir de planillas confeccionadas previamente con este fin.

Esa selección del interior tuvo su debut en 1975 en el Torneo Leonino Calaido (Brasil) y en esa convocatoria hubo cuatro jugadores que tres años más tarde serían campeones del mundo: Luis Galván (Talleres), Miguel Oviedo (Racing de Córdoba), Osvaldo Ardiles (Instituto) y José Daniel Valencia (Gimnasia y Esgrima de Jujuy). No es casualidad que en la actualidad Menotti sea parte del organigrama de la Asociación del Fútbol Argentino como Director de Selecciones.

El caso más emblemático de scouting en Argentina es el de Lionel Messi, un pibe desconocido para el ambiente local. Un video de sus mejores jugadas que llega a manos de Hugo Tocalli, dirigentes que se mueven rápido para blindarlo en un amistoso contra Paraguay y que no pueda jugar para España. Un pibe que hoy, años después, es el futbolista con más presencias y goles en la historia de la Selección Argentina.

 

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