Por Agustín Kuc
Daniel Rodríguez supo llevar las riendas de un equipo nuevo, con fuertes propuestas deportivas e institucionales, implantadas desde la dirigencia de aquel entonces. El hoy gobernador provincial, Alberto Rodríguez Saá, dueño del club durante las campañas de 1989 a 1995, le confió el rol de director técnico con escasa experiencia. Era su segunda aparición como entrenador y el enfoque decidió plasmarlo con actitud, más exigencia física y psicológica. Reforzó el funcionamiento de sus basquetbolistas y postuló la idea de afrontar los encuentros uno a la vez.
“Era muy joven, aprendí mis primeras cualidades y recursos como coach; me colocaron una enorme responsabilidad de la que sin dudar me hice cargo. Para todos significó una etapa de inmenso crecimiento”, señala el Zeta.
Armó un plantel preponderante en materia corporal, entrenado para defender con contundencia y desplegarse de manera rápida al ataque. Trabajaron los lanzamientos de triples y fue su arma letal dentro de la cancha. Gimnasia y Esgrima y Pedernera Unidos (GEPU) demostró el profesionalismo compuesto por jugadores de gran talla como Diego Maggi, Carl Amos y Héctor Campana. Deportistas con trayectoria en la Liga Nacional y competencias de alto rendimiento tomaron el juego y lo convirtieron en análisis técnico: obligaban a “abrir el esquema de los adversarios” para introducirse en el área contraria, lo que daba como resultado una amplitud de puntos a favor.
“Nos enfocamos en tener una personalidad definida, sabíamos cómo desarrollarnos mientras corría el reloj y el nivel de exigencia que acarreaba el planteo durante los cuatro cuartos de actividad. Ajustábamos las cualidades que presentaban nuestros contrincantes, pero la máxima obsesión era el ímpetu con el que encarábamos los duelos”, admite el entrenador nacido en Río Tercero.
GEPU fue protagonista en los certámenes de 1991, 1992 y 1993. Posterior a la primera consagración histórica en el torneo local, marcó una tendencia. La modalidad y metodología que exhibió fue instalada por varios nombres de peso mayúsculo. Afincó un básquet innovador, representado por la intensidad y agresividad. Ganó una plaza entre los mejores equipos del país catalogados como los de añeja tradición en el baloncesto, si bien no codeaba con Ferro Carril Oeste y Atenas de Córdoba, luchó para destacarse.
La fama fuera de la disciplina se compuso de rumores negativos, con los hermanos Rodríguez Saá detrás: Adolfo, al frente del gobierno puntano, y Alberto, como senador nacional, el Lobo de Pedernera fue identificado como “el caballo del comisario”. Las incorporaciones de renombre que arribaron al conjunto de San Luis en el mercado de pases del ´90 provocaron incertidumbre en los aficionados del ambiente. Aún así, no fue la institución con mejor respaldo económico, sino que coordinó contratos largos, lo que permitió menores desembolsos y ajustar un proyecto de extenso período.
Rodríguez estuvo vinculado siete años al grupo. En 1988 ascendió a la segunda categoría del básquet local y la llegada a la Liga Nacional se produjo un año más tarde. Para 1990 disputó la Liga Corta, ya que se jugó menos meses debido a la decisión de cambiar el calendario de invierno al de verano. En la temporada 1990/91 conquistó el histórico primer título de la división mayor, al certamen siguiente alcanzó el subcampeonato. Para las competiciones del 1992/93 y 1993/94 pasó a desempeñarse como gerente de la organización. Después del último ciclo, GEPU decidió vender la plaza a Andino de La Rioja y Zeta finalizó su vínculo.