Por Juan Pablo Santillán – @JuanPablo_lz
En Argentina, Diego Armando Maradona vistió las camisetas de Argentinos Juniors, Boca y Newell’s Old Boys de Rosario. La lista se extiende si se habla de equipos que contaron con el Diez en al menos un partido, aunque sea de manera no oficial, a modo benéfico.
El Deportivo Laferrere es un club que se desempeña en la Primera C y que nunca pudo darse alguno de estos lujos. Aun así, tiene varias formas de sentir al mejor futbolista de todos los tiempos como parte de su historia.
La sorpresa
– Me parece que hoy vas a tener una sorpresa. No muchos van a tener esta suerte…
– ¡Dale, decime qué es!
Este diálogo se dio rumbo a un entrenamiento, en octubre de 1994. Los protagonistas fueron Sergio Goycochea y Luis Pozzuto. La sorpresa era nada más ni nada menos que Diego Maradona asumiría como entrenador de Mandiyú de Corrientes. “Sabíamos que no teníamos técnico, pero era inimaginable. Cuando empezamos a llegar al club había movimientos raros, hasta que él (Goycochea) me dice: ‘Va a venir Diego a dirigir Mandiyú’. Fue una sorpresa enorme”, recuerda el volante surgido en el Deportivo Laferrere.
Luego de haber dado doping positivo en el Mundial de Estados Unidos 1994, Maradona fue suspendido durante 15 meses. Allí apareció la posibilidad para que el Diez, de 34 años en aquel entonces, se convirtiera en el entrenador del equipo correntino, que estaba en la Primera División del Fútbol Argentino y necesitaba sumar puntos para no perder la categoría.
“Se nos acabó la tranquilidad. Al otro día, en el entrenamiento, era un mundo de gente: llegué tarde porque no podía entrar. Entrenábamos en una fábrica de textil donde no había nadie, en el medio de la nada, y a partir de la llegada del Diego, parecíamos el Barcelona. Era una cosa impresionante: la ropa nueva, la gente. Él fue al hotel y no se podía pasar. Todo lo que significa Diego hoy, potenciado en esa época”, rememora Pozzuto desde Malasia, donde vive actualmente.
Durante la corta travesía de Maradona en Corrientes, en el equipo se encontraban otros dos exjugadores surgidos del Deportivo Laferrere, además de Pozzuto: José Luis Díaz y Gabriel Medrano, quien no olvida “lo increíble que fue vivir aquella experiencia, el haberlo tenido en los picaditos o en el fútbol tenis”. Además, recuerda las charlas que presenció sobre todo lo que Diego vivía en aquel momento y lo que representaba como jugador, porque aún lo seguía siendo. “Luego de los asados que se hacían, él se paraba y preguntaba: ‘¿Quién quiere una naranja?’, y se ponía a hacer jueguitos y te la dejaba en la mano”, cuenta Medrano.
En el fútbol argentino abundan los problemas de pagos. Mandiyú, a pesar de tener al Diez y a Goycochea, no fue la excepción.“ Tuvimos que viajar para Buenos Aires a jugar y antes nos habían prometido una plata que no venía y ya había malestar. Los más referentes -el Goyco, (Rubén) Bernuncio y (Guido) Alvarenga, entre otros,- le comentaron a Diego lo que pasaba. Estábamos esperando en el aeropuerto del Chaco y el Diego dijo: ‘Bueno, listo, no viajamos. Pará que lo llamo al presidente (Roberto Cruz) y que venga a traer la plata. Si no, no viajamos’, revela Medrano. El vuelo esperaba a que el entrenador subiera con el plantel. A la media hora llegó Cruz con la plata. Pagó y viajaron.
Es sabida la manera en que Maradona defiende a los futbolistas por sobre los dirigentes. El 28 de septiembre de 1995 fundó, junto con otros destacados jugadores como el francés Éric Cantona, una organización para reivindicar sus derechos, llamada Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales, de la que fue presidente. En octubre del año anterior había protegido a sus primeros dirigidos. “Son las cosas que puede generar y realizar el Diego para los jugadores: es el único capaz de parar un vuelo para que les traigan la plata a los jugadores y puedan viajar”, dice Medrano, y añade: “Defiende al jugador a muerte, con sus principios y sus valores del fútbol”.
