Por Tomás Gómez
El Masters 1000 de Shanghái vuelve a disputarse como cada año, cuando el circuito llega a Asia. En la edición del 2024 Horacio Zeballos llevó la bandera argentina a la celebración del dobles, luego de que junto al español Marcel Granollers logró vencer en la final a la dupla compuesta por Rohan Bopanna y Matthew Ebden. La victoria despertó el recuerdo de cuando dos décadas atrás, David Nalbandian en noviembre de 2005 llegó a la ciudad e hizo valer su apodo de rey coronándose ante Roger Federer, el favorito en el torneo de maestros, al que solo acceden los ocho mejores del mundo.
El de Unquillo entró como suplente tras quedar número 12 en el ranking, luego de una temporada en la que alcanzó los cuartos de final en Australia Open, Wimbledon y US Open. Con las bajas de Marat Safin, Lleyton Hewitt y Andy Roddick se le abrieron las puertas. Esa oportunidad que se presentó fue el inicio de una de las gestas más recordadas del tenis argentino.
Lo particular de aquella participación fue que Nalbandian ya había terminado su temporada. Tras perder en segunda ronda en París-Bercy contra Tommy Haas había regresado a Córdoba y estaba preparando unas vacaciones de pesca en el sur del país. Si el llamado no llegaba a último momento, ni siquiera hubiera estado disponible para viajar, porque planeaba instalarse en un lugar sin señal ni teléfono. La invitación lo tomó por sorpresa en plena desconexión y con unos días de inactividad encima. Llegó a Shanghái a las corridas, sin entrenador, acompañado únicamente por su madre, su pareja y su manager Carlos Costa con quien entraba en calor. El jet lag lo castigó fuerte y durante la primera semana su adaptación horaria fue un problema constante, amanecía de madrugada y al atardecer el cansancio lo desbordaba. Con esas condiciones, debutó con derrota frente a Roger Federer, apenas horas después de aterrizar en China.
En la final se volvió a ver las caras con el suizo, número 1 del mundo, campeón de Australia Open y US Open ese mismo año, dueño de una racha de 35 victorias consecutivas, todo apuntaba a una victoria de Federer, que logró rápidamente ponerse dos sets arriba imponiéndose en ambos tie breaks. Nalbandian logró reponerse, ganó el tercero 6-2, y repitió en el cuarto con un 6-1, forzando un quinto set definitivo. Allí logró vencer en el tie break para firmar una victoria por 6-7(4), 6-7(11), 6-2, 6-1 y 7-6(3) que sorprendió a todos. Consiguió levantar el trofeo del Masters, un torneo dominado por leyendas como Pete Sampras, Andre Agassi y el propio Federer. Para el tenis argentino que ya había festejado con Guillermo Vilas en los setenta y ochenta, y más tarde lo haría con Juan Martin Del Potro en el 2009, aquella hazaña de Nalbandian fue una nueva demostración que el tenis argentino podía vencer a la élite mundial.