martes, abril 30, 2024

El iraní que priorizó la salud de su madre y renunció a su Selección

Joaquín Grasso

Representar a los colores de su país debe ser considerada como una de las mayores satisfacciones que un futbolista pueda tener a lo largo de su carrera. Un premio al esfuerzo. Un honor que solo muy pocos agraciados pueden disfrutar. Y si a eso se le añade estar en la lista de convocados para un Campeonato Mundial y defender los colores de su bandera, la alegría viene en partida doble.

Sin embargo, el fútbol, el deporte más popular del mundo, no deja de ser eso: un deporte. El exitismo del hincha, la delgada línea entre la victoria y el fracaso –como suelen denominar a la derrota-, genera una presión adicional en el jugador que, al final de cuentas, simplemente hace su trabajo. Los estados de ánimo de millones de personas dependen única y exclusivamente del resultado de un partido y, ante esto, condicionan a los once individuos que se desempeñan dentro del campo de juego. La valoración de un futbolista varía entre el triunfo, cuando te consideran el mejor de todos, y la pérdida, cuando te acusan de ser el peor ser humano que ha pateado una pelota.

“Mi madre ha superado una seria enfermedad y estaba feliz, pero desgraciadamente, por la falta de amabilidad de algunas personas y por los insultos que yo y mi equipo hemos recibido, de ninguna manera merecidos, su enfermedad ha empeorado. Esto me ha puesto en una posición difícil en la cual tengo que elegir entre una cosa y la otra, y elijo a mi madre”. Con estas palabras, Sardar Azmoun, la estrella de la Selección de Irán, con tan solo 23 años, anunció su retiro del combinado nacional. Los asiáticos fueron eliminados del certamen en primera ronda tras cosechar una victoria ante Marruecos, un empate ante Portugal y una derrota ante España, sus rivales del Grupo B; y el principal apuntado fue el Messi iraní, como lo apodan en sus tierras.

La resolución de Azmoun generó una enorme conmoción en su patria. Los medios de comunicación iraníes lo situaban como el sucesor del atacante Ali Daei, máximo goleador de la historia de los Príncipes de Persia. “Jugar en el combinado nacional ha sido un gran honor para mí y estaré orgulloso de ello hasta el final de mis días. Desgraciadamente he tenido que tomar la decisión de decir adiós a la selección”, aseguró.

Luego de 36 encuentros y 23 goles marcados con la camiseta blanquirroja, Sardar Azmoun priorizó el estado de salud de su ser querido, entendió que el fútbol simplemente es un juego y le dijo adiós a su seleccionado.

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