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En la temporada 93/94, Roberto Cruz inició un proyecto en el Deportivo Laferrere para que el club luchara por llegar a la Primera División. Junto con algunos empresarios, contrataron a jugadores como Marcelo Trobbiani, Luis Malvarez y Mario Videla, entre otros. Cruz no continuó y al año siguiente se convirtió en presidente de Mandiyú de Corrientes. El dirigente consiguió que el plantel de Maradona entrenara, mientras aguardaba por un partido en Buenos Aires, en el estadio Ciudad de Laferrere.
Por otra parte, Diego, nuevamente como jugador de Boca, enfrentó al Verde en un entrenamiento desarrollado en la Villa Deportiva Mercantil de Ezeiza: fue empate 0 a 0 en la tarde del 30 de octubre de 1996, el día de su cumpleaños 36.
En el club de Salvigny y Rodney, el apellido Maradona también figuró de la mano de su hermano, Raúl. Lalo estuvo en la temporada 92/93 y no anotó goles. Más tarde, como ayudante de Diego en Mandiyú, se reencontró con sus ex compañeros Luis Pozzuto, Gabriel Medrano y José Luis Díaz. “Tengo los mejores recuerdos, compartí muy lindas experiencias en un año con mucha gente que después tuvimos en Mandiyú con mi hermano. La gente siempre me respetó, después mi hermano volvió como coordinador. Cada vez que voy me reciben con los brazos abiertos”, expresa el hermano menor del Diez.
En rigor, Maradona “acercó” al club como dupla técnica a Miguel Lemme y a Adrián Domenech, sus excompañeros en Argentinos Juniors. Fue en el Nacional B 1994-1995, aunque duraron pocos partidos y se fueron por malos resultados. En aquel campeonato, Laferrere descendió por primera vez.
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Una visita especial
“Uno de los que coordinaba el fútbol femenino (Javier Ramos) me comentó la posibilidad de que él viniera”. Lucas Scarnato, actual delantero del Deportivo Laferrere, fue entrenador del equipo femenino de Luján en 2015, y una tarde de junio, existió la posibilidad de que Diego Maradona fuera a presenciar uno de sus partidos.
Rocío Oliva, pareja del Diez, estaba fichada para jugar en el Lujanero. Ramos le preguntó al director técnico si la manager del fútbol femenino de Gimnasia y Esgrima La Plata podía ir a entrenar una vez y ser tenida en cuenta para el partido de ese fin de semana. “Me pareció buena y macanuda la idea de que vinieran los dos para que las chicas puedieran disfrutar de una jornada de fútbol al lado del Diego. No dudé, lo hablé con las chicas, me dieron el ok. No tenían drama, aunque una de ellas se iba a quedar afuera de las 18 convocadas”, recuerda Scarnato.
Se la citó y el domingo 14 llegó acompañada por su pareja. El Nueve, devenido en entrenador, y el Diez, fueron presentados, salieron del vestuario (también su custodio) y dejaron que las jugadoras se cambiaran.
Maradona ayudó a hacer la entrada en calor mientras las alentaba y las arengaba. Scarnato se puso en una hilera y les pasaba la pelota. Diego repitió el ejercicio y, obviamente, todas las jugadoras querían ir a ese sector.
Una vez que terminaron, volvieron al vestuario. Scarnato suele leer un cuento o dejar alguna moraleja en la previa a los partidos como una manera alternativa o complementaría a las clásicas charlas motivacionales. Lo empezó haciendo con ellas, en el fútbol femenino. Maradona estuvo atento al relato.
