Por Juan Manuel Sangregorio
Diego Monarriz debutó como jugador en San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores, en 1987 de la mano de Héctor Veira. Ocupaba la posición de enganche. No tuvo mucho rodaje en el “Ciclón” y en 1992 estuvo un corto tiempo en el fútbol sudafricano. Luego pasó por All Boys, Belgrano y se retiró en el Porvenir en 2001.
Como el fútbol era su gran pasión, rápidamente se incorporó al cuerpo técnico de las divisiones inferiores de San Lorenzo y tiempo después también estuvo en las formativas de River Plate y Vélez Sarsfield. Desde 2015 a 2017, trabajó como ayudante de campo de Eduardo Coudet en Rosario Central y Tijuana de México.
Al año siguiente, volvió a San Lorenzo y fue campeón local al mando de la reserva. Su gran oportunidad llegó a finales de 2019, cuando dirigió al primer equipo durante 10 partidos (cuatro victorias, dos empates y cuatro derrotas). Actualmente, a los 52 años, está a cargo otra vez del equipo de reserva, con el cual le tocó sufrir el parate que generó la pandemia e coronavirus ya que los entrenamientos volvieron recién a mediados de septiembre.
- -¿Cómo viste el rendimiento de los jugadores en la vuelta a los entrenamientos? ¿Pudieron adaptarse rápido?
– Fue complejo para ellos trabajar dentro de su casa. Además no todos tenían la posibilidad de hacerlo en un espacio al aire libre. Por suerte, el cuerpo es sabio y ellos son deportistas hace mucho tiempo y se adaptaron rápidamente. Ahora al aire libre lo vienen llevando bastante bien, con muchas ganas, que eso supera muchas actitudes.
- -¿Cuál fue la rutina de ejercicios durante las primeras prácticas?
– Más que nada trabajamos con lo que llamamos andariveles, y a distancia para que los chicos no tuvieran contacto. También hicieron trabajos aeróbicos y anaeróbicos ya con pelota. Nada de unificar ni hacer ruedas de pase. Teníamos diez futbolistas y hacíamos dos turnos de cinco, para que no se toquen y se mantengan espaciados. El trabajo era el mismo para todos.
- -¿Tuvieron muchas dificultades o incomodidades entrenándose de manera virtual?
- – Fue difícil. Más que nada porque el hecho de estar encerrado también te afecta en lo anímico. Después, el otro problema fue que vía Zoom a veces no te agarra el Internet. También, nuestra idea era que los chicos no volvieran a los entrenamientos con muchos kilos de más y que mantuvieran su físico. El resto se readapta, porque al no tener competencia lo podemos ir llevando de a poco.
– Este año no habrá Copa de la Liga Profesional para la reserva. ¿Creés que esto le puede servir a San Lorenzo para prepararse de mejor manera al próximo campeonato?
– Es relativo. Yo creo que antes de fin de año se van a organizar y jugar algunos partidos amistosos. También estuvo la idea de hacer en diciembre una copa de reserva para que los chicos compitieran. Nada raro, solo para que los chicos vuelvan a jugar y nada más.
– ¿Qué diferencias encontraste entre dirigir a la Primera y dirigir a las divisiones inferiores?
– Es muy diferente. De una manera estás tratando con profesionales y de la otra con chicos amateurs, más allá de que algunos puedan tener contratos. En la primera estás más expuesto con los resultados, y en las juveniles es un contínuo aprendizaje. En una competís por ser campeón o entrar en copas y en la otra pueden ir a verte como máximo 80 personas. Además, la primera es más exigente porque el fútbol argentino no te espera. La mayoría es el partido tras partido. Te guste o no, solo importan los resultados.
– ¿Qué consejos les das a los juveniles para que vayan tomando confianza antes de llegar a primera?
– A mí me gusta trabajar en base al error semanal del chico, para que pueda explayarse el día del partido de una manera más suelta. No soy de esos entrenadores que se vuelven locos. Me gusta corregir lo que es semanal y lo que no se trabajó en la semana, evito inculcárselo al jugador el día del partido. Les digo que jueguen tranquilos, que demuestren lo que saben y que si están donde están es por algo.
– ¿Qué cosas, tanto buenas como malas, aprendiste durante tu ciclo de diez partidos como DT del primer equipo?
– Para mí fue una bendición. Fue algo extraordinario. No puedo pedir más. Obviamente hubiese estado mejor seguir. Hay cosas imborrables que las llevo en el corazón y no me las voy a olvidar en la vida, cómo competir contra grandes equipos y entrenadores. Nunca me imaginé que iba a estar yo ahí.
– ¿Te gustaría volver a tener otra oportunidad?
– Nunca se sabe qué pasará en el futuro. Aunque si vuelvo a dirigir en Primera, no creo que sea en San Lorenzo. Me siento capacitado y sin temores para dirigir a cualquier equipo, pero también estoy bárbaro en el club cumpliendo mi rol..
– Durante esta etapa, tuviste diferencias con Ángel y Oscar Romero, ¿considerás que la prensa exageró mucho ese conflicto y se dijeron cosas que no pasaron?
– Lo que pasó fueron cosas que puede vivir cualquier entrenador. No fue ninguna pelea ni nada por el estilo. Entiendo también que la prensa tiene que sacar datos y comunicarlos, pero en este caso no es que me peleé con los jugadores ni hubo ninguna falta de respeto. Fue algo interno que sucedió en un partido y no pasó más nada. A las 24 horas ya había terminado.
– Antes de llegar a primera fuiste ayudante de campo de (Eduardo) “Chacho” Coudet en Rosario Central y Tijuana. ¿Qué cosas positivas aprendiste de él?
– De él aprendí lo que es el optimismo, las ganas y la perseverancia. Es una persona con una cabeza muy fuerte y ganadora. Tenemos una relación muy buena. Humanamente es un tipo sensacional porque te deja trabajar y te da libertad en el día a día. No me sorprende para nada lo que logró en Racing y en Inter de Porto Alegre.
– Con respecto a tu carrera como jugador, ¿te hubiese gustado jugar más tiempo? ¿Cuáles fueron los motivos de tu retiro?
– Yo estaba prácticamente entero para jugar, no tenía lesiones y estaba bien con mi peso. El problema fue que conllevaba un montón de situaciones, como pasaba antiguamente en el ascenso, porque las situaciones económicas de los clubes eran malas y a veces pasaba muchos meses sin cobrar. En esos momentos tenés que dejar de lado ese egoísmo de “sigo jugando al fútbol” porque tenés hijos y una familia.
– ¿Viviste alguna experiencia insólita durante tu paso por la Liga sudafricana?
– En el año en el que estuve todavía regía lo que fue el apartheid, aunque en sus últimas. Solo rescato dos cosas muy lindas: el partido contra el Milan en el estadio Ellis Park con la presencia de Nelson Mandela, que además nos entregó una medalla a cada uno; y la otra fue cuando paramos en un hotel en Johannesburgo y un día bajamos a desayunar y vimos entrar a un personaje con sus custodios… era Muhammad Ali.