jueves, octubre 9, 2025

Adiós, Miguel

Por Florencia Tártara y Ana Violino

El fútbol despide a Miguel Ángel Russo, el hombre que eligió dedicar su vida a esta pasión hasta sus últimos días. Nació en Lanús, Provincia de Buenos Aires, el 9 de abril de 1956 y como futbolista vistió sólo una camiseta, la de Estudiantes de La Plata, donde fue capitán y símbolo. Luego de su retiro como jugador, continuó su carrera como entrenador durante más de 30 años, en los que estuvo a cargo de 16 clubes en 8 diferentes países. El 8 de octubre falleció a sus 69 años a causa de cáncer de vejiga y próstata, enfermedad con la que luchó desde 2017.

Fue descubierto por un trabajador de las inferiores del Pincha, Pascual Antonio Ortuondo, y el 30 de noviembre de 1975 debutó como profesional en el club dirigido por Carlos Salvador Bilardo, en un partido ante San Martín de Tucumán que resultó empate 2 a 2 por la décima sexta fecha del torneo nacional. Como volante central del León disputó un total de 432 encuentros y convirtió 12 goles, a través de los cuales logró posicionarse como el tercer jugador con más presencias en la historia del Pincharrata, por detrás de Manuel Pelegrina y Abel Herrera. Fue campeón del Metropolitano 1982 y del Nacional 1983 e integró junto a Alejandro Sabella, Jose Daniel Ponce y Marcelo Trobbiani un mediocampo destacado. El 15 de junio de 1988 se retiró como jugador, pero nunca abandonó la pelota. Poco tiempo después comenzó su carrera como entrenador y es así como se terminó de ganar el cariño de todos.

El vínculo entre Russo y Bilardo no quedó solo en La Plata, sino que llegó hasta la Selección Argentina en la previa del mundial de México 1986 cuando Miguél había sido convocado para las eliminatorias de dicha competición. Una serie de lesiones y decisiones de Carlos lo dejaron afuera. “Carlos me dijo que lo iba a odiar y a insultar, pero el día que seas técnico te vas a dar cuenta. Tenía una razón muy grande. Todo lo que me decía, después era la realidad” reflexionó Russo años después. 

En 1989 hizo su debut como técnico en Lanús, que atravesaba una situación difícil, y un año después logró la vuelta del equipo a Primera División luego de 13 años. El Granate volvió a descender hacia el final de la temporada, y en 1992 el equipo de Russo logró el campeonato de la Primera B. Consiguió la misma hazaña, el ascenso, en Estudiantes con su vuelta en 1994 (en dupla con su ex DT Eduardo Manera) y en Rosario Central en 2012. Una característica de Russo, sin dudas, era su templanza. Tenía una sabiduría y una frialdad que lo llevó a dirigir equipos en momentos críticos, desafíos que pocos se atreven a aceptar.

En su paso por el fútbol argentino como entrenador estuvo al frente de un total de nueve equipos, a los anteriormente destacados se suman Colón, Los Andes, Vélez, Boca, San Lorenzo y Racing. Su gran trayectoria se forjó también en el exterior con su intervención en siete clubes: Universidad de Chile, Salamanca, Monarcas Morelia, Millonarios, Alianza Lima, Cerro Porteño y Al-Nassr. En todos ellos es recordado con respeto y cariño, al margen de los resultados deportivos. 

En 2005 volvió a coronarse campeón, esta vez por el Torneo Clausura con Vélez. Dos años más tarde logró su máximo hito en su primer ciclo en Boca, la conquista de la Copa Conmebol Libertadores frente a Gremio, con un resultado global de 5 a 0 que pasó a integrar la historia del torneo como la final con mayor diferencia de tantos. Ésta siendo la última que ganó el equipo de La Ribera, y por medio de la cual pasó a ser un histórico del club como uno de los tres técnicos campeones de América; además de ser el impulsor de dos de sus últimos títulos, con la obtención en 2020 de la Superliga y la Copa Argentina. 

El tercer ciclo en Boca comenzó días previos al Mundial de Clubes y significó un gran respaldo al club en una etapa deportiva adversa, donde la urgencia por obtener buenos resultados era una necesidad y nadie quería hacerse cargo de esa situación. Fiel a su estilo, familiero y sensible, en la conferencia de prensa de presentación destacó que la camiseta iba a ser para su nieto. Son decisiones, y tal como lo dice la frase que inmortalizó, Russo decidió tomar el desafío en un momento de salud delicado, mientras atravesaba nuevamente la enfermedad, que años más tarde de ser revertida con tratamientos médicos, había regresado. 

La mística de Miguelo es innegable, y el destino quiso que su último partido al frente de Boca, representado en la cancha por Claudio Úbeda, resultara en un 5 a 0 ante Newell’s de local por la décimo primera fecha del Torneo Clausura. El mismo marcador con el que había quedado en la historia azul y oro, y que nuevamente significó darles una alegría inmensa a los hinchas xeneizes.  

En Colombia se dice que los jugadores de Millonarios dieron la vida por consagrarse campeones con Russo, que jugaron para él en el momento en que le detectaron su enfermedad, y es por eso que un equipo no acostumbrado al triunfo pudo levantar el trofeo del Torneo Finalización 2017 y un año después de la Superliga 2018. 

“Se cura con amor”, expresó en 2018 en su regreso al fútbol. Siempre estuvo acompañado por su familia, sus hijos, hermanos y sobrinos, quienes aun con miedo respaldaron su deseo. A pesar de su delicado estado de salud y el anhelo de sus seres queridos de que Miguel descansara en casa, el histórico entrenador siempre eligió la pelota, convencido de que ese era su lugar en el mundo, como si el fútbol fuera un sedante para su dolor.

“Olé, olé, olé, olé, Russo, Russo”, aclamaron los hinchas de Rosario Central y los de Boca en los últimos dos partidos que dirigió de forma presencial al frente del plantel Xeneize. Fue un 14 de septiembre de visitante en el Gigante de Arroyito, y una semana después en La Bombonera, donde sin saberlo, los hinchas a los que el técnico hizo tan felices tuvieron la posibilidad de despedirlo y rendirle homenaje. 

Russo tiene un logro que muy pocas figuras del fútbol nacional consiguieron y no hablamos de un título o una copa, sino del cariño y el respeto de tantas hinchadas. Boca Juniors, Rosario Central, Vélez, Racing, San Lorenzo, Estudiantes, Lanús, e incluso simpatizantes de instituciones que nunca dirigió. En un país donde la pasión por los colores suele traspasar cualquier sentimiento, Russo logró romper esas barreras. 

Miguel Angel Russo quedará para siempre en la memoria de los futboleros y las futboleras como un apasionado de este deporte, una persona querida por todo el ambiente y alguien que hizo de la competencia una forma de vida hasta sus últimos días. 

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