Por Santiago Fiorda
“Tenaz: Firme, porfiado y pertinaz en un propósito”. Ésta definición de la Real Academia Española parece haber sido escrita al pelo para Rafael Nadal. Porque el tenista español, 4° en el ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), venció en la final de Roland Garros a Casper Ruud (6°) por 6-3, 6-3 y 6-0, y levantó el Grand Slam francés por decimocuarta vez en su carrera.
Nacido en Manacor, un municipio de Mallorca, Nadal llegaba a la catedral del polvo de ladrillo aquejado por el Síndrome de Müller-Weiss. La lesión crónica y degenerativa en su pie izquierdo, que arrastra desde 2005, lo había vuelto a perseguir en la derrota frente a Denis Shapovalov (16°) por los octavos de final del Masters 1000 de Roma. Luego del partido, Nadal contó cómo era vivir con éste dolor: “No estoy lesionado. Soy un tenista que convive con una lesión. No es nada nuevo pero mi día a día es difícil. Me esfuerzo mucho, aunque hay momentos en los que cuesta aceptar esta situación. Es frustrante ver que, durante días, no puedo entrenarme con cierta continuidad”.
Sin embargo, jamás hay que dar por vencido al rey de la arcilla. En las tres primeras rondas, le ganó a Jordan Thompson (74°), Corentin Moutet (128°) y Botic van de Zandschulp (29°) sin perder ni un set. Hasta se tomó un día de descanso en París para ver en el Stade de France a su equipo favorito, el Real Madrid, levantar su decimocuarta Champions League ante el Liverpool de Inglaterra. Coincidencias numéricas del destino.
En octavos de final, tuvo que superar el primer gran escollo: Félix Auger-Aliassime (9°). El canadiense lo llevó a jugar un quinto set, algo atípico para el español en el Abierto de Francia. Después de más de cuatro horas de partido, Nadal lo derrotó por 3-6, 6-3, 6-2, 3-6 y 6-3.
En cuartos, llegó el encuentro más esperado del certamen: Noval Djokovic vs Rafael Nadal. El número uno del mundo había sido el campeón de la edición 2021 y era el responsable de dos de las únicas tres derrotas del zurdo en Roland Garros (la otra fue contra el sueco Robin Soderling en 2009). La polémica ya empezó a instalarse en la previa. El horario nocturno enfadó a Nadal porque su top spin, el mejor del circuito, tiene mayor incidencia bajo el sol por el pique y la velocidad de la pelota. “Yo entiendo a Roland Garros como lo entendí toda mi vida, que es con luz solar, no con sesiones nocturnas. Me encantaría poder jugar así”, le dijo el manacorí a ESPN.
A pesar del reclamo, el partido se jugó de noche y fue un festival de drops y puntos largos. El zurdo sacó provecho de su drive paralelo y lastimó al serbio en los momentos claves. Llegó a estar 3-5 en el cuarto set y parecía que se lo llevaba el número uno. Sin embargo, Nadal ganó ese game gracias a un drive abierto preciso, dio vuelta el set y lo liquidó en el tie break: 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6 (4).
Ya en las semifinales, enfrentó a Alexander Zverev (3°), que venía de superar a la sensación del tenis internacional, Carlos Alcaraz (7°). El primer set fue muy parejo y duró 1h31. Nadal repitió la misma fórmula que con Djokovic: dio vuelta el tie break cuando perdía 2-6 a pura garra. En el segundo, cuando iban directo a otro desempate, el alemán se torció el tobillo derecho y salió del court en silla de ruedas, envuelto en una gran ovación. Horas más tarde confirmó en sus redes sociales que se rompió varios ligamentos. En este caso, la mala suerte impidió lo que hubiese sido, probablemente, el mejor partido del torneo.
Casper Ruud sería el último rival a batir. El noruego, a pesar de ser el jugador con más victorias sobre polvo de ladrillo desde 2018, no pudo ante el envión anímico y técnico del español. La Fiera le ganó en tres sets sin sobresaltos y levantó el trofeo.
Las estadísticas agigantan cada vez más la leyenda del tenista de 36 años. Es el máximo ganador de Grand Slam con 22 (14 Roland Garros, cuatro US Open, dos Australia Open y dos Wimbledon). En ésta edición, se convirtió en el jugador con mayor edad en ganar el Abierto de Francia, agrandó su récord de partidos a 112-3 y superó a cuatro Top-10. Además, tiene 100% de efectividad en finales de RG: derrotó cuatro veces a Roger Federer (2006, 2007, 2008 y 2011), tres a Novak Djokovic (2012, 2014 y 2020), dos a Dominic Thiem (2018 y 2019), una a David Ferrer (2013), Robin Soderling (2010), Stan Wawrinka (2017), Mariano Puerta (2005) y Casper Ruud (2022). Su estatua, cercana al Jardín de los Mosqueteros y a las de René Lacoste, Jean Borotra, Henri Cochet y Jacques Brugnon, la tiene bien merecida.
Tras la consagración, Nadal aseguró que jugó infiltrado la mayor parte del campeonato: “El peor momento lo pasé tras el partido con Corentin Moutet, no podía andar. He podido competir esta quincena porque mi médico me ha administrado inyecciones de anestesia para dormir el pie, pero es un riesgo”. También agregó que va a hablar la próxima semana con sus doctores para contemplar diversas opciones: “Recibiré un tratamiento y espero que me ayude”.
Nadie sabe si ésta fue o no la última función de la Fiera en la Philippe Chatrier. El histórico court central de Paris tiene en sus tribunas laterales, en inglés y francés, la frase: “La victoria le pertenece al más tenaz”. Y Rafael Nadal, por su coraje, mentalidad y habilidad, sin dudas lo fue.