Matías Elicegui, Luciano Padín e Iván Rincón
La carrera del futbolista es una de las más cortas, se encuentra con el retiro, generalmente, antes de los 40 años y, en muchos casos, no sabe qué hacer en el gran recorrido de su vida, que lo encuentra como un joven jubilado.
Aunque haya muchos que pueden llevar adelante el momento posterior al retiro y siguen ligados al fútbol mediante la dirección técnica, la representación de jugadores, otros ejercen el rol de periodistas en programas deportivos e incluso algunos llegan con algún estudio o capacitación que les permite hacer una vida separada de su pasado como deportista profesional.
Pero también existe un sector que atraviesa momentos difíciles por diversos motivos durante su etapa activa, aunque la misma adrenalina que les genera competir puede hacer que se olviden de ellos. Sin embargo, estas sensaciones de vacío suelen aparecer luego del retiro, ya que los futbolistas pasan de la fama y dinero a tener mucho tiempo libre, ser olvidados, tener problemas económicos –en varios casos- y no pueden suplir las sensaciones que sienten dentro de un campo de juego.
De esta forma, ¿qué sucede con aquellos que no tienen ninguna herramienta más allá de las adquiridas en el fútbol y dejan la actividad profesional? ¿Son capaces de poder sobrellevar una vida alejada de algo por lo que lucharon durante toda su niñez y adolescencia?
Para aquellos, la preparación psicológica durante la actividad para llegar plenos a ese momento es fundamental, y hay varios entes que se encargan de ayudarlos en esta transición. Trataremos de ver, entre otros factores, si son realmente suficientes y qué tipo de ayuda les dan a los futbolistas retirados.
Según datos obtenidos luego de la investigación de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) el 38% de los jugadores sufre depresión o problemas psicológicos, en especial los que atraviesan lesiones graves. El porcentaje que tienen los futbolistas de padecer estos problemas es incluso más elevado que el de la población en general, que varía entre el 13 y el 17%.
Pablo Aimar, actual entrenador de la Selección Argentina sub 17 y parte del cuerpo técnico que dirige a la absoluta, contó no hace mucho en una entrevista a la revista “La Final” de la escuela de periodismo Tea y Deportea que no hay manera prepararse para el retiro. “Pasaste casi la mitad de tu vida compitiendo y desarrollando una actividad que consume mucha energía. Siempre persiguiendo una sensación: la de hacer un gol o salir a una cancha… Te cuesta encontrar para qué servís, tenés tiempo, pero no sabés qué hacer con él. Empiezan los problemas porque ahora no tenés por qué levantarte”, cierra Aimar.
Sebastián Chittadini, escritor uruguayo de “La vida después del fútbol” y periodista de la Revista Túnel, recuerda uno de los momentos más sentimentales de las entrevistas que realizó para su libro: “Aldo Díaz, goleador histórico del Tacuarembó Fútbol Club que tiene más de 400 goles anotados en Primera División, se puso a llorar al recordar su último partido como futbolista”.
“El retiro fue doloroso, traumático, cerca de las ganas de no vivir más”, dice Adrián Bianchi, ex jugador de primera división y fundador del proyecto social Futbolistas Arriba, un espacio que busca que el jugador de fútbol activo y retirado pueda encontrar la respectiva orientación que precise y sea un lugar para encarar una etapa de la vida que a ellos les genera incertidumbre, miedo y –en algunos casos- una posterior depresión.
El proyecto comenzó oficialmente el 9 de agosto de 2019. Las reuniones se realizan en el Club Ferro Carril Oeste, todos los viernes a las 19 horas. Es un espacio con entrada libre y gratuita, cuenta con la presencia de jugadores y ex jugadores con amplio rango de edad -de los quince en adelante tienen la puerta abierta- y a su disposición poseen la ayuda de psicólogos, coaching y médicos que prestan su servicio para la salud de los futbolistas.
Desde el sector de parrillas de Ferro que dan hacia la calle General Martín de Gainza, Bianchi cuenta que el suicidio de Julio César Toresani fue el detonante: “Me pareció que ya era hora de hacer algo entre nosotros, entre los jugadores de futbol. Cuantos más centros de estos haya para ayudar al futbolista mejor, porque es una problemática de hace un montón de tiempo y lo va seguir siendo”, dice Adrián mientras toma un sorbo de agua.
Bianchi jugó en Vélez Sarsfield, Ferro Carril Oeste y Platense, entre otros. Trabaja como entrenador de inferiores de Ferro, dirige la sexta, tuvo pasos en primera división como ayudante de campo, en 1999, de Juan Manuel Guerra en Deportivo Morón, pero ahora, desde su puesto, detrás de la línea de cal, sabe que su función, además de formar futbolistas, es darles a los jóvenes un incentivo, una vocación más allá del fútbol. “En realidad en Ferro el chico que no estudia, no compite. No se ficha. Tiene que estudiar obligatoriamente. Lo importante es el estudio, no jugar al fútbol. Muchas veces no están preparados, no saben qué hacer con el dinero, con su vida y se encuentran con un montón de cosas de golpe. Hay muchos casos de estos que te cuento”, cierra el creador de Futbolistas Arriba.
