viernes, noviembre 22, 2024

Asistencia perfecta

Por Tomás Sánchez de Bustamante

Sobre uno de los lados del Gigante de Arroyito se encuentra el Club de Regatas de Rosario. Dentro de su sede, cada día que El Canalla jugaba en su cancha, Roberto Fontanarrosa comía junto a grandes amigos, como José Vázquez, Rubén Fernández y Chiquito Martorell, y luego iban a ver el partido de la Reserva. Desde su butaca del sector K, Fontanarrosa vivía los partidos “sentado y muy tranquilo”, según Vázquez, con quien compartía casi todos los encuentros desde la tribuna. En ese momento ellos veían, después de almorzar, a las otras categorías e iban marcando a algunos chicos que tenían algún nivel de proyección.

Martorell, hincha de Newell’s, era socio de Regatas y junto a un grupo que iba a almorzar también en la previa de los partidos se colaban a la platea. “Yo llevaba la radio para cantar los goles en otros estadios y en especial los de La Lepra. El Negro sabía que cuando yo me movía mucho o hacía un gesto fuera de lo normal era porque Newell’s había hecho un gol”, recuerda Martorell una época en la que en la cancha había menos peligros y él podía ser el informante de lo que ocurría en los demás partidos.

El Negro vivía sin sobresaltos el desarrollo del partido. “En la platea gritaba el gol y punto”, dice Rubén Fernández. “No se lo veía sacado, era de los típicos personajes que la procesión les iba por dentro”, agrega Vázquez,

Es mentira que el fútbol es una diversión, si es un sufrimiento continuo”, dice Vázquez citando una de las frases que compartía el Negro con ellos en la mesa: “Si tuviéramos la pasión del cine o el teatro, antes del estreno o la presentación estaríamos deleitándonos. En la previa de un partido del cagazo que tenés no podes comer, cagar, ni estar tranquilo y, depende del resultado, podes salir de la cancha siendo un tipo muy feliz o muy amargado”.

En el campo de juego el Negro adoraba ver a Omar Palma y a Emanuel Villa. “Con el equipo del último semestre, habría estado feliz con Teo Gutiérrez, era el tipo de jugador que lo calzaba justo”, se imagina José Vázquez por cómo se desempeña el colombiano en la cancha, un goleador con buen pie y muy aguerrido. Análisis como esos eran los que circulaban en la mesa del Regatas a la que se sentaban a tomar café después de cada partido.

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