lunes, octubre 13, 2025

Agustín Minnicelli, del golpe a la oportunidad: “La Copa Potrero fue un arma de doble filo”

Por Gonzalo Dipiazza

Agustín Minnicelli, nacido en el año 2000 y oriundo de Villa Lugano, provincia de Buenos Aires, es actual jugador del Club Atlético Brown de Adrogué, de la Primera B Metropolitana del fútbol argentino y, con tan corta carrera, tuvo experiencias internacionales en dos clubes sudamericanos, un logro personal en uno de esos equipos del exterior y una enseñanza luego de su etapa en el Club Comunicaciones.

Desde pequeño, Agustín sintió una conexión con el fútbol. A sus 4 años, como muchos niños a esa edad, comenzó su interés por la pelota; le gustaba hacer pases en la vereda o en cualquier rincón donde hubiese una pelota. Con el transcurso de los años, comenzó a juntarse en el barrio con sus amigos: “Recuerdo que para entretenernos hacíamos el ‘25’, o también jugábamos a las escondidas. Esa motivación me llevó a anotarme en baby fútbol, donde empecé mi recorrido como mediocampista”.

“En 2010 me probé en el Club Atlético Boca Juniors, cancha de once; fue un salto enorme”. La adaptación fue un desafío para él, pero no bajó los brazos y mantuvo constancia y disciplina. Disputó torneos regionales en algunas ocasiones y el campeonato de aquellas temporadas. Tras dos años, decidió cambiar de aires y se probó en Argentinos Juniors, club que, al igual que en el “Xeneize”, le brindó apoyo, enseñanzas y afecto por parte de entrenadores y cuerpo técnico. En el “Bicho” fue donde descubrió que su lugar en la cancha era defensor.

Seis años más tarde, quedó seleccionado en la reserva de Huracán tras superar una prueba. Su crecimiento fue constante, por lo que tenía fe en formar parte del primer equipo. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 en 2020 pausó sus aspiraciones, una pandemia mundial que frenó las actividades en todo el mundo: “A pesar del encierro, no dejé de entrenar por mi propia cuenta para no perder ritmo”, demostrando una vez más su compromiso con el deporte.

La vuelta a las canchas fue a inicios de 2021, un año que lo dejó marcado. La constancia y la resistencia tuvieron recompensa: en junio le llegó la oferta del Club Alianza Universidad de Huánuco, de la Liga 1, Primera División de Perú. La propuesta fue un préstamo por seis meses, hasta fin de año. Allí cobró su primer sueldo como jugador profesional y se vio convencido de su traspaso al equipo peruano para sumar minutos y una nueva experiencia.
El 4 de agosto de aquel año llegó el día que tanto había soñado: fue su debut absoluto en Primera División. La sensación esa semana fue de nerviosismo y entusiasmo al mismo tiempo. Primero la convocatoria repentina y luego saber que iba a sumar sus primeros minutos y, encima, como titular: “Estoy agradecido por la chance que me dieron, fue un momento inolvidable”. Llegó a disputar cinco encuentros, pero rescató que cada uno de ellos le sirvió para ser quien es hoy.

Los primeros dos meses en Perú fueron duros: llegó solo al país y con la estadía se encontró con una soledad que no había sentido: “Soy muy familiero y, por ello, dos meses más tarde mi hermano mayor viajó a apoyarme y sentí alivio”. Más allá de hacer el viaje por cuenta propia, le sirvió de experiencia y le otorgó aprendizajes de vida.

Tras un breve paso por Sacachispas, le surgió la propuesta de emigrar a Venezuela, al Rayo Zuliano de la Liga FUTVE, club que mostró interés por sus servicios. Así que aceptó este nuevo desafío y encaminó viaje a Maracaibo para vestir los colores azul y amarillo. Su adaptación fue más sencilla, tras haber tenido la experiencia en otro club del exterior. En esta ocasión, pudo viajar con su familia, su novia e hijo de cinco meses. “Lo más lindo de Venezuela fue que pude hacer pasar a mi familia al estadio, y que mi nene, de cinco meses, me viera jugar por primera vez. Eso me lo guardo para siempre”.

