Por Milena Di Pardo Gigena
En un barrio en la ciudad de Chivilcoy, donde las paredes hablan más que cualquier discurso, un mural de Diego Maradona se alza como un faro de recuerdos y pasiones. Este no es solo un mural: es un testamento, una celebración y, quizás, un duelo. En el aniversario de su muerte, la imagen de Maradona, pintada con los colores de la gloria, nos recuerda que su figura sigue viva en cada rincón de Argentina, en cada rincón del mundo que lo vio jugar y amar el fútbol como nadie más
Ubicado en la calle 76 y Miguel Calderón, el mural de Maradona comenzó a tomar forma en pleno diciembre, solo un mes después de su muerte. Adrian López, con pinceles en mano, trazaba sobre la pared de la plaza ‘José Ramón Ponce’ una imagen tan vibrante como eterna. En vísperas del 2021, fue inaugurado oficialmente por los vecinos, tres imágenes con los colores de la gloria son los que se observan, acompañadas de su emblemático número de dorsal, 10.
En vísperas del 2021, el mural fue inaugurado oficialmente por los vecinos. Tres imágenes de Diego, cada una pintada con los colores de la gloria, en una, Maradona con la pelota, la camiseta azul y blanca flameando al viento; en otra, su rostro refleja esa mezcla de concentración. En la tercera, un intento de chilena que recorre el mundo y, por último, un detalle que no podía faltar: el número 10, Maradona fue el que hizo del número 10 un mito, un culto, una religión.
Este mural no solo es un reflejo de lo que Maradona representa para los argentinos, sino que también guarda una historia muy personal. Hoy conocida como la plaza “José Ramón Ponce”, hace 38 años, este lugar era un humilde potrero, mejor conocido como “la canchita de Feliche”, donde los niños del barrio se reunían para jugar al fútbol con sueños en los pies y Maradona en el corazón. En 1986, cuando Argentina se coronó campeón del mundo, esos mismos niños celebraron la gloria en esa pequeña cancha, haciendo su propia vuelta olímpica.
Adrián López, uno de esos chicos, hoy convertido en artista y tatuador, decidió que 38 años después, ese lugar debía ser recordado de una manera única. No solo como el sitio donde se forjaron sus primeros sueños futbolísticos, sino como un homenaje a Maradona, la figura que marcó la vida de generaciones enteras. Pintó el mural no solo para recordar al Diego, sino también para cerrar un círculo personal, para rendir homenaje a aquel niño que alguna vez soñó con ser parte de esa historia, y que hoy, con un pincel en mano, lo cuenta a través de una obra que llevará el alma del barrio por siempre.