sábado, junio 21, 2025

Infantino, el hijo huérfano del FIFA Gate

Por Santiago Peñoñori Gaona

Los europeos deberíamos pedir perdón los próximos 3.000 años antes de dar lecciones de moral a otros”, dijo Gianni Infantino pocos días antes del inicio del Mundial de Qatar 2022, cuando los principales medios del mundo criticaban la violación de los derechos humanos en el país asiático. Los trabajadores morían cada día expuestos a altísimas temperaturas y deplorables condiciones laborales. Se calcula que fueron más de 6.500 migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka desde que se le otorgó la sede a los qataríes, según publicó The Guardian en febrero de 2021. 

“El hombre que movía las bolas” —en referencia a su papel en los sorteos de Champions League y en los del Mundial— nació el 23 de marzo de 1970 en Brig-Glis, Suiza, pero para todos los portales web es italo-suizo. Sus padres emigraron de la región de Calabria, zona en la que se originó la ‘Ndrangheta (organización criminal de las más poderosas del mundo), antes de que él naciera.

Hijo huérfano del FIFA Gate, el abogado graduado en la Universidad de Friburgo (Suiza) se postuló como candidato en la federación madre del fútbol con la promesa de repartir una suma considerable de dinero para todas las federaciones y ampliar la cantidad de selecciones que participarían en los mundiales. Hoy afronta su tercer mandato y sigue firme en su convicción de “restaurar la imagen de la FIFA”. Más allá de eso, pese a las evidencias de corrupción que destituyeron a Joseph Blatter y Michel Platini, su exjefe en la UEFA y amigo, el Restaurador mantuvo a Rusia y Qatar como sedes de los mundiales 2018 y 2022. Entregar y cobrar. Es la ley de la enfiteusis sancionada por Bernardino Rivadavia en 1826 en nuestras tierras.

El joven colorado que sufría bullying por su piel llena de pecas y su mal manejo del idioma alemán es hoy un pelado políglota: las vueltas de la vida. Italiano, francés, alemán, español, inglés y árabe son los idiomas que maneja el carismático ex secretario general de la UEFA, que comenzó su carrera allí en el 2000 y que, como dirían en el barrio, “cualquier bondi lo deja bien parado”. 

Es amigo de Donald Trump, a quien le concedió el nuevo Mundial de Clubes 2025, el Mundial 2026 -compartido con México y Canadá- y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. “Lo tengo todo”, exclamó el presidente estadounidense que no esconde su desenfrenado afán de poder. El conflicto en puerta será la entrega de las visas para extranjeros que quieran presenciar estos eventos, sin ser discriminados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) y amparados por la ley que día a día gana en rigor, si así lo podemos llamar.   

En FIFA Mafia, libro del periodista alemán Thomas Kistner, están documentados los manejos turbios de los principales dirigentes de la federación e Infantino no se queda afuera: fue partícipe necesario para que le adjudicaran la Eurocopa de 2012 a Polonia y Ucrania. “Yo no quiero prometer las acciones de mis primeros 100 días al frente del fútbol mundial, porque eso hacen los políticos y yo no soy uno de ellos”, dijo el dirigente que se casó en 2001 con la libanesa Leena Al-Ashqar, con quien tiene cuatro hijas. Siguen apareciendo los “outsiders”, el mundo tiembla ante la nueva moda.

El creador del novedoso Mundial de Clubes 2025 quiere con esto “un fútbol globalizado” y “dar esperanzas y oportunidades al Mamelodi Sundowns de Sudáfrica, al Ulsan de la República de Corea y al Auckland City de Nueva Zelanda”; aunque, al mismo tiempo, asigne los próximos cinco mundiales masculinos sub-17 a Catar y los femeninos a Marruecos, y elija a Arabia Saudita como sede del 2034 sin dejar registros de cómo fue la selección.

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