“Salimos al partido. Diego elogiaba a algunas de las chicas, porque jugaban muy bien, y alentaba a otras. En el momento en que entró Rocío tiró algún que otro chiste y le daba indicaciones. La cargaba porque dos o tres veces se tuvo que parar para atarse los cordones, y le decía: ‘¡Dale, Rocío! ¿No te sabés atar los cordones?’. Después quedó varias veces en off side y le tiraba chistes. ‘¡Tenés que volver corriendo!’, le decía, y todos nos reíamos”, detalla el delantero.
En el entretiempo, el entrenador dio un par de indicaciones, algunas correcciones y Maradona consintió y aportó: “Tiene razón el profe, fíjense por ahí, por este lado. Traten de jugar”, mientras que a las habilidosas las incitó a disfrutar, a tirar caños y sombreros. Luján terminaría ganándole 3-0 a Defensores del Chaco.
El 26 de junio de 2016 la pareja regresó en el empate por 1-1 ante Villa San Carlos. El ritual fue similar, pero con una salvedad a raíz de la presencia confirmada de ante mano del Diez. “Como sabía que iba a venir, al cuento que leí lo escribí yo. Comparé algunas situaciones del fútbol que había vivido él con la vida real, elogiándolo, poniendo los valores de soñar, de creer que todo se puede, de ir por más, de proponerse objetivos altos, como él, que nadie esperaba que saltase más alto que el arquero inglés e hiciera el gol con la mano”, cuenta el goleador del Deportivo Laferrere.
De los dos encuentros que tuvo Scarnato con su ídolo, una de las anécdotas más preciadas se dio durante uno de los partidos, luego de una felicitación de Maradona por una jugada preparada que salió casi a la perfección, de no ser porque terminó con un tiro estrellado en el palo: “Se paró del banco y me dijo: ‘Profe, mirá que vi fútbol, eh, y lo he visto al Barcelona, pero ni el Barcelona hace esa jugada preparada que hiciste vos’”.
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Maradona-Caniggia, Dos Santos-Pérez
Eduardo Dos Santos es sinónimo de alegría: el delantero fue quien impulsó el uso de máscaras en el plantel de Sacachispas en las entradas al campo de juego con la idea de querer “demostrar la buena onda que había en el grupo” y cómo se “divertían sanamente”.
Sus locuras no han sido menos en su paso fugaz por el Deportivo Laferrere. El 24 de octubre de 2018 abrió el marcador en el empate 1-1 ante Armenio por la fecha 12 del campeonato de la Primera C. “Estábamos por sacar del medio y el Dudy (Raúl) Pérez me dice: ‘Hoy vas a hacer un gol’, y yo, con la alegría que provoca meter un gol, le contesto: ‘Si meto un gol, te como la boca’”, recuerda Dos Santos de los minutos anteriores a su conquista.
Veintitrés años atrás, el 14 de julio 1996, Boca le ganó 4-1 a River con tres goles de Claudio Paul Caniggia. En la previa al Superclásico, Diego Maradona había anticipado que, si el Pájaro metía un gol, le iba a dar un “piquito”. Como es sabido, cumplió.
“Se da que el Dudy, precisamente, me da el pase y hago el gol, pocos minutos después de haberlo conversado. Entonces, de la alegría, le agarré la jeta y le comí la boca a lo Maradona-Caniggia”, rememora el goleador que, una tarde de primavera, homenajeó al Diego y al Cani con una nueva locura para el delirio de todo el estadio Ciudad de Laferrere.
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Vivir en un sueño
“Soy medio vergonzoso, tímido. Hay muchas cosas que me guardo para mí. A veces no me doy cuenta del lugar que ocupo”. Así se presenta Gastón Romero, entrenador de arqueros del cuerpo técnico de Diego Maradona.
Pato nació y se crió al frente del estadio del Deportivo Laferrere. Surgió de las divisiones inferiores del Villero y debutó en el 2000. Luego de retirarse, comenzó a trabajar como preparador de arqueros en Deportivo Riestra, donde conoció a Maradona.
En 2013, el Diez se convirtió en “asesor espiritual” del Blanquinegro por medio de su relación con Victor Stinfale, abogado y gerenciador del equipo.