Según la psicóloga deportiva Luciana Vainstoc, el trabajo que se realiza con el futbolista para preparar el momento de colgar los botines es cada vez más específico. “Es difícil generalizar, pero cada vez se habla más y se planifica con ellos sobre el retiro. Sin embargo, todavía no está trabajado como yo creo que debería hacerse, el retiro es parte de la planificación de la carrera del futbolista y no el final como se piensa”.
Para Vainstoc el que debe abrirse a esta rama de la ciencia es el propio futbolista, aunque afirma que muchos desconfían de la psicología y no piden ayuda aunque la necesiten. De todas formas, trata el tema sin hablar de responsables: “Sí es importante que haya un equipo interdisciplinario para trabajar con los deportistas, yo creo mucho en el trabajo en equipo y en la suma de las partes, ya que reconocer una jubilación a corta edad no es fácil para nadie. La vida del futbolista es muy corta y necesita imperiosamente planificar el día después de dejar la actividad”.
Además, clasifica claramente y separa los diferentes casos. Divide el retiro como “patológico normal”, que se refiere al deportista que tuvo una larga carrera y que, por motivos de edad o decisión elige dejar la actividad; mientras que por otro lado está el que es ocasionado por una lesión en el jugador que no le permite seguir desarrollando su carrera y no tiene otra opción más que el retiro.
En ambos casos se debe trabajar previamente en la cabeza del futbolista, pero es en el retiro obligado por lesión donde el jugador puede tener alguna secuela mayor, ya que no está preparado al cien por ciento para dejar la actividad. Ante este problema, Vainstoc señala que el cambio puede ser muy traumático y que el profesional debe acompañar al ex futbolista para hacer esta transición menos traumática y más natural.
Pero, por último reconoce que, en muchos casos, no existe esta figura por negación del deportista, y esto complica el estado mental puesto que es el futbolista quien debe ser el primero en aceptar la situación que está atravesando para que un psicólogo empiece a trabajar con él.
Ante esto último que dice Vainstoc se suma Yannick Sandler, psicólogo del deporte, que dice que alrededor del fútbol se construyó una imagen errónea: “El jugador omite ir donde un especialista porque es sinónimo de debilidad y en el deporte de alto rendimiento no hay lugar para la fragilidad”.
Para Sandler esa imagen de “potencia, de fortaleza, de que ganan millones” es mayormente difundida por los medios de comunicación, pero es totalmente contraproducente con el jugador porque llegan a creer que ganar ese dinero no les permite deprimirse o estar mal psicológicamente, cuando en realidad los futbolistas son seres humanos y que por ende deben poder “demostrarse con sentimientos de humanidad y con la debilidades y problemas como el resto de los mortales”, cierra el Licenciado de la UBA.
Distinto parece ser el caso de Roberto “Tito” Pompei, ex futbolista de Vélez, Boca, Estudiantes de La Plata y Huracán, entre otros. Pompei cuenta que no necesitó recurrir a ningún tipo de ayuda psicológica, ya que para él, la decisión de abandonar el profesionalismo no fue traumática ni le trajo mayores complicaciones ya que no consideraba que estuviese en un nivel óptimo para continuar jugando.
“El fútbol me había dado muchísimo y yo no sentía que le podía dar mucho más y entonces tomé la decisión con tranquilidad. Nunca lo sufrí, lo único que se extraña es la convivencia en el vestuario con los compañeros, pero los insultos o el reconocimiento nunca los extrañe ni los extraño al día de hoy. En ese sentido sí creo que me preparé bien”, relata.
De todas formas, Pompei reconoce que su caso no es el de todos y que en la actualidad los jugadores llegan más preparados para afrontar ese momento. Luego de retirarse ya sabía que iba a continuar ligado al fútbol como entrenador, y así fue: a los pocos meses empezó como ayudante de campo de Oscar Craviotto en Unión y, un año después, comenzó su carrera como director técnico en las divisiones inferiores de Boca Juniors.
Si bien la problemática más importante es la salud mental del futbolista al momento de dejar la actividad, éste no deja de ser un desempleado antes de los cuarenta años, por lo que en muchos casos, baja su calidad de vida.
Sergio Seguel, ex futbolista de Arsenal de Sarandí, Olimpo de Bahía Blanca, Ferro Carril Oeste, entre otros, y dirigente de Futbolistas Argentinos Agremiados, admite que siempre le gustó militar por los derechos de los jugadores, incluso en su época de actividad. Trabaja desde hace más de 25 años en el gremio, donde tiene una pequeña pero futbolera oficina ubicada en el segundo piso de la sede de la calle Salta.
