Por Dylan Bujman
Luego de varios merodeos en el ascenso argentino, Quilmes y, por sobre todo, su técnico en ese momento, Humberto Zucarelli, sabían perfectamente que no se les podía escapar la oportunidad de lograr el ascenso a la máxima categoría en 1993, y ahí es donde la Bruja Dora entra en acción.
Dora Bertucci fue contactada por el club para favorecer espiritualmente a los cerveceros y hacer caer a su máximo competidor Gimnasia y Esgrima de Jujuy, que le peleaba el ascenso golpe a golpe. Cuatro mil pesos totales fueron los que les pidió la señora Bertucci para realizar el trabajo: dos mil de anticipo y el resto, cuando el hechizo estuviera completo.
Muy segura de lo que realizaba, Dora les dejó dicho que Gimnasia perdería y que Quilmes iba a ganarle a Deportivo Morón. Llegó el sábado y, efectivamente, los jujeños perdieron, pero el partido de Quilmes se suspendió por una bomba de estruendo arrojada desde la tribuna. Y ahí fue cuando arrancó el problema en el que la bruja de Chascomús exigió el resto de la plata y la dirigencia, al estar preocupada por los problemas en AFA, rechazó el pedido de Bertucci que, enojada, les advirtió que su equipo iba a estar 13 años sin ascender.
El partido se reanudó y Quilmes, efectivamente, perdió 3-2 y en la fecha siguiente lo mismo, quedándose con las manos vacías. Después de abandonar el escepticismo, los quilmeños intentaron localizarla para que desanudara la maldición que les había arrojado, pero para ese entonces ya era tarde: Dora había fallecido y tras su muerte se construyó el mito. En su tumba recibió visitas, ofrendas y hasta pedidos para que perdonase a Quilmes. Pero nada de eso cambió y, para colmo, su sobrina le exclamó a las visitas con frialdad: “Mi tía se murió, pero con mi tía también se murió Quilmes. Suerte y buen viaje”.
Desde 1999, el Cervecero perdió cinco finales y sufrió varias eliminaciones durísimas, hasta que apareció en escena Rodolfo Acosta, un devoto fanático cansado de las derrotas que decidió ir a la tumba de la bruja y le reclamó que los hinchas de Quilmes no tenían la culpa de nada y que, en caso de darles el ascenso, le iba a arreglar con los colores de Quilmes su tumba abandonada. Cuenta la leyenda que Luego de ese día el Cervecero cosechó seis triunfos al hilo, tres empates y una derrota. Triunfó en la final con Argentinos y volvió a Primera con un Acosta desbordado de felicidad y con visitas frecuentes a Dora, ya con su tumba pintada de azul y blanco, tal como le había prometido.
Horacio, hincha de Quilmes, dialogó con El Equipo y contó cómo, hasta el día de la fecha, el nombre de la bruja Dora sigue escuchándose en las tribunas de la cancha: “Siempre se habló del tema y sonaba su nombre por las calles del estadio, pero cada uno elegía creer o no. Si alguno siente que aportó algo para que podamos volver a festejar, le agradezco y, si la historia la elegís creer, es todo culpa de la dirigencia de la época por no pagarle lo que faltaba”.
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