viernes, julio 26, 2024

El fuego de Sócrates se quedó en brasa

Por Facundo Scapparone

“El fútbol profesional practica la dictadura. En el despótico señorío de la pelota, los jugadores son los últimos monos del circo. No tienen derecho a decir ni pío. Pero no siempre ha sido así”. Eduardo Galeano.

En 1969, João Havelange, máximo mandatario de la hoy disuelta Confederación Brasileña de Deportes, nombró como nuevo entrenador de la selección de fútbol de Brasil a João Saldanha -quien además era periodista-, con la intención de que la prensa fuera menos crítica con el equipo nacional. Durante una gira europea, Saldanha fue consultado por la situación de su país, cuya democracia se encontraba interrumpida desde 1964. No titubeó: denunció torturas, muertes y desaparecidos. El 17 de marzo de 1970 fue despedido por su ideología política.

“Ganar o perder, pero siempre en democracia” fue el lema que caracterizó a aquel equipo del Corinthians que, en plena dictadura militar, reivindicó todo tipo de mecanismo de participación. Las decisiones pasaban por los jugadores: desde los horarios de entrenamiento hasta la distribución del dinero. El entrenador era uno más. En 1982, cuando el gobierno de facto admitió las Elecciones Parlamentarias, alentaban a la gente para que vaya a las urnas. Sócrates, su mayor referente, prometió rechazar una oferta de la Fiorentina si se aprobaba la propuesta del diputado Dante de Oliveira, quien demandaba que el pueblo brasilero elija a su presidente. Sin embargo, en el Congreso no se consiguió la mayoría necesaria para conceder la propuesta y el Doctor marchó rumbo a Italia. “Un partido termina en 90 minutos, pero la vida sigue. Mis victorias políticas son más importantes que mis victorias como jugador profesional”, aseguró. La Democracia Corinthiana llegaba a su fin.

Mauro Silva nació el 12 de enero de 1968 en São Bernardo do Campo, un municipio de aproximadamente 800.000 habitantes en el estado de São Paulo. La mayor parte de su carrera futbolística la pasó en el Dépor español, donde se convirtió en ídolo: en 2018, el Ayuntamiento de La Coruña puso una calle de la ciudad a su nombre. También fue parte del Brasil campeón en Estados Unidos 1994 y en Bolivia 1997. Iba a ser uno de los 23 jugadores a disposición de Luiz Felipe Scolari para la Copa de la Paz (nombre con el que Andrés Pastana, por entonces presidente de Colombia, bautizó a la Copa América llevada a cabo en su país), pero el volante surgido del Guarani Futebol Clube se negó a viajar por falta de garantías en la seguridad del torneo, debido al conflicto armado en el que se encontraba sometido el país organizador. “No sé si mi decisión aislada valdrá algo, pero todos tienen que hacer su parte. Es necesario cambiar de postura con el fútbol. Hay mucha gente que usa nuestro deporte por intereses políticos y personales”, expresó.

“Bom Senso F.C.” en portugués significa “Sensatez Fútbol Club”. De eso se trató el movimiento que reunió a más de 1.000 jugadores del fútbol brasilero en reclamo de mejores condiciones laborales -un cronograma de partidos con más tiempo de descanso y 30 días de vacaciones anuales-. El descontento con la Confederación Brasileña de Fútbol quedó en evidencia cuando los futbolistas empezaron a manifestarse dentro del campo de juego: el 13 de noviembre de 2013, jugadores del Flamengo y del São Paulo se pasaron la pelota sin atacarse durante un minuto a modo de protesta. El reclamo fue replicado en varios estadios del Brasileirão. “Esto tiene un significado mayor del que se imaginan. Estamos aquí y somos socios. Defendemos algo importante para todo el mundo. Para los árbitros, los jugadores, incluso para los periodistas”, declaró Rogério Ceni, icónico arquero del Tricolor.

La realización de una Copa América en 2020 no estaba prevista en los planes de nadie. En abril de 2019, la CONMEBOL confirmó una nueva edición del torneo continental a disputarse en Argentina y Colombia, con el fin de equiparar el calendario con el de la Eurocopa. La pandemia del COVID-19 obligó a postergar ambos certámenes por un año. El 20 de mayo de 2021, Colombia se bajó de la organización de la Copa América debido a las protestas sociales iniciadas el 28 de abril. Argentina se le sumaría un mes después a causa de la crisis sanitaria. Al igual que hace dos años, Brasil volvería a alojar el Campeonato Sudamericano de Selecciones.

