Por Iñaky Etcheverry
Francisco (25 años) y Juan Manuel (22) Cerúndolo son hermanos y tenistas profesionales. Hijos de Alejandro y María Luz, ex tenistas profesionales, y hermanos de María Constanza Cerúndolo (23 años), jugadora de hockey en el Belgrano Athletic Club y en las Leoncitas, las juveniles de la selección argentina. Ambos respiraron tenis durante toda su vida. Es tal el nivel que se vive en la familia, que Juan Manuel casi nace en las tribunas del Buenos Aires Lawn Tennis Club, allá por el 2001, mientras sus padres (su madre con la panza a punto de explotar) veían al por entonces 206° del mundo dirigido por Alejandro Cerúndolo, Martín Vassallo Argüello, que se enfrentaba a una figura en crecimiento, el cordobés David Nalbandian, quien ocho meses después jugaría la final de Wimbledon. Luego de que María Luz le insistiera a Alejandro, salieron corriendo hacia el Sanatorio de La Trinidad, donde nació Juan Manuel, el menor de los tres.
Aunque el tenis es un deporte de interés en Argentina, no es seguido con tanto detalle y estadística por la mayoría de sus seguidores, por lo tanto no se tiene una idea de lo que implica lograr ser un tenista profesional y los pocos que llegan comparado con otros deportes como el fútbol, el básquet o el rugby.
Según el informe Global Tennis Report 2021 -el último hasta la actualidad- realizado por la Federación Internacional de Tenis, alrededor del mundo hay más de 87 millones de personas que juegan al tenis. De esas 87 millones (divididos en un 59% de hombres y 41% de mujeres), 3425 son profesionales, y 115 son argentinos/as. Ahí, como top uno y siete del país aparecen los hermanos Cerúndolo. Así de difícil es tan solo la primera parte, “llegar”. Después viene lo más complicado: mantenerse y escalar posiciones hasta donde se pueda. Si esos números hacen ver cuesta arriba el llegar a ser profesional, no se puede explicar en palabras lo que significa que lleguen dos hermanos. Menos de 40 hermanos/as en la historia del tenis lograron conseguir puntos ATP antes que ellos.
Hoy, no solo forman parte del mejor tenis argentino -mientras que Francisco ya pertenece al nivel más alto del tenis mundial- sino que ya ganaron un torneo ATP. El primero en lograrlo fue Juan Manuel. En febrero de 2021 se coronó campeón del ATP 250 de Córdoba mientras que Francisco tuvo que esperar hasta julio de 2022 para gritar campeón, luego de vencer a su compatriota Sebastián Báez -con el que ha entrenado y jugado cientos de veces en su etapa junior- en el ATP 250 de Bastad, Suecia. Se convirtieron en los séptimos hermanos en la historia en ganar un título ATP, los primeros sudamericanos en conseguirlo.
Los seis hermanos campeones de ATP previos son: Andy y Jamie Murray, Bob y Mike Bryan, Venus y Serena Williams, Marat y Dinara Safin, Arantxa y Emilio Sánchez Vicario, y John y Patrick McEnroe.
Uno de los tíos de los Cerúndolo y profesor de tenis desde hace más de 20 años, Carlos Rodríguez, hizo hincapié en que el haber estado toda su vida en una familia de deportistas fue un factor determinante a la hora de ver el deporte como algo más que un hobby, una distracción o una recreación. Desde la etapa de menores, Francisco y Juan Manuel tenían el foco en dedicarse al tenis aunque el recorrido de los dos fue muy distinto.
También, Rodríguez resalta que -probablemente porque sus padres se dedicaron al deporte- ambos priorizaron el tenis hasta por encima del colegio, algo que muchos padres no le permiten a sus hijos y condiciona sus carreras. “Los dos, a pesar de seguir teniendo a su círculo cercano de amigos, tuvieron que sacrificar amistades, cientos de juntadas, salidas, reuniones, fiestas y eventos sociales porque al otro día tenían que entrenar o porque se iban a jugar a otra ciudad, provincia o país”, comenta Rodríguez.
El tenis es uno de los deportes más sacrificados debido a que es muy solitario. Más allá de que el jugador vive lejos de su familia como en la mayoría de deportes, solamente convive con el cuerpo técnico y médico a diferencia de los deportes de equipo. El tío de los Cerúndolo remarca la importancia del buen pasar económico de su familia, algo que desafortunadamente es fundamental para dedicarse al tenis profesional.
