Por Valentina Pineda, Dante Gobbi, Santiago Martin y Lucas Nogueira
Ella no lo sabía, pero un día como hoy, hace 70 años, jugaría su último torneo bajo los colores de su país.
Mucho antes de Gabriela Sabatini y Nadia Podoroska, existió una mujer conocida como Mary Terán de Weiss. Fue la primera tenista argentina con protagonismo a nivel internacional, considerada entre las mejores diez del circuito en 1950 y fuera de las canchas una militante del tenis popular y la igualdad femenina.
Pero, ¿Qué sucedió con Mary y por qué no se habla de ella?
Corría el 2 de septiembre de 1955 y Terán de Weiss estaba en Grecia, como parte de una gira por Europa, disputando el Campeonato Internacional de Atenas, también conocido como Eastern Mediterranean Championships. Este era un torneo que se realizaba en polvo de ladrillo en el que ya había sido finalista en 1950 y 1951.
Ese mismo día la argentina venció a la estadounidense M. Mcguire por 6-2, 7-5, avanzando a semifinales, en las que cayó frente a la belga Christiane Mercelis. La final de singles femenino se jugó el 4 de septiembre y consagró campeona a la francesa Maud Galtier, quien derrotó a Mercelis por 6-2 y 6-4.
Ese torneo resultó ser el último que Terán de Weiss disputó con normalidad, pues en su próxima parada, Alemania Occidental, la Asociación de Tenis Argentino (AAT) le exigió a la Federación Internacional de Tenis (ITF) que le prohibiera seguir jugando. ¿El motivo? En Argentina, Juan Domingo Perón había sido derrocado por el general Eduardo Lonardi y Mary, como tantos otros, fue proscrita por su vínculo con el peronismo.
La relación de la tenista con el movimiento peronista había sido estrecha, pues además de destacar en el deporte, luchó por los derechos de las mujeres junto a Eva Perón, impulsó la creación del Ateneo Deportivo Femenino Evita en 1951 y asesoró a la Dirección de Deportes de la Municipalidad de Buenos Aires junto a Juan Manuel Fangio.
Mary junto al presidente Juan Domingo Perón y su esposo, el tenista Heraldo Weiss.
Perseguida, Mary se vio obligada a exiliarse a Montevideo, Ginebra, Madrid y Barcelona. El gobierno de facto incautó sus pertenencias, le prohibió competir a nivel nacional y solicitó a la ITF que la excluyera del circuito, pero la federación repudió este comportamiento y le negó el pedido bajo el concepto de “evidente intencionalidad de persecución política en su contra”.
Durante su exilió participó de algunos torneos en Europa durante y hasta llegó a ser la número uno de España en 1957, aunque sin poder representar a la Argentina, algo que ella lamentaba profundamente. Además, fue despreciada e ignorada por los medios que no difundían sus logros.
En 1959 regresó al país con la vuelta a la democracia e intentó insertarse en la competencia local. El club River Plate le abrió sus puertas para representar sus colores, pero sus rivales se negaban a presentarse a los partidos para impedirle sumar puntos en el ranking nacional. También recibió amenazas y fue altamente discriminada por sus colegas.
Decidió poner punto final a su carrera en 1964. Desde entonces fue ignorada por el ambiente del tenis argentino, quedando su historia cada vez más tapada por el polvo y olvidada en un rincón de la biblioteca. Esta situación generó depresión en la tenista, que se acentuó con la muerte de su madre y en 1984, a los 66 años, se arrojó desde un séptimo piso en Mar del Plata.
Antes de morir, en una carta enviada a El Gráfico tras su retiro, expresó su deseo para el futuro: “¡Qué fácil olvida la gente! Me remito al juicio de la opinión pública sana de mí país. A pesar de todo confío que la cordura de los equivocados prevalezca para que se me reconozca el lugar que merezco como mujer, deportista y como argentina”.
Mary Terán en la portada de la revista El Gráfico, 1939.
Su figura se recuperó en 2007, cuando la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires bautizó el estadio de Parque Roca bajo su nombre. Por otro lado, en Rosario, su ciudad natal, la recuerdan desde 2017 con una calle en el Barrio La Cerámica, y en 2020 se realizó un homenaje en las canchas del Rowing (su club de origen) con un torneo donde las mujeres utilizaron vestimenta retro y jugaron con raquetas de madera.
Ese 2 de septiembre de 1955 quedará en la memoria como el último día en que Mary fue plenamente ella: Una mujer con ideas y convicciones, jugando al tenis bajo la bandera de su país. En la cancha, con una raqueta en mano, se expresaba y luchaba por lo que creía justo.