“Yo empecé a trabajar con él a partir del vínculo con la empresa. Cuando a Diego le salió la oportunidad de entrenar en Emiratos Árabes, no tenía un cuerpo técnico armado porque hacía rato que no dirigía. De Riestra le ofrecieron si quería al editor de video (Bruno Maffoni) y a mí, que era entrenador de arqueros. Tenía buenas referencias de nosotros”, cuenta Pato sobre el inicio de su relación con Maradona.
Compartieron plantel en Al-Fujairah hasta que el Diez renunció en 2018. Luego estuvieron en Bielorrusia, donde Diego es actualmente Presidente Honorario del Dinamo Brest, y lo acompañó en Dorados de Sinaloa, su último club antes de arribar a Gimnasia y Esgrima La Plata.
Cuando se terminó el vínculo con el club mexicano, Maradona se operó de su rodilla derecha. “Diego iba a parar un tiempo, posiblemente era hasta diciembre. Yo me reincorporé a los trabajos en Riestra. Una vez que le salió lo de Gimnasia, tuvimos la propuesta de volver a trabajar con él y no dudamos”, dice Romero, quien hasta el día de hoy le cuesta creer la realidad que está viviendo.
“Diego es una persona súper humilde, accesible. Nos deja trabajar con libertad. Encontrarlo sentado en el suelo comiendo un sándwich de vacío, como una persona totalmente común y corriente, provoca preguntarse, ¿es Diego el que está sentado ahí, en el piso, comiéndose un sándwich? Eso es lo que tiene de lindo, que es muy terrenal. No tiene ese glamour que otros jugadores pueden llegar a tener”, expresa Pato de su convivencia con su ídolo.
Desde que comenzó su etapa en el Lobo platense, el nacido en Gregorio de Laferrere observa que el plantel tuvo un cambio emocional. Les costaba ganar y, con el Diez en el banco, consiguieron su primer triunfo en el Superliga: victoria 4-2 ante Godoy Cruz, en Mendoza, por la fecha 9. “Es efusivo. Ama e idolatra al jugador de fútbol, lo defiende a muerte. Se pone de igual a igual. Cuando hay etapas de felicidad, lo vive como uno más y eso es lo que hace que el jugador se identifique tanto con él y se genere ese vínculo tan afectivo. En cada gol lo vienen a buscar a él. El baile, el abrazo. Cuando el resultado es positivo, se muestra auténtico como lo que es”, define el entrenador de arqueros, quien supone que en un par de años recién se va a dar cuenta de todo lo que fue y es partícipe.
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Gustavo Díaz es integrante del museo del Deportivo Laferrere, un emprendimiento que se inició hace dos años, con la idea de reconstruir la historia del club a través de la indumentaria que vistió el Villero desde su fundación el 9 de julio de 1956 y ya consiguieron casi 300 camisetas, entre otros objetos.
Dentro de la colección, hay una reliquia que fue utilizada el 15 de octubre de 1994, en la derrota 0-3 ante Almirante Brown, su eterno rival, por el Nacional B. La particularidad de este partido tiene que ver con la presencia de Diego Maradona en el estadio Ciudad de Laferrere. El motivo de su visita fue para acompañar a sus amigos Miguel Lemme y Adrián Domenech, la dupla técnica del Verde. El Diez miró el encuentro desde arriba de una especie de palco vip que se le improvisó sobre unos vestuarios a los que accedió por una escalera de albañil. Fue la primera y única vez que asistió a un partido oficial del equipo.
A pesar de que hay material fotográfico -una de las imágenes tiene a Maradona posando con unos lentes oscuros junto a José Luis “Garrafa” Sánchez, ídolo del club de La Matanza-, Díaz se contactó con Gastón Romero, exjugador del club y actual entrenador de arqueros de Gimnasia y Esgrima La Plata, para pedirle que el Diez firmara la camiseta que vistió Lafe aquella tarde para poder atesorarla como otro registro de su visita.