Con el gran esfuerzo de la temporada, consiguió su primer gran hito: la clasificación a la Copa Sudamericana 2024. “Para mí significó mucho, porque fue la primera vez que pude hacerles regalos a mis padres, a mi hermano, y pude ayudar económicamente a quienes me apoyaron desde el inicio”.

Una vez más en Argentina, llegó con su pase libre al Club Comunicaciones de la Primera B Metropolitana, con el cual firmó contrato por doce meses: “El objetivo era claro, pelear el ascenso. Estaba ilusionado, aunque la realidad es que jugué poco, apenas dos partidos y un gol”.

En noviembre de 2024 tomó una decisión que marcó un punto de quiebre. Participó en un torneo amateur organizado por el exjugador Sergio “Kun” Agüero, la “Copa Potrero 2024”. Una competencia de fútbol 7 que reunió a equipos de barrio formados por exjugadores profesionales, futbolistas en actividad e influencers, que combinó el fútbol amateur con una organización profesional y premios significativos. Tuvo cobertura periodística por parte de ESPN y Disney+, lo que generó mayor visibilidad. Formó parte del equipo “Picapiedras” y anotó un gol, lo que provocó un llamado de atención de los clubes. Cuando Comunicaciones se notificó de que estaba compitiendo, se comunicaron con él y fue apartado. Le informaron que iban a rescindir su contrato por violación de disciplina: “La Copa Potrero fue un arma de doble filo. Me encantó jugarla porque me devolvió las ganas de competir, pero también me costó el contrato en Comunicaciones. No pedí permiso, fue poco profesional, y sufrí las consecuencias. Ese error me dolió, porque tenía la renovación casi acordada. Pero al mismo tiempo me sirvió para no frenar hasta conseguir un nuevo club”.

En 2025 recibió la oferta de Brown de Adrogué, donde juega actualmente, y fue uno de los doce refuerzos que tuvo el club tras su descenso en 2024, proveniente de la Primera Nacional. “Llegué a Brown para aportar al equipo y seguir creciendo como futbolista”. Las aspiraciones que tienen son ascender de categoría lo más rápido posible y pelear el campeonato de punta a punta. Él se tomó con compromiso y disciplina su llegada y demuestra por qué está donde está, yendo todos los días al gimnasio, cuidándose con la alimentación y trabajando día a día, ya que sabe que el puesto uno lo pelea semana a semana; hay mucha competencia entre los defensores: “Por suerte, suelo ser titular. Pero sé que no tengo el lugar asegurado”.

Fuera de las canchas, Agustín tiene una vida equilibrada. Le gusta ir al gimnasio, disfrutar tiempo con su familia, salir al cine o pasar una tarde en la plaza. La familia es un pilar fundamental para él, tanto en lo emocional como en su carrera deportiva. Siempre valora cada compañía y esfuerzo que tuvieron sus padres con él y ahora cuida de su novia e hijo. Dio un valioso mensaje para los jóvenes que, como él alguna vez, sueñan con vivir del fútbol. Lo dice con la tranquilidad de quien recorrió un camino con experiencias fuera del país y en el ascenso y con la pasión de quien aún lo transita: “Hay que estar firmes, si sabés lo que querés, vas a lograrlo”.

Un deportista sólido mentalmente, que nunca se rindió, que siempre lo soñó de esta manera, alcanzó lo que más quería en la vida: ser futbolista profesional. “No siempre vas a gustar, no siempre te van a dar la oportunidad, pero esto es un camino de resistencia. Lo más importante es rodearse de buena gente, tener a la familia cerca. Y, sobre todo, seguir creyendo en uno mismo”.

Más notas