En el tenis se arranca a competir a partir de los siete, ocho o nueve años en la categoría Sub 10 -hay que federarse en la Asociación Argentina de Tenis- y desde el principio y durante su paso por todas las categorías (Sub 12, 14, 16 y 18), Juan Manuel dominó el ránking y la gran mayoría de los torneos que disputó, hasta llegar incluso a ganar torneos en categorías mayores a la suya. Todos los que compartieron cancha con él en los entrenamientos en el Club Ciudad (donde el padre tiene una academia de tenis) o en el Belgrano Social (club para el que los hermanos jugaron interclubes durante años) coinciden en que siempre se supo que iba a llegar a ser tenista. A los diez años ya había ganado torneos Grado 1, 2 y 3 -las máximas categorías de menores- y era campeón de interclubes. Juan Manuel se diferenció del resto desde el principio, con un juego muy táctico e inteligente, algo que no se ve a esa edad y sacó ventaja durante toda su carrera de menores.
El profesor de Juan Manuel desde los diez hasta los 16 años, Maximiliano Barock (también fue entrenador de Diego Schwartzman hasta la misma edad), menciona que nunca entrenó a un chico como Juan Manuel: “Que sea tan fácil de entrenar”. Cree que esa fue su clave para llegar. “Siempre dispuesto, inteligente y tranquilo; su principal arma a lo largo de su carrera. En un deporte en el que el factor clave es la mente, lograr tener la cabeza fría y pensar con claridad en momentos de presión y tensión para muchos insoportable es una ventaja que le ha hecho ganar partidos y torneos”, resalta Barock.
A diferencia de su hermano, la gran mayoría de pibes que compartieron años de entrenamientos, pretemporadas, viajes y torneos con Francisco coincidieron en que no parecía que iba a llegar a vivir del tenis. No llegó a estar en la cima del ránking de ninguna categoría de menores ni ganó algún torneo de renombre (su hermano fue campeón del Orange Bowl Sub 12 en 2013) y tampoco se destacaba por su disciplina. Barock, que no fue entrenador de Francisco pero sí le dio clases incontables veces y vio todo su proceso de formación, suma que para él tampoco iba a llegar al profesionalismo: “Ni el padre creía que se iba a dedicar al tenis. Hasta los 18, 19 años, todos estaban seguros de que su hermano menor iba a ser tenista y él no”.
Hoy el escenario es completamente distinto. Francisco está jugando el mejor tenis de su vida con una de las mejores derechas del circuito como principal arma. Se encuentra 21 del mundo y viene de salir campeón del ATP 250 de Eastbourne el 1 de julio en césped para cortar una racha en la que hacía 28 años un argentino no salía campeón en esta superficie. El último había sido Javier Frana en Nottingham, donde se impuso ante Todd Woodbridge (1995). Además se sumó a la selecta lista, que ahora llega a tres integrantes, de argentinos que lograron salir campeón en la superficie de pasto: Javier Frana y Guillermo Vilas eran los que lo habían logrado hasta ahora.
En cambio, Juan Manuel está en el puesto 115 del ránking ATP y tras un gran 2021, en el que ganó su único título, tuvo un 2022 complicado con una lesión en el psoas que lo alejó de las canchas tres meses y lo hizo perder puntos muy importantes -como los 250 puntos del ATP Córdoba- y no pudo volver a su mejor versión todavía en lo que va de 2023. No logró meterse en el cuadro principal de Roland Garros y al entrar por ránking a Wimbledon cayó en primera ronda en sets corridos. No logró dar el siguiente paso, afianzarse en el circuito y formar parte de los cuadros de los torneos principales. Desde que volvió de su lesión muscular en el psoas, perdió potencia y solidez en el juego, lo que lo hizo descender más de 30 puestos de su mejor ránking (79).
En marzo de este año, Juan Manuel se separó de su entrenador de los últimos años, Andrés Dellatorre y se lo vio entrenando con el ex doblista Mariano Hood, en conjunto con el ex jugador de Copa Davis Juan Ignacio Chela.
Más allá de que no es el mejor momento de Juan Manuel, hay que tener en cuenta que a los 22 años, Francisco no se encontraba ni entre los primeros 200 del ránking y nunca había pasado de primera ronda en un torneo ATP.
Ambos cumplieron su sueño y viven del deporte que jugaron toda su vida luego de todos los sacrificios que tuvieron que hacer: entrenar casi todos los días de su vida desde los nueve años en adelante, vivir prácticamente todo el año lejos de su familia y amigos, además de perderse los cumpleaños y festejos de todos sus seres queridos.