“Él (por Toresani) siguió su vida, no es porque haya sido futbolista le pasó lo que le pasó, sino que pasaron un montón de cosas, fue director técnico. No es que le pasó porque jugó al fútbol y fue olvidado, no hay otras cuestiones personales; qué sé yo, son casos personales, hay veces que vos lo querés ayudar y el tipo no se deja…”, relata Seguel en una de las respuestas más extensas de la charla, tratando de restarle importancia al gremio.
Esta falta de colaboración no es casualidad. Adrián Bianchi contó que a él le gustaría que la AFA y Futbolistas Argentinos Agremiados le dieran más voz a este proyecto que busca que la personas no se sientan avergonzadas porque “hay casos donde los muchachos terminan de jugar y tienen otro trabajo como remisero o taxista, los reconocen y les dicen ´vos no sos este jugador`, ‘no jugaste en tal equipo’, ‘no le marcaste gol a…’ y esas cosas, desgraciadamente, les destroza el ego a los futbolistas”.
Sin embargo, desde estas entidades nunca le dieron el espacio necesario, no se comunicaron y tampoco se acercaron a charlar con él. Por lo pronto, para Agremiados es más importante abarcar el tema laboral. Fue así que crearon el Fondo Final de Carrera con el fin de apoyarlos sólo económicamente desprendiéndose de las preocupaciones y necesidades psicológicas del futbolista retirado.
Desde su despacho, cuenta que el Fondo Final de Carrera, lanzado en 2013, fue inspirado en lo que sucede en Europa, aunque marcó una gran diferencia con el que se implementa en Argentina. “Acá no le sacamos un peso al jugador, todo el dinero sale de un convenio que tenemos nosotros con AFA”, dice Seguel. Además, los futbolistas retirados cuentan con una obra social, incluso luego del retiro, a la que pueden adherirse sus familiares directos.
El fondo tenía en su inicio como principal requisito haber jugado profesionalmente con un contrato registrado en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) un mínimo de ocho años. Además, cuenta con un tope de 15 temporadas, siendo éste el máximo de tiempo computado por Agremiados para que los beneficiados cobren el programa social.
Para poder reclamar la parte que les corresponde, los jugadores deben esperar a que transcurran tres libros de pases desde que decidieron retirarse. Según la web de Futbolistas Argentinos Agremiados, el cobro es único, es decir que el monto correspondiente se realiza en un sólo pago, y universal, beneficiando a todos los que cumplan los requisitos sin excepción.
Sin embargo, Seguel cuenta que a mediados de 2019 se hizo una actualización en algunos puntos del programa. Entre ellos se destaca la reducción de los años necesarios de actividad profesional requeridos para obtener el fondo, pasando de ocho a seis, ya que cuando se lanzó el proyecto en 2013, la Primera C recién se incorporaba al fútbol profesional de AFA.
No obstante, es distinta la suerte de los futbolistas retirados antes de la creación de este fondo. Roberto Pompei recuerda que en un momento se empezó a hablar sobre la creación de una obra social para futbolistas retirados, pero que quedó en la nada. “Eso sería lo que nos estaría faltando, hoy no hay ningún tipo de obra social que nos acompañe”, afirma. Actualmente, el gremio de futbolistas les mantiene la obra social a los jugadores retirados sólo por seis meses y, una vez concluido ese tiempo, se quedan sin ningún tipo de cobertura médica.
Agremiados cuenta hoy en día con un gimnasio y un pequeño espacio al aire libre para realizar tareas de rehabilitación. Allí, todos los ex jugadores, incluso antes de la creación del Fondo, que necesiten o quieran utilizarlo, pueden hacerlo sin tener que abonar ningún monto ni cumplir con algún tipo de requisito.
Por último, la inserción de los equipos femeninos de fútbol al profesionalismo hizo que desde el ente gremial se empiecen a ocupar de las futbolistas, que al día de hoy ya poseen la misma obra social que los hombres y, a partir de este año comienza a regir el proyecto del Fondo Final de Carrera para ellas, tal y cómo rige para los del fútbol masculino.
“El duelo de dejar de ser futbolista profesional es muy difícil de sobrellevar y suelen vivirlo de una forma muy privada, íntima. Aceptar que no se va a estar más dentro de una cancha es algo que afecta a todos – desde jugadores de elite hasta semiprofesionales o amateurs-. Las manifestaciones hacia afuera no suelen ser muchas, pero sí hacia adentro. No se habla demasiado de la depresión u otras enfermedades que aparecen en algunos casos tras el retiro, cuando hay que adaptarse a una nueva vida o, en otros casos ver qué hacer con su vida una vez que se terminó su carrera”, resume Sebastián Chittadini tras las experiencias obtenidas durante el proceso de la creación del libro, que trata estos temas con mucho realismo y crudeza.