Por Gonzalo Polverigiani
Constantino Vaporaki, campeón del mundo con la selección Argentina de futsal en 2016 y referente histórico de la disciplina, analiza su paso por Letonia, el crecimiento del futsal en el país y los desafíos que afrontará en su regreso vistiendo la camiseta de Argentinos Juniors.
“Kiki” Vaporaki, que juega de ala derecho, llegó en condición de libre a Argentinos Juniors que actualmente milita en la segunda categoría del futsal AFA y es dirigido por su hermano, Alamiro Vaporaki. “Fue una decisión que tuve que pensar como cualquier otra de las que tomé en mi carrera. Obvio que la presencia de mi hermano y el empuje que tuvo fueron determinantes, pero Argentinos de por sí es una propuesta linda, es un club grande y me mostraron desde el primer momento el interés que tenían por mi”.
Actualmente, Argentinos está peleando el campeonato y en zona de ascenso directo con un plantel conformado en su mayoría por chicos de las divisiones inferiores. Sin embargo, “Kiki” considera que los veteranos son fundamentales para todo grupo ganador: “Es indispensable la experiencia para poder controlar mejor los momentos de tensión. Jugadores que puedan aconsejar y absorber distintas situaciones sacándole responsabilidad a los más chicos. No obstante, la energía que aportan estos últimos es muy importante para tener un equipo competitivo. Que se entrene a un ritmo alto toda la semana es, en gran parte, por el trabajo de los más jóvenes”.
El futsal es, probablemente, el deporte que más creció en los últimos años en Argentina. Ligas como LAAMBA, Futsala, BAFI, CAFS, LNFA y otras tantas regionales, permiten que miles de chicos y chicas practiquen este deporte. Dicho crecimiento se ve influenciado por las muy buenas campañas de la Selección en los últimos años, que incluyen un título mundial en 2016, dos subcampeonatos del mismo torneo en 2021 y 2024 y dos títulos de Copa América, en 2015 y 2022. Vaporaki fue parte de todos estos certámenes, y del crecimiento de la disciplina: “Siento que los logros de la Selección fueron la pata fundamental para que se piense al futsal como un deporte en el cual se puede tener un futuro profesional. Antes era visto como un hobby o algo alternativo al fútbol. Hoy el futsal tiene entidad propia, los pibes y pibas creen que pueden llegar a vivir de esto y lo eligen desde edades muy tempranas. Contagiar a tanta gente a través de la Selección sucedió en muchos deportes y este no es la excepción”.
Como en todos los ámbitos, no solo deportivos, siempre hay cosas para corregir. “Es necesario mejorar la estructura. Hay muchas canchas que están lejos de los estándares que tienen en otras ligas más desarrolladas; la legalidad y profesionalidad de los deportistas y entrenadores mediante contratos deben ser una garantía para los jugadores y para los clubes”.
También, consideró esencial que el deporte sea más federal y se pueda integrar al interior. “Los torneos que tenemos de referencia (España, Brasil, Portugal, Italia) son nacionales, donde hay equipos fuertes a lo largo de todo el país que se financian con dinero de empresas, del estado o del propio club. El resto del país no tiene la calidad ni cantidad de campeonatos que tiene Buenos Aires. Los jugadores, entrenadores y preparadores físicos que quieren crecer y dar el salto se ven obligados a buscar oportunidades acá. Ayudaría a construir un producto más comercial que llegue a personas por fuera del nicho. Que haya más empresas que vean al futsal como una oportunidad de llegar a la gente y que el deporte se retroalimente al tener a estas compañías queriendo participar.”
Tras buenas temporadas en el futsal local, vistiendo la camiseta de Boca, Vaporaki dio el salto a Europa. Jugó en España (CFS Jumilla Montesinos y Peñíscola de Castellón), en Italia (Meta Catania Calcio) y en Letonia, un pequeño país báltico de Europa del Norte, donde defendió los colores del Riga FC y del RFS Futsal: “Vivir y jugar en Letonia es una experiencia bastante particular, diferente a cualquier otra que haya experimentado. A nivel deportivo, es una liga que tiene solo dos equipos que pueden darse el lujo de contratar extranjeros y que tiene un cierto nivel competitivo. El resto de los equipos no estaban a la altura, pero teníamos el objetivo de ganar la liga para jugar la Champions League que era uno de los motivos por los cuales decidí jugar en el Riga, además de lo económico, que siempre es importante”.
Sobre la vida en Letonia, agregó: “El desafío de vivir allí fue espectacular, un país totalmente distinto y muy frío. Por momentos fue bastante difícil de llevar debido a la soledad y el estar tanto tiempo encerrado por cuestiones climáticas, el invierno es muy largo, con mucha oscuridad y mucha lluvia. Sin embargo, fue bastante grato conocer gente completamente distinta a la que estamos acostumbrados, nuevos idiomas, nuevas maneras de vincularse y un gran reto como es descubrirse a uno mismo en un ámbito así. Estoy muy agradecido y alegre de haber vivido dos años en esta región, que me transformó de muchas maneras. Estuve en varios países, pero Letonia es diferente”. En Riga, Vaporaki se alzó con una liga, una Copa de Letonia y una Supercopa nacional, mientras que en el RFS consiguió su segunda Copa local.
Constantino y Alamiro se criaron bajo el intenso frío de Tierra del Fuego, tocaron el cielo con las manos vistiendo la camiseta albiceleste, compartieron vestuario y gloria defendiendo los colores del Xeneize, y hoy, varios cuartetos después, un “Kiki” de 35 años baja al barro del ascenso para conquistar juntos un último objetivo. Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley Primera.