jueves, noviembre 21, 2024

La Copa eligió a los españoles

Por Maximiliano Das

Parecían imbatibles. Frente a Serbia o ante Francia. Argentina ganó partidos de atrás para adelante, con la defensa como principal virtud. Férrea, molesta. “Insoportable”, la definió Nicolás Laprovittola luego de las semifinales. Pero aún faltaba el último paso. Como si no fuera suficiente vencer a los balcánicos, uno de los máximos candidatos a hacerse del título, y a los galos, que venían de derrotar a la siempre potente Selección de Estados Unidos, a pesar de las bajas de último momento, en cuartos de final. El último paso era contra España.

Sin moverse, sin siquiera respirar, en una esquina del parqué, mientras los jugadores hacían el precalentamiento, la Copa (LA Copa), descansaba en un soporte rojo. Sin siquiera moverse, sin siquiera respirar, la Copa elegía quiénes serían los que dos horas más tarde la alzarían lo más alto que puedan. A la Copa le gusta el cielo. No tiene manos pero quiere tocarlo.

A pesar de la ausencia de sus ojos, la Copa encontró a Marc Gasol, el gigante español de 2,15 metros, campeón de la NBA hace tres meses con Toronto Raptors. Lo señaló sin dedos. “Ése quiero que me levante”, gritó decidida sin sus cuerdas vocales.

Desde entonces todo fue en vano. La Copa se fue sin sus piernas a ver el partido desde otro rincón cuando terminaron de sonar los himnos de los parlantes del Wukesong Arena de Beijing. Arrancó el partido y España tomó la ventaja con una racha de 7 a 0 y cerró el cuarto con nueve puntos de diferencia sobre el seleccionado argentino.

Durante el encuentro, el combinado dirigido por Sergio Hernández tuvo pequeños momentos de reacción que los ibéricos apaciguaron. El último, a cuatro minutos del final, cuando El Alma tuvo la posibilidad de achicar la distancia a un solo dígito. Estaban doce puntos por debajo y la posesión era suya. Fue Luis Scola quien se encargó de lanzar el triple. El aro se le venía negando. Un poco por la defensa y otro poco por la mala suerte, aquella que acompañó a Argentina durante todo el partido. Cuando podía decidir sobre lo que pasaba en el juego, lo hacía en favor de los europeos. Y, como lo hizo, durante los 36 minutos anteriores, la mala suerte intervino y desvió la naranja que se dirigía a la red. Quizá fue la Copa.

Con las medallas doradas colgadas, los españoles alzaron la Copa hasta que los brazos se les despegaban del cuerpo. Con desazón, El Alma abandonó el parqué rumbo a los vestuarios con una clara muestra de tristeza en sus rostros y en sus gestos.

Sin embargo, Sergio Hernández comentó: “Hoy no perdimos el oro, ganamos la plata”. Porque también hay que dejar eso en claro. Este seleccionado argentino, el finalista, el que se fue con una presea plateada balanceándose en una correa que abrazaba los cuellos de los jugadores, no fue con las expectativas de ser campeón. Y se quedó en la puerta.

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