Por Lucas Pereyra Durán
Su amor por una institución comenzó gracias a un partido en un clásico del Sur en 1982, cuando Jorge, su padre, rompió con un pacto futbolero. Habían prometido no gritar los goles (papá del Granate, mamá Isabel del Taladro) y en ese 2 a 0 de Lanús sobre Banfield el pequeño Javier ya no tuvo dudas. Los colores maternos lo identificarían para siempre.
El “Archu” llegó con apenas ocho abriles y para 1990 ya formaba parte de los entrenamientos de Primera, no pensaba en otra cosa que debutar en el club de sus amores y finalizó su carrera siendo el jugador que más veces vistió la camiseta del Taladro con 485 presencias tras 17 años.
Idea de juego
Quien lo marcó en este camino de director técnico fue Julio César Falcioni, con el que compartió la consagración del Apertura 2009 y lo acompañó en su paso por Boca, All Boys y Quilmes, entre otros. Aprendió mucho del “Emperador” luego de siete años a su lado armando varios proyectos.
Un hombre que tiene un sentido de pertenencia con esta institución, ese que se viste de camisa y pullover mientras mastica chicle para calmar su ansiedad, el que da indicaciones con un juego muy inquieto de manos y a veces guardadas en los bolsillos, el que no se tapa la boca para hablar y que tiene un plan con un estilo sumado a una personalidad que formó para el equipo.
Sanguinetti le demostró a la gente que su amor por el club es incondicional y que, a pesar de las diferencias que tuvo en su momento, quiso volver a remediar esa relación y lo consiguió con el logro más importante en la historia de Banfield estando como segundo entrenador. Hoy en día, su deseo es volver a llevarlo a la gloria, pero esta vez como DT, con una identidad futbolística que ya se ve en el campo cada vez que el Taladro pisa las canchas.
Quien lo marcó en este camino de director técnico fue Julio César Falcioni, con el que compartió la consagración del Apertura 2009.
Sabe del cariño que le tiene la hinchada y les está agradecido de por vida, porque explicó que “siempre lo tomó como el mejor legado que uno puede dejar, te podés llevar dinero y eso en algún momento se acaba, pero el cariño de la gente no se termina nunca y el amor del hincha no tiene precio”.
El “Archu” ya lo llevó a una final, la de la Copa Diego Armando Maradona, donde perdió por penales frente a Boca, pero habiendo jugado una clasificación previa con un fútbol muy vistoso, elegante y con personalidad. Junto a sus colaboradores Lucas Rivas, Cristian Lovrincevich y Adrián González, van en busca de ese torneo tan ansiado que a Banfield no se le da desde el Apertura 2009.