El Club Atlético Independiente es reconocido internacionalmente como uno de los equipos más ganadores del mundo, y son muy recordadas sus múltiples presentaciones ante equipos europeos, como en su exitosa gira europea de 1953 o sus actuaciones en la Copa Intercontinental. Pero menos conocida fue su aventura por Norteamérica a mediados de 1965, gira que cerraría en Nueva York ante ni más ni menos que el Real Madrid.
IEl 27 de agosto, un estimado de entre 12 mil y 15 mil curiosos se acercaron al Downing Stadium en la Isla Randall al oeste de Manhattan. Recinto que en su apertura vio a Jesse Owens clasificarse a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Pero en está ocasión no había una carrera de 100 metros, sino un partido de fútbol, o bueno, lo que ellos llamaban “soccer”, un deporte al que veían solo como un pasatiempo de los inmigrantes europeos de bajos recursos.
Según relata el diario Crónica, el partido fue un duelo de estilos. El Madrid mostraba un juego más directo con pelotas largas mientras que Independiente desplegaba su juego asociado de posesión y buen toque que lo llevó a generar algunas situaciones de gol. Pero fue el Real Madrid el que se puso en ventaja cuando un remate rasante de 30 metros del zaguero blanco Tejada encontró el fondo de la red para el 1-0 de los europeos a los 32 minutos.
Poco después empezó la debacle. Mario Rodríguez encaraba al arco libre de marca cuando fue derribado por el defensor madridista Miera y el árbitro italo-estadounidense Aldo Clemente no sancionó nada. Frustrado, Rodríguez se levantó y le propinó una cachetada a Miera, desatando una batalla campal que se extendió a las tribunas ante la mirada incrédula de la policía. El árbitro fue capaz de calmar las aguas pero el clima había quedado caldeado.
Independiente salió con mucho ímpetu a buscar el empate mientras el Real Madrid protestaba y hacía tiempo, realmente parecía una final del mundo. Promediando la mitad del segundo periodo, una combinación magistral entre Bernao y Avallay permitió a este último asistir a Savoy, que definió frente a Bentancourt para marcar el merecido 1-1.
Quedaba mucho tiempo por delante e Independiente se sentía superior. Al minuto 29, Mario Rodríguez quiso gambetear a Bentancourt y el arquero español lo bajó de una patada. El árbitro del partido inicialmente no sancionó nada, pero ante la incesante protesta del equipo argentino y el “acting” de Rodríguez rodando en el suelo, Clemente acabó cambiando su decisión y marcó penal para Independiente.
Y ahí sí, volaron piñas, empujones, cachetazos mientras desde la tribuna llovían latas de cerveza sobre el campo de juego. En medio del tumulto el legendario delantero húngaro Ferenc Púskas (foto) le propinó un cortito en el vientre al árbitro del partido, que rodó por el suelo antes de levantarse para expulsarlo a él y a Paco Gento.
Llegó el momento de la ejecución, el uruguayo Tomás Rolán fue el encargado, rematando de derecha cruzado al palo izquierdo, donde ya esperaba Bentancourt para contener la pelota con las manos. Y se armó el round 3, Zoco arrancó a repartir mientras los de Independiente respondían, Rolán derribó a Veloso para luego pisarle los riñones, mientras Ferreiro arrinconaba a Agüero contra el banderín del córner.
Fue entonces que el árbitro Clemente tuvo la idea de suspender el partido, Independiente abandonó la cancha mientras que el Real Madrid, por recomendación de su banco de suplentes, permaneció en el campo. Parecía que los jugadores del rojo estaban listos para cambiarse e irse al hotel, pero se llegó a un acuerdo y el técnico de Independiente, Manuel Giúdice, les recomendó a los suyos que pasen la pelota por los laterales en los 6 minutos que quedaban. Y así fue, el partido terminó 1-1 y los jugadores se abrazaron como si nada hubiese pasado.
Así Independiente terminó su gira por Norteamérica con una buena actuación futbolística manchada por una batalla campal en lo que fue su preparación antes de viajar a Italia para disputar la ida de la Copa Intercontinental frente al Inter.