El jueves 17 de octubre llovió muchísimo durante toda la mañana en Buenos Aires. Díaz manejó hasta Estancia Chica, donde entrena el Lobo, y esperó durante casi dos horas en su auto para ver si podía acceder a la intimidad del plantel. Luego, fue presentado por Romero como parte de la Comisión directiva (es secretario de actas) e integrante del museo, y esperó en el hall de la recepción. “A los diez minutos llegó Diego, acompañado por la gente que siempre lo rodea. Fue muy sorpresivo porque yo estaba sentado, y como la puerta se abría para mi lado, fui la primera persona a la que saludó con un “buen día”, y se metió en la sala de vídeos”, detalla de su primer encuentro.
Como aún llovía, se preparó todo para iniciar el entrenamiento en la cancha de césped sintético. A Diego lo fueron a buscar en un carrito de golf para que no caminara tanto. Había mucho barro y se podía resbalar. Díaz estaba tomando un café cuando el director técnico de Gimnasia se puso a su lado.
– ¿No paró de llover? – preguntó Diego.
– No, la verdad que no, Diego. Se llovió todo. Ahora parece que quiere parar un poquito, quiere despejarse – respondió Díaz
– Sí, igual vamos a hacer fútbol ahí, en la de sintético.
Maradona se dio vuelta y se metió otra vez en la sala de video, agarró su celular, se lo dio a la persona que lo acompaña permanentemente, se subió al carrito de golf y se fue a la cancha que se encontraba a unos 50 metros. El historiador se acercó y vio todo el entrenamiento debajo de la lluvia porque no había llevado paraguas. No le importó. Al finalizar, volvió al lugar de su primer cara a cara con el Astro y esperó a que se terminara de bañar.
“Vení, Gusta”, llamó Romero. Gusta acató la orden y cruzó una puerta de vidrio. Diego, a su vez, salió de la habitación del cuerpo técnico y estrechó con ambas manos la derecha de Díaz: “Qué tal, mucho gusto’, se presentó.
“Le expliqué que hacía 25 años él nos había visitado en el estadio y me dijo: ‘¡Uh, 25 años, ya!’. Le mostré una foto de ese día y lo reconoció a Garrafa Sánchez. ‘Sí, me acuerdo que la cancha estaba que explotaba’, me contestó. Le pregunté si lo podía molestar, si era tan gentil, de firmar la camiseta que Lafe uso ese día para poder exhibirla en la próxima muestra del museo, en noviembre. “Sí, sí, no hay problema, estirala”, dijo y la firmó. Le di unos ejemplares de la foto con Garrafa y también las firmó”, cuenta Díaz.
Más tarde, a Maradona lo fueron a buscar porque los jugadores ya se habían terminado de bañar y lo estaban esperando: el entrenador les había prometido que si le ganaban a Godoy Cruz (4-2, de visitante), iba a sortear tres LCDs para el plantel. Le volvió a dar la mano, se despidió y sus ayudantes lo agarraron del brazo para ir a cumplir con su palabra.
Díaz intercambió pocas palabras con Romero y volvió a su vehículo, casi corriendo. “Cuando llegué al auto exploté y me puse a llorar porque había vivido un momento que pensé que no iba a vivir nunca. Hay gente que se muere sin poder cumplir sus sueños, y yo cumplí uno, que fue conocer a Diego”, concluye el historiador, que no sólo acababa de reconstruir una historia para el club de sus amores, sino que también para toda su vida.
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Para todo el pueblo villero
El Movimiento 1956 es una agrupación formada por socios del Deportivo Laferrere en la que ayudan, de manera desinteresada, al club de sus amores. Los sorteos son una de las tantas acciones que se realizan para recaudar fondos.
En mayo de este año, con la ayuda de Gastón Romero, consiguieron que Diego Maradona firmara una camiseta del Villero y otra de Dorados de Sinaloa, su equipo en aquel entonces.
La del club mexicano fue la primera en ser rifada, el 27 de julio. Lo que se obtuvo sirvió para completar la construcción de una cancha auxiliar de césped sintético que se inauguró en octubre. El 30 de noviembre se sorteará la de Laferrere y lo que deje será destinado para obras en la sede.