“Se canceló por un tema de salud y resulta que ahora vamos a Brasil”, cuestionó Lionel Scaloni, entrenador de la Selección Argentina. En la misma dirección, el sindicato internacional de futbolistas, FIFPRO, mostró su preocupación por la situación que atraviesa el país vecino. Los gobernadores de São Paulo, Pernambuco, Rio grande do Sul, Rio grande do Norte y Minas Gerais se negaron a albergar el torneo: Brasil se ubica tercero entre los países con más casos de coronavirus en el mundo, solo por detrás de Estados Unidos e India. El pasado 18 de junio se registraron 98.832 nuevos casos, segunda mayor cifra de contagios en un día desde el comienzo de la pandemia.

“Todo el mundo sabe nuestra opinión. Tité ya dejó en claro para todo el mundo lo que pensamos sobre la Copa América”, manifestó Casemiro, capitán de la Verdeamarela. Los ataques al DT de Brasil no tardaron en llegar: el diputado oficialista Guiga Peixoto lo tildó de “comunista” y aseguró que “solo piensa en alimentar su propio sistema ideológico dictatorial”. En paralelo, Rogelio Caboclo, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, le prometía al gobierno federal reemplazar a Tité por Renato Gaucho, quien es abiertamente simpatizante de las políticas de Jair Bolsonaro. Horas más tarde, Caboclo sería apartado de su cargo por 30 días, debido a una denuncia por acoso sexual y moral por parte de una empleada de la CBF. Antônio Carlos Nunes, coronel y alcalde de Monte Alegre (1977-1980) durante la dictadura militar, tomaría su lugar.

Otra polémica en torno a la organización de la Copa América tuvo a lugar en la Corte Suprema de Brasil. La ministra Carmen Lucía atendió los pedidos de diferentes partidos políticos -entre ellos el PT, liderado por Lula da Silva- y le pidió al presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Luiz Fux, que se trate la realización del torneo en una sesión extraordinaria. El reclamo fue aceptado, pero el STF alcanzó la cantidad de votos necesarios para que el torneo continental se dispute nuevamente en tierras brasileras.

Las dudas acerca del accionar del plantel de Brasil en función a su presencia en la Copa América se disiparon una vez terminado el partido frente a Paraguay por Eliminatorias. “Estamos en contra de la organización de la Copa América, pero nunca diremos que no a la Selección”, garantizaron los jugadores en un comunicado compartido en redes sociales. Pareciera ser que ni la salud, en la que tanto hincapié se hizo -Everton dijo que el coronavirus “no es una simple ‘gripezinha’” y Everton Ribeiro le exigió más vacunas al gobierno-, ni el intento de desplazamiento a Tité de su cargo fueron motivo suficiente para que los futbolistas le pongan un freno a un torneo cuyo único propósito es igualar calendarios con Europa.

“¿Un comunicado? Olvídenlo, muchachos. O jueguen o no jueguen. Olvídense de lo de ‘vamos a jugar, pero estamos en contra’. Adopten una actitud real y varonil. Es una cobardía lo que harán los jugadores. Brasil está en una gran crisis sanitaria, y no es por (Rogério) Caboclo que no queremos la Copa América aquí. Es otro problema”, disparó Walter Casagrande, 19 veces internacional con la Canarinha y referente de la Democracia Corinthiana.

Tan solo cuatro días después del comienzo de la Copa América, el Ministerio de Salud de Brasil informó 66 casos de COVID-19 en personas involucradas en la organización y el desarrollo del torneo. “Gracias CONMEBOL por esto. ¡Toda la culpa es totalmente de ustedes! ¿Si se muere una persona qué van a hacer? Lo que les importa solamente es el dinero, ¿la vida del jugador no vale nada?”, arremetió Marcelo Moreno Martins, capitán y goleador histórico de Bolivia -una de las delegaciones más afectadas-, a través de su cuenta de Instagram. ¿La respuesta de la Confederación Sudamericana de Fútbol? Una multa de 20 mil dólares y una fecha de suspensión para el jugador, que igualmente se perdió el compromiso de su selección frente a Chile (para el cual estaba inhabilitado) ya que contrajo coronavirus días antes del debut de la Verde en el certamen.

La Copa América seguirá su curso. Si se mantiene el promedio de goles que hubo en los primeros diez partidos, esta cuadragésimo séptima edición tendrá más casos de coronavirus que goles festejados. La final del torneo se desarrollará el próximo 10 de julio en el Maracaná, donde hace poco más de un año se había instalado un hospital de campaña para contagiados de COVID-19. Todo, para parecernos un poquito más a Europa.

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